martes, 26 de julio de 2016

El hombre de los dados

Me acabo de terminar este libro que no recuerdo bien quien me recomendó (1). Y es justo ahora, buscando información sobre su autor en Internet, cuando me entero de que he leído una obra de culto con amplia difusión en el mundo anglosajón. En fin, voy a pasar esta vez de reflexionar sobre qué coño es aquello del culto. Pero es cierto que la crudeza con la que su autor relata diferentes episodios relacionados con el sexo - homo o hetero, dual u orgiástico, forzado o libre- además del evidente desprecio por la ciencia psiquiátrica y las instituciones en general, permite comprender porqué su aparición en el mercado de las letras fue tan polémica. Eso y la consiguiente aparición de legiones de lovers y jeiters dispuestos a partirse la cara, metafóricamente hablando. Más aún si observamos que la fecha de publicación de “El hombre de los dados” es 1971.

Escrita por el psiquiatra George Cockcroft bajo el seudónimo de Luke Rhinehart, que a su vez es el nombre del psiquiatra protagonista de la novela, el libro se presenta como una suerte de autobiografía. La de un tipo aburrido de su vida burguesa, que empieza a experimentar con la posibilidad de convertirse en un hombre aleatorio. Alguien que toma todas sus decisiones en base a lo que en cada momento le dictan un par de hexaedros plateados. Y ese es el motor de su vida. Un potente e incontrolable fueraborda que llevará al Dr. Rhinehart hacia su completa liberación o algo así.

Al final de la carrera la historia no hace sino plantear, con evidentes dosis de sarcasmo e ironía, hasta que punto somos esclavos del azar. Llevándolo hasta el extremo, claro está. Y es que nuestro hombre evangeliza y para ello crea una fundación y unos centros de experimentación en la que ir sumando acólitos a lo largo y ancho del mundo. Todo ello después de violar y dejar embarazada a una mujer que no es la suya, a la que abandonará junto a los hijos en común, no sin antes iniciarlos en la religión del dado. También perderá un juicio contra la Asociación Psiquiátrica de Nueva York, quienes le declararán no apto para la práctica profesional no sin antes complicarse en la rocambolesca macro-fuga de internos de una institución mental. Algunos de los cuales participarán junto a él en un acto terrorista televisado. No así en el vagabundeo ni en las recurrentes borracheras y/o prácticas de sexo non-stop en todas las formas y posturas habidas y por haber. Tampoco en el asesinato.

Y eso es “El hombre de los dados”. Un libro con un magnifico planteamiento que al final acaba resultando pesado. Y es que hay partes del libro que son una puta locura y no hay por donde cogerlas. Por no hablar de que al autor se le fue la mano en el tema de la extensión. Vamos que recurriendo al refranero, para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Y es que para contarnos lo que quería, seiscientas páginas con letra chiquitita parece un exceso. Sensación agridulce pues. 
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Nota musical. 
Al parecer esta canción de los londinenses Talk Talk está basada en la novela. 
En fin... Lo apuntaré en la libreta de cosas que me importan una mierda.  
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(1) El que me lo recomendó fue el Txarls. Que lo sepan. 
 

lunes, 18 de julio de 2016

Espanto

(de espantar)
1. m. Terror, asombro, consternación.

2. m. Entre curanderos, enfermedad supuestamente causada por un susto.

3. m. fantasma (imagen de una persona muerta). U. m. en pl.

4. m. desus. Amenaza o demostración con que se infunde miedo.

de espanto

1. loc. adj. coloq. espantado (desmesurado). Tengo un hambre de espanto.

estar curado de espanto, o de espantos

1. locs. verbs. coloqs. Ver con impasibilidad, a causa de experiencia o costumbre, desafueros, males o daños.
Elija la acepción de la RAE que guste. Eso fue el concierto del viernes en el 16 Toneladas. Intentaban tocar Antiguo Régimen, Terrier y Perralobo.
¿La fotico? Pues he puesto "espanto" en el buscador y me ha salido eso. Que le vamos a hacer.

viernes, 15 de julio de 2016

De cumple en Vivers

Es durante los meses de julio, con Valencia sometida a los rigores del estío mediterráneo y sus gentes abandonando este Hell on Earth, cuando alguien decidió que estaría bien organizar un festival al aire libre. No es algo nuevo. Viene siendo así desde finales del siglo XIX, más o menos cuando nació Lizondo o su padre o el padre de su padre o su espíritu. Originariamente se trataba más de celebrar una feria y una exposición con toda clase de productos, además de cabalgatas y demás mandangas folclóricas. Todo eso, convenientemente adaptado a los tiempos que corren, aún se hace. Por ese motivo durante este mes y en los Jardines de Viveros se oferta a visitantes y lugareños todo tipo de actuaciones musicales.

Más próximo en el tiempo se sitúa otro acontecimiento igual o más relevante que el anterior. Un par de locos decidieron montar una promotora musical para acercar a Valencia a todas esas bandas tan habituadas por entonces a pasar de largo. Poniendo en práctica aquello de que si la montaña no va a Mahoma, pues Mahoma va a la montaña, comenzaron por traer a todos aquellos grupos que les apetecía ver, pero que no venían a la capital del Turia ni ataos. De eso hace ya veinte años y la empresa en cuestión responde al nombre de Tranquilo Música.

El caso es que de la confluencia de ambas efemérides surge la celebración del concierto del 20 aniversario de Tranquilo Música. Se produjo el pasado viernes terde-noche y los grupos participantes Tórtel, Cuello, Los Glurps y Senior i el Cor Brutal, todos ellos del terreno. Este menda, como no podía ser de otra forma, anduvo por allí pese a las inclemencias del tiempo. Porque el calor era fino (La Ina) y no corría por ni gota de aire. Pero bueno, todo sea por una buena causa: apoyar la escena indígena y de paso homenajear a unos tipos capaces de arriesgarlo todo para hacer de este sitio, un móngerland de manual, un lugar mejor.

El primero en salir a escena fue Tórtel y su propuesta de pop luminoso y ñoño. No soy muy fan de su música pero tengo que reconocerle al tío el empeño. Cómo ha sido capaz de ir mejorando su fórmula disco a disco, lo cual no sé si es mucho o poco, pero es algo. Después asomaron la cabecita unos Cuello bastante contundentes a los que perjudica el formato al aire libre. Con todo, la sucesión de jitazos mitigó muy mucho ese hándicap. Hasta el punto de que fueron los mejores de la velada. A continuación se dio ese momento garage que al parecer no puede faltar en cualquier festival que se precie. Mi no entender, pero es lo que hay... La cuota fue cubierta esta vez por Los Glurps. Lo mismo me hubiera dado cualquier otro. La despedida y cierre estuvo al cargo de Senior y sus chicos, que estuvieron solidos y juguetones como casi siempre. Además nos presentaron una muestra de lo que, al parecer, será su nuevo disco. A priori una interesante colección de versiones del rock americano.

Y eso es todo. Bueno eso y dar la enhorabuena a la gente de Tranquilo Música. Per molts anys!!!Y yo que lo vea... 

miércoles, 13 de julio de 2016

Dos buenas novelas firmadas por Willy Vlautin

Tras cinco años de silencio y cuando muchos ya pensabamos que Richmond Fontaine era un proyecto finiquitado, el amigo Willy Vlautin se ha reencontrado con sus chicos y nos ha regalado "You can't go back if there's nothing to go back to", undecimo álbum en la trayectoria de la banda de Portland después de 20 años. Otra delicatessen más a añadir a una extensa lista de canciones made in Vlautin. De esas que, al final, te dejan un regusto más amargo que dulce. Una novela musicada en trece actos en la que dibuja, como solo él sabe hacerlo, ese tipo de historias cotidianas que tan próximas nos resultan pese a la enorme distancia geográfica. Un disco enorme que con total seguridad se hallará entre lo más granado de la cosecha musical 2016 a finales del presente.

Retratista de la América olvidada, aquella que pueblan perdedores irremediables y solitarios sin rumbo, Willy Vlautin, es también un brillante escritor de novelas. Quizás sería más exacto decir que Vlautin es sobretodo eso. Al menos es lo que dice la crítica y refrenda el hecho de ser más conocido por esta faceta que por la estrictamente musical. Sus libros, al menos los dos primeros que son los que yo he leído, rezuman ese tono tristón y melancólico marca de la casa. Y las historias relatadas podrían formar parte perfectamente de cualquier elepé de alt-country facturado por el trovador de Reno.

La primera de las novelas a las que me he referido se titula "Vida de motel" y, según tengo entendido, obtuvo un considerable éxito de crítica y público allá por el 2006. Se trata de una buena historia de carretera, sencilla pero muy real, esencialmente triste pero repleta de momentos simpáticos y con un final que deja espacio a la esperanza. Protagonizada por dos hermanos acostumbrados a que al lanzar la moneda siempre les salga cruz, la narración comienza con un desafortunado incidente que no desvelaré y que ejemplifica lo que acabo de decir. Es por ello que Frank y Jerry Lee se echan a la carretera, saltando de motel en motel, en un remedo de huida hacia ninguna parte. Así iremos conociendo los anhelos y las decepciones de estos dos perdedores de manual, las cosas que perdieron en el fuego y todo lo que pudo haber sido y no fue. Una fabula con una enorme dosis de sentimiento y compasión en la que cabe destacar las ilustraciones al principio de cada capítulo, porque forman parte del ADN de la novela y más concretamente del de uno de sus protagonistas. Al final "Vida de motel" me ha parecido un libro esencialmente bonito y entrañable. También es cierto que no es un libro redondo.

La segunda novela de la que os quería hablar, que a su vez es la segunda en la trayectoria literaria del autor, se titula "Northline" (2008). Y me ha parecido una obra superior a la del debut. Cuenta la huida de Allison Johnson -sí, aquí también se huye-, acosada por infinidad de errores cometidos en su aún corta vida, entre los que se encuentra un tipejo en forma de novio. Es por eso que nuestra heroína se aleja de Las Vegas con la intención de construir una nueva vida en alguna otra parte. Obviamente no le resultará nada fácil, más aún cuando la chiquilla soporta todos los vicios de la white trash estadounidense y carece de medios o apoyo. Bueno, si exceptuamos a su amigo imaginario, que además es un trasunto de Paul Newman. Con todo, pese a que su situación es jodida y que su historia es bastante dura, la trama transcurre de forma bastante suave. Para ello es fundamental como Vlautin engarza una serie de pequeños actos de amabilidad que transforman esta histora aparentemente lúgubre en algo dotado de cierta luminosidad. Una hermoso relato que, desde mi punto de vista y a falta de leer más cosas del autor, consagran al Willy Vlautin escritor. 

Por cierto que, "Northline" viene acompañada de una bonita banda sonora...  

martes, 5 de julio de 2016

Fin de temporada musical en ElectrOpura Ruzafa

Va, que me lío collons...

trataré de ser coherente con lo que os comenté el pasado domingo -lo de las entraditas exprés y tal-. Así que aquí va mi mierda de crónica – homenaje a los conciertos acústicos final de temporada montados por la gente del ElectrOpura:

El jueves a la actuación de Marc Johnson (con Ramírez) no pude asistir. Si lo hice el viernes y el sábado a los shows de Fee Reega y Alberto Montero. Por empezar por el comienzo, voy primero con Fee Reega. Extraña cantautora berlinesa afincada en el Principado de Asturias, que practica esa suerte de pop asimétrico y políglota tan en boga, excepto por la cuestión lingüística, en su tierra de adopción. Se dedicó la alemanota a desgranar su disco en español titulado “La Raptora”. Lo que le sirvió para poner en práctica esa peculiar manera de arrastrar vocales y consonantes que hace de su música algo tan sugerente y evocador. También hubo espacio para completar la actuación con parte de ese cancionero bizarro incluido en “Shoot”. Disco autoproducido y secreto cantado en inglés que la nibelunga dedicó a su “pasión” por las armas.

El sábado fue el momento de Alberto Montero, trovador del Puerto de Sagunto del que ya os he hablado alguna que otra vez en este espacio. Por allí sonaron cortes de “Claroscuro”, “Puerto Príncipe” y “Arco Mediterráneo”. También una versión del “Manifiesto” de Víctor Jara, conmemorando que esa misma semana un tribunal norteamericano declaró culpable de tortura y asesinato al ex-militar chileno responsable de privarnos de tamaña personalidad. También sus relaciones con el país que vio nacer a Jara, que son similares a las mías y que explican que en esa mezcla de psicodelia, trova y mediterraneidad que caracteriza a la música del valenciano, se cuelen notas propias de la canción hispanoamericana. Más concretamente de la chilena.

Buenos conciertos en formato íntimo y for free. ¿Qué más se puede pedir?

lunes, 4 de julio de 2016

El VBF: Vietnam veterans, mandrangos y gentes de mal vivir

Continuando con lo que os decía en la intro al post de ayer, unos días antes de disfrutar con Danny Wilson y sus campeones del mundo, me tragué la actuación al aire libre de varias bandas del terreno en lo que se ha venido en llamar “Valencia Beach Festival”. Sí tíos, yo también estuve allí... Una jornada solo, la del sábado. Con eso suficiente. Un buen truñaco, la verdad.

Paso a haceros la crónica edición telegrama. El recinto manifiestamente mejorable. La entrada cara. Lo de bajar y luego subir de nuevo la puta rampa para ir a mear, pues para mear y no echar gota (nunca mejor dicho). Las actuaciones reguleras. Primero fue Red Buffalo y de refilón. Más aburríos que una de Kiarostami. Después los murcianos Crudo Pimiento. Pierden mucho al aire libre. A continuación Betunizer. Contundentes y hasta sincopados. Si lugar a dudas lo mejor de la jornada. Chucho. Espantoso. En su descargo diré, o más bien reconoceré, que a mí no gustaban ni cuando “s'estilava”. Guadalupe Plata. Los efectos del Perico de Dios los llevaba yo en el cuerpo. Me largué. No puedo ni debo juzgarles. Otra vez será. O no. ¿Quien sabe? 

En conclusión que, molar, lo que se dice molar, pues lo justito... 
 

domingo, 3 de julio de 2016

Blue-eyed soul en El Loco

Será esta la primera de una serie de tres (o cuatro) entraditas exprés en las que comentaré todos los conciertos a los que he asistido durante las últimas dos semanas. Y es que no me da la vida y este frenesí concierteril de comienzos de verano parece no tener fin. Necesito pues pararme aquí a reflejar mis impresiones, aunque tan solo sea para que acaben vagando por la blogosfera como cualquiera de esos objetos inservibles que orbitan alrededor del planeta. Y es que, como ya he dejado escrito en alguna ocasión, esta bitácora nace con un objetivo claro: sustituir a mi cada vez menos fiable memoria. Crear una suerte de nube de recuerdos a la que recurrir cuando esta se me declara en huelga. Lo cual no es poca cosa, teniendo en cuenta el espíritu CGT que impregna mi materia gris... en fin... ¡Dejémonos de chorradas!... al tajo...

Lo primero es hablar del gran concierto ofrecido por Danny and the Champions of the World en Valencia. Y es que regresaba el artista inglés a la El Loco después de cuatro años. Lo hacia con nuevo disco bajo el brazo, el aclamadísimo “What kind of love”, con el que se proclamó gran vencedor de la edición de los premios “Americana Music” en el país del Brexit. Mejor álbum, mejor canción por “Clear Water” y artista del año, compitiendo con gentes tan importantes como Gretchen Peters, BJ Cole o Jason Isbell.

De ese último disco se nutrió una energética actuación en la que estos seis excepcionales músicos disimularon su pálida tez con ritmos y cadencias propios de la negritud. Y es que de de eso va la cosa, de soul sin concesiones y R&B de finales de los sesenta. Ese es el punto, ahí ha derivado el sonido de unos Champs que, sin complicaciones ni estridencias siguen tirando de sonidos añejos, pero ahora, a diferencia de su etapa “Stay True”, alejándose un tanto del country, el folk y el bluegrass.

En fin, que fue un buen concierto de gente blanca haciendo música negra para que otra gente blanca bailonguée como si no hubiera un mañana. Objetivo éste conseguido con creces. 
 
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