domingo, 12 de octubre de 2008

Richard Serra en el Guggenheim Bilbao


Aprovechando que este puente lo pasé en el puto Bilbao por motivos que no vienen al caso, me di un garbeo por el principal reclamo de la ciudad del Nervión junto a San Mamés y los bares de pintxos del casco viejo. Me refiero al museo Guggenheim, of courseMe dio rabia no poder disfrutar de la expo de mi admirado Juan Muñoz, en fase de desmontado justo el día que yo anduve por allí, por lo que me dediqué a circular entre los enormes espirales metálicos que componen “La memoria del tiempo”, del norteamericano Richard Serra. Que no es mal consuelo, revisitar el calificado por el propio artista como su proyecto más importante, vaya. La instalación, que ocupa la sala más grande de la institución bilbaína, también es considerada por los especialistas como la más ambiciosa dentro del vocabulario formal que viene desarrollando Serra durante los últimos veinte años. Constituye asimismo la adquisición más importante del museo desde su apertura en 1997.

Muy recomendable alquilar la audio guía que, al menos en la versión castellana, utiliza la voz de Constantino Romero. Así es como el conocido presentador me condujo por esas siete estructuras, tirando de datos y anécdotas que hacen del paseo una experiencia mucho más educativa y agradable. La obra es monumental y está compuesta por altísimos muros de acero ligeramente inclinados. Dispuestos en forma de elipse o espiral, a veces concéntrica, otras laberíntica, pero siempre dibujando trayectos que se pueden penetrar, recorrer y explorar al ritmo que decidas. El propio autor indicó en la inauguración que ésta había de “ser activada y animada por el ritmo del movimiento del espectador”. 
Parte de la colección permanente del Guggenheim Bilbao, es considerada como un “museo dentro del propio museo” de visita obligatoria para quienes visiten la capital de Vizcaya. Doy fe de ello.

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