viernes, 29 de octubre de 2010

Dylan forever... perooo...

La otra tarde, en un programa musical de Onda Cero, estaban debatiendo enardecidamente acerca de la grandeza de Robert Allen Zimmerman aka Bob Dylan. O más exactamente sobre si esta había menguado a la vista de lo ofrecido en sus últimos álbumes y, sobretodo, tras asistir a sus últimos conciertos. Incluso hubo quien se atrevió a decir que el tipo que escribió “Blowin’ in the Wind” y “The Times They Are a-Changin’” -poca broma- está sobrevalorado y no se le mide con la misma vara que a otros… wtf??? En fin, supongo que esta última afirmación no merece la pena rebatirla. Un tipo cuya trayectoria cuenta con 37 álbumes de estudio (tres de ellos con la superbanda The Travelin’ Wilburys), 9 discos en directo y 14 recopilatorios oficiales, no necesita defensa alguna. Más aún cuando entre sus composiciones encontramos, al menos, dos docenas que han alcanzado la consideración de clásicos.

Ok. Dicho lo cual y reconociendo que Dylan es, probablemente, el más grande de todos los músicos y poetas que ha parido el país de las barras y estrellas, si que estoy de acuerdo en algunas de las críticas que le hacían los contertulios del programa radiofónico. No tanto por el bajo nivel de sus últimos discos, algo que, pese a ser cierto, veo como normal… ¡en algún momento tenía que bajar el listón! El tipo se hace mayor y los años no pasan en balde para nadie, ni siquiera para el más grande. Sin embargo lo que entiendo y justifico menos son sus últimas actuaciones en vivo. Coño que si estás para el arrastre y no eres capaz de defender sobre el escenario tus propias canciones, manque sea de una forma medianamente digna, pues no actúes ¡que no te hace falta! Que da mucha penica ver como un artista – ¡y no hablamos de cualquier artista!- no es ni la sombra de lo que llegó a ser.        

Y es que hace pocos años, concretamente durante la Feria de julio 2006 de Valencia, pude ver por primera y creo que última vez a Bob Dylan en directo. Y la cosa fue tremendamente decepcionante para un servidor. Vamos, que aún me dura el cabreo por la pasta que me arrancaron para ver a un teleñeco que se hacía pasar por Dylan. ¡Que manera de padecer sobre un escenario! Y lo que es peor, ¡que forma de destrozar sus clásicos! Coño, ¡si hasta nos costó reconocer la mayoría de canciones! Y eso que en varias ocasiones jugamos a las adivinanzas con los vecinos de concierto, dylanianos convencidos como nosotros. Pero ni por esas, tú.

Así que, desde mi humilde opinión, las últimas composiciones de Dylan son claramente inferiores a lo mejor de su cancionero, aunque nada que ver con la abismal diferencia que separa a los míticos directos de Dylan –que he podido disfrutar gracias al devedé- con las patéticas escenificaciones de su última etapa. Visto lo visto –y oído lo oído- a Dylan le prefiero enlatado.

jueves, 28 de octubre de 2010

Enter the Drago

¿Habéis visto “Operación Dragón” (Enter the Dragon)? Si sois treintañeros seguro que sí, porqué se trata de la película más exitosa de toda la filmografía de Bruce Lee, maestro de las artes marciales. Por si no os acordáis, la historia iba de cómo el chinorris se infiltra en un torneo clandestino organizado en una isla privada sita en algún lugar del mar de la China Meridional. La inteligencia británica lo envía allí para que investigue a un tal Sr. Han, el organizador del evento, sobre el que existen sospechas de que anda detrás de una red internacional de narcotráfico y trata de blancas. Todo esto transcurría en 1973 o al menos esa es la fecha en la que Robert Clouse filmó esta película de chinos esquizofrénicos que reparten hostias hasta en el carné de identidad. Lo que no se cuenta, porque no se sabía hasta hace poco, es que “Operación Dragón” es un remake de una peli española de 1967. Dirigida, protagonizada y hasta producida por el polifacético Fernando Sánchez Dragó, miembro emérito de la intelectualidad de derechas de este país llamado España, la película había permanecido en la más absoluta oscuridad hasta ahora.

Se trata de auténtico cine dogma, o mejor dicho un precursor de ese movimiento cinematográfico surgido en Dinamarca y gracias al cual hemos conocido a gentes como Lars Von Trier o Thomas Vinterberg. En este caso la historia va de un español, theDrago, que se infiltra en un festival porno-fetish de Tokio para desenmascarar a una red internacional de corrupción de menores, “lolitas (…) de esas que se visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rimel, tacones, minifalda”… lolitas ¡de trece años! Lo que pasa es que, una vez allí, el tipo va y se anima y decide chuscarse a un par: “Subí con ellas y las muy putas se pusieron a turnarse. Mientras una se iba al váter, la otra se me trajinaba”. Claro, el tío se acojona porque esto es delito y decide desaparecer. Fin de la historia.  

Como han pasado más de cuarenta años y “el delito ya ha prescrito”, theDrago se ha animado a presentarle la película a un amigo, el otrora interesante Albert Boadella. Pero ante el revuelo causado, el animador estrella de Telemadrid se excusa diciendo que su film es de ciencia ficción: “Es una historia literaturizada, digamos, a partir de una anécdota trivial. Fue un coqueteo sin importancia. Fuimos todos a tomarnos un café al lado de la estación. Nadie se trajinó a nadie. Lo de los trece años era una forma de hablar”. Vamos que al final de la carrera, al susodicho personaje le pasó lo mismo que al gatito del chiste –“oye, que yo follo dos cafés más y me voy pa' casa”-. En fin, vivir para ver… y oír. Vale que este Dragó siempre ha estado tronao, pero esta vez se ha superado con creces. Cualquier día nos contará que también se beneficia a su amado Sosekiwtf???
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Lee aquí y aquí la noticia... y aquí más leña al mono.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Tres vidas de santos, de Eduardo Mendoza

Hace un par de sábados y en un emblemático edificio de su ciudad natal, se confirmaron los rumores que apuntaban hacia Eduardo Mendoza como ganador del Premio Planeta 2010.  El veterano escritor barcelonés se hizo con los 600.000 euros de botín – ¡poca broma!- gracias a “Rima de gatos, Madrid 1936”, una novela ambientada en los prolegómenos de la Guerra Civil y que servidor no ha leído aún. Pero no sólo no he leído el libro premiado, ¡mi desconocimiento sobre la creación mendoziana es/era total y absoluta! Vamos, que hasta hace tan sólo unos días, no me había leído nada de Eduardo Mendoza. Y eso que en más de una ocasión me habían recomendado alguna de sus obras. El motivo no tiene nada que ver con su comercialidad, a mí eso me da bastante igual, sino que responde a un difuso prejuicio nacido en plena adolescencia. La culpa la tiene un amigo desaparecido y otro que aparece de tanto en tanto, el negocio familiar del primero, un hurto innecesario y un libro en concreto: “El misterio de la cripta embrujada”… y hasta aquí puedo leer. El caso es que, coincidiendo con mi cumpleaños, un buen amigo me regaló “Tres vidas de santos”, así que me vi forzado a romper con mi absurda manía.

¿Y que es lo que me encontré? Pues tres cuentos muy bien escritos, en los que no cuesta nada introducirse y disfrutar. Si bien, he de confesar que me han parecido dispares en cuanto a calidad literaria. Y aunque los tres guardan como rasgo común que en ellos aparecen personajes que podrían calificarse de santos -"no mártires ni anacoretas, sino santos en la medida en que están dispuestos a renunciar a todo por una idea que les ilumina"- ni siquiera los logros de los tres son igual de interesantes para Sulo lector. Para mi gusto el mejor relato es el primero, titulado La ballena, que además es el más largo de los tres. Divertido por momentos, al final la historia de ese religioso centroamericano caído en desgracia tras el Congreso Eucarístico de 1952, deja un regustillo bastante amargo. Por el contrario El final de Dubslav, relato central de la obra y que está ambientado en algún lugar de África, no me ha gustado mucho. Principalmente por un efectista final que, entiendo, no le va demasiado bien al tono del relato. Por último El malentendido, que es un cuento precioso. En él Mendoza reflexiona -dejando un evidente poso de amargura- sobre las arduas cuestiones de la creación literaria y cuan difícil es el diálogo entre clases sociales.

En fin, que en líneas generales me ha gustado el libro, por lo que supongo repetiré autor. Aunque lo que más me ha llamado la atención es el peculiar estilo con el que narra,  perfecta combinación entre seriedad e ironía. Me aseguran que esto último es el sello distintivo de Mendoza, especialmente en sus afamados relatos detectivescos. Tendré que leerme alguno para confirmarlo.

lunes, 25 de octubre de 2010

La red social

Después de leer “Villano, huraño, millonario y triunfador”, reportaje de David Alandete para El País de ayer domingo sobre Mark Zuckerberg -cofundador de Facebook-, me entraron ganas de ir al cine a ver “La red social”. Y oye, vale que no es una obra maestra, pero me ha gustado. La peli está dirigida por el siempre interesante David Fincher –“Seven”, “El club de la lucha”, “Zodiac”, “The Game”, “El curioso caso de Benjamin Button…-  que en esta ocasión adapta el libro “Multimillonarios por accidente” de Ben Mezrich, en el cual se narran los orígenes de Facebook, la red social por excelencia. La verdad es que no me extraña que el amigo Zuckerberg haya arremetido contra la película, porque no sale demasiado bien parado.

Independientemente de que la historia contada sea más o menos fiel a lo que pasó, una cosa me ha quedado muy clara: Cualquier negocio que hagas, por nimio que sea, siempre por escrito. Y da igual que tu socio sea amigo del alma, todo bien reflejadito por escrito, que hay mucho trepa suelto.

En fin, que más allá de cuanto haya de real y de cuan capullo pueda llegar a ser Zuckerberg – un tipo que en declaraciones a The New Yorker calificó a los usuarios de “su” Facebook como unos cretinos de mierda que confían en él- la película está espléndidamente bien hecha. Muy bien escrita y muy bien llevada por Fincher que consigue que no nos perdamos entre bits y extraños algoritmos no aptos para todo tipo de público. Lo que quiero decir con eso es que todo está muy bien hilvanado, y que la complejidad del universo Facebook está traducida a sencillas y comprensibles imágenes y eso, para un tarugo como yo, poco ducho en cuestiones informáticas, no es poca cosa.

Con todo, lo que más me ha gustado de “La red social” es su música al cargo del prolífico Trent Reznor (Nine Inch Nails) y de Atticus Ross. Una magnifica banda sonora que está excelentemente acoplada a las diferentes escenas de la película en las que se hace uso de ella. Si os interesa, se puede descargar gratuitamente desde aquí.   

sábado, 23 de octubre de 2010

Grimita que das...


Lo peor de “Barbie de extrarradio” no es que suponga la vuelta a escena del perroflauta por antonomasia, Ramón Melendi Espina aka el Melendi, ni siquiera es la propia canción –a todas luces horrorosa-, ni el hecho de que los cabrones del Spotify interrumpan constantemente mis sesiones musicales para meter la puta cuña promocionándola y que, una vez tras otra, me la tenga que tragar por cojones. Pues no, todo esto palidece ante la potencia del diseño de portada elegido por este peaso artista y que os muestro arriba. Ese jeto de molarse, haciendo morritos y ojitos tot a una, junto a esa barbita cuidadosamente descuiadada y, a modo de colofón, ese alisado japonés que estrena para la ocasión, son insoportables. Hete tu aquí con el nuevo look de Don Ramón, o como pasó de ser el perroflauta más odiado al perroflauta más odiado y más molón.

jueves, 21 de octubre de 2010

La cena, de Herman Koch

El siempre interesante Niccolò Ammaniti comenta sobre esta novela, que te hace preguntar hasta que punto es importante la educación recibida de los padres y hasta dónde podemos llegar por amor a nuestros hijos. También dice que se la leyó del tirón, en tan sólo un día. Bien. A mí me costó un poco más, exactamente tres días, pero en lo que si coincido con el escritor italiano es en que “La cena” me hizo cuestionarme hasta dónde pueden llegar unos padres para encubrir a un hijo que hace algo injustificable a todas luces.

Ya hace algunos años que me plantee esa misma cuestión como resultado de ver una de mis películas favoritas, “El video de Benny” de Michael Haneke. No sé si la habéis visto y dado el caso, si la recordáis aunque sea a grandes rasgos. El film iba de un chico austriaco nacido en el seno de una familia de clase media, que para romper el tedio y la soledad en la que vive, semi-abandonado por unos padres que trabajan todo el día, decide experimentar con su videocámara para lo cual se grava a si mismo cometiendo una salvajada que no os contaré por si acaso no la visteis y la queréis ver. El paralelismo con lo ocurrido en “La cena” es evidente. Como también guarda relación con el asunto de los chavales que quemaron viva a una indigente en un cajero automático de Barcelona por el simple placer de verla arder. En este último caso, el propio autor ha asegurado en varias entrevistas, que la "La cena" se gesta tras leer en prensa esa terrible noticia.

Y en estos casos, ¿debe prevalecer el instinto de protección paterna, o la lealtad a unas normas sociales y al ordenamiento jurídico que garantizan el buen funcionamiento de la sociedad? Pues eso es lo que se cuestiona Koch en este libro, como mucho antes, a su manera, hizo Michael Haneke.

Para ello el libro tiene un planteamiento ciertamente original. La narración se sitúa en un momento posterior al hecho desencadenante y toda la acción transcurre durante una cena a la que concurren dos parejas. En ella vemos a dos hermanos mal avenidos y a sus respectivas esposas saboreando exclusivos manjares y charlando con aparente despreocupación sobre cine, moda, vacaciones y otras naderías con escasa enjundia. Eso sí, en todo momento son conscientes de que, tarde o temprano, deberán abordar el incierto y acuciante asunto que los ha llevado a reunirse: el futuro de sus hijos, los protagonistas del episodio de violencia que puede dar al traste con su futuro. Y no sólo el de los chicos, ya que uno de los hermanos es un influyente político holandés con un brillante porvenir.

A lo largo de las 284 páginas de las que consta esta novela, vemos como va subiendo el grado de tensión. Así pues de la mera incomodidad que se percibe durante el aperitivo, llegaremos al espectáculo de fuegos artificiales producido tras los postres, cuando la cadena de secretos y revelaciones confluyan hasta alcanzar un final dramático en el nadie será inocente y todos serán culpables.
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PD. Lo siento si os he destripado parte del argumento y con ello algunas sorpresas que encierra la novela, pero es que sino me resultaba imposible hablar sobre ella.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Autobiografía sin vida, de Félix de Azúa

No ha sido esta, mi primera aproximación al universo Félix de Azúa, una experiencia demasiado satisfactoria. Y mal que me sabe, lo prometo, gentes a las que aprecio y de las que me fío en asuntos literarios me había hablado muy bien del viejo profesor y de esta, su última obra. Se titula “Autobiografía sin vida” y viene a ser un ensayo en donde el autor cuenta su vida en torno a las imágenes y a las palabras que han conformado su imaginario y su relación con el mundo –de ahí lo de autobiografía-. El libro se organiza en dos partes, una primera más accesible que Azúa dedica al mundo de las imágenes y una segunda, indescifrable para un servidor, que parece dedicada a la relación del autor con el lenguaje y a los hitos poéticos y novelísticos.

Ya sé que el librico se anuncia como “una obra capital sobre la magia del arte y el misterio de la palabra”, pero ni por esas. Ni por lo del arte, ni por lo de la palabra, dos cuestiones que, como sabéis algunos, me interesan y mucho –por partida doble, por formación y por afición-.Y he intentado que me gustase, llegando al extremo de releer diferentes partes del libro por si mi estado de ánimo me había impedido disfrutar de ellas durante la primera pasada. Yo, ¡que no releo ni al mismísimo McCarthy! En fin… que seré yo, que el libro es brillantísimo, seguro… pero a mí, y a los efectos de esta entrada es lo único que importa, no me ha dicho nada de nada. Que me perdonen los azuistas que pululando por la red recalen en esta humilde bitácora. Consuélense pensando que no esta hecha la miel para la boca del asno (el asno soy yo, por si no lo han entendido). Y es que, al contrario de lo que he leído en diferentes foros literarios, la lectura de “Autobiografía sin vida” no ha constituido para mi ninguna “experiencia fundamental e insustituible”, ni nada que se le parezca.

No tengo nada más que añadir, ya sabéis eso de que lo bueno si es breve, pues dos veces bueno… y si es malo, ya ni te cuento.

Mañana más, pero no mejor.

martes, 19 de octubre de 2010

Urbanitas resabiados /vs/ aldeanos cazurros

Ya tenía ganas yo de escribir sobre esta cuestión, sobretodo en mi doble condición de urbanita de adopción y pueblerino de nacimiento y corazón –com en el poble, a cap lloc, xé!!!- Aunque para darle más empaque el asunto –que nivel, Maribel- lo voy a referir al mundo del cine, pero al más burraco.  

Todo viene a cuento porque el pasado fin de semana me tragué una de las películas que mejor resume ese choque entre mundos antagónicos, “Defensa” del irregular John Boorman. Y porque en un libro que me he leído recientemente, su autor compara esta historia con la filmada por el gran Sam Peckinpah en la mítica “Perros de paja”. En esta última vemos como los habitantes de un poblacho de la campiña escocesa, acaban tomándose una terrible venganza contra los habitantes de la ciudad, representados por una joven pareja de recién llegados que creen haber comprado una bonita casa en el campo. Este papel es representado en “Defensa” por cuatro empresarios urbanitas que deciden pasar un divertido fin de semana practicando rafting. El enfrentamiento se producirá cuando choquen con unos rústicos campesinos norteamericanos empeñados en mostrarles cuales son las bondades del campo. En ambas películas la violencia campa a sus anchas y ninguna se ahorra la violación y el asesinato. La lucha no es metafórica, es real como la vida misma, lo que no tengo tan claro es si el ganador es realmente quien aparentemente gana.

[No puedo evitar referirme aquí a un maravilloso cuento de Dino Buzzati, incluido entre sus 60 relatos, que se titula “No esperaban nada más”. En él, una joven pareja de camino hacia alguna parte decide pararse a descansar en una aldea de la Italia profunda. La recepción por parte de los vecinos ya anuncia que el desenlace no va a ser nada bueno para los recién llegados] 

Estoy pensando que es el cine de terror quien más ha usado, y hasta abusado, de esta lucha entre el mundo rural y el urbano. Al fin y al cabo ¿no es eso lo que nos cuenta “Las colinas tienen ojos” de Wes Craven (o en su versión mejorada –digan lo que digan los puristas- y que fue dirigida por el francés Alexandre Aja en el 2006)? Vale que aquí la situación se ha complicado por que los aldeanos, además de paletos, son caníbales. Pero para el caso da lo mismo. La cuestión era dar por el saco a esos domingueros cabrones que vienen a pavonearse con sus autocaravanas de diseño. Y vaya si lo consiguen… Y ya en clave nacional, ¿os acordáis de “La matanza caníbal de los garrulos lisérgicos”? Esos chavales que regresando de un concierto sufren un accidente y se ven obligados a buscar ayuda entre los hospitalarios aldeanos. Pero mira tú por donde que vendrán a topar con los Machado, artesanos del embutido para más señas…

En fin, que si sois de la capi, tened cuidado cuando vengáis a los pueblos, porqué podéis recibir a base de bien. Sobretodo si venís a las verbenas y pretendéis pillar cacho con las mozas. Aviso para navegantes.

viernes, 15 de octubre de 2010

Velada en compañía de Eilen Jewell y su banda


Después de la machacona campaña promocional que a través de prensa, radio, los blogs y las webs especializadas en música o cultura e incluso el Facebook, realizaron los responsables de la gira española de Eilen Jewell, decidimos acercarnos a ver que nos ofrecía el directo de esa menuda rubia de porcelana, provista de una portentosa voz. En esta segunda aparición por nuestro país en poco más de un año, la Jewell traía bajo el brazo su último disco de homenaje a la gran figura del country Loretta Lynn, titulado “Butcher Holler”. Los cortes de este último álbum, publicado a finales de julio, junto con las canciones incluidas en su anterior y exitoso “Sea of tears”, constituyeron el tracklist de una velada mágica en la cual la cantautora de Cambridge, Massachussets, destapó el tarro de las esencias. Un country rock elegante y armonioso,  incluso grandilocuente por momentos, interpretado por una artista en estado de gracia con la inestimable ayuda de una maravillosa banda de acompañamiento compuesta por un guitarrista espectacular – que físicamente se parece al líder de los Midnight Oil-, un buen baterista – el enamoradísimo marido de Eilen- y un fantástico y feliz contrabajista – con un porte entre aristocrático y rockabilly  que me recordaba al actor británico Ralph Fiennes-. No es extraño que, recientemente, el primer ministro británico la citase entre sus artistas favoritas. Ya sabemos de David Cameron que, pese a ser un facha, no tiene mal gusto musical.

Como he comentado al comienzo, el show se basó en la interpretación de las canciones incluidas en sus dos últimos álbumes. Más country y más bailables añadiría yo (y unos borrachos que tenía situados justo a mi vera), las versiones de Mrs Lynn, más sobrios y relajados los cortes compuestos por Mrs Jewell. En ellos, además de la influencia de la country woman homenajeada, se aprecia como el abanico de influencias de la artista norteamericana ampara a gente tan diversa como Woody Guthrie, The Kinks, Willie Nelson o el mismísimo Bob Dylan, al cual versionearon hacia el final de la velada.
Encima la tipa estuvo simpatiquísima con el público, interactuando constantemente con las primeras filas y dirigiéndose al respetable en un más que aceptable español. Se notaba que la chica estaba contenta de estar aquí, o al menos de actuar esa noche y más que hacernos disfrutar daba la impresión que es ella la que se lo estaba pasando en grande. De ahí que la actuación se alargara en demasía. Lo cual no hubiera estado mal si el concierto se celebrase durante el fin de semana, pero dos horas de actuación un jueves por la noche cuando, encima, la música había comenzado a sonar a las 23:30, pues como que no le viene muy bien al currela medio allí presente. Y esa es la única pega que le puedo poner. Por lo demás, chapeu. Gran velada musical sí señor…

Heyyy!!!… waaait!!!..., I got a new complaint ... El merchandising demasiado caro, tíos. Vinilos a 20 napos y cedés a 15, cuando en los Estates te los venden a 15 y 10 DÓLARES respectivamente, ¿estamos locos o qué?

jueves, 14 de octubre de 2010

Un día en la vida de Iván Denísovich


Sólo diré una cosa, este libro de Alexandr Solzhenitsyn es precioso. Y no sólo es por lo que cuenta, una de tantas terribles historias que debieron suceder en la URSS durante el estalinismo, sino por como se nos cuenta. También lo es por algo que, supongo, no es responsabilidad directa del Nobel ruso. Me refiero a esa maravillosa fotografía tomada en Siberia por Natalie B. Forbes para el National Geographic con la que se ilustra la portada y que le va que ni pintado.

Como indica el propio título, la novela relata un día cualquiera en la vida del preso Iván Denísovich Shújov, que lleva encerrado ocho años en un campo de trabajo situado en algún lugar de la estepa siberiana. Aunque en teoría se halla allí por traición a la patria, la realidad es mucho más amarga: durante la guerra contra Alemania, Denísovich fue capturado por los nazis, pero logró escapar junto con un compañero de brigada y se reintegró en las filas soviéticas. Se le acusó entonces de haber huido del Ejército Rojo con la intención de traicionar, y de regresar para ejercer de espía para los alemanes. A fin de evitar la condena a muerte, Denísovich reconoció los hechos de los que se le acusaba y fue mandado al Gulag.

Una vida, la del protagonista Iván Denísovich, con evidentes guiños a la del propio autor, que fue detenido en 1945 por delitos de opinión y deportado a un campo de trabajo, donde permaneció hasta 1956 y en donde vivió gran parte de la experiencia relatada en “Un día en la vida de Iván Denísovich” - o en su obra más célebre “El archipiélago Gulag”-.

Aunque, como he dicho al comienzo, lo más impactante es la forma en que Solzhenitsyn nos narra la historia. Por boca de su alter ego Iván Denísovich y a través de sus ojos, asistimos a la tragedia humana que es vivir el día a día dentro de un campo de trabajo soviético, en donde existen dos constantes: terribles condiciones de vida para los presos y continuas vejaciones al cargo de los vigilantes que los degradan como seres humanos. Con todo, el bueno de Iván no se queja mucho y si lo hace es con la boca pequeña, no sea cosa que le oigan. Aunque no es tanto por el miedo a las consecuencias que ello le acarrearía, sino justamente por haber asumido su triste realidad - por estar "institucionalizado" en el sentido que le da Brooks dentro del penal de Shawshank-. Una realidad de la cual ya no concibe salir y en la que existe un único objetivo, la supervivencia. 

En fin, un libro recomendadísimo este “Un día en la vida de Iván Denísovich”. Una de las denuncias más feroces al extinto régimen soviético que yo he leído y que, porque no decirlo, se puede hacer extensible a los regímenes autoritarios de todo tipo y condición que aún existen hoy día. Lo dicho, una gratísima sorpresa. Gracias Ivanrojo.

Ya lo sé, al final he dicho más de una cosa...

martes, 12 de octubre de 2010

Señoras a las que le gusta el hoquey

Por algún extraño motivo que no acierto a desvelar, siempre me ha gustado el hoquey. No va de coña tíos, cuando era más jovencito me gustaba levantarme temprano los sábados para ver Transworld Sport, único programa en el cual ofrecían resúmenes de los partidos de la NHL. Lo de ver partidos enteros ya es harina de otro costal, no habré visto más de 20 en toda mi vida –básicamente, por que no los echan en abierto- a pesar de lo cual me reconozco seguidor de los Detroit Red Wings y no por ser el equipo con más Stanley Cups en sus vitrinas, sino por el hecho de que, cuando me aficioné –a comienzos de los 90-, la mitad de su plantel estaba conformado por jugadores provenientes de la antigua URSS y entre ellos los míticos Russian Five  – Sergei Fedorov, Vladimir Konstantinov, Slava Fetissov, Vyacheslav Kozlov e Igor Larionov-  también conocidos como “los magos de Ov”. Los que me seguís ya sabéis que lo ruso me tira mucho… je je je.

Lo cierto es que el hoquey sobre hielo no es un deporte muy popular en España. Y ello a pesar de que los telediarios suelen hacerse eco de algunos partidos de la liga profesional americana, pero sólo cuando se produce una batalla campal entre jugadores de uno y otro equipo. En este sentido también se explica el éxito de la divertidísima película “El castañazo”, dirigida por George Roy Hill en 1977. A la gente le importaba un huevo el deporte en sí, lo que le interesaba era ver las hostias que se metían Paul Newman y sus descerebrados compañeros, con mención especial para los hermanos Hanson. Tres psicópatas con evidente estética ramoniana, que no dejaban ni una dentadura rival intacta.

Por estas tierras nos gusta más un sucedáneo de este deporte que se celebra en pabellones deportivos con pista de parquet: el hoquey sobre patines. Especialmente en Cataluña y en menor medida en Galicia y Navarra, existe una gran afición a esta modalidad de hoquey en la que los jugadores llevan patines tradicionales de cuatro ruedas y en donde las multitudinarias peleas de “El castañazo” no están permitidas. Esta forma de jugar al hoquey es la más popular en países del sur de Europa -España, Portugal e Italia- y en ciertos países de Sudamérica -especialmente Brasil, Argentina y Chile.

Para ser sincero, a mí el hoquey sobre patines no me gusta tanto como el celebrado sobre hielo, lo que no quita que muchas de mis sesiones de sillón-ball estén centradas en él. Especialmente cuando se disputan campeonatos de selecciones, mucho más divertidos y visualmente más atractivos al espectador que los de la Ok Liga. Y eso aunque televisen al Tecnol Reus Deportiu, equipo en el que juega de portero uno de los mejores del mundo, el internacional Guillem Trabal, ganador de 4 mundiales y 6 europeos con la Selección Española y de la Copa de Europa, Copa Intercontinental, Mundial de Clubes, Copa del Rey y Continental Cup con su club.

Aunque lo más interesante de este chaval nacido hace 31 años en Les Masies del Voltregà (Comarca de Osona), es que durante todo el tiempo en el cual se ha desempeñado como profesional del hoquey, se ha sacado 4 carreras universitarias (Fisioterapia, INEF, Magisterio Educación Física y Antropología) y un Master Universitario. ¡Y ahora se ha matriculado en Psicopedagogía! No va de coña. Lo vi el otro día en los deportes de Cuatro. Como si fuera algo normal, Guillem Trabal comenta a cámara que en las concentraciones nunca se separa de su ordenador y sus apuntes de clase, y eso mientras sus compañeros se dedican a darle a la videoconsola, a escuchar el i-pod o a leer cualquier novelilla firmada por el autor sueco de moda. Tiene mérito lo de este chico. No veo yo al Cristiano o al Messi haciendo lo que hace este. Bueno, no seamos demagogos, probablemente yo tampoco lo haría. Él mismo reconoce que ganarse la vida como ex – jugador de hoquey es imposible, por lo que hay que labrarse un futuro de la mejor manera posible. Y como a él le gusta estudiar… De todas formas chapeau.

Ya para terminar, tan sólo me queda mencionar que aún existe una tercera manera de jugar al hoquey. Se trata del hoquey sobre hierba, modalidad olímpica al igual que el hoquey sobre hielo. Este también goza de popularidad en nuestro país, especialmente en Cataluña. Pero a diferencia de los otros dos, esta forma de jugar al hoquey es tan aburrida que no resiste ni una sesión de sillón – ball, aún estando muertecito en vida por culpa de la resaca.

sábado, 9 de octubre de 2010

Suite francesa, de Irène Némirovsky

¿El “Suite francesa” el opus mágnum de la producción literaria de Irène Némirovsky? Según la mayoría de críticos sí. No es casual que el descubrimiento del manuscrito, que se creía perdido, conmocionara al mundo editorial francés y que poco después de su publicación, en el año 2004, se le otorgara el prestigioso Premio Renaudot -¡por primera vez a un autor ya fallecido!-. Sin embargo y con el escaso conocimiento que tengo de la obra de esta autora ucraniana - asimilada francesa-, me cuesta creer que esta sea su mejor obra. 

A ver, no voy a negar que la primera parte del libro, titulada “Tempestad en junio”, sea muy interesante. Ese reflejo de París en los días previos a la invasión nazi, plagado de personajes que se debaten entre la incertidumbre y la incredulidad, y esa huida apresurada tras las primeras bombas, supone una estampa muy hermosa y muy triste a la vez de lo que debió ser todo aquello. Sin embargo, la segunda parte del libro –“Dolce”- no me ha gustado tanto. En ella se narran diferentes historias de amor y odio que surgirán como consecuencia del roce entre invasores y lugareños en una pequeña localidad francesa. No sé, me pareció todo bastante intrascendente, muy bien escrito sí, pero con escaso interés, al menos para el que suscribe estas líneas. Sinceramente creo haber leído/visto otras novelas/películas que tratan este tema de mejor forma, o al menos de una manera más entretenida. Probablemente, si la autora hubiese podido terminar su obra – ella misma indica en varias notas manuscritas que su proyecto de obra constaría de cinco partes-, “Dolce” hubiese alcanzado otra dimensión. Pero a falta de ello…

A nadie se le escapa que el evidente contenido autobiográfico de “Suite francesa” y el terrible desenlace al que se vio sometida su autora, valorizan esta obra. Y que ese tono realista y distante con el que radiografía a un país que se cae a pedazos supone un testimonio conmovedor de la condición humana, escrito por alguien que padeció todo aquello y que ni siquiera llegó a conocer el final de la historia. El problema es que después de haber leído unas críticas tan brutales sobre el enorme valor de este libro, me he quedado un poco frío al leerlo.

En fin, no voy a daros más la chapa, más adelante intentaré leerme “El caso Kurilov” – también de esta autora - y veremos si con ello cambia en algo mi opinión sobre “Suite francesa”. 

viernes, 8 de octubre de 2010

Extrañas reacciones al Nobel

Como diría uno que yo me sé: ¿Qué tendrán que ver los cojones para comer trigo? O sea, que el día después de que se haya dado a conocer que Mario Vargas Llosa es el Premio Nobel de Literatura 2010, a algunos no se les ocurre otra cosa que discutir sobre “el sentido estalinista de la Cultura” y su “pírrica afición por la Literatura”. Y es que claro, Vargas Llosa por encima de buen escritor es un buen liberal… 

Alfonso Ussía lo resume en su última columna (¿diaria? ¿semanal? ¿mensual?...) para el periódico La Sinrazón: “El fascismo terminó, se diluyó por sí mismo, y cada uno voló hacia el nido que más le aconsejaba su sosiego. El comunismo, esa contradicción de la libertad, aún permanece, censura, sesga y prohíbe en todos los espacios del arte, la cultura y el periodismo. El gran Antonio Mingote lo resume en un brillante epigrama: Larga de elogios la lista/ que han dedicado a Pascual./ ¿Era acaso un gran artista?/ Era sólo comunista,/ que es igual”. Es cierto que el señor Ussía -al que no puedo evitar imaginarme con un Partagas en la boca y un copaso de Terry en la mano- no hace referencia expresa al escritor peruano y que la columna está fechada el mismo día en que se pronunció el jurado de los Nobel, pero da igual, ¿acaso hay dudas sobre de que pie cojea el veterano periodista madrileño?

Más aún cuando en el editorial de hoy del diario para el cual trabaja, aparece tamaña parida: Es muy probable que si Vargas Llosa no hubiera apostado tempranamente por la democracia y las libertades en Iberoamérica, frente al marxismo que impregnaba  casi toda la casta intelectual, hace años que habría sido galardonado con el Nobel. Sin embargo, fue de los poquísimos escritores y ensayistas que desde finales de los años 60 se alzó contra la tiranía castrista, que gozaba de los ditirambos de destacados mandarines intelectuales, y se arriesgó al estigma y la marginación de los poderosos que le tachaban de enemigo derechista y liberal, a pesar de que siempre estuvo en primera línea contra los espadones golpistas y dictadores de todo pelaje”. Y después de que su amigo Federico (Jiménez Losantos) haya argumentado en ese mismo sentido en los micrófonos de la radio que ahora le cobija.

Pero es que encima, la afirmación de que los Nobel premian a los rojos y sólo extraordinariamente a los azules, es más falsa que la falsa monea. Como muestra podemos fijarnos en los cinco escritores españoles que han recibido, hasta ahora, el Nobel de literatura.  Dejando al margen a los andaluces Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre, premiados en las ediciones de 1956 y 1977 respectivamente, los otros tres son más bien conservadores. El primero de ellos, José de Echegaray (premiado en 1904), cuya vida y aficiones deja pocas dudas respecto a su ideario. Nunca renegó de sus ideas políticas y económicas liberales que le llevaron a participar en la Sociedad Libre de Economía Política en defensa de las ideas librecambistas. También fue Director General de Obras Públicas, Ministro de Fomento y Ministro de Hacienda, desde donde se le daría al Banco de España el carácter de banco nacional con el monopolio de emisión de billetes. Por lo tanto se puede acusar a Echegaray de liberal y de republicano, además de ser el “más grande matemático español del siglo XIX”, pero no parece que fuera un comunista ni nada que se le parezca. Por no hablar de don Jacinto Benavente, Premio Nobel de literatura en 1922, cuya presencia en la Plaza de Oriente de Madrid en la gran manifestación pro-franquista de 1947, le convirtió en la niña bonita de las letras para el régimen. Bien es cierto que "nuestro ilustre comediógrafo", "nuestro preclaro autor teatral" o "nuestro gran Premio Nobel, Don Jacinto Benavente" tuvo un periodo inicial en el cual estuvo muy mal visto por el franquismo. Al parecer, porque durante la Guerra Civil permaneció en Madrid y luego en Valencia, donde las autoridades del Gobierno del Frente Popular le homenajearon repetidamente. Eso por no hablar de su manifiesta homosexualidad, algo que no debía de hacer mucha gracia a los jerifaltes de la dictadura. Con todo, una vez terminada la guerra, se apresuró a declarar en no pocas ocasiones que sus tomas de posición le habían sido impuestas por los rojos bajo amenaza de muerte.
¿Y que decir del gallego Camilo José Cela, premio Nobel en 1989? ¡Que este tío fue delator de opositores al régimen franquista y censor! Y vale que el tipo escribiera obras extraordinarias como “La familia de Pascual Duarte” o “La colmena”, pero muchos aún recordamos como alardeaba de facherío en sus artículos, columnas y/o intervenciones radiofónicas.
Así que, incluso incluyendo a Vargas Llosa entre el elenco de Premios Nobel españoles -por aquello de la doble nacionalidad del peruano-, nos salen cuatro derechistas frente a dos izquierdistas… aunque eso no lo dicen los chicos de Ansón.

No quiero alargarme más en este tema, pero si nos salimos del ámbito de “lo nacional” tampoco nos salen las cuentas. Así, a bote pronto, me vienen a la cabeza los nombres de algunos galardonados cuyas posiciones ideológicas distan mucho de ese “comunismo trasnochado  y chequista” que tanto “pone” a personajes como Jiménez Losantos. For example, Sir Winston Churchill, galardonado en 1953, que se declaraba a si mismo como “anti-socialista y constitucionalista”, por no hablar del Premio Nobel noruego Knut Hamsun (1920), colaboracionista activo con los nazis…

En fin, que me reitero en lo dicho ayer, enhorabuena a Mario Vargas Llosa, un dignísimo ganador del Premio Nobel de LITERATURA. 
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PD. La viñeta es de Ricardo y aparece en El Mundo de hoy. A veces una viñeta vale más que mil palabras. 

jueves, 7 de octubre de 2010

Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010

En el día de hoy se ha hecho público el nombre del ganador del Premio Nobel de Literatura 2010 y tal honor ha recaído en el escritor hispano-peruano Mario Vargas Llosa. Sin parecerme mal la elección de este eterno aspirante al premio, me debato entre la alegría que supone el que por fin se reconozca a un escritor con mayúsculas y la tristeza de que ello conlleve que el gran Cormac McCarthy, mi autor favorito de unos años para aquí, se quede nuevamente sin premio.

Lo que nadie podrá decir es que la elección de Vargas Llosa es caprichosa, ni que obedece a cuestiones extra-literarias, como sí se ha insinuado respecto a algunas de las últimas realizadas por la Academia sueca (Le Clézio, Hertha Muller…) en las que, como me comentaba un amigo, parecía que en lugar de premiar a un escritor se premiaba a una minoría étnica o a un idioma... De hecho, me asusté bastante cuando unos días atrás leí que todo apuntaba a que el ganador de la presente edición de los Nobel sería un tal Ngugi Wa Thiong'o, keniata para más señas, seguramente un gran literato pero al que tan sólo conocen en su casa.

Yo de Vargas Llosa me he leído un par novelas de las que creo no haber hablado en este espacio. La primera fue “La ciudad y los perros”, allá por el pleistoceno medio, de la que guardo un recuerdo bastante difuso. Publicada en el año 1962, la obra nos sumerge en el interior de un colegio militar de Lima, donde los internos reciben formación escolar y disciplina militar. En ella se narran las diferentes historias, algunas ciertamente duras, de unos chavales que aprenden a convivir subyugados por una forma de vida militar, en la que se les somete y humilla. Lo interesante es ver como Vargas Llosa critica esa cultura castrense -que debió de padecer en sus carnes, ya que su padre le internó en una escuela militar a los 14 años-  en donde se potencian valores como la agresividad, la hombría, el machismo y que, a la fin y a la postre, mutilan el desarrollo personal de los muchachos. La segunda novela que me leí del Nobel peruano es “La fiesta del Chivo” (2000). De esta no hace tanto, por lo que aun recuerdo vivamente lo mucho que disfruté con ella. Aquí Vargas elabora un interesantísimo retrato sobre el asesinato del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo y de las secuelas que ocasionó el magnicidio.

Asiduo colaborador del diario El País y de la revista cultural Letras Libres, Vargas Llosa ha destacado también como articulista y ensayista, tanto en el ámbito político como en el literario. Antes de este premio, el escritor peruano había recibido diversos galardones internacionales, entre los que destacan el Premio Internacional de Literatura Rómulo Gallegos 1967, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 1986, Premio Cervantes 1994 y el Premio Ortega y Gasset de Periodismo 1999. Además, había sido investido doctor honoris causa por las universidades de Oxford, Yale y Harvard, entre otras. Actualmente imparte clases de literatura en la prestigiosa Universidad de Princeton y desde 1994 es miembro de la Real Academia de la Lengua Española.

Mi más sentida enhorabuena.

martes, 5 de octubre de 2010

Mujer rusa soltera busca


El pasado miércoles por la mañana, en la bandeja de entrada de mi correo apareció este inquietante mensaje (lo copio tal cual me llegó, sin corregir nada):

Hola! Soy una mujer de Rusia. Mi nombre es Svetlana. Tengo 26 anos de edad. Yo cumplio 26 anos recientemente, el 5 de septiembre. Mi signo del zodiaco - Virgo. Yo actualmente no tienen ninguna relacion seria. Y yo estoy buscando una relacion seria. Aunque en la actualidad ya que estoy buscando una relacion que mas tarde se transformo en la familia. Quiero amar y ser amado. Se que es necesario para la felicidad del hombre. Y tambien se que es necesario para la felicidad de la familia. Por educacion soy un psicologo. Soy una mujer segura de si. Soy sociable, amigable, interesante y divertido amor la empresa. Me encanta la gente inteligente y seria. No me gustan las personas que son irresponsables. Siempre he sido una persona responsable y seria, por lo que tambien necesita de personas con las que tengo contacto y tener una relacion.
Por que me decidi a buscar un hombre en el extranjero? En primer lugar, tengo un monton de decepciones en los hombres rusos. No creo que habia una relacion seria solamente dos veces. Pero vi como muchos hombres se comportan de Rusia, que demoler muchas familias porque no quieren trabajar y tomar mucho vodka. Tambien como un nino, he recibido un monton de frustracion de mi padre, bebio una gran cantidad de vodka y una gran cantidad de maldecir a su madre. Ademas, me decidi a buscar un hombre en el extranjero, porque creo que Rusia no puede dar a la gente una vida realmente buena. Bueno, solo puede vivir en Moscu, a continuacion, viajar a otra ciudad sin nada, es muy peligroso. En general, tener suficiente decepcion en Rusia y los hombres en Rusia, me di cuenta de que yo estaria feliz de vivir en el extranjero y voy a estar contento de tener el amor en el extranjero. Por lo tanto! Ahora por que me decidi a escribir exactamente los hombres espanoles? He estudiado la cultura de diferentes paises. Y, de hecho, me di cuenta de que el hombre espanol me iria bien. los espanoles desde la primera infancia reciben de sus padres tanto amor, que luego solo tiene que compartir ese amor con sus esposas. Un amor de los espanoles a las mujeres - la cosa real. No hay tal - es mejor que un amante, soportar - le encantara etc es decir, los hombres en Espana, como amar a sus mujeres tanto que probablemente por eso casi no hay divorcios en Espana, y los divorcios que se producen, es culpa de la mujer. Familia para el espanol, que ocupa un lugar muy serio en mi vida. Si no el mas grave. Y para mi familia - esto es lo mas importante y grave. Quiero dar por completo la familia y hacer de la familia feliz.
He encontrado su direccion de e-mail a traves de una agencia de citas. Debido a que se registro en el sitio de citas? Nuestra agencia de citas tiene un enlace a la tuya, y me dieron su informacion.
Ahora me dirijo a usted desde el correo electronico que data de la agencia. Este es su condicion necesaria. Pero mi e-mail personal:
sisvetllana@mail.com
Si estoy interesado en usted, a continuacion, escribir para mi. Si usted cree que tenemos algo en comun a nivel nacional, o cree usted que nuestros puntos de vista son muy comunes, y que, efectivamente, algun interes ha aparecido, a continuacion, escribir para mi. Escribeme a mi correo electronico personal, voy a revisar el correo electronico todos los dias.
Bueno, ya me conocen superficialmente. Te enviare una foto cuando ya me contesto a mi correo electronico personal. Pero puedo describir yo mismo un poco. Soy rubia, linda. Tengo el pelo largo. Color de ojos - verde. Muy delgada. Mi altura es 168 cm. Mi peso es 44 kilogramos. Esto es, en general, cuando me escribes, te enviare fotos que ya tiene un correo electronico personal.
Muy bien! Eso es todo lo que queria decir. Solo quiero decir que no me gusta el juego. Asi que por favor si me escribes, a continuacion, ser honesto y sincero conmigo.
Mis mejores deseos!
Svetlana

Al parecer, al igual que le ha sucedido a este tío, me ha salido una amiga rusa ¡y sin hacer el menor esfuerzo! Estoy hecho un ligón de la hostia… Encima parece una chica de puta madre que, por encima de todo, busca lo mejor para mí. ¡Gracias Svetlana! ¡Y tiene unos puntos de vista superinteresantes! Por ejemplo, en lo que se refiere a las causas de los fracasos matrimoniales en España. Las indagaciones efectuadas por mi amiga le llevan a concluir que la culpa siempre –y si dice siempre es porqué será siempre- es de las mujeres. Home clar!!! Lo que no dice y ahí se equivoca, es cuales han sido las fuentes de las que ha bebido para alcanzar esa conclusión. Por culpa de eso, habrá malpensados que dirán que se ha basado en la películas protagonizadas por Alfredo Landa o Pajares y Esteso. Y eso no vale, por mucho que me aseguren que esas pelis, subtituladas al ruso ganan mogollón. Pero no seamos malos, probablemente todo se deba a un malentendido. O a la utilización del nefasto traductor ruso – español del Google. Con todo, es irrefutable su afirmación de que el vodka es malo para las relaciones de pareja. Bien visto Svetlana. El vodka es muy malo... que digo malo, ¡malísimo! De hecho, la última vez que me pillé una cogorza con este líquido del demonio, me tiré semana y media convaleciente.    

Ya para finalizar quiero dejar claro que, pese a que agradezco a mi amiga anoréxica rusa el interés mostrado y sus mejores deseos para mi persona, me mosquea una de las frases incluidas en su misiva. ¿Qué quiere decir eso de “nuestra agencia de citas tiene un enlace a la tuya, y me dieron su información”?, ¿quien ha sido el amigo cabron.ni que ha operado tamaña fechoría? Coño, que aquí el que más y el que menos ha entrado alguna vez en páginas en las que, tal vez, no debería haber entrado, pero ¿en una página de citas con mujeres rusas cual tonto del pueblo? En fin...
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Addenda. ¡Qué gran país Rusia, sí señor! Con sus mujeres rubias, su vodka, su ensaladilla y sus mafiosos sin escrúpulos... yo anduve por allí hace unos años y me gustó mucho. Si bien os he de confesar que lo mejor que encontré fue esto:  

lunes, 4 de octubre de 2010

Integración

Últimamente es raro abrir la prensa dominical y no toparse con algún artículo de opinión en el cual se reflexione sobre las siempre espinosas cuestiones de la inmigración. Sobretodo en lo que respecta a los procesos de integración social en nuestro país y a como juegan en su contra los estereotipos negativos que muestran a los inmigrantes como personas que nos quitan el empleo y/o que viven a costa de nuestros impuestos. No seré yo quien señale como innecesaria esa avalancha de estudios y reflexiones sobre la importancia de integrar en nuestra sociedad a los inmigrantes, cuya presencia masiva se aprecia –muy positivamente añadiría yo- en las calles de mi barrio, por poner un ejemplo. Y es que muy especialmente en estos momentos tan duros en lo económico, análisis de este tipo nunca estarán de más. Cualquier sociedad que se jacte de ser moderna y abierta ha de construirse contando con todos los presentes, resultando vital que ese complejo proceso se realice bien. Lo que pasa, y a eso es a lo que yo iba, es que todas estas sesudas reflexiones  palidecen ante la rotundidad de situaciones como la que me tocó vivir anoche en una conocida sala de conciertos de esta ciudad.

Hete aquí con un guiri visiblemente alcoholizado apostado en un pilar y ataviado con una llamativa camiseta del principal club deportivo de la ciudad. No sé como una cosa llevó hasta otra, pero el tipo acabó hablando con nosotros sobre las virtudes del equipo de sus amores, todo ello en un más que decente español con acento de algún país del este de Europa. La manera de relatarnos como había resultado la victoria del Valencia CF y el porqué de su amor a los chicos del murciélago, no distó mucho de la que emplearía cualquier supporter del terruño, para lo cual el susodicho no escatimó a la hora de emplear expresiones y recurrir a los mismos tópicos y lugares comunes que usaría, for example, un Yomus de Patraix. No es coña, el tipo nos dejó bocabadats!!! ¡Qué pasión! ¡qué sentimiento de pertenencia! ¡qué valencianía!... el fútbol como mecanismo de integración!!! ¿Quién nos lo iba a decir? Palidezca usted profesor Sartori…

Pero no se trata de un hecho aislado. Sin ir más lejos, eso mismo lo veo yo cada fin de semana, en el bar de debajo de mi casa. Allí se suelen congregar muchedumbres de inmigrantes de diversas procedencias, junto a cuadrillas de estudiantes universitarios con pocos recursos económicos, para ver los partidos de la Liga al módico precio de un euro (lo que cuesta un quinto de Estrella Galicia). Yo mismo he presenciado situaciones similares a la que da pié a esta entrada, constatando así esa faceta del fútbol como mecanismo de asimilación. Y eso por no mencionar el fervor patriotero con el que muchos de estos convecinos vivieron la victoria de la Selección Española durante el pasado Mundial. Escena esta que me perdí por estar en la otra parte del mundo, pero que me relató mi buen amigo Ivanrojo, testigo de excepción. Al final va a resultar que sí, que el inmigrante ha echado raíces en esta sociedad hasta mimetizar sus comportamientos básicos, aunque tan sólo sea en lo futbolístico. Por algo se empieza…

Por cierto que, dejando atrás esta reflexión elaborada en la barra de un bar, mediocremente fundamentada y peor resuelta, vuelvo a la anécdota del comienzo. Como veréis, todo esto viene a cuento por que nos encontramos con un guiri valencianista ataviado con la horrorosa indumentaria naranja del equipo Che. La escena se produjo al término del divertidísimo concierto ofrecido por Los Petersellers la noche del sábado en el Wah Wah. ¡Que grandes Los Petersellers! Y mira que son chungos los gachones, ¡pero que pollos montan! Habrá bandas mucho mejores que esta –las hay, doy fe-, pero no creo que haya muchas que sean capaces de ofrecer tanto divertimento como el veterano cuarteto madrileño. Música para pasarlo bien sin mayores pretensiones, festuki para desbarrar sin calentarse el bolo… Y todo eso ¡durante dos horitas! Desgranando todo su repertorio de versiones libres de grandes éxitos de ayer y de hoy… Manolo es gay… y no lo quiere reconocer… Para colmo, se chotearon de los bises, lacra conciertística donde las haya. El tipo, ni corto ni perezoso nos soltó: “No os preocupéis amiguitos, no hace falta que os desgañitéis gritando: otraaa, otraaaa… ¡vamos a salir igual!... Ya puestos, si queréis gritar algo decid: paripé… paripé…” ¿Y que son los bises sino un enorme paripé? ¡Que grandes macho!     

Puestos a ponerle algún pero a la velada, pues reconozco que me quedé tocado cuando me recordaron que, hoy lunes, toca aquí en Valencia -¡y por el gañote!- el señor Damien Jurado. Y es que, aunque parezca increible, ¡no puedo ir!... vaya putadón!!! Ni me acordaba de la cita, por lo que me puse otra, de carácter inexcusable, ese mismo día y a esa misma hora. Lo que me va a impedir disfrutar nuevamente de la música del único miembro del clan de los Jurado-Mohedano que merece la pena. Y que encima viene presentando el “Saint Bartlett”, un pedazo de disco de esos que ganan después de darle varias escuchas… que se le va a hacer… ajo y agua... tendré que conformarme con las crónicas que hagan mis amigos del evento y con el regusto maravilloso que aún conservo de la última visita a Valencia del folk-singer de Seattle.
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