viernes, 7 de noviembre de 2008

El Plan Maestro, de Heather Pringle


Compré este libro hace ya más de un año y casi por equivocación. Pensaba que trataba la figura de Joseph Goebbels y no es así. Eso me pasa por no leer la contraportada. Lo cierto es que, más allá de ese pequeño detalle, el libro comienza muy bien y acaba no tanto. Y es que tengo la sensación de que a la autora le ha venido grande la empresa y pese a una increíble tarea de documentación e indagación, ha sido incapaz de llegar a conclusiones inteligibles. El estudio se acaba perdiendo entre una retahíla de datos más o menos conectados, algunos interesantes y otros no tanto, que aturullan hasta el lector más avezado. Hasta el punto de que en ocasiones, no se entiende bien que aportan al conjunto. Con todo, tras un año de lectura fragmentada, que se dice pronto, me he acabado el librito de marras.

“El Plan Maestro” se centra en la llamada arqueología fantástica al servicio del régimen nazi y en su principal responsable. Me refiero al jefe de las temidas SS, Heinrich Himmler, uno de los líderes nazis más emblemáticos. Pero más que en él, el libro se centra en la Ahnenerbe -Comunidad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral-. Una organización nazi fundada en 1935 por Herman Wirth, el teórico racista argentino Walther Darré y el propio Himmler, para realizar y divulgar investigaciones en apoyo de su ideología y de esas teorías que defienden la superioridad de la llamada raza aria. Según sus propios estatutos, esta organización era la responsable de “realizar investigaciones sobre la raza indogermánica del norte y divulgar sus resultados de una manera interesante al público”.

Sí que resulta interesante ver hasta qué punto los jerarcas nazis se rodearon de todo un grupo de personajillos, dispuestos a dar legitimidad científica a las absurdas teorías raciales del nacionalsocialismo. Y todo porque Himmler estaba convencido de que los arqueólogos habían ignorado durante siglos, los logros de esa raza primigenia de guerreros rubios y ojos azules de la que él se declaraba heredero. Unos ancestros que habían crecido en el Ártico, sobreponiéndose a un clima hostil y a unas condiciones de vida extremas, demostrando su condición superior. Y es que, según esas teorías, solo quedaban vestigios de esa raza en lugares especiales del mundo. Encontrar a los auténticos arios y eliminar a todas las demás razas se convirtió en la piedra angular del proyecto de Himmler.

Entre todos estos científicos de segunda, destacan figuras como la de Karl-Maria Wiligut, antiguo paciente psiquiátrico que entraba en trance y hablaba con los antiguos dioses germánicos de los Eddas. También Yrjö von Grönhagen, un veinteañero finlandés de maneras elegantes y porte aristocrático, sin formación alguna, pero bastante trepa. Alguien cuya aspiración era la de hacer carrera en el mundo del cine y que, por circunstancias azarosas, se vio metido en este fregao. Por no hablar del mencionado Herman Wirth, un arqueólogo fanático y manirroto al que las SS hubieron de sufragar deudas para que se pudiera dedicar a estos estudios. Así hasta completar una estrambótica combinación de aventureros, místicos y profesores, que fueron enviados en rocambolescas misiones hasta lugares como Irak, Finlandia, el Tíbet y aún más allá, con el apoyo del Tercer Reich. Y todo pese a las estrecheces económicas que se impusieron por causa de la guerra. Pero vaya, que con semejante material, uno hubiera esperado un libro mejor. Y es una pena. 

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