sábado, 14 de noviembre de 2015

Hollis Brown, da' show

¿Cómo no estremecerse ante la voz rota de Bob Dylan relatando las penurias del campesino Hollis Brown? La historia de ese mísero habitante de sur de los Estates quien, desesperado y fuera de sí, decide terminar con su angustia vital, la de su mujer y la de sus hijos a disparo de escopeta. Cómo olvidar ese memorable final...
There's seven people dead

On a south Dakota farm

There's seven people dead

On a south Dakota farm

Somewhere in the distance

There's seven new people born.”
Pues bien, la mítica balada de Hollis Brown -incluida en el álbum “The Times They Are A-Changin'” del maestro Dylan- parece haber servido de inspiración a cinco tipos de NYC liderados por un tal Mike Montali. Al menos eso es lo que se deduce del nombre que han escogido para darse a conocer a través del mundo. Hollis Brown, una banda de rock que, tras unos primeros escarceos cercanos al garage neoyorquino, se embarcó rumbo a Nashville para capturar su actual sonido. Mucho más coherente con su elección nominal, todo sea dicho.

Lo cierto es que de aquel viaje/viraje surge el actual sonido de Hollis Brown. Una suerte de rock sureño un tanto suavizado, recogiendo notas del blues tradicional de los Apalaches, pero sin prescindir de las melodías pop. Un rock con marcado acento clásico que suena mucho mejor en directo que enlatado, como dejaron patente en el concierto ofrecido el pasado jueves noche en la sala El Loco. Y es que, por lo que a mí respecta, las canciones incluidas en este “3 Shots” presentado a comienzos del verano, tercer álbum en su aún corta trayectoria descontando el disco de versiones de la Velvet, es un paso atrás respecto a “Ride on the Train” de 2013. Vamos, que desde la primera audición tuve la sensación de que gran parte de aquellas promesas de futuro se habían desvanecido. Por supuesto que las comparaciones con Deer Tick y/o Diamond Rugs -John McCauley por partida doble-, llegan a resultar hasta ofensivas. Y la de Dylan mejor ni comentarla. Pero es que en la música, como pasa con los NBA, hay que utilizar el comparativo con sumo cuidado. Sino después pasa lo que pasa... Que la lista de olvidables rebosa tanto de nuevos Dylan como de nuevos Jordan.

En fin, a lo que iba, oseasé el conciertillo. Estuvo bien, así que me parece de justicia dejar eso claro. Y todo a pesar de que gran parte del setlist exhibido no me interesa lo más mínimo. Tampoco tengo nada que oponer a la entrega del quinteto esa noche. También tienen en su haber el conseguir crear cierto ambiente rockero en la sala, en confluencia con un público que, en demasiadas ocasiones y ante bandas de mayor envergadura, no ha sido capaz de sentir ni de padecer. Me viene a la cabeza el conciertazo ofrecido por Howlin' Rain hace ya cinco años en ese mismo recinto. El caso es que, pasando por alto todo eso, lo pasé bien. Por momentos hasta muy bien. Especialmente cuando sonaron “Rain Dance”, “Ride on the Train”, “Sandy” y las versiones de la Velvet Underground y Roy Orbison. En menor medida, también con “3 Shots” y “Mi amor”, canciones que en el disco me parecen discretitas, tirando a truño. 

No, si al final me ha quedado una crítica apañada y moderadamente loatoria. ¡Fíjate tú! Y está bien que así sea. ¡Larga vida al rock'n'roll!

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