viernes, 1 de febrero de 2013

Spain is pain y huele a mierda


Ayer tarde y a raíz de las vergonzantes revelaciones contenidas en “los papeles de Bárcenas”, un conocido monologuista del canal Paramount Comedy se cuestionaba sobre si existía alguna solución para lo que está pasando que no pase por entrar en el Congreso con una recortada. A mí, como a él, no se me ocurren.

Y es que vivimos en un país en el cual la impunidad es la regla general. En el que quien la hace, normalmente, no la paga (salvo que seas un muerto de hambre y te caigan dos años de cárcel por comprar pañales y comida con una tarjeta de crédito que te encuentras por la calle, o seas un pringado enganchado a las drogas y te caigan siete años de prisión por vender dos papelinas con medio gramo de heroína). Un país en el cual se suceden los escándalos como "la Gürtel", el "Urdangarín Gate", lo del chalé marbellí de Ignacio González, Fèlix Millet y "la trama del Palau", el sobresueldo de Carlos Mulas, Jaume Matas, los trajes de Camps, la conexión entre la mafia rusa y el Lloret de Mar de Xavi Crespo… i no passa res!!! Un país en el cual existe un nivel intolerable de corrupción, pero que sigue votando elección tras elección por los mismos partidos políticos. Un país poblado por mónguers habituados a lanzar las culpas por elevación, incapaces de asumir su cuota de responsabilidad. Un país que elige como representantes a una banda de salteadores. Algo que solo se explica en que hemos perdido la visión, el sentido común, el oremus y, como afirma Manolo Saco, que seamos víctimas de nuestros malos hábitos de la adolescencia. Un país en el que Hacienda no somos todos, ¡somos cuatro! Porque defraudar y trincar es de listos. Un país en el que el fraude fiscal se cuantifica en torno a los 90.000 millones de euros y en el que los billetes de quinientos campan a sus anchas. Un país de pícaros y espabilados como estos de la cúpula del PP que, al fin y al cabo son primos inter pares, los más listos, los triunfadores de este país de chorizos. Aquellos que han conseguido el sueño del españolito medio, trincarle la cartera al prójimo, gastarte lo ajeno ¡y alardear de ello! Porque ese es el mayor drama de este país. Más que los 6 millones de parados (¡¡¡SEIS MILLONES!!!). Aquí se tolera el robo... se auspicia el robo... se promueve el robo... y, por supuesto, se apoya el robo. De ahí que este institucionalizado. Porque está bien. Porque es cool. Porque, al fin y al cabo, ¿no es lo que queremos todos? De ahí que nunca pase nada y todo quede en agua de borrajas. Porque este es una mierda de país en el que imperan códigos éticos harto discutibles.
Y eso es lo que somos.
Una gran mierda.
Y la marca España es un inmenso zurullo de elefante al que le ponemos ojitos y boca para que nos resulte más amable.
Y sí, lo de dinamitar el Congreso es una opción. Si no cambian las tornas (¡y ya!), es la única opción.

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La viñeta es de El Roto, ¿de quien sino? Una de las pocas luces que nos alumbran en estos días oscuros en los que el color del cielo oscila entre el marrón diarrea y el negro caguerà de borratxo.

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