martes, 31 de agosto de 2010

El genio al que le robaron la luz

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Ya hace un tiempo que, en este mismo espacio, me referí a la intrigante figura de Nikola Tesla, paradigma del científico loco, genial y excéntrico por partes iguales, abnegado en su trabajo pero negado para la vida práctica, además de poco reconocido en vida y prontamente olvidado. Como ya comentaba en aquella entrada, lo extraño es que pocos recuerden hoy día a Tesla, teniendo en cuenta que  gracias a él podemos tener luz eléctrica en casa con tan sólo pulsar un interruptor. Por que éste científico de origen serbio fue el inventor de esa cosa llamada corriente alterna, además de padre de tecnologías visionarias en su época, aplicables a los campos de la robótica, la medicina, la industria militar o hasta la informática.

En fin, que ese interés por Tesla me llevó a comprar la biografía que la norteamericana Margaret Cheney escribió a principios de los 80 y que ha sido recientemente traducida al castellano. ¡28 eurazos de nada! Pero que más daba, el personaje bien merecía la pena. ¡Pues no! He de deciros que la lectura de este libro ha sido muy decepcionante. Y es que no se puede tardar más de un mes en leer cuatrocientas páginas de . En circunstancias normales, eso no me hubiese llevado más de diez o doce días. Pero es que éste "Nikola Tesla, el genio al que le robaron la luz" es de un farragoso que echa para atrás… coño, si más que una biografía parece un manual de ciencia avanzada.

El libro está concebido para ensalzar la grandeza de las aportaciones de Tesla al mundo de la ciencia, por lo que su autora nos describe todos y cada uno de sus inventos, descendiendo hasta los aspectos más técnicos del cachivache más absurdo surgido del cerebro del inventor. Como comprenderéis, esto, para una persona poco versada en estas materias, supone un hándicap en terminos de goce y disfrute literario. Todo acaba por ser demasiado complejo y hasta aburrido, una ingente cantidad de palabras tratando de explicar cosas que me suscitan poco o nulo interés. Si encima los aspectos biográficos del inventor están escasamente desarrollados y los pasajes más interesantes de su vida están tratados de forma superficial - como el conocido enfrentamiento con Thomas A. Edison en lo que se denominó la "guerra de las corrientes" (alterna contra continua)- ¿cómo iba a gustarme este libro? En fin...

Dicen que la vida de Tesla es “la historia de un fogonazo de luz que sigue brillando, con el homenaje de quienes le reconocen como el padre de la tecnología moderna”. Muy bien. Pero no será gracias a esta biografía.

jueves, 26 de agosto de 2010

Jim Jones y el People's Temple

El original People’s Temple del Reverendo Jim Jones se situaba en el número 1859 del Bulevar Geary, en San Francisco. Para los que hayáis visitado la ciudad, eso queda dentro del Western Addition, justo al lado de la Calle Fillmore – conocida por el Fillmore Auditorium, local fundamental en el nacimiento de la psicodelia y la contracultura de los 60-, un barrio en el que es poco recomendable pasear durante la noche. Lo que pasa es que la iglesia ya no está ahí, se ha esfumado. Supongo que después de la masacre de Jonestown a las autoridades municipales no les quedó otra que deshacerse del edificio, por vergüenza y también para evitar que aquello se convirtiese en una especie de centro de peregrinación para frikis y/o guiris con mucho tiempo libre y pocos reparos, como servidor. El caso es que yo tenía la esperanza de que todavía quedase algún vestigio de aquello, por lo que, contraviniendo las recomendaciones de un amigo que me aconsejaba no patear sólo por el barrio, pasé una tarde enterita intentando encontrar algo. Como habréis deducido no hallé  nada, ya que justo en el lugar en donde debía elevarse el templo, hoy se ubica una enorme oficina del US Postal y, pared con pared, un restaurante de comida rápida de la cadena Taco Bell.

¿Y que hicieron estos tíos para que perdiera el tiempo de esa manera, jugándome el tipo en un barrio de pandilleros, cuando podía estar comprando souvenirs en Chinatown o hinchándome a chocolatinas en la fábrica del señor Ghirardelli? Pues ocasionar muerte y destrucción, ¿qué va a ser si no? Mis dos grandes pasiones… je je je.

Para los que no lo sepáis, el señor Jones y su secta pasaron a la fama el 18 de noviembre de 1978 en una pequeña comunidad agrícola llamada Jonestown en su honor, que estaba situada en la Guyana. Ese día predicó a sus fieles para que se suicidasen tomando una solución mezcla de limonada y veneno, apelando a otros medios con quienes no quedasen convencidos. El fruto de todo esto son los 913 muertos, incluido él mismo, en lo que supone el mayor acto de suicidio masivo de nuestra historia reciente. Justo un año antes, Jones se había desplazado junto un séquito compuesto por unos mil fieles, hasta esa “tierra prometida”situada a orillas del río Orinoco. Según él, huyendo del acoso de los medios y de las conspiraciones del Gobierno Norteamericano, si bien, no hay que olvidar que previamente la secta se había visto envuelta en varios escándalos y que existen datos, a parte de la masacre en sí, que permiten afirmar que el Reverendo tenía las facultades mentales algo deterioradas. El caso es que las cosas no les fueron muy bien en la Guyana y por eso algunos de sus acólitos desertaron. Estos, nada más llegar a los EEUU, relataron a la prensa como lo que había de ser una comunidad idílica poblada por iguales, acabó por convertirse en un campo de concentración en la que sus residentes sufrían abusos, maltratos y violaciones por parte de Jones y su guardia pretoriana. El revuelo ocasionado por estos testimonios hizo que un congresista californiano volase rumbo a la Guyana, junto con una delegación de periodistas y algunos familiares inquietos. Aquello acabó como el rosario de la Aurora, con el asesinato a tiros del político y varios de sus acompañantes mientras intentaban huir en su avión. El acto siguiente es el suicidio colectivo. Fue un sábado al atardecer cuando el Reverendo Jones, “El Padre”, comenzó su arenga: “Debemos suicidarnos… nos volveremos a encontrar al otro lado (…) esto no es un suicidio, sino un acto revolucionario".

Si os interesa el tema, hay un documental del año 2006 dirigido por Stanley Nelson del que me han hablado bien pero que no he visto... aún. 

martes, 24 de agosto de 2010

Historias de (cuando escuchaba) la radio


Si hay un programa de la radio patria al cual debo gran parte de mi formación musical es a “De 4 a 3”, mítico espacio de Radio:3 emitido durante las tardes de los sábados y los domingos en los cada vez más lejanos años 90. Y es que para mí, las tardes de los fines de semana son las tardes pasadas en compañía de mi buen amigo Paco Pérez Bryan, el conductor y director de “De 4 a 3”. Sí, ya se que eso no dice nada bueno de cómo transcurrió mi adolescencia, pero ¿que queréis que os diga?, lo que al principio no era más que la tabla de salvación de un chaval no muy popular en un pueblecito bastante aburrido, acabó por convertirse en algo fundamental para su formación musical y, aunque suene grandilocuente, hasta personal. Vamos, que este programa no sólo me sirvió para tirar adelante en un periodo complicado, sino que creo no exagerar al afirmar que mi yo actual no sería el mismo de no haberme metido en vena esas cuatro horas semanales de programita.

Durante esos años sonaron en ese espacio miles de canciones que me hicieron descubrir a cientos de bandas de rock, pop o fusión, algunas de las cuales figuran entre mis favoritas desde entonces. Aunque lo que más recuerdo, fueron los primeros años de la eclosión grunge, cuando gracias a Paco y a su equipo escuché por primera vez a Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden, Mudhoney o Alice in Chains. Gloriosa época que ni siquiera quedó emborronada cuando la industria fagocitó la “revolución” venida desde Seattle y comenzó a promocionar a sus nuevos productos “de diseño” siguiendo los parámetros del nuevo sonido. Fundamentalmente porque Paco –y Felipe Sanz de la Rosa- tuvieron muy buen tino a la hora de escoger que bandas darnos a conocer entre toda la maraña de seattlelites surgidos de la nada. Todo esto terminó con el fatídico suicidio de Kurt Cobain que, como no podía ser de otra manera, tuvo un merecido y sentido homenaje durante un fin de semana del mes de abril de 1994. Si mal no recuerdo, durante la emisión de aquel especial se produjo un hecho que, visto en retrospectiva, tiene bastante miga. Creo que fue la cantante de Dover quien llamó al programa y medio llorando se sumó a la fiesta cantando por teléfono una canción que había escrito para el bueno de Kurt. Digo que el asunto tiene bemoles a la vista de cómo evolucionó la banda madrileña que, recientemente, ha presentado el single de lo que será su nuevo álbum. Un truño titulado “Dannayá” cantado en un dialecto africano y con evocaciones sonoras que nos llevan hasta Bollywood (on acid!!!), con el cual el cuarteto liderado por las hermanas Llanos quiere espantar a los pocos seguidores que aún conserva tras sus anteriores “aventuras sonoras”.         

Aunque al margen del grunge y sobretodo después de la muerte de Cobain, Pérez Bryan nos siguió ofreciendo grandes momentos como cuando entrevistó a Jonathan Poneman y Bruce Pavitt, los “jefes” del sello Sub Pop. No recuerdo con exactitud las fechas, pero debió ser poco después del especial antes mencionado cuando este dúo nos recomendó escuchar a Sunny Day Real Estate, principal apuesta del sello cara el futuro. Evidentemente a nivel comercial las expectativas no se cumplieron, lo que no quita que SDRE sea una de las mejores bandas que he escuchado y por ende una de mis favoritas de siempre. Aún siento como se me erizó la piel tras escucharles por primera vez. Fue con “Seven”, de su primer disco “Diary”, con William Goldsmith en plena forma ofreciéndonos toda una exhibición a la batería. También tengo muy fresco aquella tarde en la que Paco nos presentó a Deus. Un encuentro que me llevó a patearme como un loco toda Valencia hasta dar con una tienda en la que tuviesen alguna copia del primer disco de los belgas.        

En fin, que podría tirarme horas hablando de esto, pero tengo que cortar ya. Simplemente y para terminar decir que algunos echamos a faltar espacios musicales como este, que con sus luces y sus sombras –Paco, te perdono esa última etapa en la que aparecía hasta en la sopa el simpático Chris Barron y sus olvidables Spin Doctors- se hacen muy necesarios.  
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PD. Aquí os dejo enlazado este blog homenaje al mítico programa en el cual podéis encontrar cosas muy interesantes. ¡Hasta grabaciones de la época!

lunes, 23 de agosto de 2010

Nolan y su "Origen"

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No tenía pensado escribir nada sobre esta fantástica película escrita y dirigida por el británico Christopher Nolan, pero a la vista de los ríos de tinta que se están vertiendo en blogs, webs y periódicos digitales, me resisto a no decir nada al respecto. Quede claro de entrada que la peli me ha gustado muchísimo. Y que a día de hoy aún estoy pegándole vueltas al asunto, hasta el punto de que me estoy planteando seriamente volverla a ver, lo cual no es poca cosa, teniendo en cuenta lo rata que soy. En fin, que además de confesaros mi afiliación a la “cofradía del puño cerrado”, me identifico con aquel sector del público que salió de la sala con la sensación de haber invertido bien su tiempo y dinero. Así que, no esperéis críticas a lo enrevesado del argumento o a lo incomprensible de algunos pasajes repletos de símbolos “que sólo Nolan conoce y es capaz de descifrar”. No estoy de acuerdo en absoluto. Está todo ahí, condensado en los 148 minutos de metraje y aunque a veces nos cueste pillarlo tan sólo es cuestión de buscarlo. ¿No seréis de esa gente que lo quiere todo bien mascadito?

Y es que si algo destaca en “Origen” es su guión, un ejercicio de virtuosismo poco o nada habitual en los tiempos que corren. Desde luego a mi no se me ocurre otro director contemporáneo con el talento narrativo de Nolan. Esa capacidad de tejer historias aparentemente complejas y a la vez introducir pistas diseminadas a lo largo del metraje que nos ayuden a comprender, es algo extraordinario. Así pues, ¿podemos considerar a Nolan como el mejor en esa faceta? Yo creo que sí. Desde luego a mi me tiene ganado desde que se presentó con “Memento”, su segunda película, y eso incluye también “El truco final: El prestigio”, ahora reivindicada por quienes en su momento no supieron/quisieron valorar las grandes virtudes que atesoraba.

Eso no quita para que crítica y público se hayan afanado en dar diferentes explicaciones sobre el final y hasta sobre su significación. (¡¡¡Atención spoiler!!!) Que si todo es un sueño, que si la parte inicial es sueño pero la parte final es real, que si todo es sueño a partir de una escena concreta, que si todo es real, que si Cobb esto o aquello o lo de más allá, que si Saito existe o no, que quien sueña es Cobb o Saito o hasta “Conception” Ariadne*… en fin, si habéis visto la peli os aconsejo leer el siguiente enlace, de no ser así no clickéis ¡¡¡ir al cine ya!!!

Obviamente yo tengo mi teoría que me reservo, aunque no dista mucho de lo aquí expresado. Eso sí, no me resisto a plantearos una cuestión, a mi entender clave, que creo  ayuda mucho a comprender. Tiene que ver con los totems, pequeños objetos de los que se sirven los “soñadores” para saber cuando están el mundo real o en el de los sueños. Se trata de objetos exclusivos, o sea, que tan sólo funcionan con una persona, por lo que no puede haber dos con un mismo tótem. Entonces ¿cuál es realmente el tótem de Cobb? ¿Cuándo está soñando y cuando esta despierto? 
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*Este chiste en el cual se juega con los personajes interpretados por Ellen Page en “Origen (Inception)” y “Juno” es muy bueno.

sábado, 21 de agosto de 2010

Palabras y sangre, de Giovanni Papini

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Escritos entre 1907 y 1910, los catorce cuentos que se incluyen en “Palabras y sangre” son fruto de una de las épocas más alteradas de la vida de su autor, el italiano Giovanni Papini. Al menos así lo indica él mismo en la introducción, de 1912, en la que además nos avisa que ha corregido y cambiado parte de los relatos originales.

Me leí este libro por dos cuestiones y ambas atañen a su autor. En primer lugar por que muchos se han referido a Papini como el maestro de mi querido Dino Buzzati y, obviamente, no podía dejar escapar la ocasión de acercarme a su prosa y así conocer esa fuente. En segundo lugar por la propia historia vital de don Giovanni, turbulenta y llena de contradicciones, el caldo de cultivo ideal para convertirse en un buen escritor. 
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Y es que el tipo nació a finales del S. XIX en el seno de una humilde familia florentina. Autodidacta por necesidad, esa circunstancia no fue obstáculo pata que alcanzara el título de maestro y trabajar como bibliotecario en el Museo de Antropología de su ciudad. Aunque lo más interesante vendría de su faceta periodística, colaborando en varias revistas literarias y filosóficas e incluso llegando a fundar con el tiempo dos de ellas y ser co-director de otra. Ahí fue moldeando su pensamiento radical en ámbitos como el arte, la filosofía y la política, además de un profundo agnosticismo y un marcado anticlericalismo que, acabó por ceder en su última etapa vital, cuando una crisis existencial le hizo dar un giro de 180 grados hasta dejarse llevar por el fervor del catolicismo. Previamente se había aproximado a las corrientes futuristas y al pensamiento fascista. A este último, se acercó tanto que se quemó, pasándolo realmente mal con la caída del régimen. Bien es cierto que también le facilitará un puestecito en la pretigiosa Universidad de Bolonia. Reputado antisemita, creía en una conspiración internacional de los judíos y apoyó las leyes de discriminación racial impuestas por Mussolini en 1938. Como he comentado antes, al igual que muchos fascistas anduvo fascinado por el movimiento futurista (¿o eso fue al revés?) en donde se convirtió en defensor de las tesis de Marinetti. Con todo, Papini fue más conocido en vida por sus artículos y ensayos periodísticos, en los que arremetía contra personajes famosos, que por su obra literaria.

Aunque es más importante la obra legada-“the song not the singer”-. En este sentido tengo que decir que su forma de escribir engancha desde el comienzo y eso que “Palabras y sangre” no es una lectura fácil para iniciarse. Sus cuentos, una  mezcla de lo fantástico y lo real, están plagados de turbios personajes con evidentes problemas de salud mental, que emprenden aventuras a veces humorísticas, a veces trágicas, que al final acaban por ser fúnebres. No en balde el propio autor reconoció estar obsesionado “por la perversa o enferma psicología humana”. Queda claro don Giovanni. Con todo y con eso, es difícil no quedar prendado de la extraña belleza poética que esconden esas narraciones y con el sarcasmo y la sorprendente brutalidad empleada. ¡Hay que tener en cuenta que están escritas a principios del siglo pasado! Aspectos que le confieren una actualidad inesperada (al menos para mí).  

Imagínense, pues, que entre en ustedes, de repente, el alma de otro. En seguida, después de una primera exploración, sentirán el mal olor de los vicios escondidos, descubrirán los rincones oscuros y se maravillarán de la cantidad de imbecilidad y de vileza que puede contener el alma de un caballero inteligente. (Las almas permutadas)

“Matarse por una razón, que la mayoría de las veces no tiene nada de racional, no es una elección: es una caída. La caída en un precipicio sin fondo, pero no calculado antes con toda la libertad del intelecto. El verdadero suicida sería aquel que sin ninguna razón personal, sin ningún motivo interesado, sin estar obcecado por ninguna desgracia doméstica ni por ningún programa metafísico, se pusiera a considerar, serena y objetivamente, la muerte y la vida, y se matara con plena libertad, sin motivos de ningún género, por una decisión de la pura voluntad”. (Sin ninguna razón)

jueves, 19 de agosto de 2010

Unos tipos serios estos Coen

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Me asombra leer la cantidad de críticas negativas que acumula la última película dirigida por los hermanos Coen. Sobretodo porque a mí, lo digo ya de entrada, me ha encantado. Y no sólo es eso. Como ferviente seguidor de la obra del tándem de Minnesota, me atrevería a afirmar que “Un tipo serio (A serious man – 2009)” se encuentra entre lo mejorcito de su amplia filmografía. Teniendo en cuenta que tan sólo había transcurrido un año desde el estreno de esa deliciosa gamberrada titulada “Quemar después de leer (Burn alter reading – 2008)”, no me esperaba algo tan bueno.
El caso es que ya me sorprendió que la película durase tan sólo una o dos semanas en la cartelera de mi ciudad. No le di importancia. Tal vez fuera porque, por aquel entonces, no había leído ninguna de las demoledoras críticas a las que me refiero al comienzo.      

Ya metidos en arena, primeramente hay que resaltar que el film está protagonizado por un conjunto de actores completamente desconocidos, al menos para mí, pero que están de fábula (especialmente su protagonista, Michael Stuhlbarg, nominado al Globo de Oro por su brillante actuación). Algo que dice mucho del trabajo de dirección y que sirve a los hermanos para expresar, de una forma más certera, cuales son sus inquietudes vitales y artísticas. Cuestión mucho más compleja cuando se tira de caras conocidas, como ocurría en la mayoría de sus últimos y afamados trabajos.

En “Un tipo serio” se cuenta la pequeña historia de un don nadie, Larry Gopnik, profesor de física que vive en una zona residencial del midwest norteamericano, judío practicante, casado y con dos hijos adolescentes, que ve cómo su vida de golpe a porrazo comienza a derrumbarse. Todo parece ser la consecuencia de una maldición. Al menos así se desprende del bizarro y tronchante prólogo con el que se abre la película. En él nos situamos en tiempo y lugar diferente al del resto de la trama. No os desvelo nada, pero tiene que ver con la supuesta sabiduría tradicional judía y, en concreto, con la figura mítica de los dybbuk.

Larry es un hombre bueno, educado y afectuoso, marido fiel, padre abnegado, profesor serio y justo, además de un buen judío respetuoso con las tradiciones hebreas. Vamos, que es un buen tipo, aunque sobretodo es un hombre serio. Eso no evita que, un buen día, todo empiece a irle mal. Su mujer quiere dejarle dándole pocas explicaciones y encima el amante es un sabiondo que pretende convencer a Larry de que debe dejar el domicilio conyugal por el bien de los niños y mudarse a un motel. A la vez se le presenta un problema laboral, cuando un estudiante coreano intenta sobornarle para que le apruebe. Su continuidad en el trabajo también se verá amenazada por una serie de anónimos que le acusan de traiciones sin concretar nada… Y la cosa sigue así, hasta que de la forma más inverosímil todo parece arreglarse. He dicho parece, porque los Coen nos reservan una sorpresita final. Un cierre apoteósico par una película genial.

Por cierto que la banda sonora también es genial. Junto a las mágicas y oscuras piezas del compositor Carter Burwell, se intercalan composiciones de la banda pionera del rock psicodélico Jefferson Airplane.

martes, 17 de agosto de 2010

Go Giants, go!!!

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El béisbol, ese gran desconocido. Y no me vale que digáis que habéis visto cientos de películas en las que aparecen escenas de este pseudo deporte. No sabéis , como servidor. Lo único que nos muestran las pelis es a un tío con un palo que intenta darle a una pelota lanzada violentamente por otro, que previamente se toca la gorra, escupe o se amolda la taleguilla o las tres cosas a la vez. Al parecer esos gestos suponen una señal para el jugador que hay detrás del bateador, el catcher, inconfundible por su indumentaria acorazada y por estar permanentemente en cuclillas. Pero ni sabemos que significan las señas, ni entendemos porque unos lanzamientos son válidos y otros no, ni porque los jugadores y entrenadores se enfadan por una mala jugada -¿mala jugada? ¿Y en que coño se diferencia de una buena?-…
 
El caso es que da lo mismo. Y me da la sensación que a la mayoría de asistentes a un partido también. Vamos, que el béisbol no lo entienden ni los auténticos aficionados, por muchas gorritas, viseras, camisetas oficiales o dedotes con la leyenda “Let’s go” que lleven puestos. Normal. Lo que verdaderamente interesa a los asistentes a cualquier partido de béisbol es todo lo que hay alrededor de él, o sea todo excepto el juego en sí. Y es que un día de partido es un evento social de gran importancia, un lugar en donde dejarse ver y encontrarse con los amigos o reencontrarse con antiguos conocidos, eso y también un sitio en el cual desbarrar y pasárselo pipa.
 
Pues bien, ante este panorama y estando en los EEUU no podíamos desaprovechar la oportunidad de “disfrutar” de su deporte rey. Jugaban los Giants de San Francisco, uno de los grandes clubes de las Ligas Mayores en cuyas filas jugó el mismísimo Willy Mays –mítico jugador negro al que se menciona en decenas de filmes hollywodienses- , frente a los no menos conocidos New York Mets, el equipo pobre de la Gran manzana, eterno perdedor, con el peor balance de victorias – derrotas de la liga y del cual son fervientes seguidores tanto Enric González, como Ivanrojo (vaya Vd. a saber porqué!!!). Así que nos plantamos en el AT&T Stadium, nos apostamos en las gradas más altas –las más baratas y en las que menos se ve- ¡y a disfrutar! Curiosamente, el día elegido era el último en que Oiva y mi hermana iban a quedarse en la ciudad. Un gran colofón para acabar de entender eso del “american way of life”. ¿Y qué es lo que nos encontramos? Pues mucho más de lo esperado. Una americanada sí, pero de tamaño XXL.
 
De entrada nos llamó la atención lo bien que lo tienen montado para que la peña se gaste los cuartos. En mi vida había visto tantos chiringuitos dentro de un recinto deportivo como allí. Todo tipo de comida y bebida, recuerdos, gorras viseras, camisetas y chaquetas, ¡hasta una tienda de Levi’s! Evidentemente el temita les funciona, la peña gasta lo que no está escrito. Raro es ver a alguien que no vaya equipado con la indumentaria oficial del equipo de casa y aún más que no lleve algo de comida basura en sus manos. En este sentido, en lo que dura el partido, uno se ve acosado por enjambres de vendedores que se acercan hasta su butaca para ofrecerle corndogs, helados, cervecita fresca de varias marcas, frutos secos, porciones de pizza, panes rellenos de sopa marinera (típico del Fisherman’s Wharf), porriatadas de café, chocolatinas de la marca Ghirardelli, churros, etc… Pero no contentos con eso, a la peña no le importa levantarse constantemente y salir hasta los anillos exteriores para llenar el buche. Es más, hay gente que se va y no vuelve. ¡Y eso que la mayoría entraron tarde al partido!, que esa es otra... Aunque si quieren seguir el partido, no hay problema alguno, se puede hacer en cualquiera de los cientos de pantallas que hay situadas enfrente de las paraetas. Estrategia comercial. 
 
Como ya he dicho antes, al personal se la sopla el partido en sí y si acuden hasta el estadio es para otra cosa. Empezando porque, previamente, quedan en los aledaños del recinto y se cascan una parrillada con los amigotes, ¡en pleno parking público! No va de broma. Allí los vimos, rodeados de coches, cervezas y cokes en mano, asando ingentes cantidades de carne roja que luego sumergen en diversas salsas de la marca Heinz. Y es que de eso es de lo que realmente va el béisbol. Respecto a lo otro, el partido, pues que queréis que os diga… creo que ganaron los Giants, ¿acaso importa? A lo mejor me despisté, cierto, pero es que había cosas más interesantes en que fijarse que en ver como un tal Tim Lincecum –la estrella local- eliminaba el solito a todo el plantel de los Mets. Por cierto, en una de las tantas interrupciones una pareja se declaró y en otra ocasión, un señor que se parecía a Carlton Banks perpetró el famoso baile con la música de Tom Jones… vivir para ver.

domingo, 15 de agosto de 2010

Portadita de Ry Cooder


El angelino Ry Cooder es un artista que me gusta, en ocasiones muchísimo. Esta portada corresponde a una de sus obras más reconocidas, “Paradise and Lunch”  de 1987, que, sin embargo, no es una de mis favoritas. No digo que sea un mal disco, simplemente es que si tengo que elegir prefiero la “Paris Texas soundtrack” (1984), o su trilogía más reciente compuesta por “Chavez Ravine” (2005), “My name is Buddy” (2007) y “I, Flathead” (2008). De todas formas no escribo estas líneas para valorar ni este álbum, ni la fantástica trayectoria musical de Ry Cooder. Mi única intención es señalar el mal gusto de uno de los reyes del slide guitar a la hora de elegir diseños de portada. ¡Manda cojones! ¡Qué cosa más horrorosa! Y es que cuando fui a comprar este disco, por poco si no lo dejo en la tienda por culpa de esa cosa. Un fondo amarillo fosforito con una foto sobreimpresionada en la que el californiano adopta la  "mejor" de sus muecas, con horrorosas letras pintadas con rotulador y, para rematar la faena, unas florecitas y un ¿Martini? en un lateral. En fin, una gozada para los sentidos. Y un gran reclamo para posibles compradores. Vamos, que tratándose de uno de los 100 guitarristas más grandes de todos los tiempos –en el puesto 8 según la revista Rolling Stone- debería de poner más cuidado en este tipo de cuestiones. Tampoco creo que sea tan complicado. Luego se quejará de que la peña no compra sus discos y tal… 

sábado, 14 de agosto de 2010

In tufa we trust


Tufa, en español toba calcárea o tosca. Roca muy porosa que se forma cuando el agua fluye a la superficie de las regiones calizas cargada de carbonato cálcico disuelto. Al encontrarse con la atmósfera libera su CO2, por lo que la caliza precipita, formando la roca.
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Además de eso, la tufa es el objeto de estudio de los tufólogos, oseasé, la peña que se dedica a estudiar este fenómeno kárstico y hace de ello su modo de vida. Vale, bien, el palabro me lo he inventado yo, pero lo de que hay gente que se dedica de pleno a la tufa no. Como una chiquita que conocimos en el Mono Lake, en California, a los pies de la entrada norte del parque natural de Yosemite. Se llamaba Helena (sure?) y, según nos comentó, era licenciada en lenguas romances por la prestigiosa Universidad de Harvard. De hecho, según nos dijo, en una ocasión vino a perfeccionar su español a Zarautz (WTF!!!), volviendo encantadísima de la experiencia. Como apuntó una amiga de Bilbao que integraba la expedición, teniendo en cuenta el castellano que se habla allí, la tipa lo que hizo fue venirse a Euskadi pa’ ponerse hasta arriba de pintxos y txakolí. ¡¡¡Y mu bien que me parece, oiga!!!

A lo que iba. Que después de licenciarse, la chica esta descubrió que era una apasionada de la tufa y, en consecuencia, marchó hasta la costa oeste para seguir su auténtica vocación. Tras mucho deambular por los Estates, decidió arraigarse en la bonita localidad de Lee Vining, sede del Mono Lake Committee, que es la entidad encargada de salvaguardar las características naturales que hacen único a ese paraje y protegerlo de las agresiones externas. Un lugar bellísimo, sea dicho de paso, que además es el hábitat natural de decenas de especies animales, especialmente aves migratorias pero también anfibios, insectos y demás. Al parecer, la amenaza del lago viene dada, como no podía ser de otra forma, por el ser humano, que pretende beneficiarse en exclusiva sin tener en cuenta el uso compartido que impone el orden natural de las cosas.

En fin, que no voy a explayarme más sobre cuestiones que tan sólo conozco de refilón. Tan sólo insistir en que el sitio es precioso -los que paséis cerca, no dudéis en acercaros-, reconocer que la peña esta del Comité hace una faena encomiable –os he dejado el enlace por si os interesa- y lo que es más importante, confirmar aquello de que existe peña capaz de consagrar su vida a cualquier chorrada. ¡Coño! Perdón. No quiero decir que esto de la tufa sea una gilipollez, solo muestro mi asombro. Desconocía por completo que algo así diera para tanto. ¡Y vaya si da! Encima en Lee Vining se lo han montado muy, pero que muy bien. Y es que no sólo el lago y sus alrededores son bonitos, también el propio pueblo, con sus barbacoas y motelitos de colores. Vamos, que viendo la que está cayendo en Spain, no descarto trasladarme allí y consagrar mi vida al estudio de la tufa. Luego, si se tercia y si Rafa Blasco me deja, podré revertir los conocimientos adquiridos en beneficio del Parc Natural de l’Albufera (...si homeeeeeee!!!).
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Pues eso es lo que tenía que contar hoy. 
No tufa, no party!!!  

viernes, 13 de agosto de 2010

Cuatro obras de Will Johnson que no te deberías perder

Aprovechando que recientemente el amigo Txarls posteó un disco de Centro-matic -banda liderada por Will Johnson- y que en un par de meses les tendremos tocando por estas tierras, el menda lerenda ha decidido seguir la senda y dedicarle una entrada al geniecillo de Denton, para a continuación recomendar cuatro álbumes imprescindibles de su ya extensa discografía. Conste que no es mi intención elaborar una hagiografía del songwriter tejano, al que, lo reconozco, admiro profundamente. Pero me parecía justo ensalzar –todas las veces que haga falta y más-  su inmensa labor como hacedor de canciones y en definitiva, su abnegada lucha en pos de hacernos un poquito más felices a todos al compartirlas. Y es que, si no existiese Will Johnson alguien tendría que inventarlo.

Prolífico como pocos, en tan sólo quince años de carrera ha publicado, ni más ni menos que  ocho elepés y dos epés con Centro-matic, tres álbumes con South San Gabriel además de otro compartido entre ambas formaciones –son básicamente los mismos músicos-, dos discos en solitario, uno (¡magnífico!) junto a Jason Molina -Songs:Ohia, Magnolia Electric Co.-, además de participar en otros de gente como Patterson Hood, líder de los Drive-by Truckers, o en el de sus paisanos Okkervill River. Aunque más que su productividad, lo que impresiona es que todos esos discos –y cuando digo todos, me refiero a TODOS- son absolutamente maravillosos. Y no lo digo sólo yo, según Ben Gibbard -líder de The Postal Service y Death Cab for Cutie (además de esposo de la guapa Zooey Deschanel-lo que hace de Will Johnson un compositor fenomenal es que opta por el lenguaje más sencillo para pintar un cuadro abstracto.  Amén.

En fin, vamos a lo que interesa... Las prometidas recomendaciones:

Centro-matic “Fort Recovery”
Al igual que Txarls, adoro este trabajo publicado en marzo del 2006. No me voy a explayar mucho. No quito ni una coma de lo expresado aquí por él. Tan sólo comentar que es uno de los discos a los que más tiempo he dedicado. Y que le tengo que dar las gracias a David Bazan y la gente de Undertow el que se equivocaran en aquel pedido y me regalaran esta obra maestra.

South San Gabriel “The Carlton Chronicles”
Publicado en 2005 se trata de otro disco deslumbrante. De esos que se etiquetan como conceptuales, aunque no sea más que un convencionalismo que reduce su grandeza y riqueza de matices. La imaginería en la que se envuelve no sólo es original, es mágica. El gato Carlton nos hace de cronista y cuenta sus aventuras, desde un punto de vista felino, a sus confidentes Kittyphone, el gorrión Roon, también a su rival el perro Ramón o a su dueño. Pero por encima de todo está la voz trémula de Johnson… Es poner el disco a rodar y que me embargue la bella melancolía... Mi corte favorito es “Affection’s The Pay”, evocación agridulce de una triunfal escapada nocturna y sus consecuencias, la vuelta al hogar, ya enfermito y con el rabo entre las piernas…

Will Johnson “Murder of tides”
En el año 2002 Will Johnson comenzó su andadura en solitario. Se ve que no tenía suficiente espacio para expresar todo lo que lleva dentro con sus bandas de referencia. Compuso esta genialidad titulada “Murder of tides”. Un álbum que crece con cada escucha, con cada pequeño detalle, con cada matiz vocal, hasta llegar a esa maravillosa instrumentación que cierra “The yellow signals” y que, a su vez, supone un magnífico cierre. Mágico.

Molina & Johnson s/t 
Del 2009. ¿Qué se puede esperar de dos genios trabajando juntos? Una genialidad, obviamente. Disco complejo, en el cual tienen cabida las sensibilidades de dos de los referentes de la americana, Will Johnson y su amigo Jason Molina, con inquietudes similares aunque no iguales. Esperadísima colaboración que no decepcionó a ninguno de sus seguidores. La decepción vino, si acaso, de no poder verlos actuar en la programada gira española. Al parecer por problemas de salud de Molina. Otra vez será… Y yo que lo vea.  
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En definitiva y como os comenté en otra ocasión, a mí de mayor me gustaría ser como Will Johnson.   
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