martes, 5 de agosto de 2008

Sábado - Ian McEwan


Todo transcurre en una jornada de sábado, en las veinticuatro horas que necesita la Tierra para girar 365 grados sobre su eje. No hace falta más. Henry Perowne, un prestigioso neurocirujano casado felizmente y con dos hijos, se dispone a realizar sus rutinas sabatinas, o sea, sacar del garaje su flamante deportivo y pasearse con él por las calles de Londres, visitar a su enferma madre, jugar al squash con su colega Jay Strauss y más tarde hacer la cena para degustarla en familia... Además este sábado es especial, porque viene su hija desde París para pasar unos días. Sin embargo, el 15 de febrero de 2003 empieza de forma diferente a lo esperado. Perowne, que se ha despertado a una hora inusual, presencia a través de su ventana como un avión en llamas sobrevuela Londres. Y a partir de ahí encadena un cúmulo de hechos poco habitúales en una vida por lo común apacible y exenta de sobresaltos. Lo que, por otra parte, le llevará a tomar decisiones y concluir cosas infrecuentes para un ejemplar exponente de la tradición científica como él. 

Con este punto de partida Ian McEwan nos adentra en una de las constantes de su obra: el terror. Mostrando sus diferentes rostros y como este se apodera de las existencias más serenas, como la de esta familia tipo que protagoniza la novela. La angustia ante lo irracional, la amenaza del caos sobre el orden, la búsqueda de la seguridad y la consecución de la felicidad en definitiva. Además en “Sábado” se aprecian como claros referentes el 11-S y también la guerra de Irak. De hecho el sábado en cuestión es el día de las manifestaciones en contra de la invasión norteamericana celebradas en Londres. En este sentido tiene mucho interés la oposición de diferentes puntos de vista sobre la guerra en boca de Perowne y sus dos hijos. También sobre el resto de la actualidad. Hay que tener en cuenta que el propio autor ha manifestado que las ambiguas opiniones expresadas por boca del padre son las suyas propias en el momento de escribir esta novela. McEwan siempre ha sido claro –y polémico- a este respecto.

Un aspecto que atrae del libro es el pormenorizado estudio que realiza sobre aspectos relativos a la neurocirugía y la medicina en general. Para ello McEwan estuvo dos años viendo trabajar a los profesionales en los quirófanos del Hospital Nacional de Neurología y Neurocirugía de Queens Square en Londres, como viene recogido en los agradecimientos del final. No olvidemos que el británico es uno de los escasos novelistas que introducen la ciencia en la narración de una manera natural, como componente de la cultura humana. Ello le sirve para defender un punto de vista científico de la realidad, así como criticar la visión fantasiosa e ingenua de parte de la producción literaria que vive al margen del desarrollo de la cultura científica.

“Sábado” es, en definitiva, una historia 100% McEwan. Quien por otro lado es uno de los autores más interesantes de las letras contemporáneas. Atípica en su desarrollo, creo que es una de las mejores novelas de quien seguramente sea el ciudadano más ilustre de Aldershot.  

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