domingo, 18 de mayo de 2008

El campo de concentración de Sachsenhausen


Sachsenhausen fue un campo de concentración edificado por los nazis en la población de Oranienburg. Transformado en museo en memoria de las víctimas, su visita es harto recomendable. Además porque es fácil acceder a él, tras un agradable viaje en tren desde el centro de Berlín. Prototipo de campo de concentración en disposición radial, aún hoy conserva la subdivisión en barracones, los correspondientes talleres, las garitas de control, la prisión y la enfermería, además de algunos edificios que servían de residencia a los oficiales alemanes. El campo abrió sus puertas el 12 de julio de 1936 con la intención de albergar prisioneros políticos. Sin embrago y con el transcurso de la guerra, acabó recibiendo a presos de todo tipo, especialmente judíos y soviéticos.

Estamos ante el modelo de campo de concentración que el régimen nazi va a extender por toda Europa. Que no campo de exterminio, ya que no estaba destinado a ese cometido. Aquí los presos se dedicaban, principalmente, a labores de taller y a probar el calzado militar fabricado para los soldados alemanes. Motivo por el cual se pasaban largas jornadas caminando en su enorme patio central. Hasta quedar exhaustos. Circunstancia por la cual a estos presos pasó a conocérseles como “los caminantes”.

Si bien, el aspecto más interesante de Sahchsenhausen es que allí se estableció un famoso taller de falsificación con el cual el Führer pretendía fabricar libras esterlinas y dólares. La intención era la de inundar la economía mundial de esta moneda falsificada, hundiendo con ello las finanzas de los Aliados. A esto se le llamó la Operación Krüger y las evidencias históricas demuestran que estuvieron cerca de conseguirlo. Logrando colocar un importante número de libras falsificadas que no pudieron ser detectadas ni por el Banco de Inglaterra. No tuvieron la misma suerte en lo que respecta al dólar. Parece ser que los sabotajes llevados a cabo por los propios prisioneros encargados de las falsificaciones, dieron al traste con ello.

Es en este punto es donde se sitúa la trama de “Los Falsificadores” de Stefan Ruzowitzky (2007). Film austriaco que relata el día a día de los presos que integraron el equipo de falsificación de Sachsenhausen. Establecidos al margen del resto en barracones especiales, provistos de mejores equipamientos y con algunos privilegios, el equipo estaba compuesto por expertos falsificadores detenidos por los nazis. A ellos se sumaban profesionales de la banca y artesanos de la imprenta y del diseño seleccionados de entre los presos judíos recluidos en Austchwitz, Esterwegen o Dachau. La película que es bastante interesante si bien dista de ser una obra maestra, aborda el dilema moral de estos presos. Y es que, al cooperar con sus verdugos eran conscientes que ayudaban a que la guerra se prolongase en el tiempo. Arriesgándose a que eso significara una victoria de los nazis.

En un viaje reciente por Alemania pude visitar Sachsenhausen. El día era frío y lluvioso, quizás el marco ideal para un paseo como este. Pese haber pasado más de sesenta años desde su liberación y saber que está parcialmente reconstruido, todavía sobrecoge pasear por las instalaciones. No es difícil imaginar el sufrimiento de las personas que transitaron por allí. Un guía me contó que, a causa de las duras circunstancias de vida y a los constantes fusilamientos, en este recinto murieron cerca de 30.000 prisioneros procedentes de treinta y cuatro países. Todo ello antes de que las tropas soviéticas liberaran a los supervivientes, un dos de mayo de 1945.

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