domingo, 16 de febrero de 2020

Micapé, el amigo Samuel, la monguerada y la Marina del emérito...

Pues yo venía aquí a hablar de Micapé y la relación de amor odio que sostengo con este texano escuchimizado desde el 2007 o así. Pero vaya, que va a ser que no. Todo por culpa de ese maravilloso público valenciano del que ya he dicho en alguna ocasión que es la mayor mierda que existe en el Firmamento. Y da igual cuando leas esto porque hay cosas que nunca cambian. Os lo cuenta uno que tenía la esperanza de que la cosa fuera diferente, tras dos años largos de alejamiento de las plateas del terruño.

Luego está la cosa esa de la gratuidad, circunstancia y condición de la que cada vez estoy más convencido que es una puta mierda. Primero porque, como dice el refrán, nadie da duros a cuatro pesetas. Y eso viene siendo así desde que los primeros hombres se dedicaban a recoger bayas y cazar mamuts. Después porque la prestación de cualquier servicio sin que se nos exija alguna forma de pago, termina indefectiblemente en una minusvaloración de lo ofrecido. A veces -muchas- directamente en una no valoración del bien o servicio. De esto saben mucho los artistas. Sobre todo los que pasan por Valencia. Y es que celebrar un concierto gratis en el Cap i Casal supone asumir que te vas a apostar ante una reunión de cotorras maleducadas pasando de tu culo. Vamos, que lo mismo les da estar allí que postrados en el bareto de la esquina, ¡Pero están allí! Y dando por el culo...


En el show de hace dos sábados en La Pèrgola, no había ni veinte personas atentas al panorama. Mucha modernor, eso sí, repartida en cuadrillas e incluso con los churumbeles a cuestas, que debían ser proto-fans de Micapé o del amigo Samuel Reina, encargado de abrir hostilidades. Ya, ya… Seguro. También estaban presentes sus mascotas con pedrigrí y en primera fila, por supuesto. Que mucho animalismo y mucha polla, pero luego ahí jodiendo a los perritos, que ladraban como si no hubiera un mañana. Tan puestos que están y desconocen eso de que el animalico escucha hasta tres veces más fuerte de lo que lo hacemos nosotros. Así pues, como veréis, fue una mierda todo. Hasta el punto de fantasear con que apareciera por allí el chino ese al que se le cayó la probeta con el coronavirus i a fer la mà!

¿Y el concierto bien, no? Pues hombre, ¿qué queréis que os diga? Bastante hicieron los artistas aguantando sobre el escenario como si alguien allí le importaran las canciones. Y lo cierto es que la banda de Samuel Reina no sonó mal. Su rollito folkie intelectualizado tiene su aquel. Eso sí, mejor en castellano que en inglés. Respecto a Micapé, pues eso, que es Micah P. y va a su puta bola. Hay que quererlo así, aunque a veces cueste. Cierto que yo le quise mucho, pero las últimas veces que había pasado por Valencia me tocó bastante los cataplines. Por no decir que dio vergüencita ajena. Con todo, es indiscutible que esos diez álbumes a las espaldas le convierten en uno de los compositores gringos más sólidos de su generación. Que es la mía, más o menos -de hecho él es más joven, aunque cualquiera lo diría-. Y de los de su Liga no vienen tantos por Valencia. También he de decir que, gracias al bolo, me he reenganchado al “When I shoot at you with Arrows I Will Shoot to Destroy you” del cual sonaron varios temas -muy bien- y del que pasé bastante en su momento. Cierto que hubiese molado más que el hombre llevase a efecto la amenaza contenida en el título. Ahí sí que se lo hubiera perdonado todo. Lo pasado y lo futuro. 

Y hasta aquí puedo leer.
Sorry por la tardanza. 

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