domingo, 20 de septiembre de 2020

Expediente X, revisated

Ha pasado algo más de un cuarto de siglo desde que Fox Mulder y Dana Scully comenzaran sus andanzas conjuntas en el sótano de la sede central del FBI. Aquel cuartucho oscuro repleto de material relacionado con diversas conspiranoias, la vida extraterrestre, los fantasmitas y otros fenómenos sobrenaturales. Dónde destacaba con luz propia un póster con un platillo volante y el texto “I want to believe”, a la sazón la frase que mejor define el íter vitae del agente Mulder. Y aquellos cajones repletos de expedientes antiguos que el tipo recitaba de memoria, para sorpresa de su pánfila compañera, dando pie a un sinnúmero de aventuras. Aventuras que se habrían de alargar durante la friolera de nueve temporadas –más dos de revival-, que se dice pronto. Y vaya, que el tiempo no pasa en balde para nadie. Tampoco para estos dos. Aunque para mi sorpresa, los ha tratado mejor de lo que esperaba. Digo esto porque Amazon Prime Video ha decidido, en plena pandemia, colgar todos los episodios. 218 de casi una hora de duración, ¡Ahí es ! ¡Y aprovechando la coyuntura… pa’ca’dins!

A ver, no los he visto todos, tampoco os voy a engañar. Son demasiados y ya en su momento, me costó engancharme al culebrón. Entre otras cosas porque en aquella época, había de competir por el mando a distancia con mi madre y con mi hermana, lo que, unido a los constantes cambios de horario y día de emisión… Eso y que con el tiempo mi interés se fue diluyendo como un azucarillo. Acabé harto del escepticismo de la doctora Scully respecto a la cuestión alien y de la temeridad del psicólogo Mulder para con los revoltosos hombrecillos verdes, tras tropecientos encuentros y hasta unas cuantas abducciones sufridas en primera persona. De hecho no guardaba recuerdo sobre las últimas temporadas y de como terminaba la cosa... ¡Y a Dios gracias! Son un buen cagarro. Descubro ahora que llega un momento en el cual ni siquiera están protagonizadas por Mulder y Scully, cediendo el relevo al malo de “Terminator 2” y a una guachona con ilustre apellido hispánico. Y como que no… En el mejor de los casos, meeeh

Con todo “Expediente X” ha resistido bastante bien el paso del tiempo, haciendo honor a su popularidad y a un bien merecido estatus de fenómeno cultural. Además, incluye un puñado de episodios que aún hoy resultan magníficos. Especialmente entre la temporada dos y cinco, pero nunca más allá de la siete. Tanto en el arco argumental de la conspiración extraterrestre, que abarca toda la serie y en las últimas temporadas se embarra, como en la de “los monstruos de la semana”. Me refiero a aquellos episodios auto conclusivos y aparentemente independientes donde están algunas de las mejores y más icónicas historias de la serie. Desde aquel tipo capaz de estrujarse hasta para meterse por cualquier orificio, protagonista de un par de episodios, pasando por el súper villano controlador de voluntades, el del niño pre-cog que aspira a ser campeón del mundo de ajedrez, el vendedor de seguros capaz de visualizar los horrendos crímenes de un psicópata, el monstruo del lago Ness de Hacendado –aka el Quagmire-, la familia de deformes incestuosos de Pensilvania, el protagonizado por John Hawkes como novelista obsesionado con Scully que se muda a vivir al lado de Mulder, el del vampiro adolescente repartidor de pizzas… Eso por no hablar de los homenajes más o menos velados a “La matanza de Texas”, al universo de David Lynch, a “La cosa” de Carpenter, a “El silencio de los corderos”, a “Defensa” de John Boorman, los freaks y a la serie B en general, al mito del chupacabras, a las historias clásicas de fantasmas, a los libros de Stephen King –que llega a dirigir un episodio bien malo-, al mito de Frankenstein, a “Rashomon” de Kurosawa…

También es verdad que, lo más guay a mi entender, y lo que me hizo engancharme a esta cosa –además de la incansable labor propagandística de mi amigo Voro- se condensa en el mytharc: Arco argumental sobre una conspiración gubernamental para ocultar la existencia de una civilización extraterrestre con planes siniestros para la humanidad, que sobrevuela todas las temporadas. Repleta de giros y revelaciones–algunas de ellas muy locas- y que pese a lo mal que acaba - ¿pero realmente acaba? - resulta altamente atractiva. Además, ahí asoman la cara varios de los secundarios imprescindibles de “Expediente X” como “el Fumador”, “Garganta Profunda”, Alex Krijcek o Marita Covarrubias. Aparte, contiene episodios tremendos como “Ascensión”, “Colonia”, “Tugunska” o el que cuenta el pasado de “El Fumador”, que valen la pena por sí mismos.  Es en este marco donde se inscriben las dos películas que se rodaron aprovechando el tirón de la serie. La primera de las cuales, “Expediente X: Enfréntate al futuro”, está bastante chula. No así la segunda, que resulta infumable.
Luego están aquellos episodios en los que los creadores de la serie con Chris Carter a la cabeza, deciden reírse de sí mismos, sus personajes y su creación. Van apareciendo conforme avanzan las temporadas, siendo lo único destacable en las últimas, cuando los argumentos conspirativos resultan ya tan manoseados, tan forzados, tan pesados, a Mulder y Scully les han pasado tantas cosas, que ya es imposible rizar más el rizo. Mola mucho uno de los primeros y en el que Mulder y Scully cambian los roles, cachondeándose del escepticismo habitual en una y la credulidad habitual del otro. También es muy divertido el de las cucarachas de laboratorio, con el agente Mulder transmutado en
ligoteador de baratillo empecinado en mojar el churro con la sensual doctora Bambi. Y cómo no, el episodio de “Cops”, que si bien circula por el alambre y está a punto de caerse en no pocas ocasiones, aguanta la mar de bien. O el del rodaje y estreno de una película basada en las aventuras paranormales de nuestros héroes, en donde la entonces sra. Duchovny hace de Scully… Y da bastante juego.

Y eso es todo. ¿Que la serie es irregular? Obvio. ¿Qué presenta más subidas y bajadas que un disco de Explosions in the Sky? También. Pero , que bien me lo he pasado, again. Y no descarto volver a ella en unos diez años.  Todas las veces que haga falta...

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