martes, 5 de abril de 2016

Los Miranda en Valencia en pleno puente de Sant Vicent Ferrer

Ya hace unos añitos, ¿o quizás no tanto?, este menda gustaba de incorporar a sus espóradicas sesiones como pinchadiscos junto a su bro el Rojo, alguna cancioncilla de los Familea Miranda. Ya ha pasado tiempo de aquello, casi tanto como los seis años que han ido desde “Dramones” hasta “Radiopharm”, el último disco publicado por la banda catalano-chilena. Un álbum que se ha hecho esperar. Quizás demasiado. De ahí que les hubiese perdido la pista pese a que permanecían activos y, según me cuentan, dando el callo sobre los escenarios poniendo en práctica ese batiburrillo inetiquetable de post-hardcore, punk, lo experimental y hasta el math rock. Y justamente la herencia de bandas como Slint o Shellac, pero también de The Jesus Lizard, permanece intacta en el que ya es, o al menos eso creo, su sexto álbum. Desde luego el que les ha quedado más redondo y el que más visos de disfrutabilidad a largo plazo presenta.

Como ya he dicho, no estaba muy al tanto de los quehaceres del trío barcelonés, hasta que vi que programaban un conciertillo en Valencia. De hecho, una vez enterado, no lo dudé ni por un instante y mi plan para el viernes era acudir al Magazine a verles y con la espectativa de disfrutarles. Eso a pesar de que la competencia era realmente dura. Y es que, esa misma noche en la capital del Rechne, tocaban The Bellrays en El Loco y The Excitements en el 16 Toneladas. Pero por aquello de las viejas fidelidades, tenía clarísimo donde estaba mi lugar.
Seguramente por la mencionada coincidencia de eventos, la sala presentó una paupérrima entrada. Vamos, que lastimosamente, aquello no estaba vacío pero casi. También es verdad que, además de los otros bolos, la ciudad andaba un tanto “tranquila” ante la huida de todos aquellos afortunados con medios para escaparse en este último –o penúltimo o yo que sé- puente de la temporada.     

Lo mismo me dio que me dio lo mismo. Me alegro mucho de haber ido. Sin ser el concierto de mi vida, guardaré un grato recuerdo del mismo. Cortito y al pie. Destilando intensidad a raudales lo cual, según parece, es marca de la casa. Desgranado los cortes de ese “Radiopharm” que creo se situará entre los mejores discos nacionales –aquí y en Chile- a finales de este 2016. Y eso es todo. O casi. La próxima vez acudid a su llamado. No me seáis fomes. 


Por último comentar que, a modo de teloneros, actuaron los valencianos Polyester. Un dúo que practica una suerte de funk-rock que con algunas reservas recuerdan a aquel sonido patentado por Primus a finales de los ochenta – principios de los noventa. La verdad es que no les presté toda la atención que seguramente merecían. Aún así, me pareció que no sonaban nada mal.

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