viernes, 17 de abril de 2009

Un país de imbéciles (XVI) - Alaska (sin Dinarama)


Sí, ya sé que había dejado de lado esta sección que empecé con brío a mediados del pasado año. Pero es que yo soy así, cuando cojo algo nuevo me entusiasmo como un tonto con un látigo. Después, como un niño rodeado de estímulos, dejo el juguetito y lo sustituyo por otro nuevo. Y no es que escaseen los imbéciles por estas tierras del Señor. Sin ir más lejos y durante los últimos días, han hecho méritos más que suficientes para ser homenajeados Urkullu I de Euskadi, Silvio Berlusconi, Jiménez Losantos (¡¡¡qué raro!!!), Evo Morales, Espadachín Flores y Olvido Gara aka Alaska, con la cual me quedo para desarrollar el post. La elección viene condicionada por que en estos momentos está sonando en mi reproductor “I’m in the band” de los Hellacopters y como comprenderéis la comparativa entre los suecos y la mexicana -cuyo último sencillo forma parte de la banda sonora de mis peores pesadillas- no la deja en buen lugar.

Desde sus comienzos, allá por el año 1978 y con Kaka de Luxe –icono de la Movida Madrileña con quienes colaboró Pedro Almodóvar-, Alaska tuvo muy claro que su sino en la vida era imitar a David Bowie. Sí, como suena, la tía se prendó del sonido glam del Duque Blanco, de su ética y de su estética, pero sobre todo de los pelacos que se gastaba el guiri y de sus plataformas imposibles. Lo cual, ahora que lo pienso, también la hacen deudora de otro grande del género como Gary Glitter. Pero para su desgracia, su genio musical no se acerca ni de lejos. Ni con Kaka de Luxe, ni después con Los Pegamoides –aunque te rías con ellos-, ni en sus colaboraciones con Almodóvar & McNamara, ni mucho menos con su último experimento Fangoria. Y es que cuesta encontrar algo decente en su obra más allá de sus discos con Dinarama -¡y no todo!-. Y ya sé que me vais a salir con “Mil campanas”… “Aceptamos pulpo como animal de compañía”. Eso sí, reconozco que el tema ayuda a entender la trayectoria de Alaska cuando, en una de sus estrofas, establece aquello de “qué fácil es, atormentarse después, pero sobreviviré, sé que podré, sobreviviré”. Hete aquí con el leivmotiv.

Remarco esto último y es que, a pesar de una manifiesta ineptitud compositiva, instrumental y pesimo gusto en el peinado y el vestir, hay que reconocerle a la señora Vaquerizo una gran habilidad para sobrevivir. Aunque eso suponga cagarse en sus propios principios, si es que alguna vez los tuvo -cosa que dudo, aunque bien que los aireó-. Y es que el personaje es propenso a soltar lecciones de integridad moral y política cada vez que un medio le pone el micrófono delante. Especialmente desde los tiempos del “Deseo carnal”, su álbum superventas que la consagrará como musa de la Movida y le llevará -tras intervenir también en el film “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”- a participar en diversos programas televisivos. El más destacado de todos ellos –y el único rescatable- “La bola de cristal”.

-¡Coño! Ahora suena el “Calling Dr. Love” de los Kiss. Los astros se conjuran contra la neumática cantante-.
Hasta ese momento la cosa podía resultar tolerable. Sobre todo si uno era fan, claro está. Pero a partir de los años noventa, ni poniendo toda la buena voluntad del mundo. No le ha dolido en prenda colaborar con todo bicho viviente y para lo que sea con tal de no desaparecer de la escena pública. Lo importante es que hablen de una, bien o mal, debió de pensar. ¿Si no a ver como se explica que haya colaborado en la web de Libertad Digital junto al facho-predicador Federico Jiménez Losantos? También en “La Mañana de la COPE”, como tertuliana especialista en asuntos frívolos y farándula. Ella, que va de comprometida en causas sociales, de icono gay, que ha prestado su cuerpo -Photoshop mediante- a la campaña contra las corridas de toros llevada a cabo por organizaciones como Peta y AnimaNaturalis, colaborando en los dos medios más retrógrados del espectro patrio. Espacios en los que la homofobia o el maltrato animal forman parte del ideario. A ver, ¿cómo mierdas se come eso? Aparte que, una tipa que va de profunda por la vida, ¿qué coño hace participando en espacios dedicados a las cosas del marujeo? ¿Y dónde han quedado aquellas lecciones sobre lo que es buena música y lo que no, ahora que también va a  conducir las galas eurovisivas en TVE?

Con todo, lo que da más grima no es esa labor como tertuliana, presentadora, opinante o lo que coño crea que es. Ni tan siquiera esos últimos discos que producen vergüenza ajena, sino el haber usado una lucha legítima como la lucha contra la homofobia, rebajándola a la categoría de frikada. Todo ello aderezado por la cohorte de vividores que se agrupan en torno a su figura. Una caterva de nediocres que imita, aunque no se den cuenta, al grupillo aquel de infelices capitaneado por Tony Genil y el del baile del pañuelo. Al frente de ellos está su marido, un tipo escuchimizado que, según parece, también es músico -lidera la olvidable banda Nancys Rubias-, además de representante de celebridades y filósofo. A él debemos sesudas reflexiones como la siguiente: “…creo que no hago daño a nadie diciendo que abogo por la delgadez extrema. Yo he sido un niño gordo, que tenía muchos problemas de salud y de colesterol, y decidí adelgazar y estar en el infrapeso. Desde entonces, estoy mucho más saludable, mucho más guapo y puedo correr, cosa que antes no hacía. La anorexia es un problema mental que está en uno mismo. No hay que culpar a la sociedad”. Vamos, que ni el puto Wittgenstein. Y eso lo dice un fulano que pesa 62 kilos y mide 1,80… ¿Para cuándo el Premio Nobel de medicina para el bueno de Mario?

Y de esta guisa vemos a nuestra amiga paseándose por los platós. Cogida del bracito del trepa especialista en dietética y nutrición, seguidos muy de cerca por Nachocanúnachocanú. Este último el único miembro de las bandas de las que formó parte que aún continúa junto a ella. Eso sí, adoptando un rol de perrito faldero. Otros como Pedro Almodóvar tuvieron la inteligencia o la suerte de apartarse mucho antes.

Pues nada, hasta aquí mi sincero homenaje a Alaska -con o sin Dinarama-, a quien con mucho cariño incluyo en la saca de los imbéciles patrios y asimilados.
Como veis, la cosa se cierra con “Toys & flavors”. Comenzamos y acabamos con estos suecos geniales.

Ah! Una cosita más... Iba a comentar algo sobre la última gilipollez que ha salido de la boca del bocachancla de Brandon Flowers -cantante de los Killers-, pero se me han adelantado los chicos de HipersónicaNirvana y Kurt son responsables de quitarle la diversión a la música y hacer del rock algo deprimente (…) los Killers hacemos música mucho más disfrutable y luminosa”. Le responden: “Pero, hombre, Brandon, eso es normal, porque, al fin y al cabo, no se sabe si sois humanos o bailarines”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...