Me
han regalado este libraco en el curro y ha sido ojearlo y que
me diagnosticase todas las enfermedades y dolencias que vienen recogidas. Y es
que los libros del estilo “El médico en casa” son la peor mierda que
se le ha ocurrido a nuestros amiguetes del mundo editorial. De medicina saben
los médicos y punto. Poner al alcance de to quisqui conocimientos
propios de esta disciplina, además de una gilipollez, es una temeridad. Más aún
si tenemos en cuenta que este es un país en el cual “de fútbol y
medicina todo el mundo opina”. Al personal sólo le faltaba tener una suerte
de diccionario a través del cual acceder a términos médicos con los que
dárselas de listos. Enteraillos que no se cortan a la hora de espetarnos
términos y alocuciones más o menos impactantes en conversaciones de café o
cerveza. Algunos incluso se permiten discutir con los médicos de cabecera. ¡Con
dos cojones! Y es que, como solía decir un borrachín de mi pueblo “Arrvarooo...
¿Le vá a ejplicá tu a tu padre como se tié que follá a tu madre?
Cierto
que no es algo exclusivo de esta disciplina el que cualquier listo se lea
cuatro cosas y se vea con opciones a ganar el Premio Nobel. No hace
mucho, en una cena de amiguetes de la infancia asistí impertérrito a como el
más iletrado de los presentes, pretendía rebatirle a un amigo economista una
cuestión que era propia de su formación y quehacer diario. Eso sí, empleando
una potente argumentación extraída, al parecer, de un artículo que sobre la
materia firmaba algún articulista del Interviú. Un don
nadie, vamos. Yo mismo, en ocasiones me he visto interpelado por mindundis de
todo pelaje y condición, que pretenden explicarme cosas de mi trabajo. De eso
que hago todos los días y con lo que gano el pan. Mendas que tiran de argumentaciones
que, o bien me las tomo a broma, o acabamos con las amistades.
Y es
que no es lo mismo aprenderse de memoria un palabro o una expresión
y soltarlo por ahí, como si tal cosa, que saber lo que significa e implica. Vaya, que no son lo mismo dos pelotas negras que dos negras en
pelotas. Y disculpadme la chabacanería.
---------------------------------------------------------------------
Por
cierto que le acabo de echar otro vistazo al librito y ya me duele hasta
el alma... ¿Qué hostias espera Zapatero para decretar su prohibición en lugar
de tanto hablar de la puta crisis? Crisis, what Crisis?
No hay comentarios:
Publicar un comentario