martes, 28 de diciembre de 2021

Lo milloret de lo milloret 2021, what a year, huh?

Aquí estamos por primera vez desde aquel lejano día del mes abril, en el cual os recomendaba una interesante lectura de género. Que ya ha llovido y han pasado variantes del Covid... No quiero que suene a excusa, pero parace evidente que el mundo este de los blogs ha muerto y no es cosa de hoy. Tampoco de ayer. Aunque algunos ni nos habíamos enterado. Con todo, homenajeando al gran Peret y a su jitazo inmortal, aunque también para honraros a todos vosotros, mis escasos seguidores, e incluso a mí mismo o más concretamente al propósito con el que nació esta cosa hace algo más de una década, aprovecho el cierre de ejercicio para citaros aquí y que asistáis al enésimo aquelarre perpetrado por este brujo de baratillo. Se trata, por supuesto, del momento en el que os hago partícipes de mi selección de discos favoritos de entre la retahíla de trabajos a los que he podido hincar el diente y que se hayan publicado en este año dos de pandemia. Una listaka que, supongo, coincidirá en muchos de sus componentes con otras tantas, aun cuando he de reconocer que este año apenas si le he prestado atención a la esbozada por una publicación de postín y medio de refilón. Una colección de gemas que no contiene demasiadas sorpresas, creo. O tal vez sí, vaya. Desde luego si hubiera mantenido esta bitácora al día, resultaría obvia. Pero como no es el caso... Tan solo añadir que, a diferencia de lo ocurrido otros años, en los que me vi obligado a dejar fuera un buen puñado de discos, aquí están todos los que son. Y no hay más. No me he dejado fuera nada de nada. Y es que, en lo que a mí respecta, el ejercicio musical me ha parecido poco más que discretito. Con todo y dejándome ya de rollos, aquí os dejo mis imprescindibles 2021… Y sin rankings, para joder. Que ahora que lo pienso, no me hubiese costado nada... Pero bueno. Ale, besitos a todos.

 WHITNEY K.
“Two Years”

VVV [TRIPPIN’ YOU]
“Turboviolencia” 

TURNSTILE
“Glow On” 

THE FELICE BROTHERS
“From Dreams to Dust” 

THE BUG
“Fire” 

THE TELESCOPES
“Songs of Love and Revolution”

SLEAFORD MODS
“Spare Ribs” 

RODRIGO AMARANTE
 “Drama” 

RATA NEGRA
“Una Vida Vulgar”

POM POM SQUAD
“Death of a Cheerleader”

PARQUET COURTS
“Sympathy for Life”

MY MORNING JACKET
“My Morning Jacket”

MUSH
“Lines Redacted”

MOGWAI
“As the Loves Continues” 

MARIA ARNAL I MARCEL BAGÉS
“Clamor”

MADLIB
“Sound Ancestors” 

LUKE HAINES
“Setting the Dogs On the Post Punk Postman” 

LOW
“Hey What”

LITTLE SIMZ
“Sometimes I Might Be Introvert”

 LE REN
“Leftovers” 

KIWI JR.
“Cooler Returns”

KING WOMAN
“Celestial Blues”

JOSÉ GONZÁLEZ
“Local Valley”

JACK INGRAM, MIRANDA LAMBERT & JON RANDALL
“The Marfa Tapes” 

IDLES
“Crawler” 

HOMEM EM CATARSE
“Sete Fontes”

HELADO NEGRO
 “Far in”

GODSPEED YOU! BLACK EMPEROR
“G_d’s Pee At State’s End!” 

 GRANDE AMORE
“Grande Amore” 

 FILMMAKER
“Counterspell” 

EXPLOSIONS IN THE SKY
“Big Bend (An Original Soundtrack for Public Television)”

DRY CLEANING
“New Long Leg”

DERBY MOTORETA'S BURRITO KACHIMBA
“Hilo Negro”

DAMIEN JURADO
“The Monster Who Hated Pennsylvania”

CURTIS HARDING
“If Words Were Flowers”

CUELLO
“Venga”

CLOUD NOTHINGS
“The Shadow I Remember” 

BLACK COUNTRY, NEW ROAD
“For the First Time”

ARAB STRAP
“As Days Get Dark”

AMYL AND THE SNIFFERS
“Comfort To Me”

AMENRA
“De Doorn”

lunes, 19 de abril de 2021

El Pescador


Mi última lectura y mira que me ha costado, ha sido esta suerte de relato costumbrista de terror, escrito por un reputado especialista del género. Con todo, mi inmersión en las aguas revueltas del arroyo de El Holandés, a la sazón mi primer acercamiento al universo de John Langan, ha sido francamente satisfactorio. Por lo que, aunque cada vez me sienta más lejano a los parámetros por los que discurre el terror literario, es probable que no sea esta la última vez que lea al tal Langan. Y es que me ha gustado mucho una novela con la que, por cierto, su autor se llevaría el prestigioso premio Bram Stoker del año 2016. Sucediendo a ilustres de la cosa fantástica y malroller como Stephen King, Peter Straub o Ramsey Campbell, pero también al omnipresente Neil Gaiman, al olvidado Chuck Palahniuk o hasta la enorme Joyce Carol Oates. De algunos de ellos hasta os he hablado por aquí. 

“El pescador” se desarrolla en los parajes naturales situados al norte del estado de Nueva York. Concretamente entre los bosques alrededor de Woodstock, que es por donde fluyen un sinfín de ríos y afluentes, entre ellos el mencionado arroyo. Según parece, aquello es un entorno idílico para los aficionados al noble, pero aburrido arte de la pesca. Y eso os lo digo yo que me críe en el entorno de l’Albufera, rodeado de freaks que perdían -y pierden- el culo gastando su escaso tiempo libre lanzando la caña a ver si pica alguna tenca pudenta. Bueno, en eso y en pimplar, condición sine qua non para soportar el tedio. La cosa viene protagonizada y mayormente narrada por Abe, aunque con un co-starring estelar, su compañero de trabajo Dan. Además de esto último, los susodichos comparten otra condición, la de ser un par de viudos que han encontrado consuelo en la pesca y en su mutua compañía, en lugar de refugiarse en Tinder o Ashley Madison y el asunto este del folleteo ocasional. El caso es que los compadres oyen hablar del arroyo y de alguna manera se ven arrastrados por una historia antigua y llena de secretos en los que, al final de todo, se erige la misteriosa figura de un tipo al que se conoce como el Pescador. Porque el mangurrino este también pesca, pero con otros sedales y anzuelos, en estática, por arrastre y hasta “al robo” si se tercia. Una suerte de Capitán Ahab pasado por el ojo pictórico de Friedrich y con más malafollá que un nazgul recién levantado.

La novela se compone de tres partes, siendo las dos primeras bastante diferentes entre sí. El comienzo es el propio de un relato de corte costumbrista y nada anticipa lo que vendrá después. Accedemos a la vida y milagros de un Don Nadie más, quien ha de convivir con sus desgracias personales y tirando hacia adelante como buenamente puede. El caso es que toda esta parte está magníficamente contada y, en ciertos aspectos, recuerda -sobre todo en las formas- al gran John Irving. La decisión de Langan de dinamizar la narración partiendo de una historia cotidiana, incluso anodina, da un vuelco cuando pasamos a la segunda parte. Ahí recrea una atmósfera de terror clásico, con ecos a Poe, más aún a Lovecraft, y con una serie de secundarios que nos sumergen en un cuadro de El Bosco. La cosa va pasando de lo descriptivo a lo imaginativo, de lo natural a lo sobrehumano, de la belleza al horror y todo sin apenas tregua. También incluye cierta evocación a lo oral, a las historietas de campamento para asustar a los chiquillos y a la fantasía inocentona de los cuentos de terror adolescente. La parte final, el meollo del asunto, incluye algo de acción. Si bien, no os esperéis aquí el desenfreno con el que suelen rematarse este tipo de historias cuando quien las firma es King, o alguno de sus seguidores e imitadores. El affaire discurre tranquilo y se resuelve francamente bien. No sé si de manera sorprendente, pero sí de una forma sólida y muy satisfactoria para el lector. 

Así pues, os la recomiendo . Es bastante chula. No así la portada, que es un horror…    

viernes, 12 de marzo de 2021

The Leftovers, los que se marcharon y los que se quedaron…


¿Es The Leftovers la mejor serie de la historia de la televisión? Seguramente no. ¡Pero como mola, hostia puta! Y como te deja… Y es que, como decía Natalia Marcos en su crónica sobre la última temporada, hay pocas cosas tan poderosas como la emoción y los sentimientos. Y es que al final, hasta da lo mismo que en algún momento a Lindelof se le haya ido la puta olla - para no perder la costumbre-. Pero es que ese final... O mejor dicho, esos finales. ¡Toda esa temporada final! Xé! Que lo compensa todo.

¿Es “The Leftovers” una de las producciones más cuidadas y arriesgadas de la década? Radicalmente sí. Y no le quita valor esa incapacidad para conectar con el gran público. Sorprendentemente, todo sea dicho. De hecho, posiblemente eso es lo que acabará por convertirla en la enésima obra de culto. Pero en esta ocasión del culto güeno. En todo caso, creo que la casi nula repercusión nos ha venido bien a todos. Primero a los propios creadores, quienes han disfrutado de cierta libertad en el desarrollo de la serie. Y sin que por ello el onanismo del hacedor de “Perdidos” nos llegue a salpicar demasiado, insisto. Después a los seguidores, habiendo evitado el enésimo producto televisivo que se eterniza ad nauseam. Aunque, por encima de todo, ha resultado crucial para dibujar ese final dignísimo y pensado al detalle. Un maravilloso cierre tras un fascinante recorrido.

Basada en la novela “Ascensión” de Tom Perrotta, el planteamiento arranca el día en el que el dos por ciento de la población mundial desaparece. Que no parece mucho, pero así, groso modo, estamos hablando de unos ciento cuarenta millones de personas. Lo inesperado del acontecimiento y la inexistencia de causas o explicaciones a tamaña evaporación, hace que los supervivientes se dediquen a buscar las suyas propias. Y es que, de una u otra forma, todos intentan comprender lo que ha pasado, pero sobre todo, lo que se supone deben hacer al respecto. Un muestreo de esas personas conforman el coro protagonista en “The Leftovers”. Comenzando por un jefe de policía que trata de mantener cierta apariencia de normalidad pese al guirigay que tiene montado en casa. Con una hija adolescente rebelde cuyo hermano mayor ha unido su destino al de un santero buenrollista que quita las penas a base de abrazos, y una esposa enrolada en una secta de fumadictos. Esta última atiende al nombre de “El remanente culpable” y es de las cosas más chulas de esta historia que se debate entre lo distópico y lo esperanzador. Se trata de una peña que, viviendo en comunidad, vistiendo absolutamente de blanco y manteniendo la boca cerrada excepto para pegarle caladas al cigarro, proclaman su fe a modo de sacrificio. Al frente de esta organización homenaje al carretero del refrán, se haya uno de los personajes más interesantes de la serie. También un cúmulo de secundarios – algunos efímeros, otros no tanto- protagonistas de varios de los mejores momentos de la trama. Capítulo aparte merece la novia del madero. Alguien que vio en directo como se esfumaban sus dos hijos pequeños y su marido, mientras prepara el café con leche. En una broma del destino, o más bien un completo desafío de todas las leyes de la probabilidad, que sobrellevará con mucho dolor y un sentimiento de culpa que permanece intacto, pese al transcurso del tiempo.

Y luego está lo de Max Richter y su música celestial... ¿Qué decir de la obra de este inmenso creador, de su minimalismo o de esos ruiditos marca de la casa que no se haya dicho ya? Y es que el tipo es responsable de una banda sonora que se erige como un personaje más. Fundamental, se entiende. Y es que esa capacidad inigualable para transmitir estados emocionales frágiles, empapa cada momento climático en la serie. Es más, estoy seguro de que mi percepción de la serie hubiera sido otra, con otra música. Y es que Max consigue que le sigamos, hasta el infinito y más allá, emulando a aquel desconocido flautista al que los hermanos Grimm dedicaron una de sus fábulas más celebradas. Por cierto que la actuación del flautista se produce en el mismo lugar que, varios siglos después, vería nacer al pianista y compositor alemán.

Además, aunque sea a modo de complemento, resaltar que a lo largo de las tres temporadas y en múltiples momentos, en la serie se filtran temas firmados por gente como Fuck Buttons, Al Green, Ty Segall, the Black Keys, Apocalyptica, los Pixies, Duke Ellington, Sturgill Simpson, Hozier, Simon & Garfunkel, Wu-Tang Clan, A-Ha, Ray Lamontagne, Sarah Vaughan, Aznavour, Gravedigazz, los Beach Boys, Otis Redding, Jim James o Billie Holiday. 

Y vale sí, ya sé que son tres temporadas, 28 episodios de una hora de duración en total y ahora que van abrir los bares y se viene “el caloret”, no estáis para hostias. Pero echarle un ojo joer. Haced el esfuerzo. Hay episodios que merecen la pena por sí solos y en los que la trama principal casi es lo de menos. En lo visual, en la puesta en escena, está repleta de momentos prodigiosos. Y hay episodios que son una delicia. Por ejemplo los dirigidos por el señor Craig Zobel. Un director estimable, del que solo había visto esta cosa hasta ahora. Habrá que seguirle la pista.

sábado, 6 de marzo de 2021

El fill de Juan Miguel se pone melódico. Mestra, “Nuevo Mundo”


Gestado durante el confinamiento de marzo -el primero ¡hace un puto año ya, que se dice pronto! -, por fin ha visto la luz el esperado debut de Mestra. Aunque debut, lo que se dice debut, pues como que no. Y es que, tras este proyecto con nombre de compañía de aparatología dental o de birra chilena -sí, Xam, ya sé que no van por ahí los tiros-, está el Sr. Asunción. Artista multidisciplinar, mussafero con pedigrí y mejor persona, cuyo desempeño a la guitarrita y en esto del arte de las musas le viene de lejos. Co-fundador de Loah allá por el Pleistoceno Medio y más recientemente al frente de Ansiedad, helo aquí y ahora como responsable de las letras y los arreglos de este trabajo titulado “Nuevo Mundo”.

Lo cierto es que, gracias a aquella sobrerreacción mundial a la gripezinha, en “palabros” del tipejo ese que preside Brasil, que obligó a recluirse a tantos artistas y aspirantes a, ahora podemos empacharnos de cosas tan chulas como este epé. Cuatro canciones por las que sobrevuela el espíritu de unos Social Distortion bajos de revoluciones y evolucionados hacia la cosa pop, con acento de la Ribera. Eso y unas gotitas de Hüsker Dü, los Nada Surf de entreguerras y desde luego Los Planetas de “Unidad de Desplazamiento”. Hasta aquí lo obvio. Luego va lo rebuscado, o quizás no tanto, que pasaría por una pizca de rock urbano y la sabiduría de un Josele atiborrado de Juanolas participando de lo último de los Niños Mutantes. ¿Qué, qué? Que no sé si es eso, pero desde luego no parece solo eso, o es eso y dos huevos duros. Pero , que aquí lo importante es la impronta, para goce y disfrute de todos.
El asunto arranca a trayón con la triste protagonista de esas “Flores Amarillas”, que rápidamente enlaza con “El fin de nuestros días”, mi favorita de entre todas estas ásperas historias y en dónde más se respira ese eau de Mike Ness que tan bien sienta a este artefacto. Bueno, “Empezar de nuevo” tampoco va mal servida, si bien, el tema acaba derivando hacia otros derroteros más en la línea del glorioso “Candy Apple Grey”. El cierre queda reservado para “Azul”, aparentemente el corte más suave incluido en “Nuevo Mundo”, de cadencia marcadamente planetaria y con una apoteosis guitarrera a modo de colofón.     
 
Grabado a finales del pasado año en Tigruss Estudio (Alicante), mezclado y masterizado a principios de este 2021 en Perdido Estudios (Albacete), han colaborado en el proyecto tanto el australiano Johnny Casino (The Egos, Johnny Casino and The Secrets), al bajo y las guitarras, como Isidro Rubio (SanIsidro, Venereans) a la batería. Notable aportación que se deja sentir en el resultado final que no es sino melodía, ritmo, intensidad, buenas letras, mejores guitarras y mucho gancho. Conformando un sugerente debut cuya única pega, por poner una, es que se antoja demasiado corto. Supongo que el Xam, tirando de la sapiencia que atesora el refranero, ha optado por aquello de lo bueno, si breve, dos veces bueno.
 
En relación a esto último, me voy a permitir la licencia de retorcer el sentido de una de las estrofas de “El fin de nuestros días”: ♫ ♩ Dime como debo hacer ♩  Qué necesito aportar ♬ Solo tienes que pedir Por esa boquita  ♩” Pues bien, ¡Me pido un largo, Xam! Necesitamos más Mestra. Hay demanda, xiquet.

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lunes, 4 de enero de 2021

Pulvis et umbra sumus. DEP MF DOOM

En una entrada de finales de octubre del 2019, titulada “Mis favoritos del hip hop”, me referí a “Madvillainy” de Madvillain, aclamado artefacto colaborativo facturado entre Madlib y MF Doom y publicado en el año 2004. Uno de mis referentes más claros en esta cosa del gusto por las rimas y los ritmos. Como dejé escrito por allí, se trata de un proyecto único e inimitable que destaca por su faceta experimental. Con una excelsa colección de samples y loops en los que la extraña pareja explora los límites del género, introduciendo elementos de diferentes estilos musicales a su gusto y conveniencia. Desprovisto de las sensibilidades populares del rap y de esa obsesión por los ganchos que en ocasiones resulta tan cansina, definirlo como libérrimo sería quedarse muy corto. Compuesto por veintidós canciones cortas, con pocos estribillos y un sonido generalmente nada comercial. “Madvillainy” es, por lo tanto, un trabajo sumamente original y desde luego, inclasificable. E intencionalmente oscuro, que es casi lo que más mola. Por desgracia, el proyecto a cuatro brazos y dos cerebros no tuvo la continuidad que hubiéramos deseado. O bueno, sí la tuvo… Pero relativamente. Y es que, años después, aparecería “Madvillainy 2 - The Madlib remix” (2008). Si bien, no es exactamente lo mismo, tratándose más bien de un disco del californiano Madlid.

Si escribo todo esto, aparte de para señalar esta pieza fundamental en la historia del hip hop y de culto en la historia de la música, es por homenajear de alguna forma a MF Doom, que acaba de partir hacia el otro barrio. Bueno, tampoco eso sería exacto. Los hechos son que su señora esposa, durante la pasada Nochevieja, colgó un anuncio en la cuenta oficial de MF Doom en Instagram. Ahí se daba a conocer que el MC londinense había perecido dos meses antes. Y es que, según parece, el luctuoso suceso se produjo, exactamente, el día 31 de octubre de 2020. La noche de Halloween para más inri. Con todo, tampoco sabemos el cómo y los porqués, aunque no sé si importa mucho. Porque este es un final que le viene que ni pintado a uno de los músicos más elusivos y misteriosos del mundillo. Alguien que, casi desde sus comienzos, se escondía tras la imponente máscara de gladiador de Máximo Décimo Meridio. Este halo de misterio en el cual se envuelve su vida, unido al innegable talento y a la reconocida influencia en músicos más jóvenes e incluso la impronta que deja en la cultura popular, hacen que su perdida resulte enorme. La de un tipo nacido en la pérfida Albión, pero asentado en Nueva York, dónde se consagrará como una de las figuras fundamentales del hip hop gracias a discos como “Operation: Doomsday”, o la obra maestra atemporal que es el mencionado “Madvillainy”. Uno de los mejores álbumes de todos los tiempos para varias publicaciones.
Y poco más puedo decir. Más allá de lamentar el deceso. Y recomendar su obra, que al final, siempre es lo más importante. Así pues, descanse en paz Daniel Dumile aka MF Doom aka Viktor Vaughn aka King Geedorah aka... Ojalá pudiera cumplir aquel sueño, expresado en alguna entrevista, de asistir a un concierto propio pero desde la platea y en calidad de mero espectador. ¿Quién sabe? Capaz que lo consiga...

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La ilustración es obra de Vlasis Gougosis
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