“Tigre,
tigre, que te enciendes en luz
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo idear tu terrible simetría?
¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse? ¿Qué mano osó tomar ese fuego?
¿Y qué hombro, y qué arte
pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón,
¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?
¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque? ¿Qué tremendas garras osaron sus mortales terrores dominar?
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas
¿sonrió al ver su obra?
¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?
Tigre, tigre, que te enciendes en luz,
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
osó idear tu terrible simetría?
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo idear tu terrible simetría?
¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse? ¿Qué mano osó tomar ese fuego?
¿Y qué hombro, y qué arte
pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón,
¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?
¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque? ¿Qué tremendas garras osaron sus mortales terrores dominar?
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas
¿sonrió al ver su obra?
¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?
Tigre, tigre, que te enciendes en luz,
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
osó idear tu terrible simetría?
“El
tigre”, es un poema escrito por el
poeta, pintor, grabador y místico William
Blake allá por el pleistoceno medio que fue incluido entre sus
“Cantos de experiencia”. Pasa
por ser una de sus piezas más conocidas e
influyentes. De hecho es la causa de que el periodista Alfred Bester
pergeñase ese espanto literario titulado “Las estrellas mi destino”. Aunque
también de que el
gran
relatista norteamericano, de origen armenio, William Saroyan, escribiese
la deliciosa novelita breve de la que ahora os paso a hablar.
Se titula "El
tigre de Darcy” y es, aunque no lo parezca, una historia de amor. Su propio autor lo deja claro al final de la narración diciéndonos que “ésta es la historia de Thomas Tracy, Laura
Luthy y el tigre, que es el amor”. ¿Qué qué?
El caso es que el joven
Tracy tiene
un amigo imaginario; un tigre que en realidad no es tal sino que es
una pantera negra. Éste (o ésta) le
acompañaba allí donde va y encima le
habla, le aconseja y hasta le sermonea. Eso sí, tan solo
él puede
verle y oírle. Un día Tracy
se enamorará
perdidamente de la
bella Laura
Luthy, pero el
romance acabará
de manera abrupta y bastante
estrambótica, por decir algo. A raíz de eso nuestro protagonista y
su tigre-pantera
se marcharán
desde Nueva York hasta la soleada California, para
no volver hasta pasados unos cuantos años. Lo curioso es que, a su
vuelta, un día mientras
camina por la Quinta Avenida, se dará
cuenta de que su
tigre es
real. El pánico se desata,
la policía actúa
y el tigre acaba
herido y Tracy recluido en un manicomio.
Pero
una historia como ésta no puede acabar así, por lo que Saroyan se
reserva una simpática sorpresa en forma de happy
end
que le va muy bien a esta especie de parábola sobre el amor, el alma humana y la importancia de creer, no sólo con la
mente, sino también con el corazón.