domingo, 29 de mayo de 2011

La pelle


…o “La piel”, del toscano Curzio Malaparte, ha sido mi última lectura. Se trata de un espeluznante relato sobre la degradación moral en la que se vio sumida Nápoles al final de la Segunda Guerra Mundial. Malaparte es el enlace italiano entre la población y las tropas norteamericanas, recién desembarcadas en la ciudad del Vesubio. Esta privilegiada situación le sirve para mostrarnos lo que se ve y lo que se intuye, explicando aquella realidad que se oculta bajo las apariencias. Una realidad compleja que aflora y se desborda en escenas dignas del Buñuel más surrealista.

Un escritor bastante malrollero este Malaparte. En ocasiones me recuerda a Louis Ferdinand Celine, con quien además comparte el haber sido repudiado en su momento por la intelectualidad. Circunstancia esa que, en el caso del italiano, se debe a una camaleónica existencia y a una vida trufada de sonados escándalos. Relacionado por matrimonio con la familia Agnelli –los de la FIAT o la Juventus FC-, militante y después opositor al régimen de Mussolini, comunista convencido, lo mismo fue luterano que católico, todo es cuestión de momentos. Lo cierto es que no se le puede considerar ni un fascista ni un antifascista, simplemente era un vividor, una especie de dandy italiano, consagrado a una única fe: el malapartismo como principio y fin de todas las cosas.

Existe una interesante adaptación cinematográfica de la novela, realizada por Liliana Cavani en 1981 y con el gran Marcello Mastroianni en el papel del capitán Curzio Malaparte. Hacia el final de la película se incluye esta escena tan burraca:    

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