domingo, 30 de marzo de 2008

Hanging on a Curtain. El brillante legado de Morphine


“Hanging on a curtain…
…swingin’ like a clock
Big hand on the seven...
...the little hand on top.
You said you like to hear me talk,
you told me not to stop...”
 Mi primera toma de contacto con la banda de Massachusetts, fue gracias a Paco Pérez-Brian y aquel programa que presentaba los sábados y domingos por la tarde en Radio:3 (¿“De 3 a 4” o “De 4 a 3”?). Para ser sincero, he de confesar que de primeras no me impactaron, de modo que no les hice seguimiento. Supongo que en aquella época mis neuronas estaban concentradas en captar el mayor número de imitaciones más o menos burdas de unos Nirvana que, habiendo salido del pozo que era y es Seattle, dominaban la escena internacional. Sería tiempo después y por culpa de un colega, que ponía los dos primeros discos de Morphine en bucle en el radioca de su coche, que me iría aficionando a su música. Y la verdad es que le estaré eternamente agradecido. Con el devenir del tiempo puedo afirmar que el conocer a este maravilloso trío de músicos es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida. Musicalmente hablando, claro.

Morphine fue una banda incluida de una forma un tanto simple, dentro de ese cajón desastre que era y es el rock alternativo. Asentada sobre tres pilares fundamentales, el principal y más útil, su alma máter, fue Mark Sandman. Bajista y vocalista principal, también cofundador del artefacto junto al saxofonista Dana Colley. El trío original se completaba con el baterista Jerome Deupree, si bien más adelante sería sustituido por Billy Conway. El nacimiento de tan peculiar propuesta se produjo allá por el año 1989 y en Cambridge, localidad sita a las afueras de Boston y que es conocida por albergar las instalaciones de la Universidad de Harvard. Previamente a la constitución de Morphine, sus miembros formaban parte de otras agrupaciones musicales de la zona. Mark Sandman participaba en el proyecto Treat Her Right, junto con Billy Conway, a la postre baterista de la banda, mientras que Dana Colley tocaba en el grupo Three Colors.

Lo cierto es que estamos ante una propuesta de difícil etiquetado. Si bien, se les calificó como banda de low rock, usando un término acuñado por ellos mismos para definir su sonido. Que al final no es sino una apetitosa combinación de elementos extraídos del blues y del jazz, junto a unos arreglos de corte más tradicional. Con estos elementos creaban un sonido de corte minimalista, atípico y único. Y es que se hace difícil encontrar bandas cuyo concepto musical se les acerque, ni de forma remota. Destacando sobremanera la personalísima voz de Mr Sandman, descrita por algún crítico musical como un “profundo, despreocupado y relajado susurro”. La singularidad de su sonido viene determinada por la atípica instrumentalización de la banda, compuesta por un bajo eléctrico de únicamente dos cuerdas afinadas igual, un saxo barítono y una batería.

A pesar de las muchas alabanzas cosechadas, nunca alcanzaron el éxito comercial. En parte debido a la escasa atención prestada por las estaciones de radio comercial o desde la mayoría de medios especializados en música pop-rock. Supongo que incapaces de asimilar un sonido que ciertamente no era ni el rock en boga entonces, ni el pop comercial al uso que se solía programar. Es cierto que llegaron a ser invitados a participar del programa “120 minutos” de la MTV y que gozaron de su minuto de gloria con la película “Beautiful Girls” (Ted Demme, 1996), en una de cuyas escenas suena una versión en directo de “Honey White”. Pero no dejan de ser acontecimientos muy puntuales en la corta existencia de esta banda. La limitada difusión condicionó su acogida por parte del gran público, relegándoles a la categoría de banda de culto -otra más-, con pocos pero fieles seguidores a lo largo y ancho del planeta.

Si tuviera que adjetivar la discografía de Morphine, diría que es muy intensa pero quizás demasiado corta. Arranca en el año 1991 con “Good”, álbum publicado a través de un pequeño sello de Boston. Su segundo trabajo, Cure For Pain” saldría en 1993 y ya bajo el paraguas de Rykodisc. La edición del disco y la gira que emprendieron, propiciarán que el nombre de la banda comience a sonar, pero bajito, tanto en los Estados Unidos como fuera. La mayoría de fans consideramos a este álbum como el más completo de su discografía. Algunos entre los que no me incluye, también dicen que es el mejor. El segundo y último larga duración grabado para Rykodisc será “Yes” de 1995. Una colección de temas que continúan en la senda conceptual ya introducida por el anterior álbum, si bien, en mi opinión, a través de composiciones de menor calidad. Con la firma de la banda por la multinacional Dreamworks, parecían abrirse nuevos horizontes para Mr. Sandman & Co. Fruto de ello va a ver la luz un nuevo disco, Like Swimming” de 1997. Desde mi punto de vista su obra cumbre. En donde se aprecia un delicioso giro hacia la oscuridad y la melancolía. Dejando de lado aquellas composiciones alegres y juguetonas que trufaban los anteriores discos, porque aquí la cosa va de introspección, hondura y hasta amargura vital. Nunca sabremos a que se debió este cambio, o sí, quien sabe. Lo que sí conocemos es que las expectativas puestas en esta nueva etapa tampoco se vieron cumplidas. A pesar de que ahora contaban con abundantes medios promocionales. Incluso grabaron un video musical para el corte “Early te bed”, con el que fueron nominados a un premio Grammy. Con todo y para no perder la costumbre, el lanzamiento no gozó del deseado respaldo de público. También durante este año se editaría un disco de rarezas y caras B titulado B-Sides & Otherwise”. Interesante sólo para sus más fieles seguidores.

Después vendría su último álbum de estudio,  “The Night”, publicado a comienzos del año 2000. Se trata de un trabajo aún más oscuro y denso que el anterior. Que recibió incluso mejores críticas que aquel, si bien, ni tan siquiera tuvo opción de catapultar a Morphine al estrellato. Y es que antes de su publicación, el 3 de julio de 1999 y en una localidad cercana a Roma, Mark Sandman falleció de un ataque al corazón durante un show. Contaba con apenas 47 años de edad. Desconocemos lo que pasaba por su cabeza en esta última etapa de su vida y de la banda, pero parece una macabra coincidencia que el giro operado en el sonido de Morphine, tan cercano al tenebrismo, a lo siniestro y espectral, culminara con un fallecimiento en escena. Un gran golpe de teatro final, si no fuera porque no estamos ante una obra de ficción. Lo cierto que es difícil atisbar hacía dónde hubiese derivado su sonido a partir de aquí. Quien sabe que nos ofrecerían los nuevos lanzamientos.  A la vista de sus dos últimos discos, me inclino por pensar en una evolución hacía un expresionismo sonoro, de difícil audición, con lo que la remota posibilidad de acceder a un mayor público hubiese quedado definitivamente descartada. Si es que no lo habían descartado ya ellos mismos. Pero vaya, esto son meras suposiciones. No lo son los dos discos póstumos que fueron publicados después. Un directo oficial que saldría a finales del año 2000 bajo el nombre de Bootleg Detroit” y el recopilatorio The Best Of Morphine: 1992 – 1995” del 2003. Ninguno nos vale de pista. Con todo, da un poco igual. Su legado es demasiado bueno como para perder el tiempo llorando por lo que pudo haber sido y al final no fue. Estuvo bien mientras duró. Muy bien, vaya. Quedémonos con eso.  

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