lunes, 18 de noviembre de 2019

Otra panzá de discos con los que estoy flipándolo este año o tercera parte del da’ best albums of 2019 pa’ este menda (so far pero ya no tanto)


Son ya tantos que casi mejor hacer una lista con un mini comentario por cada uno en modo telegráfico. Y es que van la friolera de… -Parte I y II-. Conste que hay quien sostiene que la cosecha musical de este 2019 es más pobre que un bocata de chóped. No uno ni dos... ¡Que son legión eh! Obvio que yo no lo veo así y mis listados dan fe de ello. Además, por si había alguna duda, ya me posicioné al respecto. Polémicas aparte, aquí tenéis lo milloret de lo milloret 2019 parte III:        


Angel Olsen, “All Mirrors” –la madurez era esto. Y vaya, que este giro dramático que flirtea con el chamber pop le sienta como un guante.-
Honeyblood, “In Plain Sight” -  variadito, infeccioso y facilón, pero no le pidamos peras al olmo. Mil veces escuchado ¿y qué?-
Amyl and the Sniffers s/t –veintinueve minutejos sin resuello, tú. Arrolladora la señorita Taylor-
The New Pornographers, “In the Morse Code of Brake Lights” -3/4 de lo mismo y bien que me parece. Mierda de la buena.-
Health, “Vol. 4:: Slaves of Fear”  -electroshock a medio camino entre lo industrial, la cosa tecno-ñordo y el metal.-
Strand of Oaks, “Eraserland”  - señoros que hacen folk-rock del de toa la vida de Dios. Con cierta inclinación a la épica y regustillo psicodélico.-
Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, s/t – Rock andalú del de antaño. Homenajeando a Jesús de la Rosa que debe estar con una sonrisa de oreja a oreja allá dónde quiera que repose.-
Black Midi, “Schlagenheim” –Un poquito de en modo tifón. Indescifrables, como la referencia a la periodista asesinada por los mentores de Santiago y cierra España.-
Dinosaur Pile-up, “Celebrity Mansions” -Billy Talent meets Everclear y los primeros Foo Fighters, ft. Scott Weiland y dos huevos duros.-
Titus Andronicus, “An Obelisk” –la borrachera que no cesa. Ya en fase de las verdades del barquero y el me caes de puta madre tío…-
Wives, “So Removed” –Sonic Youth, los Pixies primigenios y The Fall dicen. Añadámosle a Iggy, a la Velvet y hasta Cheap Trick, ¿por qué no?-
Comet Gain, “Fireraisers forever!” – Otro regalo de Tapete Records al mundo. Una suerte de qué desastre, qué mal todo solo que aquí sí es aceptable.-
Tropical Fuck Storm, “Braindrops” – Gareth Liddiard es un jodido loco y tener que soportar está puta tormenta tropical no está pagao. ¿Qué no te mola el rollo? No tienes ni puta idea mante…-

Big Thief, “U.F.O.F.” “Two Hands” – La voz emocional de la Lenker sobrevuela por un puñado de canciones bellas que esconden historias inteligentes repletas de melodías a las que aferrarse. Y dos por el precio de uno.- 
Rafael Berrio, “Niño Futuro” – Nueva dosis de ese rock artesanal y elegante al cargo de este poeta que canta. Sacándole todo el jugo a la lengua de Pérez-Galdós, Baroja, Borges o Bolaño.-
Morrisey, “California Sun” –Enchulando canciones ajenas sinceFriendly reminder: The song, not the Singer. Always.-
The National, “I’m Easy to Find” – Más de lo mismo que ya es bastante. Delicioso ejercicio de rock pollavieja, rico en texturas y brillante en los textos.-  
Dark Blue, “Victory is Rated” – El retorno del alma de mis añorados Puerto Rico Flowers. Cruce imposible entre Type O Negative y la grandilocuencia perdida de aquellos primeros Editors.-
Liturgy, “H.A.Q.Q.” –Hunter Hunt-Hendrix dejando de lado las maquinitas y reconduciendo la fórmula hacía la senda del brutalismo. Ese que tan bien homenajea a aquella mierda que salió de Oslo y Bergen a finales de los ochenta.-    
Tercer Sol, “Lejos” –Cosa híbrida entre el post punk con denominación de origen y el kraut de paella y torrà.  Y que suena de por.-
Will Johnson, “Wire Mountain” –otro ejemplo de saber hacer a cargo del songwriter texano. Enésimo magisterio sobre como pintar un cuadro abstracto optando por el lenguaje más sencillo.-
Tamaryn, “Dreaming the Dark” deliciosa muestra de dream pop melodramático escuela Cocteau Twins, que a veces recuerda a la cosa electro pop que practica peña como Desire o Chromatics.-  
Mattiel, “Satis Factory” –la protegida de Jack White vuelve con un álbum más garagero y asequible que el anterior. Incluso mejor.-
Loyle Carner, “Not Waving but Drowing” –el álbum de rap internacional de este año, sin ningún género de dudas. A Tribe Called Quest revisitado desde la pérfida Albión.-
Stef Chura, “Midnight” –el noventerismo explicado a la chavalada con voz trémula. Con el aval del Toledo bueno y sonando precisamente a eso.-
Herzog, “Me vs. You” Desde Cleveland vía Desatranques Crespo, esta cosa que suena noventas, parece powerpop y a veces una suerte de alt-country pasado por el tamiz de Mark Lanegan.-   
Versing, “10000” – peña de Seattle haciendo cosas que parecen de cualquier parte menos de allí. De Sonic Youth a Parquet Courts pasando por J. Mascis y unos Yo la Tengo hipervitaminados.- 
Mueran Humanos, “Hospital Lullabies” – El tercer manifiesto electro-psicodélico del dúo argentino repite fórmula y atmósferas para desarrollar nuevas distopías. - 
Benedict Benjamin, “Truant” –Soy un truant soy un señor. Evocando muchas cosas y todas ellas buenas. No a Julius Kirchen, tranquilos.-   
Fuerza Nueva, “Fuerza Nueva” –Otro recordatorio amistoso de esos: Laibach de baratillo sigue siendo mucho Laibach. Eso y que detrás de tamaña bocaza y esos aires hay algo de talento-
Torul, “Hikikomori” Bailongueo fome escuela Depeche Mode y con guiños a la darkwave. Luka Doncic seal of approval.-
The Persian Leaps, “Electrical Living” –canciones que sobresalen por sus melodías pegadizas y ese zumbido de guitarras que bebe tanto de Teenage Fanclub como de Guided by Voices.-
Ranges, “Babel” – la necesaria cuota de post-rock en los listados del Suloki. Sin necesidad de inventar la pólvora ni que arda Babel. Pero al final arde y lo sabéis.-

DIIV, “Deceiver” –el dream pop shoegazero  que nunca falla. Con un tercer capítulo que resulta un tanto más oscuro que todo lo que habían publicado hasta la fecha.-
Los Chikos del Maíz, “Comanchería” –con ellos comenzó la enésima campaña electoral. Otra muestra de ese rap de corte militante y antifascista que no deja títere con cabeza.-
Francis Lung, “A Dream is You” –bonita colección de melodías pop perfectas para días soleados aquí, allá y acullá. Agradable, pegadizo y sin pretensiones.-    
Nick Cave & the Bad Seeds, “Ghosteen” –los fantasmas ocultos del brasas en su máximo esplendor en un álbum inmenso, sobrecogedor, en el que la tristeza y el dolor actúan como carta de navegación.- 
Ezra Furman, “Twelve Nudes” –Ezra transmutado en punkarra de la vieja escuela. Solo diré dos cosas al respecto: ¡Te quiero tío! Eso y gracias por tanto.-
The Program, “The Illusion of Choice”  -paisajes atmosféricos en los que se dan cita Brian Eno, Godspeed You, Black Emperor! y los tíos de Goblin surfeando en Torre Capovento.-  
King Gizzard & The Lizard Wizard, “Infest The Rats' Nest” – el nuevo disco de los australianos no es que sea heavy metal, pero como si lo siriese.-
Rakta, “Falha Comum” -ritmos tribales, gritos con ecos y bajos obsesivos en algo indefinible que resulta circular, inquietante y molón. Y que suena a cualquier cosa menos a samba, pese provenir de aquellos pagos.-
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jueves, 14 de noviembre de 2019

El koala asesino y otras historias


Kenneth Cook debió ser un tipo bastante interesante. Sobre todo peculiar. Si hablo en pasado es porque el menda lleva tres décadas muerto y, pese a ser bastante conocido en el oficio, mi acercamiento a su universo literario se ha producido justo ahora. También es verdad que su obra no empezó a traducirse al castellano hasta el 2011. Cook fue un periodista, documentalista, presentador, pero sobre todo aventurero y escritor, que alcanzó cierta notoriedad con la trilogía de “El koala asesino”, de la cual acabo de leer la primera parte. Sus peripecias por la Australia agreste, salvaje y virgen le llevaron al meollo de muchos lugares interesantes, siendo protagonista de increíbles anécdotas, además de toparse con gente muy especial.  Y esa fue la mayor fuente de problemas en su vida. Sobre todo porque no paró de conocer ese tipo de gente amigable en baretos de mala muerte. Lo que, no solo estimuló su alcoholismo, sino que le llevó a meterse en toda clase de líos. También es cierto que, de no ser por ello, no existiría este libro.

“El koala asesino (Relatos humorísticos de la Australia profunda)” es un compendio de relatos basados en las experiencias reales del propio autor. Las quince historias se desarrollan básicamente en los desolados parajes del interior australiano. Regiones alejadas de los centros urbanos y con escasas áreas fértiles en donde el turismo y la minería son la principal actividad económica. Por allí pululan hombres-serpiente que conviven apaciblemente –o no tanto- con varias de las especies más venenosas del planeta. Y feroces cocodrilos apareándose y alimentándose de lo que les quede a mano, enormes gatos que parecen pumas y actúan como lobos, furiosos cerdos capaces de reventar una camioneta a cabezazos, amorosos perros con una discutible conciencia animalista y repugnantes camellos que actúan en connivencia con sus amos para timar a los escasos visitantes. También hay lugar para la cuestión aborigen, el blanqueo de capitales, el trabajo en las minas de oro u ópalo y mucho -¡pero que mucho!- alcohol. ¡Ah! Luego está la cosa esa de los koalas salvajes cuyo relato da nombre a la compilación…
“No me gustan los koalas. Son unos bichos asquerosos, irascibles y estúpidos sin un solo hueso amistoso en todo su cuerpo. Sus hábitos sociales son vergonzosos: los machos siempre andan propinando palizas a sus semejantes y robándoles las hembras. Tienen mecanismos defensivos repugnantes. Su piel está infestada de piojos. Roncan. Su semejanza con juguetes adorables es una engañifa abyecta. No son dignos de elogio por ningún motivo.Y además, una vez un koala intentó hacerme daño de una forma muy horrible.”

Este cuento, descacharrante de principio a fin, me ha hecho recordar un artículo antiguo de Enric González en El País. Se titulaba “El ejemplo del koala” y no tiene desperdicio…
“El koala parece feliz. Quizá lo es. Mírenlo: una monada. Y, sin embargo, podemos catalogarlo como el mamífero más lamentable del planeta. En ciertos aspectos, muestra rasgos que sugieren un alto nivel evolutivo: sus huellas digitales (un elemento raro en la naturaleza) son casi indistinguibles de las humanas. Pero, y eso también es raro, está en regresión. Evoluciona al revés. Cada generación es un poquito más imbécil que la anterior…”

La conclusión es que me lo he pasado muy bien como espectador de las aventuras del señor Cook en el país continente. Con esa parte agradable y hasta simpática de unos personajes que no deben alejarse mucho de la purria que protagonizaba las primeras pelis de David Michôd. Así pues repetiré. Con Cook digo, con el cineasta ya veremos.  
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