miércoles, 28 de octubre de 2015

La trilogía de Depford

Pues mira tú por donde que hoy, día de San Judas y de San Simón -el simpaticón- toca hablar de Robertson Davies, famoso crítico, conocido periodista, señalado profesor y por encima de todo egregio escritor que, inexplicablemente, aún no se había asomado a este ventanuco internetil. Alguien que pasa por ser uno de los autores más conocidos del Canadá y a quien se ha llegado a comparar con Charles Dickens y John Irving. Y todos estos parabienes se deben, principalmente, a las afamadas trilogías firmadas por Davies a lo largo de sus más de cuarenta años de trayectoria. Con una mención muy especial para aquella que parte de un poblacho llamado Depford y que está integrada por “El quinto en discordia”, “Mantícora” y “El mundo de los prodigios”. Tres libros publicados en la década de los setenta y que condensan lo mejor -y supongo que también lo peor- de la obra de este ilustre barbudo.

El caso es que la historia gira en torno a un misterio, el que envuelve la muerte de un magnate remolachero llamado Boy Staunton. A partir de ahí se teje una trama que involucra, fundamentalmente aunque no solo, a tres personajes cuyo destino queda sellado por una pelea infantil con bolas de nieve. Los tres nos ofrecerán su punto de vista sobre quién mató al exitoso self-made man. Comenzando por Dunstan Ramsay, amigo de la infancia del muerto y primer narrador. Aquel que protagoniza ese quinto en discordia que abre la serie y que es considerado por la crítica como la cima de la obra literaria de este narrador nacido y criado en Ontario. Valoración a la que, por supuestísimo, me sumo. Aunque eso no es más que el pistoletazo de salida a este particular y por momentos exuberante ejercicio literario repleto de sorpresas y misterio, hasta cuadrar el enigma que le da sentido.

La Trilogía está llena de personajes complejos con algunas luces y otras tantas sombras, encuadrados en esos momentos de la historia del mundo que hoy consideramos claves. Robertson Davies nos introduce, por boca de ellos, en una serie de interesantes reflexiones y pensamientos, perfectamente enlazados a los dramas personales, los conflictos sociales y religiosos, los valores culturales, las costumbres y la implacable moral de la época que genera monstruos allá donde no los hay.
Además, a lo largo de sus más de 1200 páginas asistiremos al fantástico y sórdido mundo del circo, al extraño mundo del ilusionismo y hasta al psicoanálisis. También conoceremos a gente extraña, cuando no diréctamente freaks, como Magnus Eisengrim o su excentrica amiga Liesl, personajes repletitos de historias dignas de ser contadas. 
 En definitiva, una obra inmensa en la que sumergirse de forma placentera y dejarse llevar. Solo así accederemos a los laberínticos túneles de la historia y a sus casualidades, serendipias y coincidencias, a los mitos y a la magia (¡mucha magia!), pasados por la túrmix e incorporándoles una buena ración de egos y miserias.

Buena/s novela/s a las que tan solo cabe oponer un pero. Tiene que ver con cierta sensación de que al final la cosa ha ido de más a menos. Lo que no es cosa menor, o dicho de otra manera -Rajoy style-, es cosa mayor. También es verdad que el primer volumen de la trilogía me parece insuperable y eso, a cualquier serie, le supone un problema con difícil solución.

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