jueves, 25 de febrero de 2016

Rituales

Ya hace un par de semanas asistí a la presentación de la última creación surgida de la chola del historetista Álvaro Ortiz. Publicada por la siempre interesante Astiberri y titulada tal cual esta entrada, se trata de la cuarta novela gráfica firmada por el autor maño, incluyendo en el listado aquel coitus interruptus llamado “Fjorden” con la que inició su andadura en esto del noveno arte.

Aquí la historia comienza con dos amigotes buscando piso en Barcelona. Tras una larga búsqueda consiguen alquilar uno bastante céntrico y a precio razonable. Les han contado además que en el piso de abajo no vive nadie ya que es el almacén de un anticuario. Pero, el hecho de que, tras meses viviendo allí nadie entre ni salga de dicho almacén, empieza a inquietar a uno de los amigos, que acabará obsesionándose. 
En torno a ese punto de partida orbitan una serie de episodios, aparentemente independientes, conformando estos “Rituales”. Desarrollándose en diferentes lugares y momentos de la historia, e involucrando a personajes de lo más variopinto. Una seguida de capítulos breves sin título cuya única vinculación es, a parte del halo de misterio, la presencia de ese ídolo fálico que aparece en la cubierta del tebeo.

Una novela bien chula que atrapa conforme se va enmarañando a medida que aporta más y más información. Y con un final como mínimo desconcertante.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Pablo und Destruktion vs Mr. Perfumme en la Wah Wah

Eso de venirse del pueblo a la capi tiene sus ventajas en forma de ganancias, pero también lleva implícito una serie de pérdidas. Algunas evidentes desde el primer minuto, pero de otras, como ocurre en demasiadas ocasiones y con asuntos de mayor calado, no te das cuenta hasta mucho después de haberlas perdido. Tampoco quiero darle a esto una carga de profundidad que, al menos a día de hoy, no siento. Ni es momento de remedar el típico listado de pros y contras con los que afrontar la comparación campo - ciudad. Tan solo trato de introducir una entrada, que va de una cosa tan liviana y a la vez tan importante como un concierto de música. Cuestión mucho más banal y menos trascendente que las saudades generadas por alejarse del terruño. Si bien esto último no lo tengo tan claro. Lo de la trascendencia, digo.

Mi pueblo no es demasiado grande, aunque en los últimos años ha crecido los suyo. No está demasiado lejos de aquí y sin embargo me dejo caer de uvas a peras. Recurriendo al gran Kiko Veneno os diré que lo mismo lo echo de menos que antes lo echaba de más. El pasado sábado por la noche fue buen ejemplo de lo primero. Sucedió en el transcurso del maravilloso recital que Pablo und Destruktion ofreció en la sala Wah Wah. Fue a causa de una sensación que se apoderó de mí desde que don Pablo comenzó a recitar las primeras estrofas de “El aire puro” y que no me abandonaría hasta los últimos compases del recital. Un sentimiento que, para poder verbalizarlo, me lleva a utilizar ese aborronar tan de la terreta y que tan abandonado tenía en el cap i casal. Porque en el poble uno se aborrona, mientras que en Valencia, a lo más que llego es a que se me pongan los pelillos de punta. Y sí, ya lo sé eminentes traductores internetiles, que eso o lo de la "gallina de piel.l" -el Johan dixit- vendría a ser lo mismo... Pero no. Porque el Pablemos de la música patria me dejó aborronat con su show del sábado noche. Y esa sensación, que aún evoco ahora mientras suscribo estas líneas, es mucho más que su equivalente en castellano. ¡Es que se te pongan los pelos como escarpias y dos huevos duros! La pell de borró como le gustaba repetir a un colega cada vez que se sentía estremecido por algo. Y creedme si os digo que no eran muchas las veces. 
 

Dejando lo paja mental para luego, hablemos del concierto. Además porque lo del aborronament fue después, ya que antes se subieron al escenario Mr. Perfumme y su banda de locos quienes desparramaron todo su caudal creativo. Con esa particular visión de la chanson popular, en la que se aprecia la herencia del bolero, la vena del tango, las cadencias del blues y una suerte de cabaret totalmente desprejuiciado. Vamos, lo que vienen a ser las señas de identidad de este proyecto valenciano único e inimitable dentro de una escena local huérfana de este tipo de engenders. El caso es que, a pesar de que el encuentro no llegó a la categoría de aborronant, sí fue tremendamente divertido. ¡E incluso algo más! La conseguida atmósfera jaranesca no puede ni debe ocultar esas trazas de emoción y hasta de lirismo que engrandecen la fórmula musical. Sobresaliendo esto último en varios de los cortes interpretados durante la velada como “Hagamos el amor” - con esos coros a capela del comienzo-, “Búscate otro patrón”, “Empleado del mes”, “Santo pastor alemán” o ese “Amoramoramor” que da título a su último álbum.
Después fue el momento de Pablo und Destruktion. Esa suerte de crooner barroco y visceral al que alguien inscribió en el registro civil como Pablo García Díaz hace unas tres décadas. Un self made man gijonés que, con tan solo tres discos a sus espaldas, ya ocupa un lugar en mi panteón de ídolos del rock y otro en el de poetas con guitarrita. Cantautor de talento inconmensurable, con una garra y una personalidad que ya la quisieran para sí otros artistas más bregados. Con un estilo personal que bebe de muchas y diversas fuentes, algunas tan obvias como Nick Cave y sus murder ballads o la poética underground de Javier Corcobado. Otras lógicas por su procedencia geográfica, como las que van desde la tradición lírica y la tonada montañesa hasta la obra de su convecino Nacho Vegas. También las trovas de mi paisano Paco Muñoz y hasta la tradición folk singer norteamericana. Con esos pasajes que orientan su propuesta hacia la Bauhaus y el post-punk primigenio, pero siempre con un halo de grandilocuencia de corte raphaelista.

Y con estas credenciales se plantó Pablo a recitar, con esa portentosa voz que Dios le ha dado, todas esas maravillosas composiciones que integran su ya amplio cancionero. “A veces la vida es hermosa”, “Califato”, “Mis animales”, "Extranjera", “Ganas de arder”, “Los días nos tragarán”, “Busero español”, “Powder”, “Pierde los dientes España”, “Limonov, desde Asturias al infierno”, “Por cada rayo que cae”, todas ellas sonaron a gloria bendita por obra y gracia de ese geniecillo escuchimizado con bigotito que Asturias ha regalado al mundo. Además interpretadas junto a una fantástica banda en la que destacó sobremanera la presencia de una vigorosa violinista descalza. ¡Formidable! Como la guitarra con arco en manos de don Javier Bejarano. Una tremebunda representación de canciones íntimas e intimistas, intensas y desgarradas, no exentas de la necesaria cota de dulzura, en las que Pablo nos habla del amor, de la política, de la filosofía, de espiritualidad, ¡e incluso de religión!

Un concierto épico. Una noche para enmarcar.
"Y antes de que arda nuestra piel
prometo hacerte una casa en Valdediós
Ahí los dos podríamos correr
de noche entre ganado y eucaliptos
Tendríamos frío pero no sé
ya sabes no perder el equilibrio
En cualquier caso entregó mi carné
de socio en el club del precipicio"
Pell de boggrroooó, Àlex. 



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Las fotos en b/n son de este tío para La Gramola de Keith. 

jueves, 4 de febrero de 2016

La ciudad

No sé donde escuché eso de que cuando un escritor muere, su obra ingresa en una suerte de limbo que dura en torno a diez años transcurridos los cuales, unos pocos elegidos regresan y sus libros toman un nuevo impulso. Los libros se reeditan, el público los lee y la crítica los comenta. Deduzco que algo de eso es lo que pasó con Jorge Mario Varlotta Levrero en torno al 2014, justo cuando se cumplían diez años de su muerte.

Tampoco recuerdo donde leí que Mario Levrero se decidió a firmar con su segundo nombre y su segundo apellido para diferenciarse de ese Jorge Varlotta, tal como era conocido en la vida civil y familiar. Ilustre uruguayo como lo fueran Quiroga, Benedetti, Felisberto o Galeano en su propio gremio y Francescoli, Artigas o Mujica en otros. Su vida transcurrió mayormente en la tierra que le vio nacer, donde se desempeñó como fotógrafo, librero, historetista, columnista y hasta creador de crucigramas. Si bien donde destapó el tarro de las esencias fue a la hora de componer sus historias, creando esos universos singulares que han elevado su obra literaria a la categoría de culto.

La ciudad”, obra que ha supuesto mi primer acercamiento a Levrero, es uno de sus libros más conocidos y celebrados. Una novelita corta que los críticos engloban dentro de una especie de trilogía que se completa con “El lugar” y “París”, obras que no he leído pero seguramente leeré.

El innombrado protagonista se muda a una casa en un lugar indeterminado, del que nada sabemos porque nada se nos dice. En un momento dado sale a buscar provisiones a un almacén que recuerda haber visitado tiempo atrás, pero sin tener una noción clara de por donde queda. Como no podía ser de otra forma se pierde, cae la noche y queda a merced de la oscuridad, el silencio y la lluvia torrencial. Como no sabe como regresar hasta la casa y se haya calado hasta los huesos resuelve salir del laberinto en el que se ha metido haciendo autoestop. Es ahí, a bordo de un camión conducido por un personaje desagradable, acompañado de una misteriosa señorita, cuando llega hasta un extraño poblacho al que, no sé si irónicamente, identificaremos como “la ciudad”. Durante el resto de la novela, el protagonista intentará escapar de ese lugar pequeño, feo y desolado.

La historia es extraña y muy cercana a los postulados que hicieron reconocible a autores como Franz Kafka, pero también y aunque pueda resultar extraño al Camus de “El Extranjero”. Onírica y desasosegante por partes iguales. Incluso absurda por momentos.
Aunque lo más destacado es lo bien narrada que está.  

martes, 2 de febrero de 2016

D.O.A. Pereza y cultura en la capital del Regne (capítulo n)

Ando de nuevo atravesando una de esas fases grises en las que no tengo ganas de . Con la consiguiente pereza a la hora de aporrear el teclado, claro está. ¡Y no será por falta de cosas que contar! He ido a exposiciones, me he emocionado con discos, he visto pelis... De hecho he visto pelis que vosotros no creeríais. Pero això ara no toca. También he visto los 10 episodios de Fargo 2 en dos días. Todo quisque diciéndome que era la polla Montoya es lo que tiene. Y lo es, incluyendo una maravillosa banda sonora, pero no es mejor que la primera parte. También he asistido a algún conciertillo a pesar de que, rompiendo el criterio que da sentido a este espacio, he pasado de las reseñas

Primero fue Segunda Persona, proyecto en solitario de José Guerrero (Betunizer, Cuello, Jupiter Lion), quien presentaba su álbum “Faro sencillo” en un conocido café-librería de Russafa. Y no me gustó mucho, la verdad. No sé si por culpa de la acústica del recinto, o sencillamente porque me cuesta entrar en esos directos desnudos a los que demasiados artistas están cogiéndole el gusto. También es verdad que no sería lo mismo si el prota hubiera sido Ryan Bingham o Will Johnson o hasta Nacho Vegas, que queréis que os diga. El caso es que admiro la labor de Guerrero en Betunizer y sobretodo al frente de Cuello, pero liberado de instrumentos y acompañamientos, como que no me acaba de convencer.

Eso fue el jueves tarde-noche. El sábado fue el momento de Las Ruinas, la banda de heavy pop (sic) de Barna. Y protagonizaron un concierto bastante decente. Divertidos como son ellos y con bastante solvencia sobre el tablao, desgranaron los mejores cortes de ese “Siesta Mayor”, su último álbum hasta la fecha. Por allí desfilaron “International Yonki Tour”, “Gabriel y Vencerás”, “Fruta de Temporada” o “Cosas tontas que hice por ti” a las que se unieron algunos de los hits más reconocibles del trío como “Ramón y Cajal” o “Cerveza Beer”. Además contaron con la colaboración a la guitarra de un Hans Laguna que, cuando no estaba sobre el escenario, lo daba todo en las primeras filas junto a una legión de fans capitanedada por un trasunto de McLovin que también tuvo su minuto de gloria haciendo coros en “Club de fans”. Pese al cansancio y la perrera que me embarga lo pasé realmente bien.  

Ah! ¡Que no se me olvide! Antes que Las Ruinas tocaron unos tíos que atendían al nombre de Primates con Motosierras. Creo que son de la terreta. Muy malos. Sin matices. 
 

lunes, 1 de febrero de 2016

Enero - Febrero de 2016. PRIOR IN TEMPORE, POTIOR IN IURE, PERO NO SERÁ ESTE MENDA EL PRIMERO QUE ABJURE

Primera playlist del 2016 que, como viene siendo habitual cada mes de enero, aparece trufada de canciones incluidas en algunos de esos muchos álbumes que incomprensiblemente pasé por alto en 2015. Con una mención muy especial para los rusos Pinkshyniultrablast, el song-writer de Merseysire Bill Ryder-Jones, ese combo de Minnesota que atiende al nombre de The Honeydogs, o la sección latina encabezada por los colombianos Bomba Estéreo. También hay espacio para algunos de los discos que prometen alzarse muy alto en el ranking de este 2016: Savages, Dr. Dog, The Drones, DIIV y muy especialmente la gloriosa colaboración entre Mark Kozelek -y sus Sun Kil Moon- y Justin Broadrick -con sus Jesu-. Y eso es todo lo que os tengo que contar. Disfrutar del nuevo año. Pero sobretodo que os sea leve.

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