domingo, 23 de febrero de 2020

Lo de Gospelbeach en El Loco

Hace un par de viernes estuvieron por aquí Gospelbeach, otra de esas prominentes bandas de americana® que con su sonido y apariencia desbordan los límites de tan manoseada etiqueta. Yo estuve. Y moló bastante. 

Antes de nada y como no soy de esconderme, reconoceré que me costó engancharme a su última propuesta. Es más, cuando salió “Let it Burn” a mediados del pasado año, pasé bastante de él. Y eso que no es un disco cualquiera y ahora lo puedo decir. Creo que incluye varias de las mejores composiciones en la aun corta trayectoria del combo angelino. Como banda, se entiende, que el amigo Rademaker tiene una brillante historia con Beachwood Sparks y The Tyde. Como también la tenía Neal Casal, cuyo fallecimiento marcó el lanzamiento de este álbum y seguramente el devenir de Gospelbeach. Por otra parte, también tengo que decir que al “Another Summer of Love”publicado tan solo un par de años antes, lo rallé de las vueltas que le pegué.   

Volviendo a la figura de Casal -na´que ver con Tino ni con Luz, que yo sepa-, quien volvía a la banda tras un corto periodo de ausencia, decir que su perdida es una verdadera pena. La muerte de (casi) cualquiera lo es, obviamente, pero en este caso y para el asunto que nos ocupa, el meramente musical, resulta dramático. Y es que la sombra del guitarrista de New Jersey es alargada y su impronta se hace harto evidente en todo “Let it Burn”. Le echarán en falta. También en el directo. De hecho, al menos aquí en Valencia, sus compañeros no dudaron en recordarlo en no pocas ocasiones. 

El caso es que con o sin él, esta cosa de Gospelbeach transita entre la psicodelia, el rock setentero, el country, las melodías sedosas y también los ramalazos guitarreros, los guiños a los Byrds, a Buffalo Springfield, a Gram Parsons y hasta a los Grateful Dead. Y todo eso es lo que mostraron en El Loco, que no es poco. Bueno, también fardaron de pelazo. Especialmente el fichaje de la guitarrita. ¡Porque menudas melenas se gastan mondié! Y lo dice uno que tampoco se puede quejar y que además ha decidido poner en práctica aquello de a la vejez viruelas.

Como ya os he comentado el concierto estuvo la mar de bien. O sea, más que bien. Aun hoy me debato entre si fue muy bueno o muy muy bueno. De lo que no tengo dudas es de que resultó un espectáculo súper divertido y tremendamente disfrutable. Y es que el señor Rademaker -a diferencia de alguno de sus compañeros- tiene alma de showmana pesar de que abuse con la longitud de los speechs, consigue hacer más amenos hasta los interludios. Con todo, lo mejor siempre será la música y en ese ámbito brillaron un sinnúmero de canciones con aroma a clásico. Al tiempo. Por allí desfilaron temarros como “Dark Angels”, “Baby (It’s all your fault)”, o la deliciosa “Bad Habits”, incluidas en su último elepé, pero también “Hangin’ On”, “In the Desert”, “Strange Days” o la más country “California Steamer”, de discos anteriores. Incluso se atrevieron a adaptar una pieza de Jim Lowe incluida en la banda sonora de “Érase una vez en... Hollywood” -la última de Tarantino- y por supuesto al mencionado Neal Casal interpretando alguna de sus creaciones en solitario. 

Y eso fue todo. Más o menos. Antes subieron al escenario unos granaínos de glorioso nombre y poco más. La verdad es que no me gustaron nada así que, ¿para que hacer sangre?

2 comentarios:

  1. El pelazo del bajista molaba muuuuuuuuucho más jajajajaja. Me alegra que lo disfrutases como mínimo como yo.

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