Esta
es la frase favorita de los amigos de la prensa, cuando se les echa algo en
cara. “Nosotros no somos responsables, tan sólo contamos lo que pasa,
transmitimos información” Pues no siempre es así. No ha sido así, desde luego, en el caso de un chaval de Madrid, de nombre Diego, al que la
prensa ha destrozado la vida a golpe de titular. Y sino mirad la portada del ABC del sábado 28 de diciembre:
“La
mirada de un asesino de una niña de tres años”
Pues no. El asesino (no
presunto) pero ya juzgado y condenado por los “hijos bastardos" de Torcuato Luca de Tena, no era tal, y por eso fue puesto en libertad sin cargos por el juez
titular del Juzgado de Primera Instancia Nº 7 de Arona. Se le acusaba de haber
violado, maltratado y asesinado a la hija de su pareja, de tan sólo tres años de
edad, un crimen brutal y asqueroso… de haberse cometido. Las investigaciones
apuntan a un grave error de los médicos (y por extensión de la policía) que no
apreciaron el edema cerebral que presentaba la niña, causado por la caída desde
un columpio.
Al
fin y al cabo el tal Diego es
un mindundi al cual se puede vilipendiar al gusto del periodista. Como bien apunta Nacho Escolar, como no milita en ningún partido político,
“su fotografía esposado a la salida del juzgado no provocará airados debates en
el Parlamento sobre la presunción de inocencia”. En fin, asco de país… y asco
de ABC.
Sentadito
espero un editorial conjunto, de esos que se estilan ahora, para restaurar el
honor de este pobre chico al que se ha declarado culpable a golpe de telediario…
en fin, que más dará, no podemos culpar al mensajero, tan sólo se limita a
transmitirnos información. Que bien se lo han montado algunos.
¿Se depurarán responsabilidades penales en este asunto? ¿o todo quedará cubierto por el amplio manto de la libertad de información (veraz o no)?
Supongo que tocaba escribir
sobre la acción coordinada por los doce principales diarios catalanes, que durante
la pasada semana canalizaron su rechazo a un posible recorte del Estatut por Sentencia del Constitucional, a través de un editorial único. Aunque la verdad,
no se si hace falta. Hay quien ya ha expresado lo que pienso de forma maravillosa.
Por que más allá del tema de fondo, con
el cual podemos estar de acuerdo, da bastante grima la actuación planificada de doce empresas privadas que, arrogándose la representatividad de Cataluña,
han editorializado sin fisuras sobre una decisión que, mal que les pese, aún
no ha se ha tomado. Varios directores de periódico, cada uno de su padre y de
su madre, unos más progresistas, otros más conservadores, algunos nacionalistas
y otros no… da igual, "todos a una como en Fuenteovejuna…" todo cede ante el bien
superior: LA PATRIA, el delirio preferido por todos los idiotas del mundo. [¡Por
Dios, no nos acuséis de anticatalanidad!]
Pese a todo, personas a las que admiro,
han querido ver en esa discutible actuación un “acontecimiento histórico” que prueba una loable “unidad de criterio frente a lo esencial existente en
Cataluña” y que no se da en el resto del España. Ahora bien, he de reconocer que
me hace mucha gracia, como estos mismos que apoyan el editorial conjunto, tiran
pestes sobre lo reaccionario de esa “unidad de criterio” cuando es esgrimida
por los cruzados de la moral y los neofascistas de la caverna mediática… "¡¡¡propio
de regímenes autoritarios!!!"
Y un par de
cosas más. Primero, que esa “unidad de criterio frente a lo esencial existente
en Cataluña”, en el caso que nos ocupa, se sustenta en una participación
ciudadana en el referéndum estatutario que no llegó ni al 50%. Y segundo, que
me parece fenomenal reclamar la “dignidad pisoteada de los ciudadanos catalanes”… pero ese
cometido corresponde exclusivamente a los propios ciudadanos, bien individualmente,
bien a través de sus representantes legítimos, y no a través de doce listos que
tan sólo representan a los intereses económicos de sus empresas. Por cierto, y
aunque este traído por los pelos, todos podemos (y debemos) sentirnos orgullosos de lo que
somos y de lo que hacemos, pero también forma parte de la dignidad el sabernos
responsables de nuestras equivocaciones. En fin, quien quiera que recoja el
guante.
No
soy fan del Tribunal Constitucional, creo que se ha equivocado en demasiadas
ocasiones, pero con todo y con eso me merece más confianza que la clase
política catalana (y española) y que todos los opinadores profesionales de este
país, siempre serviles ante la voz de su amo. Quiero pensar que el Estatut es
perfectamente constitucional, pero no me corresponde ni a mi ni a ellos determinarlo.
Dejemos trabajar a los profesionales.
Repasando unos libros sobre las formas artísticas
durante el Bajo Imperio Romano, me ha venido a la mente una de las
instituciones jurídicas más interesantes que nos ha legado la romanidad: la llamada
“damnatio memoriae”. Los que conozcan un poco de la historia de Roma sabrán que
era una práctica habitual durante el
Imperio. Por eso, cuando el emperador Caracalla ordenó eliminar todo cuanto
recordara a su hermano Geta, asesinado por él, no debió extrañar a ninguno de
sus coetáneos. Esa destrucción de cualquier vestigio del fallecido incluía tanto
monumentos, como esculturas, estelas, frescos, mosaicos y el borrado de inscripciones alusivas.
Pero
esta tradición de condenar el recuerdo de un enemigo del Estado tras su muerte,
prohibiendo incluso pronunciar su nombre, no es algo exclusivo de la
civilización romana sino que viene de mucho más atrás. Antes de que el Senado
Romano decretara su primera “damnatio memoriae”, los egipcios ya
habían condenado a varios de sus faraones. Famosos son los casos de Akhenaton o todavía
más el de la
reina-faraón Hatshepsut, cuyas representaciones fueron borradas por
orden de su sucesor en el cargo, Tutmosis III.
Esta
práctica puede sonarnos a cosa del pasado, bastante ridícula e incluso cobarde,
ya que se condena a alguien que no puede defenderse. Además, al final de la
carrera, ¿qué importancia tiene condenar a un muerto? Sin embargo la “damnatio
memoriae” sigue viva entre nosotros. Por que en ocasiones esa condena a
posteriori es necesaria, al haber sido imposible realizarla durante la vida del ahora condenado. Y porque
sirve de desagravio para muchas personas, por ejemplo, aquellas que sobrevivieron
a los crímenes del nazismo y que no pudieron ver encerrado a Adolf Hitler. O en
el caso del franquismo, al Generalísimo y a sus afines. Y es que en nuestro
país, cuando un Ayuntamiento decide retirar alguna estatua de Franco o renombrar
una calle con el nombre de algún general falangista, lo que se está haciendo es
precisamente una “damnatio memoriae”. Condenándose la memoria del
personaje en cuestión, un dictador que nunca fue juzgado en vida por los miles
de crímenes que cometió.
Y para que esto no se quede en un alegato más en
favor de la memoria histórica, voy a cambiar de tercio, recurriendo a mi tema
favorito: darle caña a Paco Camps. ¿Para cuando una “damnatio memoriae” del
hidrópata? No me malinterpretéis, no abogo por el asesinato del Molt Honorable,
al cual deseo muchos años de vida purgando todo el mal que ha hecho. Tan sólo pido
que se destruyan todos los vestigios del faraonismo campsista… las obras más
representativas del Gobierno Camps, ¡a tomar por culo!... los hierros blancos y el trencadís de Calatrava, a fer la má!!!
Y que él lo presencie en vivo y en directo, ¡por cabrón! Y yo que lo vea...
Con este título no quiero
daros la impresión de que el rubio actor haya fallecido. Simplemente es que no
me acordaba de él, pero ayer, gracias a los amigos de la Sexta, me reencontré con el protagonista de la prestigiosa saga
de “El guerrero americano” (I, II y
IV… y no me preguntéis porque en la III no sale, que yo tampoco lo entiendo).
Buceando
por la red me encuentro con que Michael
Joseph Stephen (de todos los Santos) Dudikoff, nació en Redondo Beach
(California), muy cerquita de la frontera con México. El tipo realizó los
estudios de secundaria en su pueblo y
después se licenció en Psicología, ¡¡¡especializándose en la psicología
infantil!!! Desde luego, viendo sus películas, es evidente que es un ferviente
defensor del “jarabe de palo”. El caso es que el tipo era un guaperas (o eso le
decían) y por ello se fue a Los Ángeles para ver si se sacaba unas perras como
actor. Y le fue bien, primero colaborando en la serie “Dallas” (¿?) y después en películas de artes marciales, aunque
paradójicamente, nunca haya dominado esa disciplina. Le honra el que nunca haya
pretendido hacer cine serio, a diferencia de otros grandes del género de las yoyas, aceptando quedarse encasillado en
el papel de repartidor de galletas profesional. Con la Serie
B también se vive bien, ¿no Mike?
Aunque
su salto al estrellato se debe a “El
guerrero americano” (“American ninja” de Sam Firstenberg – 1985), la
primera de la mítica serie de películas sobre la vida y milagros del soldado
Joe Armstrong, justamente la que programaron anoche. La historia de este marine estadounidense comienza en las Filipinas,
donde caerá en una emboscada tendida por unos rebeldes. “No problema mae”, con la única ayuda de una navaja (la mítica “filipina”)
y de sus puños consigue abrirse paso, cargarse a los malos, salvar a la chica y
de paso, descubrir una horrible conspiración en el seno del ejército. [Un
inciso autobiográfico. Recuerdo que yo tenía una “filipina” de esas, con la que
vacilaba abriéndola y cerrándola como si eso molara… Hostias, menos mal que mi
infancia transcurrió en Almussafes, que si no, ahora sería un “Latin king”]
La
película es ochentera a más no poder. Con su musiquita de organillo acelerado
para las escenas de acción y piezas de saxo/clarinete (a lo Kenny G.) en las románticas (¿?), o como
diría un amigo mío, música de peli porno. Pero daba igual, los ninjas causaban furor entre la
chiquillería de la época.
Sobretodo entre los aspirantes a macarrillas, que dejaron sus
clases de karate y/o judo, ¡y se pasaron al ninjutsu! ¡que mola más! Que coño,
recuerdo a peña que en los recreos enseñaba las estrellitas ninja y los
pasamontañas que se habían agenciado. En fin, hay que ponerse en situación, Bruce
Lee y sus sucedáneos hongkoneses estaban
demodé y quien la petaba era Dudikoff…y Chuck Norris. Más tarde aparecería el
maestro JCVD (hagamos una
reverencia).
Dicho todo lo cual, es evidente que la película se merece un rosco como una
catedral de grande. Y la Sexta otro,
porque, como el otro día ponía de relieve mi amigo Lupin, no puede uno gastarse
toda la pasta en deportes y que después sólo nos de para programar películas de
saldo (coño, que han pasado un ciclo de Van Damme, uno de Steven Seagal, otro de
Chuck Norris y ahora de Michael Dudikoff… quien vendrá después, ¿Jackie Chan?
¿Jet Li? ¿el Tate Montoya negro?...) A pesar de lo cual, he de reconocer que me
ha traído impagables recuerdos de la infancia.
Hasta
los huevos de “Viva la vida”, así me hallo en estos momentos. Y hasta los ídem
de Coldplay, antaño grupo admirado, hoy grupo aburrido e incluso odiado. Y es por
culpa de ellos. Sobretodo de su líder, el tal Chris Martin, ese aspirante a ocupar
el sitio de Bono con sus chaquetas
horrorosas y sus afectadas poses de cara al respetable. Probablemente la culpa sea mía, I know, pero es que me tienen hartito.
Que
sí que sí, ya lo se, que “Yellow” molaba, y que cuando sacaron la de los
relojitos todo el mundo hizo palmas, hasta yo… ¡coño que la pusieron hasta el día
de mi boda! Y cuando presentaron su penúltimo álbum, con esa versión de “Clocks”
titulada “Speed of Sound” tampoco me importó y aunque era más de lo mismo aflojé
la pasta para hacerme con una copia. Pero es que ya no puedo más… me han
agotado… ¡que coño “Viva la vida”! ¡¡¡viva la muerte!!!
Y
es que en pocos meses, la cancioncita se convirtió en el fenómeno musical del
año (visto lo visto, no descarto que lo sea también de la década). La presentaron a bombo y platillo durante los premios de la MTV y he de
reconocer que su carácter euforizante no me disgustó, vamos, que me hacía hasta
gracia. Me dije, joder, mira por donde nos ha salío el conyuge de la Gwyneth (o
ex, o lo que cojones sea ahora). Pero
es que después, pasó el tiempo y era entrar a cualquier local y sonar “Viva la
vida”, enchufar la tele y ver el vídeo de “Viva la vida”, ir a casa de unos
amigos y que te pusieran el cd de “Viva la Vida”… coño, ¡¡¡¡¡que el Barça ganó
la Champions porque el Guardiola les puso antes del partido el “Viva la vida”!!!!!
… que lo he escuchado, que no me lo inventao yo!!!
Y
entro en el supermercado de la esquina y también la tienen puesta… y voy a los
chinos a recoger un encargo y en el hilo musical suena “Viva la vida” versión
ascensor… esto es insoportable… coño
Chris, ¿que tenéis contra mí? ¡dejarme vivir en paz, joder! Me suicidaré, si es
lo que queréis lo haré… ¡lo juro!
Y
para colmo de males, ahora salen los tíos en el Telediario comentando que en el
in pass entre su gira europea y la latinoamericana (que creo comienza en marzo
o por ahí), están haciendo mogollón de cosas… que por su cabeza circulan miles
de ideas… que tienen proyectos nuevos… que esta intentando buscar nuevos
enfoques… joder, decid la verdad so mamones, ¡que estáis descansando! ¡que lleváis
más de dos años dando la chapa con el “Viva la vida”¡ Que hasta vosotros estaréis
hasta los cojones… que os estáis tocando la chorra cara la caja tonta y
desintoxicándoos de tanta euforia vital, ¡que no pasa nada!... se entiende y se agradece.
En
fin Chris, amigo, que seguro en el fondo eres buen chaval, no
sigas dando la brasa majete, que ya lo tenemos bien.
En una de mis últimas entradas me referí a Nocilla Dream, la extraña novela firmada por Agustín Fernández Mallo y que tan buena acogida tuvo entre crítica y público. Pues bien, rebuscando entre la maraña de historietas y artículos contenidos en ella, me encuentro con numerosas referencias a las micronaciones, diminutos países inventados sobre los que, por desgracia, hay poca información en castellano. De hecho, Fernández Mallo llega a mencionar Sealand, la primera y más famosa de todas las micronaciones. Creada al final de la Segunda Guerra Mundial sobre una plataforma marina abandonada, originalmente destinada a la defensa británica, su andadura comienza cuando un tipo toma posesión de ella y la declara estado independiente, con nombre, escudo, bandera y demás símbolos patrios.
Y así suelen nacer las micronaciones, con un un visionario, un rebelde, un caradura, un ricachón o un loco, que toma posesión de algo y lo declara república independiente (como en el anuncio del Ikea). Si bien es cierto que existen otras muchas que son más bien ejercicios de fabulación, juegos de fantasía o incluso de experimentación artística, sin tener serias intenciones independentistas.
En todo caso, raro es el año que no aparecen noticias referentes a la creación de alguna nueva. Normalmente sin reconocimiento legal y en ocasiones ni siquiera con un territorio real, cosa que no importa a sus fundadores y primeros súbditos. Así nacieron, por ejemplo, el Reino de Nueva Suevia, el Cordial Reino de Kelterspruf, el Gran Ducado de Farallonus, la República Popular de Wolfenstein, el Principado de Freedonia, el Principado Hutt-River o mi favorito: El Reino de los gays y las lesbianas (creado en 2004 por una serie de activistas homosexuales de Australia que dejaron el país y se fueron a un arrecife de coral. Se supone que protestaban por la negativa de su gobierno a reconocer el matrimonio gay. Desconocemos si siguen allí o si fueron devorados por los tiburones.) También entran en esta categoría los microestados creados por algún millonario con delirios de grandeza, que se compra una isla y funda allí su reino. Es el caso de New Utopia, una isla del Caribe adquirida por un millonetti con la idea de montar un aeropuerto sobre el mar y un hotel. [Si queréis saber más sobre este fenómeno visitad la Liga de los Estados Secesionistas o Micronations]
Todo esto para llegar a la República de Užupis. Situada en el casco antiguo de Vilnius y recientemente declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, nos encontramos ante una especie de micronación creada por artistas y bohemios que aprovecharon la separación física de un antiguo barrio de la capital lituana, por el cauce del río Vilna (de hecho “Užupis” en lituano significa literalmente "en el otro lado de un río"). Y es que hace tres años, en un viaje que me llevó por las repúblicas bálticas, me di de bruces con esta realidad que hasta entonces desconocía. Paseando por sus calles pude observar como su población está compuesta basicamente de artistas, mochileros y otras gentes de mal vivir. Y es que todo el distrito está repleto de galerías de arte, curiosos cafés, locales de música, talleres, caserones ocupados...
El caso es que el barrio se declaró república independiente en 1997, con su bandera, moneda, día nacional (el 1 de abril) y Presidente electo. Incluso cuentan con un ejército propio, que está compuesto por 12 hombres (¿sin piedad?). Aunque supongo que este poderoso ejército no ha llamado la atención de los EEUU para incluirlo en la estructura de la OTAN. Con todo, lo más interesante es su Constitución de 41 artículos. Expresión de su soberanía popular, cualquier visitante puede ver una copia de la misma, en varios idiomas, sobre una serie de paneles metálicos colgados en la principal calle de la República. Su clausulado reconoce a los nacionales de Užupis"el derecho a la individualidad", " a no tener derechos”, "a ser felices", "a ser desgraciados", o mi favorito “los perros de Užupis tienen derecho a ser perros”.
En fin, un sitio muy recomendable en el cual darse una vuelta, si os pilla por Vilnius claro está. Una ciudad que, por cierto, contiene otra rareza digna de ser visitada: la primera estatua consagrada al gran Frank Zappa.
En política se utiliza la locución “hacer la
pinza” para referirnos al cerco orquestado por dos o más formaciones políticas
con posiciones antagónicas, frente a otra que queda en el medio, para
así presionarle en su toma de decisiones. En nuestro país hemos tenido sobrados ejemplos al respecto, ¿recordáis cuando el PP
de Aznar y la Izquierda Unida del
“califa rojo”, aunaron esfuerzos contra el gobierno de Felipe
González? Sin embargo, en no pocas ocasiones, alguno de los “cercadores” procede
de ámbitos diferentes al estrictamente político. En estos casos no estaríamos
propiamente ante una “pinza”, si bien por analogía, podemos aplicarles el
término.
Todo esto viene a cuento de la polémica suscitada por el uso, por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, del
"Sistema Integrado de Interceptación
Telefónica (SITEL)"*. El PP ha utilizado este sistema de escuchas
legales, como excusa para organizar una cacería contra el Gobierno, a la que se
han sumado ETA y su entorno, ¡e incluso la Mafia Rusa! Con ello se pretende
obligar al Ministro del Interior a desmontar
SITEL. Y es que la política nunca dejará de sorprendernos. De todas formas, en un país como este en el cual la
cuestión política se ha chabacanizado hasta límites increíbles, tampoco nos debería
extrañar esta alianza. Al fin y al cabo el Rajoy (Division) es capaz de
vender a su madre con tal de llegar al Gobierno. Y para ETA, acorralada como nunca
lo ha estado en la historia, cualquier ayuda que se le preste le viene
bien para sacar un poco la cabeza. Y los rusos, pues a pescar en río revuelto.
Y es gracioso que sea el PP
quien monte este pollo, teniendo en cuenta que fue el ex –
Presidente Aznar el que encargó, recibió y pago el programita de marras. Pero
claro, "él no lo utilizó" porque ya sabemos que era muy bueno y no
hubiera hecho nunca nada ilegal. Eso dicen los peperos ahora que no gobiernan,
porque cuando lo hacían no opinaban lo mismo… como tampoco piensa igual el Tribunal
Supremo, que avala la legalidad del sistema. Así que peperos, etarras y
mafiosos todos a una, como en Fuenteovejuna.
Y en el fondo de todo está que, gracias a SITEL, hemos conocido el “dudoso” comportamiento de importantes
miembros del PP valenciano y madrileño. Y hemos podido escuchar esas conversaciones de amigotes, con
correas, bigotes, curitas y demás gentola que tanto daño han causado a la imagen del principal
partido de la oposición. En fin, que la
cosa está muy clarita, la Mafia Rusa pretende que sus miembros escapen de la
Justicia española por el uso del SITEL;los
etarras pretenden que sus sicarios escapen de la Justicia por el uso del SITEL; y los del PP que los delincuentes
del caso Gürtel escapen de la Justicia por el uso del SITEL. Se trata de anular la credibilidad de todas las escuchas que se han
realizado a estas "buenas personas" que sólo estaban trabajando
denodadamente por y para el país. Lo dicho, todos a una...
...y si para ello es necesario cargarse parte
fundamental de los mecanismos de la lucha antiterrorista, pues da lo mismo. Al fin y al cabo el
PP es legítimo propietario de la marca “España®” (junto con la bandera y resto
de símbolos), así que puede hacer con las instituciones del país lo que les
salga de la polla. O mejor dicho, lo que le convenga en cada momento. Y es que como dice el Coronel Dax al final de Senderos de Gloria, “la patria es el último refugio de los canallas”
[*¿Pero que carajo es
SITEL? Pues básicamente se trata de un software espía que cuando es activado envía copia de toda la
información relevante a una serie de centros receptores. Pero si queréis más
datos, mejor id a la web de RTVE, donde se explica bastante bien.]
Con motivo de la celebración
de la V edición del Festival Heineken Greenspace, la entidad cervecera ha
optado por cambiar el formato original del evento. Hasta ahora el
Greenspace concentraba toda la actividad
festivalera en Valencia, pero para este 2009 se ha optado por una suerte de festival
itinerante, con paradas en Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao.
Aunque el objetivo sigue
siendo el mismo que en ediciones anteriores: “apoyar el talento joven”. Así lo
manifestaron los organizadores comunicando su apuesta por una de las bandas mas prometedoras de
la escena internacional, The Pains of Being Pure at Heart (por cierto, gran
nombre para un grupo… y si son buenos, todavía más… je je je). Además,
completando el cartel estaban The Duke
& The King, nuevo proyecto en clave se soul folk de Simone Felice de los Felice
Brothers; el electro pop marciano de Atlas Sound; el revival soul - funk de
Black Joe Lewis & The Honeybears; y el gran (que digo gran, enorme) Micah
P. Hinson interpretando su álbum de versiones de clásicos de la música
norteamericana "All Dressed Up And Smelling of Stranger Vol. 1 &
2".
El Festival se estructuró en dos sesiones
que en Valencia se celebraron los días 18 y 19 de noviembre. Lugar, el Tinglado
2 del Puerto de la America’s Cup. De algo tenía que servir semejante despilfarro
en forma de puerto pijo-hortera, responsabilidad de Rita Barberá y su nefasto consejo
municipal.
Día 18. The Duke & the King // Micah P. Hinson (con
Tachenko) // Black Joe Lewis & the Honeybears
Los
primeros en salir a escena fueron The Duke & The King. Y la primera de las
canciones interpretadas fue la preciosa “If you ever get famous”, para mi la
mejor de su álbum de presentación “Nothing gold can stay”. Lástima que por
culpa de su excesiva puntualidad nos perdiésemos las dos primeras canciones del
show, que tan sólo pudimos escuchar a lo lejos y muy de fondo (rollo hilo
musical). Si a esto le sumamos que el concierto fue un visto y no visto y que, desde
mi punto de vista, sus composiciones pierden mucho en versión rockera (la escogida
para la ocasión), pues no puedo calificar su actuación más que de decepcionante.
Tampoco hubiera estado mal si el amigo Simón se hubiera centrado más en la música y
menos en fumar petas de forma compulsiva. En fin, la actuación nos mostró como se puede destrozar un buen disco… [Como diría Boris
Yelnikoff: “si la cosa funciona ¿para que tocarla?”]
Tras
ellos comenzó la actuación de Micah P. Hinson, esa especie de Woody Allen
texano de voz profunda. Acompañado para la ocasión por los zaragozanos Tachenko,
nos deleitó con una gran actuación en la que se alternaron cortes de su disco
doble de versiones, con hits de producción propia como "Beneath the Rose"…
sublime. Un concierto consistente, como todos los que el amigo Micah ha dado en
esta ciudad a la que gusta volver con cierta asiduidad (¡tres veces en poco más
de dos años!). Entre las versiones tocadas, mi favorita fue “In the Pines”,
obra del mítico bluesman Lead Belly. Impactante, esa es la palabra. Esta canción, también conocida como “Where Did You Sleep Last Night”, es la misma que versionearon Nirvana en el no menos mítico “Unplugged MTV”.
Por
último, el cierre de jornada correspondió a ese torbellino de nombre (Black)
Joe Lewis, acompañado por sus inseparables Honeybears. Interesantes estos
"ositos de miel", grandes músicos todos ellos. Seis blancopollas y un negrata con
una gorra, que en una clara muestra de que la raza negra es superior a la
blanca, es el único de todos ellos que no necesita llevar gafas. No es
casual que haya quien vea en Lewis una versión rejuvenecida de James Brown. Por
que algo del creador del “Guiropa Guirulé” tiene, ¡pero mejorándolo! ...ohhhh!!! Sacrilegio!!!
penitenciacite!!! ¿¡Como osa insultar de esa manera al gran James Brown!?, the one
& only!!!… Pues porque el amigo Lewis, bebiendo de esa fuente, ha incorporado otros
elementos a su música que enriquecen el cansino sonido soul del de Carolina del
Sur. Por eso y porque nunca he sido fan de James Brown, algunas de cuyas
canciones me encantan (las menos), mientras que otras me resultan insufribles.
En fin, que el concierto de Black Joe Lewis & The Honeybears fue buenísimo,
mejor incluso que el de el amigo Micah, que no es decir poco. Un sólo pero cabe
oponer a su actuación. Quizás sonaran demasiado cuadriculados. Me explico. Con el
público entregado, no hubiera estado de más algún alargamiento de canción,
variaciones sobre el original, ejercicios de improvisación… Y es que, dado el enorme caudal
de talento habido sobre el escenario, esta cuestión, más que deseable debiera serles
exigible. Como es un tipo joven, fijo que subsana el error con el tiempo. O
al menos eso espero y cuando vuelvan por aquí, allí que iré yo a comprobarlo.
Día 19. Ganadores del certamen de maquetas 2009 // Atlas Sound
// The Pains of Being Pure at Heart
Fin
de fiesta con los neoyorquinos The Pains of Being Pure at Heart como estrellas.
A la vista estaba que era el grupo más esperado de entre todos los que han pasado por
Valencia durante estos dos días. Lo digo por la cantidad de público que allí se dio
cita, muy superior al día anterior.
Previamente
se resolvió el concurso nacional de maquetas organizado por Heineken Music, en
colaboración con Radio:3. De entre las mil quinientas bandas que se presentaron
inicialmente, tan sólo tres llegaron a la final: los valencianos Limbotheque,
el dueto canario-andaluz afincado en Madrid Fuel Fandango y la banda
canaria The Birkins, a la postre los vencedores del certamen. Mediocre final en
la que los tres grupos hicieron deméritos suficientes como para declarar
desierto el concurso. Uno llega a plantearse que, si entre las 1500 maquetas
presentadas no han sido capaces de encontrar nada mejor, pues si que anda mal el
panorama musical patrio. En fin, gente de la que me fío me ha hablado bien de
alguna de las bandas finalistas. Probablemente enlatados no suenen mal del
todo, pero en directo tocan ¡de puta pena! Vamos, que nos subimos al escenario
yo y mi colega Ivanrojo, tocando unos bongos y pegando berridos y dudo mucho que sonase peor de lo que lo hicieron
ellos. Por momentos sentí vergüenza ajena.
Pero
es que lo que vino después no fue mucho mejor. Bueno, matizo, en lo sonoro sí,
evidentemente el proyecto en solitario
de Bradford Cox (Deerhunter) no puede permitirse cagarla en ese aspecto. Pero
es que a mi no me gusta Atlas Sound. ¡Pero nada de nada! Una marcianada musical
con pretensiones de trascendencia, muy pobre, muy memolasermoderno y lo que es
peor, aburrida de cojones. Así que entre birras, conversaciones sobre
cuestiones de mayor o menor trascendencia y los cigarros del amigo Ivanrojo,
asistimos a una retahíla de infumables composiciones musicales firmadas por el
extraño sr. Cox. Fin de la actuación, aplauso y a tomar por culo… Por
cierto que el tío es un claro ejemplo delsíndrome de Marfan.
Menos
mal que después vinieron los The Pains of Being Pure at Heart y nos arreglaron
la noche, por que si no... Y contra todo pronóstico, tengo que reconocerlo. Lo
digo porque tanto el rollo teenager que se gastan, como la tendencia ñoña de la
mayoría de sus canciones, hacen que no acabe de empatizar con ellos y mucho
menos con su propuesta musical. Cosa que no parece importar a la mayoría de la
prensa especializada, que los ha elevado a la categoría de “gran esperanza
blanca ‘09”… hasta que salgan otros más jóvenes, más guapos o más raritos a los
que interese promocionar. Pues bien, me retracto de todo lo malo que haya
podido decir de ellos hasta este momento. El concierto fue fantástico…
cojonudo…muy bueno… Las canciones sonaron de la hostia. Potencia con
control, como el anuncio de la Pirelli, y melodías alucinantes perfectamente
engarzadas, dominando en todo momento los tempos y como no, metiéndose al
público en el bolsillo. Con todo, lo más sorprendente es ese saber estar sobre
el escenario del que hicieron gala, impropio de unos pipiolos tan jóvenes. Resonancias de los Smiths, de los Dandy Warhols...
...en
fin, un gran concierto, posiblemente el mejor de todo el Greenspace 2009.
Punto y final. Hasta
el año que viene. Esperemos que con local nuevo y radiante en alguna céntrica
zona de la ciudad. O
puestos a pedir, en Benimaclet City… ¡que coño!
“Nocilla
dream” es el debut literario de Agustín Fernández Mallo. Al menos en lo que a
novela se refiere ya que, con carácter previo, este escritor y físico gallego
había visto publicados un par de poemarios. El caso es que no le ha ido
mal al hombre, alcanzando un considerable número de ejemplares vendidos tanto
de esta novela, como de las dos posteriores y que vienen a completar el “Nocilla
Project”.
Como
se comenta en la contraportada del libro, más que una novela, “Nocilla dream es
el principio de muchas novelas hábilmente ensambladas con material documental y
propio en una sólida e inesperada docuficción, que opta por la descripción
directa de acontecimientos mínimos”. Y es que “Nocilla dream” es lo que los
filósofos Gilles Deleuze y Félix Guattari definieron como una “novela-rizoma”…
…¿Comorl?
¿¡Qué coño es eso!? Pues bien, esta pareja de franceses que debían aburrirse de
la hostia, en un momento de su vida reflexiva decidieron clasificar las obras literarias en tres tipos. Uno de esos tipos o categoría es lo que ellos
denominan el “libro-rizoma”: aquel que viene constituido por fragmentos autónomos,
comunicados por “microfisuras”, que pueden leerse por cualquier sitio y ponerse
en relación con cualquier otro. Pero es que además ese “libro-rizoma”, para
serlo, ha de cumplir con seis condiciones:
1.Que conecte cualquier punto del libro con otro
punto cualquiera.
2.Que cada uno de sus fragmentos no remita
necesariamente a rasgos de la misma naturaleza (no es necesaria una unidad
coherente, sino que más bien ha de optar por la heterogeneidad).
3.Se pongan en juego regímenes de signos muy
distintos; no está hecho de unidades, sino de dimensiones, no tiene principio
ni fin.
4.Establezca rupturas significantes.
5.Que esté hecho de líneas de fuga no filiables, como
en una arborescencia.
6.Contrariamente a los parámetros miméticos, no
responderá a modelos estructurales o genéricos, no confluye, sino que
constituye un modelo acentrado. No exige reconocimiento de estructuras o
sentidos u orígenes o intenciones.
Un
libro así, según Deleuze y Guattari, "se niega al logos, a la
trascendencia de la idea, a la interioridad del concepto, al tribunal de la
razón, a los funcionarios del pensamiento, al sujeto legislador".
¿Creéis
que un libro así os gustaría? ¿No? Pues a mi tampoco.
Eso
sin quitarle mérito a la propuesta de partida. Hay que reconocerle a Fernández
Mallo la originalidad (relativa) y el riesgo asumido al intentar crear algo
diferente a lo que se suele publicar en este país, básicamente novela histórica,
mucho guerracivilismo, algo de novela negra y poco más. Todo eso es cierto,
pero no quita que a mi su lectura me haya aburrido soberanamente. Un enorme
cúmulo de historias paralelas misteriosamente conectadas, para que al final de
la corrida, no lleguemos a nada. Tampoco si las consideramos a cada una de forma
aislada. Ni ese empleado de gasolinera de Albacete que consume las horas
tocando la guitarra, ni el camionero mexicano que decide establecerse en los
EEUU tras encontrar a un “espalda mojada” asfixiado en su remolque, ni las
“diosas del surf” en el curso de su tour mundial… ¡es que no! Ninguna me
interesa lo más mínimo, más aún cuando tengo la sensación de que el autor
tampoco es que haya hecho mucho por ello.
En
fin, que después de todo lo bueno que había leído sobre la novela, me he quedado
bastante despagado. Y eso que la metáfora del árbol en medio del desierto del que cuelgan centenares de zapatos, con el cual se topan varios de los
personajes, prometía algo mejor… en fin… que se le va a hacer... otra vez será.
El otro día, con motivo de la entrada que titulé“Guerracivilismo revisited”, me referí a esta novela gráfica escrita por Felipe
Hernández Cava e ilustrada por Bartolomé Seguí, galardonada con el Premio
Nacional de Cómic 2009. Lo hice para introducir una crítica a lo limitado del
espectro creador de nuestros artistas, a los que sacas del tema guerracivilista
y no saben que contar. Probablemente esto sea una generalización injusta, soy
consciente de que existen importantes excepciones a lo dicho, perdonadme, pero
es que estoy hasta los huevos de leer la misma historia una y otra vez…
...bien, hablemos de “Las serpientes ciegas". La historia comienza en Nueva York, allá por el año 1939. Alguien acaba de
llegar a la ciudad siguiendo la pista de un tal Ben Koch, que al parecer incumplió
un pacto con su perseguidor. Un trato que se fraguó durante la Guerra Civil
Española, en la que Ben participó en el bando republicano tras tener que huir
apresuradamente de su país por la participación en “actividades subversivas”.
Paralelamente, vemos como el sr. Koch también anda buscando a alguien, un tal Curtis
Rusciano, aunque no sabremos el motivo hasta el final de la novela, en el
que se nos desvelará la clave. En fin, con la Guerra Civil como telón de fondo,
seguimos a dos atormentados personajes que intentan ajustar sus cuentas personales.
El guión firmado por Felipe
Hernández Cava, combina brillantemente la intriga con la contextualización
sociocultural (a pesar de la tan manida Guerra Civil… je je je). Pero sin
embargo, para servidor, la trama se va al carajo por culpa de un último
capítulo absurdo. Por dos motivos. El primero, porque se nos da como clave de
la historia algo que no cuela ni con toda la buena voluntad del mundo. Y en
segundo lugar, por que si hasta entonces la historia había ido bien, con un
ritmo pausado muy adecuado para mantener la intriga, de golpe y repente en un
solo capítulo se soluciona todo apresuradamente y de forma bastante
inverosímil, la verdad. En parte me recuerda al giro final de “El corazón del ángel”, pero entiendo que en la película esta circunstancia se resolvió mucho
mejor.
En fin, que probablemente
se trate de una obra brillante. No escapo a la circunstancia del
importante galardón que se le ha concedido. Pero a mi me falla algo, no me
acaba de entusiasmar y gran parte de culpa lo tiene ese mediocre capítulo final. Con
todo y aunque parezca contradictorio (y probablemente lo sea), me ha gustado.
Fundamentalmente por el trabajo de Bartolomé Seguí a los lápices, con un dibujo
lleno de sombras y matices en el que destaca poderosamente la paleta de
tonalidades rojizas. Con ello consigue transmitir una atmósfera agobiante y
opresiva, sin duda lo mejor del álbum.
La
semana pasada se hizo público en que obra recaería el Premio Nacional de Cómic,
un galardón concedido por el Ministerio de Cultura que tiene por objeto distinguir a la mejor novela gráfica realizada por un autor español durante el
año. La ganadora se titula “Las serpientes ciegas” y es una historia de
venganzas escrita por Felipe Hernández Cava e ilustrada por Bartolomé Seguí. Aunque
lo que me llama la atención es que en el trasfondo de esas “serpientes ciegas”
está de nuevo la Guerra Civil Española*. Torna-li la trompa al chic!!!
Joder,
pareciera que el personal del artisteo patrio ha entrado en bucle y no sabe
salir de la temática guerracivilista y sus consecuencias. ¡Que si no cuentan
historias sobre la Guerra
Civil no saben hablar de nada más! Y vale que el episodio bélico está todavía reciente y subsisten vergonzosas
rémoras morales que aún atenazan a nuestra sociedad, pero es que ya
cansa. Por que encima no se ofrecen visiones diferentes, siempre es la misma
mierda, que uno tiene la sensación de que el único original fue aquel que
escribió el primer libro sobre el episodio, o dirigió la primera película, y
todos los demás no han hecho sino remakes del mismo (con alguna honrosa excepción, todo sea dicho).
¡Hasta
Almodóvar se sube al carro! ¡Que no anuncia en Cannes que su próxima película irá sobre
la Guerra Civil
Española! Hala pues, otra peli más sobre la represión
franquista para los haberes del cine español. A este respecto leeros el
brillante post del tío de Escrito por.
*Del
cómic hablaré otro día. A pesar del guerracivilismo me ha gustado
bastante.
----------------------------------------------------------- PD. La viñeta es de Rodera para el ADN.
Podríamos
definir la Iconografía como aquella rama de la historia del arte que se ocupa del
asunto o significación de las obras de arte. Su
representante más destacado es el alemán Erwin Panofsky, responsable de algunos
de los más interesantes estudios de obras de arte. A la vez es, por así
decirlo, mi favorito del ramo o al menos aquel cuyos artículos me suscitan
mayor interés.
Panofsky
se formó inicialmente en Berlín, se doctoró en Friburgo y posteriormente se
marchó a investigar a la Universidad de Hamburgo, donde fue apadrinado por Aby Warburg, su gran maestro y mentor. En esta última comenzaría sus andanzas como profesor,
hasta que en 1933 tuvo que abandonar su puesto debido al ascenso de los nazis
al poder. Se ha de tener en cuenta que Panofsky era de origen judío. De ahí que
se instalara en EEUU donde continuó con su labor docente e investigadora en las universidades
de Princeton (1935-1962), Harvard (1947-1948) y Nueva York (1963-1968), donde desarrolló sus principales estudios.
Una
de sus principales obras se titula “El significado de las artes visuales”, un tratado de
arte en el cual analiza la creación artística desde el doble punto de vista de
la iconografía, es decir, la forma, y la iconología, o el contenido.
La obra compendia siete estudios independientes, a cada cual más interesante, en
los que aplica su metodología. Los temas son variopintos, desde la evolución
histórica de la teoría de las proporciones humanas, la historia de la abadía de Saint Denis y
el abad Suger, el origen y significado de la “Alegoría de la prudencia”
de Tiziano, un análisis del arte gótico a través del renacimiento con Giorgio Vasari
como protagonista, la excepcional recepción del manierismo en la arquitectura
de la Italia central, la diferente acogida del clasicismo en los países del norte de Europa a través de Albrecht Dürer y la dualidad de significados
histórico-artísticos del “Et in Arcadia ego”al cual ya me referí en un post
reciente.
En fin, un libro muy interesante y de lectura bastante amena,
incluso para los no iniciados.
"En cualquier road movie lo más importante es el horizonte; tarde o temprano tiene que verse y significar algo por sí mismo, a fin de empaquetar en aquel punto lejano el espíritu de la película. Está bien estudiado que, en el cine europeo, el horizonte significa pérdida o melancolía; en el cine norteamericano, esperanza, imán de pioneros; y en el cine chino o japonés significa muerte."
Por
desgracia, cada vez es más habitual que las gentes del negocio
cinematográfico descuiden el aspecto sonoro de las películas. Muy especialmente en aquellas directamente destinadas
al consumo masivo en los centros comerciales de medio mundo. Asistimos así a
proyecciones en las que van sucediéndose una pieza musical tras otra, cuando no
canciones enteras, sin orden ni concierto y lo que es peor, sin tener mucho que
ver con lo que estamos presenciando. Estoy pensando en películas como "Watchmen", adaptación del mítico cómic de Allan Moore, con una banda sonora de las más desacertadas que uno recuerda (pese a que cada una de las canciones que suenan, consideradas de forma aislada, son bastante decentes). Claro, estamos en la era del
consumismo extremo y por ello las productoras, que se las saben todas, prefieren
tener un disco recopilatorio de artistas más o menos actuales, mucho más fácil
de vender como parte del merchandising oficial de la película, que gastarse el
dinero en contratar a un profesional que haga una banda sonora “incidental”,
mucho más acorde con el film pero con peor salida comercial.
Todo esto rollo para llegar a este punto y ensalzar la figura de uno de esos
grandes profesionales de las músicas de cine, el romano Ennio Morricone. Toda
una vida al servicio de este noble oficio. Con una larga trayectoria a sus
espaldas, es autor de piezas memorables como “La misión”, “Cinema Paradiso”, “Los intocables”, “La batalla de Argel” o “Bugsy”. Aunque sus mejores y más
representativas obras son aquellas que compuso para su buen amigo Sergio Leone y sus
“spaghetti western”. ¿Quién no recuerda la música de “El bueno el feo y el
malo” o “Por un puñado de dólares”? Ese
es el motivo de que Morricone sea considerado un gran maestro del séptimo arte
y por ello se le honra hoy, el día en que celebra su ochenta y un cumpleaños… ¡Pero
es que el tío sigue en plena forma! No tenía bastante con las casi quinientas bandas sonoras compuestas
hasta ahora y se nos presenta con otra más, la de “Malditos bastardos” , película dirigida por Quentin
Tarantino. Demos la enhorabuena al maestro.
“Las estrellas, mi destino” pasa por ser una
de las obras fundamentales de la ciencia ficción de todos los tiempos, o al
menos así me lo vendieron a mí. Escrita en 1956 por el periodista neoyorkino
Alfred Bester, la publicación de esta novela, junto con su otra gran obra “El
hombre demolido”, le valió para estar incluido en el exclusivo grupo de grandes
maestros del sci-fi, pero ni por esas, tú…
La acción transcurre en el sigo XXV, cuando
las técnicas de teletransporte han revolucionado la sociedad de forma radical y
cuando el hábitat humano se ha expandido mucho más allá de los confines de la
Tierra. Ahí hayamos a nuestro héroe, Gully Foyle “el Tigre”, abandonado a su
suerte en una nave medio destrozada por el conflicto bélico que enfrenta a los
pobladores de unos planetas contra otros. Sin embargo, el tipo consigue
sobrevivir de forma milagrosa y desde entonces va a consagrar su vida a
acumular riquezas, para así vengarse de aquellos a los que dio igual que se pudriera
en el espacio exterior.
El planteamiento, que viene a ser el mismo
que el del “El Conde de Montecristo” pero versión espacial, hace prever que nos vamos
a encontrar con una interesante historia de odios y venganzas en la que un
hombre hecho a si mismo lucha contra todos, con un única idea entre ceja y
ceja, o mueren ellos o lo hago yo. Pero no, “Las estrellas, mi destino” es
mucho más (realmente, mucho menos) que todo eso. La historieta es una constante de pajas
mentales sin sentido que supongo impactarían mucho a los lectores en su tiempo,
pero que ahora dan bastante risa. Encima Bester recurre a cuestiones
metafísicas, por llamarlo de alguna manera, que no hacen sino enturbiar el conjunto. Especialmente cutre son los tres o cuatro últimos capítulos en los que
su autor, o bien no sabía como acabar la novela, o iba pasado de anfetas.
En conclusión, que no me ha gustado nada de nada. Y eso que el comienzo es chulísimo, sobretodo gracias al brillante
prólogo en el cual se nos explica como ha cambiado el mundo por culpa del
“jaunteo”: la técnica de teletransporte usada por los humanos. Hombre, también
hay que reconocer que, tratándose de una obra escrita en los años cincuenta,
muchas de las cosas que Bester imaginó para construir su novela debieron
suponer una auténtica revolución para la época. Pero es que ni eso llama la
atención hoy día. La sensación de “deja vu” literario es una constante desde la
página uno hasta la doscientos veintiocho. En fin, una pena.