Mi
única lectura vacacional, y es que estoy de un perro que pa'qué,
ha sido “Hijo de Jesús” de Denis Johnson. Se trata de una
compilación de once relatos breves, dotados de cierta continuidad
por obra y gracia de un narrador común del cual no tenemos
demasiados datos pero
que,
desde luego, no evoca
para
nada
al tal Billy Crudrup
que protagoniza la jodida adaptación al cine (por
mucho que el conocido crítico cinematográfico Roger Ebert la
colocara entre las diez mejores cintas estrenadas durante el año 99).
Vale,
me callo, que aún no la he visto y
no
sea cosa que luego me tenga que desdecir. Con todo y con eso insisto, al
prota de las historias le podría poner mil
caras diferentes
y
ninguna de ellas
sería la del pastoso co-protagonista
de “Sleepers” (1996), “Big Fish” (2003) o “Come, reza y
caga, ama” (2010).
El
caso es que mi amigo Iván Rojo casi
me conminó a que leyera “Hijo
de Jesús”, así
que, ante
ese panorama, no cabía
otra.
Y es que lo que dice este capo va a misa. Como
también las recomendaciones de Rodrigo Fresán, el primero a quien
oí cantar las beldades de un autor que hasta ese momento era para mí
un auténtico desconocido. Vamos que, con amenazas o sin ellas, ya
llevaba tiempo dispuesto
a
hincar el diente a alguna cosita escrita por el señor Johnson y
por
fin lo
he hecho. ¿Y
cual es la conclusión
tras
la lectura?
Pues
que el menda está
dotado de una
voz narrativa propia, ciertamente
interesante.
Que
es
conciso y descarnado en las formas, guarro en el fondo y cuenta
unas
historias
que merecen la pena ser leídas. Pero
que
siendo
bueno,
ofrece
menos
de lo esperado.
Y
es que Johnson
nos da una visión sucia, rozando
lo
enfermizo, de aquellos submundos en donde la infelicidad y la pérdida
campan a sus anchas. Y eso está
muy
bien.
El problema es que el acercamiento hasta esos universos
ya
está bastante manido y otros
autores lo
han llevado de mejor forma.
Por
ejemplo Chuck
Palahniuk,
quien
creo
le
supera con mucho. Independientemente de que el
loco de Portland no se corte al
considerar a Denis
Johnson
como una
de sus principales
influencias.
También es verdad que la cosa cambiaría si todas las historias se acercasen al nivel de las dos o tres primeras. Y es que los primeros relatos me
han parecido muchísimo mejores que aquellos
que cierran la compilación. Es
en
ellos donde
mejor entendemos
-si es que hay algo que entender- a
ese tipo desorientado y aparentemente
marginado de
la vida, protagonista directo o indirecto de todos y cada uno de los episodios relatados.
Historias
de losers
y losers,
de maleantes y drogadictos, de gentes que ahogan sus penas en
la barra de bares
cochambrosos,
ya sabéis de lo que os hablo. Así que, hete aquí con otro libro más sobre la
cara B del american
way
of life. Eso
es lo que os encontraréis en “Hijo de Jesús”. Nada más, pero tampoco nada menos.