sábado, 21 de marzo de 2020

El angelito negro de Douglas P. y la piel de plata del Javier Calvo bueno


¿Es el “But, What Ends When the Symbols Shatter” el mejor disco de Death in June? Pues hombre, no sé si sería justo relegar de esa honrosa posición al “Nada Plus!”, el “Operation Hummingbird”, el “Brown Book” o al “Take Care & Control”. A mí personalmente el que más me gusta es el “Rose Clouds of Holocaust” y mi canción favorita ni siquiera está incluida en él, sino en el “Oh How We Laughed” -se trata de “State Laugther”, por motivos sentimentales chungos y también por esas trompetas locas seguidas de la gloriosa tamborrada y esos ruiditos que suenan a sci-fi ochentero-. Pero vaya, que peña más sabía y dedicada a estas cuestiones del neofolk, suele concluir que sí. Decantándose por este icónico álbum publicado el mismo año en el que se celebraron las Olimpiadas de Barcelona. Con esa portada en la que se homenajea, de forma poco disimulada, a Benito Mussolini. También de alguna manera al líder homicida del People’s Temple. Y es que varios de los cortes son reinterpretaciones de las soflamas del reverendo Jim Jones. Entre ellas “Little Black Angel”, una de las piezas más celebradas en la larga trayectoria musical de Douglas Pearce y que me da pie para introducir mi última lectura: “Piel de plata”.

Firmado por Javier Calvo, que también es un fenómeno, aunque le tuviese medio olvidado. Alguien a quien conocí primero a través de sus artículos musicales -entiéndase esto en un sentido amplio-. Bueno, también en su faceta de traductor. Y es que es responsable de haber traducido varias obras de Foster Wallace, Palahniuk, Don DeLillo o Donald Ray Pollock que me he leído. Pero vaya, que de todo esto ya os hablé en otra entrada y no es cuestión de repetirse. De hecho, aquel post iba sobre la novela con la que conocí al Javier Calvo escritor:“El jardín colgante”. Mi único acercamiento hasta el momento al universo fabulado por Calvo. Y resulta inexplicable que habiendo pasado casi ocho años desde aquello, aún no me hubiese echado al gañote nada más de una cosecha que incluye un buen número de publicaciones. Porque como dejé escrito, aquella obra me maravilló. Ni que hablar de sus recomendaciones musicales, literarias o culturales así en general, cada vez más difíciles de rastrear por la web.

“Piel de Plata” es la historia de un crío bastante rarete -y enfermo- que se pasa el día leyendo novelitas de ciencia ficción. Un día, en la sala de espera del psiquiatra, conoce a una chica y queda fascinado. Es mayor que él y se supone que más inteligente, aunque a la postre lo único que queda claro es que está muchísimo más loca. Con ella descubrirá la obra del poeta Juan Eduardo Cirlot y esos mundos más allá de su comprensión -y la de casi cualquiera-. También a los mencionados Death in June, a través del “But, What Ends When the Symbols Shatter” y muy especialmente de ese angelito negro que nada tiene que ver con los de Machín y tan hipnótico resulta en boca de Douglas P. Tras una serie de encuentros y desencuentros producidos en una Barcelona menos mediterránea de lo que les gustaría a sus políticos -y a los propios barceloneses, supongo-, vemos como esta suerte de Holden Caulfield posmoderno y con atracción por la oscuridad, transita el mito de la adolescencia. Y eso es básicamente “Piel de plata”. Más o menos. Bueno, eso y un reconocido homenaje a Michael Moorcock, prolífico autor de fantasía épica y asiduo letrista de los pesaos de Hawkwind.
“El día que los extraterrestres lleguen a la Tierra no será como nos lo han contado mil veces los novelistas de ciencia-ficción. Los extraterrestres no levantarán una manita de tres dedos a modo de saludo, ni tampoco harán unos pitiditos simpáticos que con el tiempo nuestros científicos podrán descifrar y a los que podrán replicar. Cuando los extraterrestres lleguen a la Tierra, lo más seguro es que se estrellen porque no estén familiarizados con el concepto de suelo. O bien no entenderán que los pobladores del planeta somos nosotros y no nuestras casas. O no caerán en la cuenta de que nuestro lenguaje está asociado con las vibraciones que salen de los agujeros en la cara, porque en su planeta no habrá agujeros, ni caras, ni vibraciones, ni mucho menos pequeños glifos de tinta de un papel que se interpretan con unos orbes mojados que hay en medio de esa cosa llamada cara.”

Un canto a la juventud y a la rebeldía repleto de interesantes referencias que como novela y pese a resultar entretenida, no es tan buena como “El jardín colgante”. Quizás es que siempre me ha costado entrar en el rollo de Hawkwind… Y eso que tengo bastante material original heredado. Eso sí, está muy bien escrito.
My little black angel as years go by ... I want you to fly with wings held high... I want you to live by the justice code... I want you to burn down freedom's road...”

2 comentarios:

  1. Voy corriendo a escuchar Death in June visto que no puedo salir a la calle a comprar el libro

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