martes, 31 de mayo de 2011

Carta breve para un largo adiós


Era domingo. Por eso decidí bajar a tomarme el vermú en el bar de los chinos y leer la prensa al solecito. A pesar de que ocupé una mesita un tanto apartada, al instante un par de cuarentonas se colocaron justo a mi vera. Mientras esperaba a que me sirvieran mi segunda cerveza, oigo como la más delgada le está vendiendo a la otra las bondades de una dieta, muy en boga durante estos días, que promete el oro y el moro sin apenas privaciones alimenticias. Y mientras la segunda se convencía de que eso de liberar cuerpos cetónicos a punta pala siguiendo las teorías de un gurú francés con mucha cara dura y pocos escrúpulos, mola mazo, apuro la cerveza, descarto el periódico del día –demasiadas desgracias para mi gusto- y me sumerjo en las últimas páginas de “Carta breve para un largo adiós” de Peter Handke.

La para muchos mejor novela de Handke, escrita en 1971, es un claro reflejo de su pasión por el mundo del celuloide. De hecho, si me decidí por adquirir esta novela, fue a raíz de una charla previa a una película de Wim Wenders proyectada en el marco del ciclo “Clásicos Filmoteca” del IVAC. Programaban “En el curso del tiempo” y aprovechando esta circunstancia, el ponente dedicó unos minutos a alabar la fructífera relación entre Wenders y Handke, autor de algunas de las historias filmadas por el realizador alemán (“El cielo sobre Berlín”, “Falso movimiento”, “El miedo del portero anteel penalti”). El caso es que me dejé llevar por la fogosidad del orador, sin reparar en que a mí Wenders tampoco es que me encandile. Ahora sé que Handke tampoco y por idéntico motivo.  

En “Carta breve para un largo adiós” el autor austriaco plantea un viaje a ninguna parte a través de los Estados Unidos. Aunque más interesante que el viaje en sí es el descenso a los infiernos interiores del protagonista, su álter ego. Una suerte de peregrinación al fondo de sí mismo en la que vuelve a enfrentarse con todos los traumas y terrores de su infancia. El problema es que el mundo interior de Handke es demasiado complejo. Nos falta -o me falta a mí- demasiada información y, en ocasiones, las cosas que cuenta son difíciles de entender y las insinuaciones imposibles de captar. Uno ha de estar siempre pendiente de leer entre líneas y aún así, la sensación de estar perdiéndote algo importante es una constante. Exactamente lo mismo que me pasa con el cine de Wenders.

…eso sí, el título del libro es precioso. Y triste como el sólo. 

domingo, 29 de mayo de 2011

La pelle


…o “La piel”, del toscano Curzio Malaparte, ha sido mi última lectura. Se trata de un espeluznante relato sobre la degradación moral en la que se vio sumida Nápoles al final de la Segunda Guerra Mundial. Malaparte es el enlace italiano entre la población y las tropas norteamericanas, recién desembarcadas en la ciudad del Vesubio. Esta privilegiada situación le sirve para mostrarnos lo que se ve y lo que se intuye, explicando aquella realidad que se oculta bajo las apariencias. Una realidad compleja que aflora y se desborda en escenas dignas del Buñuel más surrealista.

Un escritor bastante malrollero este Malaparte. En ocasiones me recuerda a Louis Ferdinand Celine, con quien además comparte el haber sido repudiado en su momento por la intelectualidad. Circunstancia esa que, en el caso del italiano, se debe a una camaleónica existencia y a una vida trufada de sonados escándalos. Relacionado por matrimonio con la familia Agnelli –los de la FIAT o la Juventus FC-, militante y después opositor al régimen de Mussolini, comunista convencido, lo mismo fue luterano que católico, todo es cuestión de momentos. Lo cierto es que no se le puede considerar ni un fascista ni un antifascista, simplemente era un vividor, una especie de dandy italiano, consagrado a una única fe: el malapartismo como principio y fin de todas las cosas.

Existe una interesante adaptación cinematográfica de la novela, realizada por Liliana Cavani en 1981 y con el gran Marcello Mastroianni en el papel del capitán Curzio Malaparte. Hacia el final de la película se incluye esta escena tan burraca:    

viernes, 20 de mayo de 2011

El Mourinho del cine


Supongo que a estas alturas, nadie duda de que Lars Von Trier sea el Mourinho del séptimo arte. Lo digo porque, como seguramente sabréis, este año la ha vuelto a liar parda en Cannes, donde se encuentra presentando su última creación “Melancolía”, al proclamar en rueda de prensa sus simpatías por Adolf Hitler: "Comprendo a Hitler. Creo que hizo algunas cosas mal, sí absolutamente [...] No es lo que llamarías un buen tío, pero le entiendo bastante y simpatizo un poco con él. [...] Vale, soy nazi". Aunque tal vez -y sólo tal vez- en esta ocasión se haya pasado de frenada, no previendo el alcance de las reacciones a sus declaraciones. En primer lugar, el que la dirección del Festival le haya colgado el sambenito de “persona non grata” y, en segundo lugar, las posibles consecuencias que de ello se deriven en forma de posible censura o no distribución de la película en algunos países altamente sensibles a estas cuestiones antisemíticas. De ahí que el propio director se apresurara a emitir un comunicado público en el que pide disculpas por lo dicho: "Si he herido a alguien con mis palabras de esta mañana en la rueda de prensa, le pido disculpas sinceramente [...] No soy antisemita, ni tengo prejuicios raciales de ningún tipo, ni soy nazi". ¡Paripé!

y es que tengo la sensación de que Von Trier ha conseguido exactamente lo que quería siguiendo la táctica Mourinho. Esa que consiste en salir a la rueda de prensa para hablar de todo menos del partido disputado… porque al final, en el Festival de Cannes 2011 se está hablando de todo menos de cine. Se trata de interpretar un papel y provocar, ni más ni menos. El problema surge cuando se meten por medio los paladines de lo políticamente correcto, en este caso los organizadores, la mayoría de la crítica y el indignadísimo mundo del cine, así en general. Una cuadrilla de tontos que se han tirado de cabeza a morder el anzuelo lanzado por el director danés. Y es que conviene no olvidar los orígenes de VonTrier,  hijo de militantes comunistas y nudistas, educado en un ambiente de pensamiento de izquierdas.

Al final, es harto probable que ese run run mediático le venga bien a “Melancolía”. Yo desde luego pienso ir a verla, aunque sin la polémica también hubiese ido, porque este danés tan zumbao, de innegable talento cinematográfico, malrrollero y perturbador como pocos, es uno de mis realizadores favoritos. Y que siga así.

jueves, 19 de mayo de 2011

Hanna Montana mola más

La verdad es que quien escribiera esta pancarta estuvo lúcido. ¡Con más razón que un Santo! Como también el que puso aquello de “Si votar sirviera para algo, estaría prohibido” o “Detrás de un corrupto, seis tertulianos”… Esta en concreto, guarda relación con la resolución de la Junta Electoral deMadrid desautorizando la concentración convocada en Puerta del Sol, en el marco de esas movilizaciones ciudadanas que se están produciendo por todo el país y muy especialmente en Madrid, bajo el lema “¡Democracia real ya!”. Un tema sobre el cual Nacho Escolar, muy en su línea, ha escrito otro brillante artículo.   

Yendo al meollo del asunto, lo raro es que todo esto no haya sucedido mucho antes… Lo extraño es que hayamos tenido que llegar a este extremo para que la gente se movilice mínimamente… Lo triste es que esas movilizaciones no las acompañemos de un poco de autocrítica (esto no sólo es culpa de banqueros, políticos y sindicatos, no nos engañemos)… Lo patético es que, conociendo como conozco a mis compatriotas, me temo que tras las elecciones, todo se va a quedar en agua de borrajas y las movilizaciones “como lágrimas en la lluvia se irán”... Ojalá me equivocara.  

Con todo, si algo tengo claro, es que el próximo domingo hay que ir votar. Llamadme iluso, llamadme tonto, llamadme lo que os salga del nabo… achacadlo a mi de-formación profesional… a mi actual estado de ánimo… me da lo mismo. Voy a votar porque lo concibo como una obligación ciudadana. Porque forma parte de mi deber como miembro de esta sociedad de mierda y porque, por mucho que a veces nos cueste diferenciarlos, ni todos los políticos son iguales, ni todos los partidos son iguales. Sin ir más lejos, como dice alguien en los comentarios al artículo de Escolar.net, no votar es dejar Madrid en bandeja a Thatcher redux… y Valencia en las manos del pagano Camps, añadiría yo. Y al menos yo, por ahí no paso.

Por cierto que lo de llamar pagano a Camps es porque, por no pagar, no se paga ni los trajes, ¡no no se me vayan a enfadar los obispos! Y hablando de curas, aún estoy esperando a que las autoridades eclesiásticas de este país, tan aficionadas ellas a opinar sobre todo, digan algo al respecto. ¿’ande andarán los de las manifestaciones por la familia?
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Addenda.  
Las claves para entender la rebelión de Carlos Carnicero, tampoco están nada mal.  

miércoles, 18 de mayo de 2011

Los Panero, vaya tropa

Sí hay una familia de malditos dentro de la intelectualidad española, esa es la de los Panero. La estirpe de Leopoldo Panero, un poeta genial según dicen los que saben de esto, pero a la sazón marcado por venderse al franquismo, hasta el punto de haber pasado a la historia como “el poeta del régimen”. Fruto de su matrimonio con Felicidad Blanc, nacieron tres hijos, Juan Luis el mayor, Leopoldo María el del medio y José Moisés, el pequeño, el famoso Michi Panero al que casi conoció Nacho Vegas. Unos niños que pese a ser criados en el seno de una familia acomodada, con todas las posibilidades a su alcance, acabarían por malbaratar su hermoso futuro. Y eso que su madre, estando vivo aún Don Leopoldo, declaró en algún periódico del régimen que procuraba por todos los medios que sus hijos no siguieran la vocación del padre, ya que el matrimonio “deseaba unos hijos normales”. Vaya si lo consiguió. No sé cual de los tres era/es menos normal. Acabaron siendo todos poetas atormentados. Incluso el menor de ellos, pese a no tener obra escrita. Y es que tan sólo con escucharle hablar uno llega a la conclusión de que, seguramente, era el más grande de los tres. Vaya joya se perdieron las editoriales de este país.

Saco a colación a esta insigne familia astorgana porque ayer, en algún canal de pago que ahora no recuerdo, estaban echando “Después de tantos años”. Se trata de la continuación de “El desencanto”, mítico documental dirigido por Jaime Chavarri en 1976 y en el cual se nos aproxima a la contradictoria y sórdida figura del patriarca de los Panero, asistiendo a las diferencias familiares existente entre su mujer y sus vástagos. Considerada por muchos como “la película de la Transición”, la terrible visión de esta saga familiar se verá complementada veinte años después por el fallecido Ricardo Franco con la citada “Después de tantos años”. Un director que se embarcó en este proyecto, al igual que ocurrió en el caso de Chavarri, instigado por Michi Panero.

En cuanto a calidad, los documentales no son comparables. El primero es una joya del cine español, por el fondo y también por como se nos cuenta, mientras que el segundo no es más que una curiosidad que se ve con cierto interés, principalmente para apreciar el nivel de decrepitud alcanzado por los hijos de Leopoldo Panero y Felicidad Blanc. Un ocaso que en el caso de Juan Luis Panero no es tan acuciado como en sus hermanos. Juan Luis, el mayor de la familia, calificado por su hermano Leopoldo María como “mala persona, un verdadero hijo de puta, pero está bien como poeta.” A quien más cuesta comprender de los tres. Con quien es más difícil empatizar. No es así en el caso de Leopoldo María Panero, el que cuenta con una obra más reconocida. Un esquizofrénico, paranoico y suicida, cuyo declive se aprecia claramente no sólo en lo físico, sino también en como se expresa y en las  palabras que utiliza para ello durante el segundo documental. El tío que dijo aquello de “yo me destruyo para saber que soy yo y no todos ellos”, veinte años después, recluido en un sanatorio del País Vasco, no hace más que lanzar exabruptos contra todo bicho viviente. De hecho reparte especialmente para los miembros de su familia, su padre “el cerdo”, su madre “la prostituta”, Juan Luis “un hijo de puta” y Michi “el que más me fastidia”.

Sólo el último de los hermanos, Michi, no se dedicó “profesionalmente” a la poesía. De hecho nunca tuvo una profesión conocida haciendo bueno aquello que él mismo señalaba en “El desencanto”: “Los Panero debieron nacer con algún gen que los incapacita para trabajar. Y no es cosa de ahora, de esta generación, los Panero no han hecho nada de provecho desde hace tres generaciones al menos”. Pese a ser el hermano pequeño es el único muerto hasta el momento. Fue en 2004, víctima de un cáncer. Aunque su caída a los infiernos, fruto en gran parte de la mala vida, ya se podía apreciar en 1994 durante el rodaje de “Después de tantos años”. De hecho el contraste entre este Michi Panero y el que aparece en “El desencanto” es impresionante. Estremece ver como se ha deteriorado tanto en esas dos décadas y en lugar de 41 años parece haber cumplido ya los 60. Con todo es este el que más simpatías despierta de todos ellos. Por aquello de “en esta vida se puede ser de todo menos un coñazo” pero también por ilustrar sucintamente la triste historia de su familia, el “fin de raza” de los Panero, con la siguiente reflexión: “Que bonito era todo es una especie de mentira que se dice sistemáticamente uno a sí mismo, quizás para ocultar que todo ha sido un fracaso” (…) “Ni era bonito entonces, ni era bonito ahora y posiblemente sea mucho peor pasado mañana…” En fin, descanse en paz, si es que puede... y le dejan.

lunes, 16 de mayo de 2011

Toundra rules!!!

El sábado por la noche, tras degustar unas cuantas tapas en la bodeguita de un paisano y ver de refilón como Novak Djokovic las pasaba putas ante Andy Murray en las semifinales del Open de Roma, acudimos al Matisse para ver a Toundra, excelente cuarteto de post-metal proveniente de la capital del Reino. Al parecer era esta la primera vez que los madrileños pisaban Valencia, aunque en vista de cómo acabó la cosa, con evidente satisfacción entre el público y la propia banda, no será la última... espero que repitan ¡y a no mucho tardar! Venían a presentar su segundo álbum, titulado “II”, editado por Aloud Music durante el pasado año. Un pedazo de elepé que tuve la oportunidad de adquirir en su edición especial en vinilo rosa en la misma sala de conciertos y que, inexplicablemente, dejé fuera de mi lista de los treinta mejores del 2010.

Antes que Toundra salieron a escena unos más que voluntariosos Lehnmotiv, banda de la terreta cuyo sonido contiene evocaciones próximas al post-rock si bien, en este caso a diferenta de en Toundra, tenemos vocalista. El caso es que no sé cuando ni porqué, pero ya les había visto en otra ocasión de la cual no guardaba demasiado buen recuerdo. Sin embargo esa vez estuvieron realmente bien. Muy enchufados, transmitiendo muchísima energía al público y con un pedazo de batería que le pegaba a los tones y al bombo como si le debieran dinero. Inmediatamente después salieron Toundra a escena y nada más pisar el escenario nos descerrajaron cantidades industriales de metal, dejándonos completamente anonadados. Y digo de metal porque creo que las sonoridades de la banda madrileña están más próximas a gentes como Pelican, Isis o Russian Circles, que a Mogwai o Explosions in the Sky, circunstancia esta que se aprecia con mayor claridad en el directo. Ante el poderío exhibido, como he leído en alguna crítica al concierto, los allí presentes tan sólo pudimos rendirnos. Y es que aquello fue el show de cuatro músicos fantásticos en auténtico estado de gracia. Algo espectacular, digno de ser visto, oído y sobretodo sentido.    

Toundra - Zanzíbar @ Bikini from Chechis & Friends on Vimeo.

sábado, 14 de mayo de 2011

Liberalismo sexual


De vuelta al maestro Michel Houellebecq y a su magnífico libro “Ampliación del campo de batalla”, extracto este párrafo en el cual el autor, con la precisión de una autopsia, describe el campo de batalla de la sociedad actual, la sociedad neoliberal, con sus perdedores en el ámbito económico y sexual. La ampliación del campo de batalla a todas las edades de la vida, a todas las clases sociales… ¡Tremendo!
Definitivamente, me decía, no hay duda de que en nuestra sociedad el sexo representa un segundo sistema de diferenciación, con completa independencia del dinero; y se comporta como un sistema de diferenciación tan implacable, al menos, como éste. Por otra parte, los efectos de ambos sistemas son estrictamente equivalentes. Igual que el liberalismo económico desenfrenado, y por motivos análogos, el liberalismo sexual produce fenómenos de empobrecimiento absoluto. Algunos hacen el amor todos los días; otros cinco o seis veces en su vida, o nunca. Algunos hacen el amor con docenas de mujeres; otros con ninguna. Es lo que se llama la "ley del mercado". En un sistema económico que prohíbe el despido libre, cada cual consigue, más o menos, encontrar su hueco. En un sistema sexual que prohíbe el adulterio, cada cual se las arregla, más o menos, para encontrar su compañero de cama. En un sistema económico perfectamente liberal, algunos acumulan considerables fortunas; otros se hunden en el paro y la miseria. En un sistema sexual perfectamente liberal, algunos tienen una vida erótica variada y excitante; otros se ven reducidos a la masturbación y a la soledad. El liberalismo económico es la ampliación del campo de batalla, su extensión a todas las edades de la vida y a todas las clases de la sociedad. A nivel económico, Raphaël Tisserand está en el campo de los vencedores; a nivel sexual, en el de los vencidos. Algunos ganan en ambos tableros; otros pierden en los dos. Las empresas se pelean por algunos jóvenes diplomados; las mujeres se pelean por algunos jóvenes; los hombres se pelean por algunas jóvenes; hay mucha confusión, mucha agitación.

viernes, 13 de mayo de 2011

¡Siempfree positiffo!


Una compañera de trabajo me cuenta que siempre dice a sus hijos que cuando les pase algo malo, sea lo que sea, tienen que buscar el lado positivo del asunto. Sin embargo, el pasado fin de semana, el pequeñín de la familia perdió su preciadísima colección de cromos. Y por mucho que berreara, pataleara, se encomendase a San Antonio o pusiera patas arriba los cajones de su cuarto, el chiquillo no fue capaz de encontrarlos, así que no pudo eludir su primera gran decepción en esta vida plagada de sinsabores. Pues bien, en un acto de madurez impropio para su edad -el crío tan sólo tiene nueve añitos- se plantó todo digno ante la madre y le espetó lo siguiente: “Mamá, ¿me puedes explicar cual es la parte buena de haber perdido mis cromos?” Su madre, obviamente, no supo que contestarle. Y así fue como esta personita aprendió una gran lección, esa que dice que las cosas no siempre tienen un lado positivo. Y cuando antes lo asuma pues mejor para él, sino corre el riesgo de que le ocurra como a otra mucha gente que se pasa la vida consolándose con tamaña mentira. Mientras tanto, la mierda se cierne sobre sus cabezas.

Más o menos relacionado con la positividad y el consuelo, extracto un párrafo que me encanta de “La piel”, del italiano Curzio Malaparte:
Encendimos un cigarrillo y empezamos a fumar observando los cadáveres alineados sobre la acera bajo la luz cegadora del reflector. De repente oímos un clamor terrible. La muchedumbre había asaltado la ambulancia arrojando piedras contra los enfermeros y soldados.
-Acaba siempre así -dijo el ingeniero-. La gente pretende que los muertos sean llevados al hospital. Creen que los médicos podrán resucitar los cadáveres con alguna inyección o la respiración artificial. Pero los muertos, muertos están. ¡Más muertos que eso…! ¿No ve a qué están reducidos? Tienen la cabeza aplastada, el cerebro fuera del cráneo saliéndole por los oídos; los intestinos en los calzones. Pero el pueblo es así; quiere que sus muertos sean llevados al hospital, no al cementerio. El dolor enloquece a la gente.
Me di cuenta de que hablaba y lloraba. Lloraba como si no fuese él, sino alguien que estuviese a su lado. Parecía que no se diese cuenta de que lloraba, y estuviese seguro de que alguien, a su lado, era quien lloraba por él.
Yo le dije: 
-¿Por qué llora usted? Es inútil.
-Es mi única diversión, llorar.
-¿Diversión? Querrá usted decir consuelo.
-No, no, quiero decir diversión. También nosotros tenemos derecho a divertirnos de vez en cuando – dijo el ingeniero, echándose a reír-. ¿Por qué no prueba?
-No puedo. Cuando veo ciertas cosas me vienen ganas de vomitar. Mi diversión es el vómito.
-Es usted más afortunado que yo – dijo el ingeniero-. El vómito aligera el estómago; el llanto, no. ¡Si yo pudiese vomitar!
            Y se alejó abriéndose paso con los codos entre la muchedumbre que aullaba y gritaba amenazadora.
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Obviamente el niñor que ilustra la entrada no es el hijo de mi compañera. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.  

jueves, 12 de mayo de 2011

Cuando el bosque no te deja ver los árboles

The Forest & The Trees son un matrimonio de Estocolmo que practican una suerte de pop de cámara, preciosista –o ñoña más bien-, con ritmos simples y melodías digitales. Al parecer la pareja está tan bien avenida que, además de desayunar, ir al cine o follar,  componen juntitos. Eso les dio para realizar una serie de mixtapes navideñas que de hecho son el origen de la banda. Como le cogieron gusto a la cosa, se sentaron a grabar los doce cortes incluidos en su álbum homónimo, el primero, inexplicablemente bien recibido por la prensa especializada. Incluso han conseguido que el single “To the forest (I need some peace)” haya llegado a ser canción de la semana para el NME.  

Con estos antecedentes Joel y Linnea Edin, que así se llaman los tortolitos, se plantaron en el Colegio Mayor Lluís Vives y desplegaron todo su saber –o no saber- hacer. No os voy a engañar, la cosa pintaba mal desde el principio, con esa puesta en escena tan fría y lacia, más propia de un pase de modelos que de un concierto pop. Eso sí, pudimos apreciar que los dos son muy altos y guapos, ella incluso tiene un porte elegante la mar de atractivo y cuando se miran se les ve bien, un poco distantes pero respetuosos, muy suecos ellos y que nadie se me enfade… Respecto a la música, pues que queréis que os diga, tan sólo tocaron una canción… una canción muy larga, ¡de casi 45 minutos!,  en la que igual le hablaban del amor entre dos teenagers, la masacre de Jonestown o del auge de la ultraderecha en Suecia… eso sí, con idéntico sentimiento y pasión en cada uno de los temas, o sea, ninguno.

A ver si pegándole unas cuantas escuchas al disco logro captar ese batiburrillo de influencias que los señores de la prensa británica han querido ver en la música de The Forest & The Trees. Una mezcolanza imposible que abarca desde David Bowie, Sufjan Stevens, Rufus Wainwright, the Delgados, Mark Lanegan & Isobel Campbell, Pascal Comelade, Joanna Newsom… ‘enga ya hombre!!! Ya puestos, también podrían haber citado a Burzum, sus paisanos Roxette, los Beastie Boys e incluso a Gigatrón… ¡será por música! 

miércoles, 11 de mayo de 2011

Ya hace 30 años

“Su voz fue un llanto omnipresente en nuestro mundo electrónico. Sus rasgos afilados, su aspecto majestuoso y su forma de moverse se han grabado intensamente en el paisaje de nuestra mente. Bob Marley nunca fue visto. Fue una experiencia que dejó una huella indeleble en cada encuentro. Un hombre así no se puede borrar de la mente. Él es parte de la conciencia colectiva de la nación.”  

Palabras pronunciadas por Edward Seaga, Primer Ministro de Jamaica, durante el funeral de estado oficiado tras la muerte de Bob Marley, tal día como hoy 11 de mayo, pero 30 años atrás. Tan sólo tenía 36 años cuando fue vencido por el cáncer y sus últimas palabras, dedicadas a su hijo Ziggy (con él en la foto) fueron aquello de “el dinero no puede comprar la vida”. Gran verdad, ni eso ni el amor, aunque ayude. 



"…cap gran veritat serà revelada quan es faci clar"

martes, 10 de mayo de 2011

Dos galanes

Ando enganchadísimo de este duo de San Francisco y a su folk rock vitaminado. Una especie de fusión musical en la que se aprecia la energía de una banda de punk-rock, junto a las letras y los universos musicales propios del sonido de raíces norteamericano. Y es que nunca había escuchado a dos tipos - ¡únicamente dos!- hacer tanto ruido allende y aquende el río Colorado. Responden al nombre de Two Gallants, precioso homenaje a una de las historias cortas incluidas en “Dublineses”, obra magna del ilustre escritor irlandés James Joyce. Han tenido buen gusto hasta para eso. A pesar de que los conocí tarde, gracias a Txarls y a su inagotable labor de exploración musical, no han tardado en pasar a formar parte de mi lista de imprescindibles. Hasta tal punto que, en estos momentos, no concibo una sesión musical en la que falten los guitarrazos y la maravillosa voz ajada de Adam Stephens, acompañado de Tyson Vogel aporreando la batería cual psicópata.  
 

De entre los tres álbumes que, a día de hoy, componen su discografía, mi favorito es el del medio titulado “What the toll tells” (2006), en el cual se incluyen dos de sus tres mejores canciones: “Steady Rollin’” y “Las Cruces Jail”. La tercera en discordia sería “Despite what you’ve been told” de su disco homónimo, el último, grabado el pasado año 2007 y del cual Txarls escribió una interesante reseña que incluye un enlace directo de descarga. Respecto a “Steady Rollin’” no voy a deciros lo que me encanta, una interpretación en directo de la misma tuvo el “honor” de figurar como primer video de la semana en esta bitácora (ahí a la derecha lo tenéis). Aunque si tuviera que quedarme con sólo una canción de estos galanes –¡como si eso fuera posible!- esta sería “Las Cruces Jail”. Una historia que nos habla de la reclusión de Billy “el niño” en el penal de Las Cruces (Nuevo México). Curiosamente en la misma ciudad que vio nacer hace cuarenta años al actual enemigo público número uno de los EEUU, el clérigo islamista Anwar Al-Awaki, probable sucesor del ejecutado Osama Bin Laden.

 
En fin, que son una pasada y que, si Dios, el parné y la diosa Fortuna no se oponen, me encantaría verles en su próxima visita a España. Será a comienzos de este mes de julio.

viernes, 6 de mayo de 2011

Hooligans


Que los herederos de Edward Hooligan se han adueñado de los medios de comunicación de derechas de este país, nunca había quedado tan patente como hoy, el día después de que el Tribunal Constitucional autorizara que Bildu participe en las próximas elecciones municipales. Tan sólo tenéis que echarle un vistazo a las portadas de La Razón, ABC o La Gaceta, por ir al extremo, para daros cuenta. El fenómeno del hooliganismo, tal cual lo definió y acuño The Times a finales del XIX, poco tenía que ver con el fútbol. Se creó para definir a las aglomeraciones de vagos, borrachos, pendencieros y otras gentes de mal vivir que montaban broncas en el Londres de la época. Sin embargo, a partir del Campeonato Mundial de Fútbol - Inglaterra ’66, el término será utilizado casi en exclusiva para identificar a los grupos ultra organizados para seguir/apoyar a los equipos de fútbol. Se ve que ahora, más de cuatro décadas después, los chicos de la Caverna están trabajando en recuperar (para sí) el verdadero significado del término.   

miércoles, 4 de mayo de 2011

El affaire Osama

El otro día leí como Nacho Escolar se reconocía un demócrata trasnochado, al no estar de acuerdo con las ejecuciones extrajudiciales. En esa misma línea, Iñaki Gabilondo en su videoblog, se cuestiona el que la liquidación de Osama Bin Laden haya sido calificada por casi todo el mundo como "una noticia excelente". Y no les falta razón a ninguno de los dos. 

No seré yo quien se ponga a defender al malo de la película, pero no creo que haya mucho que celebrar en todo este asunto. O sea, que sí, vale, lo acepto, que el amigo Osama es la más perfecta encarnación del mal, un sujeto con el diablo bajo el turbante, el hombre del saco que vaga por las calles cuando ya ha anochecido en busca de niños extraviados para llevárselos a su cueva… todo okay… pero tíos ¿no se merecía un juicio justo? O sea, ¿no se supone que es eso lo que nos diferencia de los malosos? Eso de la tutela judicial efectiva y demás chorradas que enseñan las facultades de derecho de medio mundo (incluyendo las americanas). 

Pues parece que no, ahora ya no es así. Corren nuevos tiempos en los que se impone el modelo Juez Dredd o Mr. Freedom. Ese en el cual hemos de aceptar como normal que los Seals -esos tiarrones armados hasta los dientes que a poco que se parezcan a como nos los muestra Hollywood hay pa’ acojonarse- se planten en la casa familiar de los Bin Laden y la emprendan a tiros contra todo bicho viviente. ¿No hubiera sido mejor detenerlo y llevarlo ante un juez? Más aún conociendo como conocemos que el tío ni siquiera iba armado. Joer, si hasta a Timothy McVeigh, el del atentado de Oklahoma, aquel que confesó haberse cargado a 168 personas en un edificio oficial…¡el puto Tim McVeigh! …con un pepino que ocasionó heridas de todo tipo a más de 500 personas… ¡el fuckin’ McVeigh!... ¡hasta él tuvo derecho a un juicio en el cual pudo defenderse! Pero Osama no… Why not Mr. Obama??? Tendremos que aceptar que Tim McVeigh era malo, incluso muy malo, pero no tanto como Osama Bin Laden. Porque hay que ser realmente malo para que te mate el Premio Nóbel de la Paz.

Respecto a la fotito con la que ilustro la entrada, no comment. Ahí tenéis a la plana mayor del país de las barras y estrellas asistiendo en vivo y en directo al fin de Bin Laden. Cualquiera diría que estaban presenciando el Barça – Madrid.  

domingo, 1 de mayo de 2011

Ampliación del campo de batalla

Iba a escribiros sobre cuanto me ha entusiasmado este libro del polémico novelista, ensayista y poeta francés Michel Houellebecq, pero no lo voy a hacer. Tan sólo os diré que es una puta genialidad que encierra una profunda y tristísima reflexión acerca de la incomunicación y de la soledad muy próxima al existencialismo e incluso al nihilismo. Y que esta trufado de tremendos pasajes como el que transcribo a continuación, en el cual se explican muchísimas cosas en poquísimo espacio. 
Véronique estaba en “análisis”, como suele decirse; ahora me arrepiento de haberla conocido. Hablando en general, no hay nada que sacar de las mujeres en análisis. Una mujer que cae en manos de un psicoanalista se vuelve inadecuada para cualquier uso, lo he comprobado muchas veces. No hay que considerar este fenómeno un efecto secundario del psicoanálisis, sino simplemente y llanamente su efecto principal. Con la excusa de reconstruir el yo los psicoanalistas proceden, en realidad, a una escandalosa destrucción del ser humano. Inocencia, generosidad, pureza… trituran todas esas cosas entre sus manos groseras. Los psicoanalistas, muy bien remunerados, pretenciosos y estúpidos, aniquilan definitivamente en sus supuestos pacientes cualquier aptitud para el amor, tanto mental como físico; de hecho, se comportan como verdaderos enemigos de la humanidad. Implacable escuela de egoísmo, el psicoanálisis ataca con el mayor cinismo a chicas estupendas pero un poco perdidas para transformarlas en putas innobles, de un egocentrismo delirante, que ya sólo suscitan un legítimo desagrado. No hay que confiar, en ningún caso, en una mujer que ha pasado por las manos de los psicoanalistas. Mezquindad, egoísmo, ignorancia arrogante, completa ausencia de sentido moral, incapacidad crónica para amar: éste es el retrato exhaustivo de una mujer “analizada”.

Tengo que decir que Véronique coincidía, punto por punto, con esta descripción. La quise tanto como pude; lo cual representa mucho amor. Ahora sé que derroché ese amor para nada; habría hecho mejor rompiéndole ambos brazos. No cabe duda de que ella tenía desde siempre, como todas las depresivas, disposición al egoísmo y a la falta de ternura; pero el psicoanálisis la trasformó de forma irreversible en una verdadera basura, sin tripas ni conciencia; un desperdicio envuelto en papel satinado. Recuerdo que tenía un tablón blanco donde solía apuntar cosas del tipo “guisantes” o “planchado”. Una tarde, al volver de la sesión, anotó esta frase de Lacan: “Cuanto más desagradable seas, mejor irán las cosas.” Sonreí; y me equivocaba. En aquella fase, la frase no era más que un programa; pero Véronique iba a aplicarla punto por punto.    
Entiéndase lo del psicoanálisis en un sentido amplio y sustitúyase el nombre de Véronique por cualquier otro que os guste más. La frase no tiene por que ser de Jacques Lacan.
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