Lo que más me llamó la
atención del encuentro de Champions
League disputado el pasado martes y que enfrentaba al VfB Stuttgart y al FC
Barcelona, fue la patada de karate que Jens Lehmann, el guardameta del
conjunto alemán, lanzó en dirección a Carles Puyol cuando éste se dirigía a
disputarle un balón dividido. ¿Qué le pasa a Lehmann? ¿Está loco o qué? Y es
que no es la primera vez que hace una de estas.
Las buenas actuaciones de Lehmann, si es que alguna vez las tuvo, ya quedan muy lejos en el
tiempo. A mí personalmente siempre me pareció un futbolista sobrevalorado, que
ya puede darse con un canto en los dientes por haber militado en los grandes
equipos con los que ha jugado. Vale, reconozco que el afirmar que Lehmann es
un mal portero es algo muy subjetivo, siempre habrá quien me pueda echar en
cara algunas palomitas del alemán en su etapa inicial del Arsenal FC o el penalty
detenido a Verón y que supuso la victoria del Schalke 04 en la final de la Copa
de la UEFA de 1997. Ahora, lo que es estrictamente objetivo es que este
bicho es un mal compañero y peor persona. Si no que se lo pregunten a Manu
Almunia o al estonio Mart Poom, portero y actual preparador de porteros del Arsenal FC respectivamente, y a ver que cuentan del rubio de Essen. Pero es que encima el tío va de estrellita y ahora,
con la cuarentena ya bien rebasada y padeciendo los males del que nunca tuvo
(por lo que no puede retener), tan sólo es capaz de aparecer en los informativos
fruto de sus excentricidades, como la patadita a lo Bruce Lee que da pié a este
post, o por ponerse a mear en medio de un partido (en diciembre, contra el Unirea
Urziceni), o por acudir a los entrenamientos de su club en helicóptero (el tipo vive a 250 kilómetros de
Stuttgart)…
Con todo, la pregunta formulada respecto a Lehmann, se habría de hacer extensiva al resto de sus compatriotas: ¿qué coño les pasa a los porteros alemanes? Y es que la cosa viene de lejos y Lehmann no es ninguna excepción. Antes de Lehmann fue Oliver Kahn, aquel guaperas albino que alternaba vuelos imposibles con cagadas de campeonato y declaraciones impresentables con agresiones a rivales, y antes de él fue Bodo Illgner… vale sí, este último no era tan mal tipo como los otros dos, tan sólo era un poco autista… bueno, y un poco jorota también estaba.
Aunque
cualquiera de los desplantes protagonizados por Lehmann palidecen ante la
salvajada cometida por Toni Schumacher en las semifinales del Mundial ’82. Schumacher, nada que ver con el archiconocido
piloto de F1, era el guardameta
titular de Alemania durante el Campeonato Mundial de España. Además, a diferencia
de los tres porteros mencionados con anterioridad, no estaba para nada
sobrevalorado, ¡era un crack de la cabeza
a los pies! Pero sus magníficas actuaciones bajo los palos quedaron en un
segundo plano tras la brutal agresión al francés Battiston, durante las
semifinales de aquel campeonato. El galo se quedó inconsciente, sin dientes y
con dos vértebras rotas. "¿Y a mí qué?, debió pensar el Schumi, ya que mientras todo el mundo se preocupaba por el estado del delantero francés (al que
algunos de sus compañeros creyeron ver muerto), él se dedicó a hacer
estiramientos justo a su vera. Ese es el motivo de la leyenda negra de
Schumacher, al que sus compatriotas crucificaron por ello. Bueno, por eso y
porque después acusó a sus compañeros de selección de dopaje. Como veis una
joyita el chaval… hasta el punto de que en una encuesta de la época, fue considerado
como el tipo más odiado de Alemania, ¡¡¡por delante de Adolf Hitler!!!
Ah!
Y que no se me olvide Sepp Maier, mítico cancerbero del Bayern Munich. Un tipo huraño, excéntrico y agresivo con sus
compañeros de profesión, pero también con los chicos de la prensa. Cómo cuando
le soltó una hostia a un redactor en mitad de un entrenamiento, para después
justificarse diciendo que le pasaba factura por las tonterías que escribía sobre él.
Además, ahora a la vejez, nos lo intenta explicar todo con semejante teoría: “un portero genial requiere unas cualidades innatas que no se pueden entrenar.
Tiene que ser un fanático, casi un marginado en su propio equipo; en
definitiva, ha de estar loco”. Sí, como teoría está de puta madre, pero no explica: a) ¿por qué eso
pasa más en Alemania que en otros lados; y b) ¿por qué casi ninguno de estos porteros
pasa de discretito?
Siempre
se ha dicho que los guardametas son gente extraña, peculiar e incluso
enajenada. Hay quien dice que es por el rol solitario que desempeñan sobre el
campo de fútbol… en fin, yo, como diría el bueno de Ronaldo, “nusé”,
pero lo que es evidente es que en Alemania están más locos que en el resto del
mundo… ¡¡¡como una puta regadera!!!
--------------------------------------------
PD. Y eso que no he mencionado al gran Timo Hildebrand, ese señor cuyo único mérito
reconocible es el de guardar cierto parecido con Paul Banks (Julian Plenti,
Interpol). Bueno y el de ser el futbolista con el nombre más apropiado que uno
recuerda. Desde luego y a la vista de lo que hizo en el Valencia CF, le viene que ni pintado.