miércoles, 14 de enero de 2015

Al rico camarón de la bahía...

Mi primer acercamiento a la extraña prosa de Roberto Montero González -Montero Glez. para los amigos y también para los enemigos- ha sido ha través de “Pistola y cuchillo”. Se trata de una novelita corta a través de la cual el escritor madrileño revive los últimos días de José Monge Cruz aka el Camarón de la Isla.

Antes de sumergirme en este libro ya conocía algo de la vida, milagros, formas y temas de Montero a través de un puñado referencias buenas y otras no tanto que son fácilmente localizables en la red de redes. Y es que su realismo sucio y hasta macarra, su estilo físico por definirlo de alguna forma, y ese gusto por la reiteración, le han grajeado no pocos detractores. Si bien y para ser justos, la relación de fuerzas con el ejército de incondicionales y feladores profesionales está bastante equilibrada. Y es que parece evidente que Montero Glez. desata tanto pasiones como odios, lo que ya es motivo suficiente para que este menda quiera acercarse hasta su universo. Por otro lado está la temática del libro. Y es que hay quien vende “Pistola y cuchillo” como la obra definitiva sobre Camarón de la Isla. Lo cual, para un vástago de gaditanos y, consecuentemente, camaronianos acérrimos, que además se educó entre los lamentos y quejíos de esa voz quebrada y jonda como ninguna, un libro como este no podía pasar desapercibido.

Lo cierto es que una vez terminada “Pistola y cuchillo”, he confirmado aquello de que Montero Glez. es un escritor tremendamente particular. Y eso que aún no tengo claro si me alineo entre los haters o los lovers a la causa. Para eso necesito algo más de chicha y este libro me ha sabido a poco. Aunque sí tengo claro que, por el momento, su propuesta me interesa bastante.
Montero es un autor de aquellos que se preocupa más por el cómo se cuentan las cosas que por lo que cuenta en sí, lo cual, a priori, no es ni bueno ni malo sino todo lo contrario. Y es con esa preponderancia de la forma sobre el fondo como el autor nos introduce en la vida del Camarón camino de la muerte. Entramos con él en la mítica Venta Vargas, lugar sagrado del flamenco donde el genio de San Fernando, enfermo pero sin resignarse a morir, deberá tomar una de las decisiones más duras de su vida. Decisión que involucra al propio autor, a un gallo de pelea y a una serie de personajes secundarios especialistas, como el propio Camarón, en los diálogos a golpe seco y en la sabiduría del cante jondo.

Había leído que Montero Glez. bebe de la mejor tradición castiza que ensayaron Cela y sobretodo Umbral y he de decir que algo de todo eso hay. Narrativa que respeta los postulados del realismo sucio pero a la hispánica, con arquetipos sacados del mundillo de las tabernas, los tablaos, las peleas de gallos, los toros y el gitaneo. Un relato absorbente que gustará tanto a los fans de Camarón como a los de Bukowski. Eso sí, de novela definitiva sobre el maestro de . Existen mejores libros para introducirse en la obra de este gitano rubio cuya leonina cabellera fuese inmortalizada por el gran Alberto García-Alix.
Al rico camarón de la bahía, al rico camarón de la bahía, lo pesco de noche y lo vendo de día”.

lunes, 12 de enero de 2015

Ardió Babel...

Fue a principios del pasado mes de mayo cuando El Columpio Asesino, banda liderada por los hermanos Arizaleta, presentó el que viene a ser su quinto elepé. Un regreso más que esperado que no creo haya decepcionado a casi nadie. Desde luego no a quien suscribe estas líneas, que no dudo en situar “Ballenas muertas en San Sebastián” en el número cuatro de la lista con los discos más choriflayers publicados durante el 2014
Y no es para menos. Creo que es lo mejor que ha firmado la banda pamplonica al menos hasta el momento. Superando con creces todo lo bueno que ya ofrecían en “Diamantes” y que se intuía en los tres discos anteriores. Y es que el tono general de "Ballenas..." es glorioso. Crudo e intenso. Muy kraut y aún más Suicide, industrial y frío pero sin dejar de lado su cara más techno-popPor todo ello me moría de ganas de verles sobre el escenario. Todavía más cuando, no hace muchas fechas, me los tuve que perder por culpa de ciertos imponderables. Así que para La3 que nos fuimos...

Y el encuentro fue satisfactorio. ¡Muy satisfactorio! Tienen tablas los gachones. Amén de una buena puesta en escena y un muy buen sonido. Con ello nos ofrecieron un concierto solido y largo, para suerte de un respetable completamente entregado que abarrotaba, sin llegar a agobiar, el recinto pre-portuario. 
Como no podía ser de otra forma ardió Babel con sus torres de papel, un coche bomba estalló en Moscú, todo se hizo ruido y todo calló en el olvido, estudiamos libres movimientos en ausencia de todo tiempo, pero también asistimos a como el diablo da las llaves del cielo y, por supuesto, con amigos y extraños coincidimos en los baños y bailamos, ¡vaya si bailamos! Y solo íbamos de cervezas, ¡ojo!

La verdad es que El Columpio Asesino son un grupo especial. Una rara avis dentro del panorama musical patrio. Una especie de halcón sacre cuyo vuelo, aunque nos incomode y a veces nos turbe, merece la pena contemplar y aún más conservar. Privarnos de ello sería un crimen.

viernes, 9 de enero de 2015

El Círculo

La última de Dave Eggers es una historia siniestramente verosímil sobre una corporación todopoderosa que, a la postre, sirve al autor para alertarnos sobre los peligros de la era digital. Ambientada en el presente o como mucho en un futuro no muy lejano, la novela es sátira y thriller por partes iguales. Aunque por encima de todo busca que el lector reflexione sobre las amenazas contra la privacidad, la libertad y la democracia a lo que nos puede conducir la utopía digital. Esa Arcadia feliz dataficada en la que nuestra vida como individuos podría llegar anularse.

Vale, lo sé, todo suena muy denso y malrollero, pero no es para tanto y el libro nos permite seguir el hilo de una forma bastante ágil y sin necesidad de abrirnos las venas al final de cada capítulo. Más que nada porque con el transcurrir de las páginas, nos vamos dando cuenta de que la mayoría de los elementos de esta distopía orwelliana están ya presentes entre nosotros en este mismo instante. 
[¿¿¿Qué qué??? ¿lo ha arreglado el gachó o no?]

Todo eso lo vivimos a través de Mae Holland, una joven recién contratada por el Círculo, la mega-empresa mencionada al comienzo, con infinidad de negocios y pleitos en los que se respira la idea de crear un mundo con identidades virtuales unívocas y veraces, amén de conseguir que todos seamos trasparentes a través de la red. Todo ello a través de un innovador sistema operativo capaz de unificar direcciones de correo, redes sociales, operaciones bancarias y contraseñas de usuarios.

El caso es que, entusiasmada con la modernidad y la actividad de la compañía, nuestra heroína se va alejando cada vez más de su familia, amigos y vida al margen del Círculo. En paralelo con ello, el rol de Mae dentro de la compañía va adquiriendo una absoluta visibilidad, hasta el punto de que prácticamente todos sus movimientos y conversaciones son de absoluto dominio público. 
Al final, como no podía ser de otra forma, lo que comenzó siendo una historia de superación e idealismo acaba por convertirse en una puta pesadilla con moraleja: El Gran Hermano ya está aquí y somos nosotros mismos.

El libro es ameno e interesante y no está exento de momentos de brillantez. Pero no es la súper novela que va a revolucionar el mundo de la ciencia ficción literaria como se está vendiendo. Recomendable sí, pero sabiendo donde uno se mete... 

...si queréis más sobre Eggers pinchad aquí, aquí o aquí.

jueves, 8 de enero de 2015

Je suis Charlie

"La fe está bien para los que la tienen. Mientras no me la tiren por la cabeza. Tengo más fe en mi fontanero que en el ser eterno. Los fontaneros hacen un buen trabajo. Dejan que la mierda fluya". Charles Bukowski. 

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Tan solo recordarles a estos simpáticos terroristas que Marine Le Pen les agradece encarecidamente los esfuerzos en pos de la reconciliación y el entendimiento entre religiones y culturas.  
Hoy toca esta mierda. Que le vamos a hacer... 

miércoles, 7 de enero de 2015

Sed - La leyenda del Santo follador

Y no, lo siento por si el título de la entrada os lleva a engaño, pero no estamos ante la versión picantona del clásico de Joseph Roth. ¡Y a Dios gracias! O no... ...tal vez así la cosa hubiese cobrado algún sentido e interés. Pero nanai. Porque, como dice el refrán, “lo que no puede ser no puede ser y además es imposible”. Y una película sobre un cura vampiro follador e infectado de algo parecido al ébola, no puede ser buena de ninguna de las maneras.

Os hablo de "Thirst" (2009), coreanada al cargo de Park Chan-wook, también responsable de aquella joyita del cine malroller titulada "Old boy", o más recientemente de la bellísima "Stoker". La historia de un cura entregado en cuerpo y alma a la caridad y al padecimiento al cual le acaba cegando la sed. Y no la de agua precisamente, sino la de sangre, sexo y también la de hacer constantemente ridículo. Aunque ridículo, lo que se dice ridículo, es la pretensión de Chan-wook de que nos tomemos en serio sus desmanes. Y es que estamos ante un delirio filmado. Un sueño post-borrachera que es imposible tomarse en serio. A veces aburre y otras asquea, pero nunca entretiene. Rigor e intensidad por los aires, manierismo, redundancia y absurdo campando a sus anchas. Y encima es larguísima, hasta el punto de que cuando la terminas tienes la sensación de que has malgastado dos horas largas de vida.

Una vez escuche decir a Unai Emery, creo que siendo entrenador del Valencia CF, que las derrotas de su equipo le dolían tanto que le quitaban vida. Que los goles en contra le suponía perder años. Pues bien, tras el visionado de películas como esta a mí me pasa lo mismo, o incluso más. Soy consciente de que viviré mucho menos por culpa de Park Chan-wook. Ni alcohol, ni drogas, ni mala vida, ni pollas... Así que muchas gracias por la parte que te toca peaso desrasiaao!!!

Y es que cada vez ando más convencido de que el cine si que es casta. La auténtica casta que asola a este mundo. Casta y además caspa. ¡Chúpate esa Pablemos!

martes, 6 de enero de 2015

El peregrino encantado

Tenía anotado este libro desde que Paul Harding, en una entrevista publicada por El País a comienzos de 2012, hablara de un clásico ruso al que no se había prestado toda la atención que merece. Así que, aunque un poco tardíamente, le hice caso al autor de “Vidas de hojalata” y estas Navidades me enfrasqué en la historia de ese botarate algo inocentón y bastante conservador que protagoniza “El peregrino encantado”.

La historia comienza en una travesía por el lago Ladoga en Carelia, cerca de la frontera ruso finlandesa. Los pasajeros sienten curiosidad por la figura colosal de un hombre ya maduro, ataviado con sotana de novicio, pero con aspecto de cualquier otra cosa. A partir de ahí nuestro peregrino se prestará a relatar su historia para amenizar el viaje. Comienza así un relato en primera persona sobre la vida de Iván Severianich, experto en caballos que, a la manera de aquel Leonard Zelig creado por Woody Allen, parece haber estado en todas partes y ejercido todos los oficios. Una historia repleta de detalles hilarantes y personajes entrañables que se lee la mar de bien.

Fantástica, divertida, brillante y muy amena la lectura de esta obra inédita en castellano hasta no hace tanto. Ello a pesar de ser una obra emblemática de uno de los maestros de la literatura rusa del siglo XIX, Nikolai Leskov. Y no porque lo diga yo, eso es cosa de Gorki y hasta de Walter Benjamin.  

lunes, 5 de enero de 2015

Fargo

El mundo de las series está tremendamente sobrevalorado y lo sabéis. Es más, creo que ya está empezando a apestar. Esa necesidad de poner por las nubes cualquier cosa con la matricula HBO; ese acriticismo respecto a cualquier producto del Channel 4; esa complacencia con la apuesta de temporada lanzada por la NBC o la Fox o la BBC... En fin, que se me acaba de ocurrir que no estaría mal dedicarle unas líneas al asunto. Así que, durante los próximos días, os haré participe del fruto de mis cavilaciones y elucubraciones. 
Avisados quedan.

En todo caso, desoyendo todo lo anterior y cayendo en mis constantes contradicciones, cuelgo esta entrada que va justamente sobre una serie de televisión. Una que encima me ha gustado y mucho... ¡manda webs! En mi descargo diré que consta de tan solo diez episodios de menos de una hora, lo cual convierte a Fargo -la serie- en una especie de película pero muy larga. Vamos, el tipo de film que por metraje, Cecil B. DeMille y hasta George Stevens hubiesen estado encantados de filmar pero que, por una cuestión de época, técnicas cinematográficas y sobretodo cuartos, no pudieron dirigir.

Antes que nada decir que Fargo (Joel y Ethan Coen – 1996) fue y es una de mis pelis favoritas de todos los tiempos. Creo que junto a “Un tipo serio” (2009), “Muerte entre las flores” (1990) y “El hombre que nunca estuvo allí” (2001), supone el cenit de la filmografía de estos hermanos nacidos en Minnesota a mediados de los cincuenta. Además, ese señor Lundegaard que protagoniza la historia, maravillosamente interpretado por William H. Macy, me parece uno de los mejores personajes que jamás nos haya regalado el mundo de la ficción cinematográfica. El relato es absolutamente fantástico y la puesta en escena y las actuaciones son inmejorables. Por todo eso debería haberme espantado a la hora de ver una serie como Fargo que, a todas luces, no podía sobrepasar lo ofrecido por la cinta original. Pero la insistencia de un buen amigo, unido a la escasa duración ya mencionada, me convencieron. Ahora puedo decir que no me arrepiento.

Fargo (2014), la serie, transcurre en el mismo universo que el largo de los Coen, si bien no es una copia del mismo. Si que mantiene elementos de aquel como la temática policíaca, la tensión ambiental, la violencia contenida y por encima de todo el humor negro. También el aroma de los personajes principales como ese Lester Nygaard que tanto se parece a Jerry Lundegaard (también gracias a la interpretación, en este caso de un gran Martin Freeman), o la agente Solverson (Allison Tolman) que bebe mucho y bien del personaje interpretado por Frances McDormand en la cinta original.

En esta ocasión el hombre apocado y tímido que inicia el lío no está casado con la hija de un millonario, sino que está sometido a una mujer mandona y faltona a la que esquiva echando horas vendiendo seguros en una agencia de mierda. La mujer acaba muriendo, aunque en circunstancias y por causas diferentes que en el largometraje y aquí es donde comienza el enredo. De alguna forma que no desvelaré, Lester se ve relacionado con un matón profesional (Billy Bob Thornton) que termina convirtiéndose en el verdadero protagonista de esta bizarra aventura en la que hay pocos buenos y demasiados malos.
Por cierto que, al igual que sucedía en la película de los Coen, los episodios comienzan con un cartel que asegura que lo narrado se basa en hechos reales (“Por respeto a los vivos se han cambiado los nombres de los protagonistas; por respeto a los muertos se ha contado todo tal y como ocurrió”). En los dos casos es mentira. Una tomadura de pelo. Pura invención de sus creadores. Si bien encontraréis cientos de páginas de internet en las que se discute acaloradamente sobre si todo esto sucedió en algún gélido paraje de los EEUU. Vosotros mismos.

Así que la puedo recomendar. Es más, ¡la debo recomendar! Y va a ser la última vez, que lo sepáis- ¡Palabrita del niño Jesús!

Ya para acabar deciros que el anuncio de una segunda temporada me lo tomo a cachondeo. Vamos, que no sé que sentido tiene. ¿Cómo cojones lo van a hacer a la vista de como terminó la primera? Yo no lo veré... creo. 
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