miércoles, 27 de septiembre de 2017

El niño que...

Casi me olvido de deciros que leáis a este tío. Al menos esta novelita, que se lee en dos ratos y es magnífica. Si no lo hacéis a causa de mi recomendación, que sea por lo sugerente del título, que lo es y mucho. No lo negaréis. 
Yo caí gracias a una mención en el twitter de no recuerdo quien. Y me topé con una obra angustiosa, emotiva, salvaje e incluso divertida en alguno de los pasajes. Preciosa en las formas, con una prosa poderosa de enorme belleza. 
Nos cuenta el viaje iniciático de una pareja de hermanos, el Grande y el Pequeño, dentro de un pozo en medio de ninguna parte. Allí pasarán cerca de tres meses tratando de salir, luchando por sobrevivir al hambre, al frío, al hastío y también a la locura. 
Como veis una trama muy sencilla, pero de gran poder metafórico. Bonita fábula para adultos.

lunes, 11 de septiembre de 2017

Los peligros de fumar en la cama

Ya os dije aquí que leyerais a la Enríquez, pero no me hicisteis caso.
Vuelvo a insistir, esta vez con la excusa de una nueva compilación de relatos que, pese a publicarse ahora, son anteriores a los incluidos en “Las cosas que perdimos en el fuego”. Absolutamente coherentes con aquellos, todo sea dicho, e igualmente prodigiosos. Y es que la inmersión en esos universos cotidianos, en los que de repente irrumpen elementos siniestros, es una de las mejoras cosas que me han pasado últimamente. Literariamente hablando, se entiende.

La autora argentina mantiene el pulso a través de doce nuevas-viejas historias de temática más perturbadora que oscura, que también. Una turbación que, lejos de ser mero cliché, define a las claras la seducción ejercida sobre el lector. Y da igual que sea a través de la experiencia de una niña que desentierra unos huesos que resultan no ser de animal o de las andanzas de un mendigo despreciado por las gentes de un barrio de clase media. El desconcierto es el mismo. Como con esa suerte de giros finales que, lejos de resultar impostados, apuntalan lo que parece ya marca de la casa. O esa manera de cerrar sin cerrar nada al final de la narración.   

Con “Los peligros de fumar en la cama” se recupera el primer volumen de cuentos de Mariana Enríquez. Otra joyita manufacturada por una autora en estado de gracia y en la que ninguna de sus historias desmerece a la anterior. Con todo me han gustado especialmente un par de ellas. Aquella que se desarrolla en una Barcelona transformada en un escenario desconcertante más próximo al Raval filmado por González Iñárritu en “Biutiful” (2010). O el cuento protagonizado por una chica que siente una atracción fetichista y hasta malsana por el sonido de los corazones enfermos. ¡Que coño y el del rockero devorado! O el de los niños que vuelven y que tanto remite a aquella fantástica producción francesa con inolvidable sintonía de Mogwai.

Grande la Mariana -que no el Mariano- again.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Soto Ivars, Foucault y Lewis Carroll

El otro día reflejaba por aquí cuan certero me había parecido el análisis que de la poscensura hace Soto Ivars en “Arden las redes”. Libro bien interesante cuya lectura recomiendo de nuevo. Me apetece recordarlo hoy, tras conocer que una mujer anónima ha perdido su empleo después de verter un comentario terrible sobre Inés Arrimadas en twitter. 

Comentaba el murciano que si alguien se ofende contigo por lo que cuelgues en las redes, te linchará digitalmente. Aunque no lo haga él directamente. Se bastará de sus acólitos quienes te insultarán una vez hayan reconocido la diana que tienes pintada en la frente. Si hace falta, hasta recogerán firmas para que te despidan. Para echarte del trabajo, que es exactamente lo que le ha pasado a una usuaria de twitter por culpa de un tuit machista y violento que no pienso reproducir aquí. En este, como en demasiados casos, la justicia la han dictado las redes y todos tan contentos. Y perdonadme si me acojona vivir en un país en el cual una turba de mónguers anónimos tras un teclado es quién dicta las sentencias. Debe ser por deformación profesional.

Quizás no recuerde demasiadas cosas de cuando estudiaba en la facultad, pero sí tengo grabado alguna cosita. Simplezas y naderías, como aquella que reza que en un país serio y democrático, la justicia la dictan los jueces y que los castigos deben ser proporcionales al delito cometido. Esto último se llama principio de proporcionalidad penal y exige un juicio de ponderación donde se valora tanto la gravedad de la pena como el fin que se persigue con ella. En definitiva, que un despido laboral por poner un tuit en tu perfil personal durante tu tiempo libre, por muy terrible que este sea, por muy execrable que sea lo que en el se manifieste, no es admisible para un Estado que se jacta de ser de derecho cada cuarto de hora.

Y luego hay otra cosa. Tiene que ver con otro comentario vertido en la misma red por un eminente miembro del PP el mismo día. Otro repugnante tuit, en este caso racista, dirigido al teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona a cuentas de su ascendencia argentina. No seré yo quien propugne un linchamiento digital y las consiguientes consecuencias en forma de cese o expulsión de este impresentable. Pero sí me llama la atención como aquí la maquinaria ha funcionado de forma diferente. Supongo que esto va un poquito más allá de lo que explica Soto Ivars en su libro. Un complemento al mismo que tiene que ver con las relaciones de poder. Aquello que decía Foucault de que la verdad la dictan los que mandan.

En un conocido pasaje de “Alicia a través del espejo”, la protagonista de la historia se sorprende de que las palabras puedan significar cosas tan diferentes. “La cuestión -zanjó Humpty Dumpty- es saber quién es el que manda…, eso es todo.” Pues eso. Y que miedo da todo, tú.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Poscensura by Soto Ivars

Este ameno librito nos habla de la poscensura. Censura posmoderna o nosecuantospuntocero caracterizada por no desarrollarse en un plano vertical sino horizontal. Es decir, que la cosa ya no viene de arriba hacia abajo, necesitando de un estado totalitario que lo respalde. Según Soto Ivars ahora la censura viene ejercida por la propia sociedad, nuestros iguales adscritos a grupos beligerantes de todo tipo y condición, desde animalistas hasta feministas, pasando por católicos, izquierdistas, independentistas, unionistas, fascistas…  “…autista, egoísta, multicopista, artista, bromista, dentista, turista, sofista,  carlista, corto de vista...” (Mamá Ladilla, “Alguien tiene que pagar” – “Power de mí”, 2001) El caso es que si dices algo que a alguien le parece incorrecto, ¡agárrate los machos! Se ofenderá y junto a sus compañeros de trinchera te lincharán digitalmente. Te insultarán, recogerán firmas para que te despidan o hacer boicot a tu espectáculo, exigirán la retirada de tus libros, etc...

Y de eso es de lo que va el ensayo del Soto Ivars. Que además está repleto de ejemplos para que entendamos bien como opera la poscensura y no tengamos que preguntarnos nunca más que coño es esta mierda. ¿Qué que es la poscensura? Dices mientras clavas en mi pupila, tu pupila azul. ¿Que es poscensura?¿y tú me lo preguntas? Poscensura eres tú…Y lo sabes.
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