lunes, 22 de junio de 2015

Retorno a aquel Mediterráneo tan feliz

Íñigo Domínguez es vasco y además reside desde hace mucho en la bella Italia. Es más, según parece, su relación con el país que le vio nacer, se limita a pasar las vacaciones en familia y visitar a los amigotes de la infancia. Cuando este corresponsal de El Correo en Roma decidió embarcarse en el proyecto del que ahora os voy a hablar, llevaba la friolera de siete años fuera del territorio nacional. Y según el mismo reconoce, apenas si conocía la costa mediterránea, más allá de que, posiblemente, alguna vez se halla rustizado en las playas de Salou o hasta zampado algún remedo de pintxo de los que se elaboran en las "tabernas vascas" de Benidorm. Al margen de todo eso, no existen dudas sobre que Domínguez se ha convertido y por méritos propios, en uno de los periodistas españoles actuales más interesantes. Un tipo con unos puntos de vista que no son solo respetables sino que además, en la mayoría de ocasiones, considero acertadísimos. Y sus proyecciones, nunca gratuitas, se acercan peligrosamente al concepto de premonición. Valga como ejemplo la nota previa a la primera edición de "Mediterráneo descapotable" (Libros del KO, 2015):
"Cuando iba y venía de vacaciones tenía una sensación creciente de que todo el mundo se estaba volviendo loco y mi país cada vez me gustaba menos. La degeneración del paisaje visual, el explícito, me parecía a mí, era resultado de un concreto paisaje moral, oculto, o no tanto. En verano ya se empezaba a sentir que algo no iba bien -ya habían saltado las primeras alarmas por el desplome de la venta de pisos- pero ni nos imaginábamos el auténtico significado de la palabra crisis, que íbamos a descubrir enseguida, en caída libre."

El viaje que da origen a este libro y consiguientemente a este tipo de reflexiones, se produjo durante el verano del 2008. Al poco tiempo quedaría oficialmente inaugurada la crisis que aún hoy día perdura, con la celebérrima quiebra de Lehman Brothers -el banco, que no los maravillosos diyéis-.
La idea inicial era recorrer parte de la costa mediterránea, visitando sus principales enclaves, en tan solo un par de semanas y a bordo del descapotable que se cita en el título. El viaje comenzaría por Collioure (Francia), desde la tumba en la que reposan los restos de Antonio Machado, para terminar en ese esperpento llamado Gibraltar. Estamos por lo tanto ante un libro de ruta, escrito de forma amena e incluso divertida, aún cuando lo que hay detrás tiene poco de gracioso. De ahí que muchos de los chistes y bromas recogidas enmascaren furibundas críticas. A fin de cuentas, el distanciamiento obligado del periodista respecto a las realidades que presencia, le permite captar con mayor objetividad los defectos de un país ya en plena crisis, aunque por aquel entonces casi nadie fuese consciente de ello. Así es como vamos asistiendo a una relación detallada de desmanes, que van in crescendo conforme descendemos por la A-7. Y es que, visto lo visto, las barbaridades cometidas en Lloret de Mar o Burriana palidecen ante los despropósitos y las corruptelas que han campado a sus anchas en diferentes enclaves de las provincias de Málaga y Alicante o la región de Murcia.

Pero lo más interesante de este road-book, viene al final del viaje. Íñigo Domínguez se ha peocupado de redactar un apéndice actualizado a fecha de anteayer, el cual podría resumirse con el profético a la par que castizo "de aquellos polvos, estos lodos". Las casi cien páginas en las que consiste esta especie de informe sobre la corrupción mediterránea, debería avergonzarnos a todos aquellos que somos y/o habitamos a la vera del Mare Nostrum. El sinfín de corruptelas, la cantidad de políticos chapuceros y el tamaño de las tramas de delincuencia financiera que han aflorado durante los últimos años en esta parte del país, son una cosa tremenda. Increible que hallamos consentido que se llegara hasta ese punto. Y todo por culpa de un concepto mal entendido de lo que supone es la mediterraneidad. Turismo de Sol y playa que muchos -¡demasiados!- interpretaron como turismo de pelotazo y a huir.

También podríamos ver este "Mediterráneo descapotable" como un cuento moral. Una lamentable historia de tontos y/o malos en la que se nos conmina a aprender de nuestros propios errores y a no volver a insistir en ellos. Aunque es más bien un deseo que un mandato. Basta con oír a ciertos políticos de la terreta para darnos cuenta de que el cambio de modelo y sobretodo de mentalidad aún anda lejano. 

En definitiva, una recomendable lectura veraniega. Casi fundamental para aquellos que siendo de por aquí, aún no se han aprendido la lección... 

Ah! Que no se me olvide... Me parece un gran acierto por parte de la editorial, el haber ilustrado cada uno de los diecisiete capítulos de este libro-viaje, con otras tantas viñetas firmadas por mi amigo Esteban. Una serie de ilustraciones marca de la casa que le van como anillo al dedo a este librico.

viernes, 19 de junio de 2015

granada, con G minúscula...

...que es como a Sílvia Pérez Cruz y a Raül Fernandez Miró les gusta escribirlo. Por el fruto del granado, comestible, ovalado, de corteza dura y delgada, granulado y dulce en su interior. Pero también por ese proyectil, hueco, de pequeño tamaño, explosivo y capaz de generar una destrucción impropia dadas sus dimensiones. Así es como definen ambos este "granada", segundo álbum firmado por la ex-componente de Las Migas, primero junto al líder de Refree. Un disco que engrandece el encanto de la nostalgia hasta tal punto, que la R.A.E. debería aceptar una tercera acepción de “granada” en el diccionario de la lengua española, en homenaje a este exuberante disco de versiones/adaptaciones. Una maravilla que este menda ya situó en el top ten de recomendaciones extraídas de la rica cosecha musical 2014 y es que, creedme, no es para menos. Porque el álbum, escucha tras escucha no para de crecer. Y no os digo nada después de disfrutar de su traslado al directo. ¡Que cosa más tremebunda!

Y es que anteayer por la tarde-noche, tuve la suerte de ser uno de los pocos valencianos y/o residentes en el Cap i Casal que presenciaron la defensa de "granada" sobre las tablas. Fue en el teatro Olympia, marco incomparable para desgranar los cortes incluidos en un disco que no tiene desperdicio. Fue algo mágico. Muy grande. Irrepetible. Casi dos horas y media de bolo incluyendo bises y hasta "trises" -o como coño se diga eso- pero de los de verdad. Nada del paripé al que casi todas las bandas nos tienen acostumbrados. Porque esa noche todo se produjo en perfecta sintonía. La de un público heterogéneo absolutamente entregado a la causa y la de una pareja de artistas encantados con la gente, incluso emocionados, siempre prestos a satisfacer las demandas del respetable.

Muchos consideran a Sílvia Pérez Cruz como una de las mejores voces del momento. Uno de los fenómenos del año pasado sin duda, si bien la artista de Palafrugell ya lleva unos años dando el callo. Ayer quedó sobradamente demostrada su valía. Que voz, madre mía de mi alma... ¡Menudos pulmones tiene la gachona! Y que variedad de registros... Pero sobretodo, que belleza y que entrega. Las manos de su compañero de correrías, el mencionado Raül Fernandez, tampoco le fueron a la zaga. Y si me apuráis, hasta el encargado de iluminación, ya que, como reconocieron los propios artistas al final del show, esos magníficos juegos de luz son algo fundamental para esta gira. Algo que embelleció muy mucho un espectáculo ya de por sí bellísimo. 
 

La cosa empezó por el célebre "Abril '74" de Lluís Llach y continuó con la "Tonada de luna llena", una de las coplas más conocidas del venezolano Simón Díaz. Ya desde ese momento tenía a todo el público metido en el bolsillo. Siguió con el mix alemán Heine – Schumann con "Im wunderschönen monat mai" / "Aus meinen tränen spriessen", que sonaron dulces pese a lo aspero de la lengua de Goethe. Inmediatamente después vino uno de los momentos álgidos de la velada, con la aparición de las primeras lagrimillas, gracias a ese precioso "Hymne à l'Amour" de Edith Piaf absolutamente embellecido por Sílvia y que me perdonen los puristas. Llantos que no terminaron de secarse y ya estábamos sumidos en "I get along without you very well (except sometimes)" de Nina Simone o de Chet Baker, que lo mismo me da que me da lo mismo. Después sería el momento de "Mercè" de Maria del Mar Bonet que a su vez daría paso, en un fantástico cambio de registro, a la interpretación de "Acabou chorare". Bonita canción compuesta a principios de los 70 por los Novos Baianos y en la que Sílvia y Raül colaron una estrofilla del "Panis et circenses" de los imprescindibles Os Mutantes. Golazo por toda la escuadra.

La segunda parte del concierto se inició con "Carabelas nada" de Fito Páez y "Piedra en el camino" en una versión que bebe mucho de la adaptada por Atahualpa Yupanqui. Ambas relecturas darían paso al no suficientemente conocido "Cant dels ocells" de Pau Casals, en su versión cantada. Ese fue el prólogo al segundo gran momento de la noche o, porque no decirlo, al auténtico momentazo de la noche y que fue, como no podía ser de otra manera, la portentosa readaptación de dos clásicos del tristemente fallecido Enrique Morente. Hablo de ese "Compañero (Elegía a Ramón Sijé)", cuya letra e inspiración pertenece a don Miguel Hernández y a su amigo Ramón, y por supuesto "Que me van aniquilando", perfectamente enlazada. Un momento de emoción generalizada, incluso de catarsis, al que el público respondió con un atronador aplauso que pareció no iba a tener fin.

Creo recordar que fue en ese momento cuando Sílvia comenzó con sus habituales juegos capilares, recogiéndose la melena para poco después volvérsela a soltar y luego colocarla de otra manera... a la vez que relajaba un tanto el ambiente con la deliciosa y desenfadada interpretación de "Albert", composición que supone un pequeño homenaje al loco de "Albert Pla" y que comienza con estrofas de la divertida "Papa, jo vull ser torero". Después de esto, tiempo para retomar a Lluís Llach con su versión musicada de las "Corrandes d'exili" de Pere Quart que un servidor recuerda más por la de su paisano Ovidi Montllor. Anticipo del sentido homenaje de Sílvia a sus padres: el desaparecido compositor de habaneras Cástor Pérez Diz y Glòria Cruz. Sería a través de una de sus creaciones, titulada "Vestida de nit", que sonó tremendamente emotiva, como casi todo en esta noche de ensueño. Y de ahí dieron paso, con nocturnidad y alevosía, al que debía ser el punto y final de un maravilloso espectáculo. Me refiero a ese "Pequeño vals vienés" de Lorca a través del "Take this waltz" de Leonard Cohen pasando por Morente & Lagartija Nick. Pero no... Tan solo era un punto y seguido. Aún nos quedaba la guinda en forma de bises.

Programado estaba, como no, cautivarnos con la relectura de ese "Gallo rojo, gallo negro" compuesto por Chicho Sánchez Ferlosio y cuyo mensaje sigue tan de actualidad hoy día. Por mucho que el buenismo de mis compañeros de trinchera les incapacite para percatarse de cuales son, han sido y serán las reglas del juego democrático en esta jodida España. Hubiese sido un glorioso final, pero la gente quería más, ¡necesitaba más! Por suerte, tanto la cantante gerundénse como el músico barcelonés, también lo deseaban. De ese convenio tácito surgió una preciosa adaptación de "Cucurrucucú paloma". Preciosa a la par que extraña y es que, originalmente compuesta por el mexicano Tomás Méndez, uno la recordaba muy diferente en boca de Caetano Veloso, Celia Cruz, Harry Belafonte y hasta de Julio Iglesias. Ya para terminar y esta vez de verdad, Sílvia y Raül se despidieron de todos nosotros con "Menuda" de Joan Manuel Serrat. 

Uno de los conciertos del año sin duda alguna. Uno de los conciertos de recordaré durante toda mi vida y lo digo en serio.

Así que, gracias y hasta la próxima pareja de cracks. Espero y deseo que el retorno hasta estos parajes no se haga de rogar demasiado.

martes, 16 de junio de 2015

¡Viva Zapata!

Y no me refiero al dirigente revolucionario mexicano, inmortalizado por Elia Kazan en aquella sobresaliente película protagonizada por Marlon Brando en 1952. Esto va por Guillermo Zapata, dimitido edil de cultura del recientemente constituido Ayuntamiento de Madrid. Un tipo al que se ha exigido más de lo que se exige al común de los mortales. Desde luego más de lo que le pedimos al común de los políticos españoles. Y muchísimo más que a Rafael Hernando, Pablo Casado o Cristina Cifuentes, solo por poner tres ejemplos que afectan al ofendidísimo PP.

Y es que, en otro episodio de cinismo e hipocresía marca de la cas(t)a, han conseguido que el representante electo de Ahora Madrid dimita del puesto en el cual le habían situado los madrileños. Y todo por unos tuits publicados en su cuenta hace cuatro años, cuando era un ciudadano anónimo. Unos tuits que, para mas inri, formaban parte de una discusión sobre los límites del humor suscitada con motivo del vergonzante affaire Nacho Vigalondo vs El País. Un hilo en el cual, por cierto, participó este menda. Así que voy a apresurarme en borrar mi timeline de Twitter por si dentro de unos añitos alguien decide esgrimirlos en mi contra para expulsarme de la comunidad de vecinos o impedirme el ingreso en el A.M.P.A.

A ver, no es por buscar agravios comparativos, pero manda huevos que en España se tenga que dimitir por eso y no por, pongamos por caso, llevarse por delante a unos agentes de movilidad, estafar a los preferentistas, no condenar los crímenes del franquismo, filtrar datos fiscales de adversarios políticos, negar el acceso a la sanidad a los inmigrantes sin papeles, financiarse ilegalmente, llevárselo crudo a Suiza o a Andorra, irse a follar a las Canarias con cargo al erario público, cobrar sobresueldos en B, manipular accidentes de metro o de avión, proteger a abusadores en el seno de las sacrosantas Fuerzas Armadas, repartir lo de los parados entre amigos y familiares, insultar y amenazar a jueces y policías o directamente sustituirlos al gusto, retirar medicamentos a enfermos crónicos o conceder finiquitos en diferido. Y es que Zapata, este Zapata, ni es un terrorista ni es un chorizo. Ni siquiera podemos achacarle el ser un mal gestor cultural. Ni la ineficiencia en el desempeño de cualquier cargo público. Tampoco es uno de esos que se han ido por la puerta grande, triturando legajos de documentos oficiales antes de abandonar el despacho. No, nada de eso. Guillermo Zapata lo único que ha hecho (mal) es contar chistes... Mejor dicho, entrecomillar chistes en el marco de un debate más amplio... Y encima utilizando el humor negro...¡¡¡waaaalaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!! 'ande vamos a ir a parar???

Y eso que hace cuatro días todos éramos Charlie. Desde el ABC, a El Mundo, pasando por La Razón, El País, Interecomía, el PP, y hasta el PSOE... todos eran Charlie y se rasgaban las vestiduras ante el salvajismo y la sinrazón de los integristas. Parece ser que allí si teníamos claro aquello de que las religiones, como todas las ideas, pueden ser criticadas, satirizadas e incluso faltarles al respeto sin miedo a las consecuencias. Todo quedaba amparado en el amplio paraguas de la libertad de expresión. ¿Todo? Pues parece que no. Mejor dicho, ahora ya no. Alguien ha decidido que los chistes de aquellos a los que vemos como enemigos no tienen perdón de Dios. Poco importa si hasta a los supuestos agraviados se la suda, restándole importancia a los tuits . Aún les interesa menos el contexto en que se produjeron y ni siquiera que el tal Zapata los publicase cuando no era ni el presidente de su escalera. Visto lo cual, estaría bien cuestionarse qué coño fueron a hacer todos estos pánfilos en la gran movilización por los asesinatos del Charlie Hebdo. ¿Para que cojones salieron a las calles? ¿A dominguear? ¿O a pintar el mono como casi siempre? Je suis Charlie clamaban... Ya, ya... ¡Los cojones! Unos hipócritas y unos falsos, eso es lo que son. 

Siendo esto lamentable, lo que más me duele de toda esta historia no son las reacciones de esa derecha política rancia y el casposo TDT Party. De esas gentes no espero nada bueno. Lo peor de lo peor es el modo en el que la izquierda mediática ha reaccionado, bailando al son de lo que marcaba doña Esperanza Aguirre -la musa del facherío patrio- y sus palmeros. Anoche mismo, en el Intermedio de La Sexta asistí a un ejercicio de equidistanismo impropio y asqueroso. El tito Wyo actúo como un pelele de la marquesa antisistema. "No hay que confundir los límites del humor con los de la ofensa" decía. ¡Tócate los huevos! ¡Pero si eran chistes, imbécil! ¡¡¡Y no debería haber límites en el humor!!! Precisamente tú, que eres un puto humorista curtido en mil y una persecuciones, lo deberías saber mejor que nadie. 'enga, dime un solo chiste que no "ofenda" a algún colectivo. A ver, veamos, ¿un chiste de vascos? ¿de catalanes o andaluces? ¿de argentinos tal vez? ¿sobre cornudos? ¿chistes de maridos y mujeres? ¿de cojos o ciegos? ¿sobre funcionarios, putas, portugueses, moros, leperos, chinos...? ¡ ¡Ilústrenme Señorías! Y es que, no sé cómo coño nos lo vamos a montar para contar uno sin que algún colectivo pueda sentirse ofendido. Ánimo, espero vuestras propuestas.

En relación con esto último me gustaría recomendarle a la izquierda de este país, la mediática y la que no lo es; a la que voto, a la que he votado y hasta a la que nunca votaré; que se meta en la puta cabeza que los conceptos bueno y malo, o sea, lo que está bien y lo que está mal, aquello que es ético y lo que no lo es ya me entendéis, no se los puede dictar la derecha. Aunque solo fuera porque, viendo la mierda de derecha cavernícola que nos toca sufrir por estos lares, si les hacemos seguidismo, estamos bien jodidos.

Así que no. Yo no estoy contento con la dimisión de Zapata. ¡Que cojones! Zapata, como cualquier ciudadano de este país, tiene derecho a ejercer el humor sobre cualquier tema nos guste a los demás o no. Que luego sus chistes nos parezcan buenos o malos, que no nos riamos con ellos o incluso que nos toquen la moral, eso ya es harina de otro costal. Y por cierto, que no se me olvide mencionar al gran Manuel Jabois y su columna de hoy martes. El chiste no convierte en mejores personas a quienes no les haya hecho gracia respecto a aquellos a los que sí. A ver si nos enteramos de una puñetera vez.

En fin y ya para acabar, mencionar que la última vez que alguien copó todas las portadas de los diarios nacionales, hizo falta el saqueo mayúsculo capitaneado por un todopoderoso ex-Ministro al cual aún hoy algunos atribuyen ser el artífice del "milagro económico español". Ahora le corresponde ese honor a un don nadie. Le ha bastado con tres o cuatro tuits de mierda. This is Spain.

¡Y que viva Zapata carajo!

Je suis Zapata...  
...y la mayoría de vosotros no, panda de gilipollas. Así nos luce el pelo.  

lunes, 15 de junio de 2015

Viejo es el viento y todavía sopla

La RAE define terror como aquella sensación de miedo intenso y al parecer la clave radica en lo de intenso. O sea, que el terror se da cuando esa perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo real o imaginario que es el miedo, supera los controles cerebrales y ocasiona que el sujeto no pueda pensar de forma racional, no reaccionando o sí pero malamente que para el caso da lo mismo. Por otra parte, la misma Academia establece que terror, en su acepción adjetivada, sería aplicable a las obras cinematográficas o literarias que buscan causar miedo o angustia en el espectador o en el lector.

Se podría afirmar que la insana atracción de los humanos por infundir terror es más antigua que los rodapiés de las Cuevas de Altamira. De ahí que las representaciones destinadas a eso mismo o los propios cuentos de terror sean tan antiguos como el lenguaje, el pensamiento humano o el jodido viento al que me refiero en el título de esta entrada. Y es que, efectivamente, el asunto ya aparece como un ingrediente del folclore más antiguo, cristalizando en las narraciones orales, canciones, rezos y oraciones o textos sagrados arcaicos. Vamos, que esto no comenzó con Browning, Lovecraft, Poe o Tourneur y por supuesto tampoco con Carpenter, Craven, Ramsey Campbell o el puto Alexandre Aja. Aunque supongo que gentes como Uwe Boll, tan pagados de si mismos y de su obra perpetrada, opinarán de forma diferente.

El caso es que la emoción más antigua e intensa de la humanidad ha dado mucho juego a escritores y cineastas. Especialmente a los más malos de entre estos últimos y aún más de un tiempo a esta parte. Y es que, hoy en día, buscar alguna cinta de terror que merezca la pena equivale a aquello de encontrar una aguja en un pajar. No será por falta de producciones, marededeusinyor!!! Rara es la semana que entre los estrenos no se cuela algún reputado representante del género presentándonos su nuevo zurullo. Y así andamos, con las producciones del Boll de turno campando a sus anchas en las cada vez más escasas salas de cine.
Pero mira tu por donde que este año he hallado la aguja. O más bien me he pinchado con ella y eso que hace ya mucho que no me revuelco en ese tipo de pajares. La pelicullilla en cuestión se titula “It Follows” y la firma un tal David Robert Mitchell a quien no tenía el gusto de conocer. El punto de partida, que no es la polla Montoya y podría servir de arranque a cualquier film de terror al uso, se inicia con una rubia adolescente pensando en cosas de adolescentes rubias: En salir y follar con su novio guapetón. Lo que acabará por concretarse en la parte trasera de un coche. El problema es que por culpa del/los polvo/s a nuestra heroína le va a cambiar la vida. Y no porque el noviete fuese un trasunto de Rocco Siffredi con menos años y centímetros por allá abajo, sino porque el intercambio de fluidos conlleva el traspaso de unos espíritus con manía persecutoria a los que tan solo es posible ahuyentar continuando con la cadena de polvos. Es decir, enganchando a algún primo/a en alguna disco y haciéndole participar de esta versión porno-macabra del juego del tú la llevas.
¿Os hace risa? Pues nooooo... Ya os digo yo que no. Da muy mal rollito, believe in me. Entre otras cosas porque, si bien no lo parece por como lo he relatado, la historia es desagradable grado sumo. En ella todo lo que parece una cosa es otra muy diferente y, en buena medida, ni siquiera te lo esperas. Además es sumamente bella. Muy lírica. Algo inusual en este tipo de producciones. Y es que en “It Follows” el como está rodado es casi tan importante como lo que se nos cuenta. Con una mención especial a una serie de planos fijos en los que vemos acercarse a los espíritus cabrones a velocidad tortuga, o aquellos maravillosos travellings circulares en los que descubrimos muchas más cosas de las que los protagonistas consiguen ver.

Podría afirmarse que “It Follows” es una película de terror poético en la que hasta las escenas más inquietas están filmadas con un gusto exquisito. Una obra que va más allá del simple cine de género. Y eso a pesar de que no rehuye los homenajes a exponentes del cine de terror -cuando el género no había derivado en la mierdaca en la que se ha convertido hoy día- como “La noche de Halloween de John Carpenter. En este sentido, la elección de la música -que es genial- tampoco parece casual.

¿Estamos ante una obra maestra? ¿Es Mitchell la nueva esperanza blanca? Solo el tiempo lo dirá. Desde luego esta peli es una joyita que no deberías dejar pasar. Una rara avis dentro de un mundillo instalado en la mediocridad desde hace demasiado y cuyo fin último parece ser la venta de palomitas y pepsicolas entre la muchachada. 

viernes, 12 de junio de 2015

Luke Winslow-King, segundas partes -algunas veces- sí son buenas

A Luke Winslow-King tuve el placer de conocerle allá por el 2013. Fue gracias a Bloodshot Records, interesante sello de Chicago en cuyo catálogo aparecen algunos artistas sobre los que ya se ha hablado en esta bitácora como Ha Ha Tonka, Murder By Death, Jerry David DeCicca, JC Brooks & The Uptown Sound o los Deadstring Brothers. Por aquel entonces, el amigo Luke presentaba su tercer álbum, "The Coming Tide", una preciosa compilación de temas en la que este excelente guitarrista nacido en Cadillac (Michigan) pero residente en New Orleans, se complementa con su pareja Esther Rose para ofrecer su visión particular de la música de raíces. Y es que Luke Winslow-King es uno de esos a los que la crítica tilda de "nuevos tradicionalistas". Gentes como Pokey LaFarge, Kitty Daisy & Lewis o CW Stoneking -a pesar de que este último sea australiano e incorpore esa particularidad en su propuesta musical- que mezclan a la perfección elementos provenientes del ragtime, el blues del Delta, el góspel, el swing de Luisiana, el folk tradicional y como no, el rock 'N roll.

El caso es que tras "The Coming Tide" vino el no menos bueno "Everlasting Arms" y con ello cierto reconocimiento fuera de los EEUU y la consiguiente gira europea que, ¡oh sorpresa!, incluía una parada en Valencia. Eso fue durante el pasado mes de enero y no recuerdo muy bien porqué, o tal vez no me quiero acordar, pero no pude asistir a un show que, según cuentan ciertas fuentes de total confianza, resultó tremebundo. Pero bueno, como la vida a veces ofrece segundas oportunidades, prontamente -para sorpresa de propios y extraños- el artista norteamericano repitió cita en el Cap i casal. El hito se produjo justamente ayer y p'alla que nos fuimos. ¡Y menos mal!

Porque fue un conciertazo. Hora y tres cuartos de deleite musical con un Luke Winslow-King en estado de gracia, bailongo y hasta sabrosound, mostrando una absoluta sintonía con un público que se lo agradeció entregándose desde el minuto uno. No quiero olvidarme de la banda de acompañamiento. Una cuadrilla de virtuosos entre los cuales, y brillando con luz propia, hay que destacar el bajo de cinco cuerdas de don Brennan Andes y, por supuestísimo, al guitar-hero italiano Roberto Luti. Alguien que, debajo de su enorme pañuelo, esconde mucho más de lo que presagia ese look a lo Kid Rock de baratillo. Y en ese contexto fueron sucediéndose los mejores cortes incluidos en "The Coming tide", desde el que da nombre al disco hasta el trompetístico "Moving On (Towards Better Days)", amén de una versión bien bluesera del "Keep Your Lamp Trimmed and Burning". Pero también, lógicamente, las inevitables referencias a esa biografía musicada que es "Everlasting Arms", con la no suficientemente pinchada "Swing that Thing" a la cabeza. Lo más parecido a un hit que Luke Winslow-King tendrá en su vida con permiso de "Never Tired", precioso corte extraído de uno de sus primeros álbumes que también sonó, y muy bien, en el directo de anoche.
Y poco más que añadir. Tan solo recomendaros que si tenéis la oportunidad de presenciar un bolo de este muchacho, no lo dejéis pasar. Puro encanto sureño digno del Mardi Gras de New Orleans. No ha inventado la pólvora, es cierto, pero quizás tampoco anda tan lejos...

lunes, 8 de junio de 2015

Las vidas de Iván. Salvaje Rojo

Afirma gente que sabe de esto, que una segunda obra –en el caso que nos ocupa, un segundo libro- supone un momento trascendental en la trayectoria del artista. El autor, que no tiene rostro cuando crea ya que su rostro es justamente eso que crea, se halla en una encrucijada. Se trata de saber si con la nueva obra se confirman las maneras y el talento desplegado en el debut o por el contrario estas han quedado diluidas como un azucarillo en el café. En el caso que nos ocupa, cualquier atisbo de duda al respecto queda disipado al leer las primeras líneas de “De cigotos y galgos”, el primero de los relatos incluidos en “La vida salvaje”:
EL METRO SE DETIENE en la estación de siempre, las puertas se abren, la corriente nos empuja y una mañana más recorremos los pasillos juntos, todos juntos y revueltos, como un turbio río de carne. Encajados entre hombros ajenos, aprisionados entre axilas y desodorantes, alientos y legañas y sueños y pesadillas y codos huesudos en las costillas y grasa y sudor y pollas y culos. Una mañana más recorremos el espeso torrente de los pasillos, subimos escaleras mecánicas, las bajamos y volvemos a subirlas, y otra vez pasadizos de linóleo y carteles publicitarios de la sonrisa Vitaldent y fluorescentes y colas y tornos. Y al final salimos escupidos, vomitados, eyaculados a la calle siempre exactamente a las siete treinta y siete según el reloj-termómetro que se alza hacia el cielo azul junto a la boca de metro, y que veo en contrapicado mientras subo a pie los últimos peldaños. [...]
“La vida salvaje” es el segundo libro de Iván Rojo, el primero publicado por Rasmia Ediciones. Una buena muestra de ese universo Rojo por el que transitan personajes tan especiales y la vez tan normales como lo es el propio autor, o tú, ese que ahora está leyendo estas líneas y que en breve dará buena cuenta del libro. El estilo de Iván tan solo puede ser crudo, porque la vida lo es y todos, en mayor o menor medida, padecemos esos pequeños dramas –a veces no tan pequeños- que nos recuerdan lo que somos. Orgullosos miembros de una especie animal consagrada a la destrucción, la propia y la ajena, y que no solo tropieza dos veces con la misma piedra, sino que en ocasiones se gira y chuta con todas sus fuerzas a ver si revienta él, la piedra, el receptor de la pedrada o todos a la vez. Y es que en el fondo todos somos unos perdedores ya desde el momento en el que salimos del vientre materno. Abandonamos así ese entorno confortable y protegido y nos subimos al cuadrilátero de la vida a dar hostias, pero sobretodo a recibirlas. Todo eso nos lo muestra Iván con sus historias, ahondando en la parte referida al encaje de golpes, pero sin renunciar a esos momentos de ternura que nos recuerdan que hasta en Chernóbil sale el sol por las mañanas e incluso, muy de tanto en tanto, se pueden divisar majestuosas rapaces recortando su silueta contra el cielo radioactivo.
[...] Y ahí abajo, mirando frente a frente a la estatua como un imbécil, entre miles de burbujas perdiéndose para siempre, comprendes que nunca has sido tan feliz como en ese preciso instante. Y te importa una mierda las caras de estupor que te reciben cuando emerges. En primera fila hay una, más pequeña que el resto, que sencillamente se limita a reír. De la manera más nítida y más pura que jamás has escuchado. Porque sí, siguen resonando las explosiones, pero ahora las ves brillar y apagarse y brillar en el cielo. Justo encima de su risa. Bañándolo todo de luz. ("Feliz cumpleaños")
A diferencia de “Pantano”, debut literario de Iván en Sven Jorgensen, este libro compendia junto a esos relatos marca de la casa, una buena muestra del poemario que el escritor valenciano viene cultivando desde hace tiempo. Una poesía caracterizada por su realismo descarnado pero al mismo tiempo lírico, en ocasiones tierno pero casi siempre brutal, que nos remite al Bukowski de “Guerra sin cesar”, a las letras más desgarradas de Pablo Und Destruktion y también a las visiones amorosas de Houellebecq. Todo eso teniendo en cuenta que, a diferencia de los anteriores, la escritura del Rojo está fuertemente influida por la atmósfera de la terreta. La de ese hell on earth mediterráneo, tal como a mi me gusta llamarlo, en el cual Iván ha pasado la mayor parte de su vida.
Un ojo morado/El otro hinchado,/medio cerrado./La nariz rota/varias veces,/el tabique/desviado./El labio partido./Un pómulo/astillado./Y sangre/entre los dientes./Si tu vida/tuviera cara,/a estas alturas/del combate/estaría/hecha un mapa./ ¿Qué esperabas? … (“Eterno aspirante al título”)
Y no hay mucho más que añadir. Que confío en que a Iván le vaya bien porque su obra bien lo merece. Y vale que el talento no augura necesariamente el éxito -ni siquiera el éxito supone una confirmación de talento-. Pero el buen lector tiene la obligación de buscar a esos autores talentosos entre la broza acumulada en los estantes de las librerías. Y como sé que ustedes son buenos lectores y no vacas pues háganme caso y agénciense una copia de “La vida salvaje”. ¡Y léanlo pardiez! No se arrepentirán.

lunes, 1 de junio de 2015

Junio de 2015. CINCO DISCOS –Y MUCHAS MÁS CANCIONES- CON LAS QUE ESE MENDA ESTÁ FLIPÁNDOLO Y TÚ NO Y NO SÉ POR QUÉ NO Y NI SIQUIERA TÚ LO SABES aka RAFA, DON’T FUCK ME!

El último elepé de Will Haven es tremendo. No da tregua ni medio segundo. Vale que no encontrareis en él nada nuevo respecto a ese noise-metal arrollador marca de la casa. Aún así cabe situar a “Open the mind to discomfort” en el top de la trayectoria de sexteto de Sacramento. Desde luego es lo más brutal que se han sacado de la manga desde el mítico "WHVN" de 1999.

Y que decir de la “Vigorexia emocional” de don Pablo und Destruktion. Un discarro de corte raphaelista que confirma al gijonés como uno de los artistas más interesantes surgido en este país en las últimas décadas. Canciones como “A veces la vida es hermosa” o “Califato”–incorporada a esta SuloTk- son joyas para enmarcar. Tremenda compilación de canciones íntimas e intimistas que, como manifiesta el propio Pablo en la hoja promocinal, no desatienden ni la política, ni la filosofía e incluso la religión, tratando de compaginar anarquismo, mística y romanticismo. ¡Ale pues!

Poco que aportar al enorme caudal de loas y parabienes dedicados, de forma absolutamente justa, al segundo disco de los Alabama Shakes. A priori no esperaba mucho del mismo, la verdad. Pero con tan solo una escucha me percaté de que “Sound & Colour” es un álbum soberbio. Un disco que va mucho más allá de aquella fórmula vintage con la que Brittany Howard y sus chicos se presentaron ante nosotros hace ya tres años. Parece evidente que este “Sound & Colour” es un plástico más fiero, sexy e incluso más guarro que aquel “Boys & Girls”. Una auténtica pasada.

Al disco de Happyness –“Weird Little Birthday”- accedí tarde, pero no mal, gracias a Bboyz, uno de los gurús musicales de este humilde bloguero. Un discazo tremedundo en proporción inversa a lo horroroso de su portada. Se les perdona. Son jóvenes y además seguidores de Pavement, lo cual resulta bastante obvio y a los audios me remito. Pero no sólo de Pavement vive el hombre. Algo más se respira en su propuesta. Mucho más nos transmite el alma de estos tres londinenses cuyo debut augura puñaos de cosas lindas.  

Llegamos a lo último de Best Coast, que este menda anda disfrutando como un enano pese a haber sido un descreido de la religión bestcoastiniana. “California Nights” puede llegar a ser el disco energizante del año. Un trabajo que huele, sabe y sobretodo suena a noventas. Me da la sensación de que con él, Bethany Cosentino ha destapado el tarro de las esencias. Si bien no todo el mundo opina igual –las críticas en los medios especializados son reguleras-. Tal vez sea cosa mía, pero si este disco es tan mediocre como he leído, debe ser que prefiero a la Cosentino en sus patinazos que en sus momentos de gloria. Poned a toda virolla “Feeling Ok” y chitón!!!

Ya para acabar, nada mejor que el pop cavernoso de Peter Broderick. Su último disco, “Colours of the night” -¡una puta maravilla!- destaca por sus melodías perfectamente cuidadas, elegantes y sosegadas, además de las preciosas voces –la suya y la de su acompañante femenina- y unas bonitas instrumentaciones. Con ello el amigo Peter repasa toda la paleta de grises que conforma esa noche a la que el multi-instrumentista de Portland dedica su último disco. Muy grande.
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