Quédate, si lo deseas, o sigue tu camino.
La noche se acerca,
y refugio debes encontrar.
Nunca suspiro, ni me ruborizo;
Nunca la tribulación adorna mi frente.
Nunca me lamento al pensar
si Dios al crearme sintió pesar.
Aquí, todas las fiebres yacen bajo el mismo bálsamo,
y rodeado de aquel antiguo mal, duermo.
Mis sueños ya no tienen sonido.
A. E. Housman
1859 - 1936
jueves, 30 de junio de 2011
martes, 21 de junio de 2011
Al oeste de Roma
Al
oeste de Roma quedan muchísimos lugares. Por ejemplo Valencia, mi ciudad, pero
también Colorado o la bahía de Santa Mónica, escenarios en los que transcurren
las dos historias incluidas en este libro escrito por John Fante y titulado
justamente así “Al oeste de Roma”.
La primera de ellas, “Mi perro idiota”,
es una joyita y sólo por ella ya merece la pena gastarse los siete euros que
cuesta en su edición de bolsillo. Está protagonizada por Henry
Molise, alter ego del autor, el equivalente a lo que supuso Henry Chinaski para su
“pupilo” Charles Bukowski, y protagonista de dos de sus libros más conocidos: “La
hermandad de la uva” y “Un
año pésimo”.
Molise es un padre de familia, casado, pero muy deprimido y con una
visión bastante negativa de la
vida. Alguien que ha asumido no muy bien el
que su vida se haya ido a la mierda. Ya pasó su momento de gloria, en el cual escribió
algunas novelas prometedoras e incluso Hollywood se interesó por algunos de sus
guiones. También pasaron los años de vino y rosas en los que disfrutaba
haciendo el amor con su esposa y sus hijos ya crecieron entrando en una fase en
la que tan sólo le reportan disgustos y decepciones. Para colmo en su casa se
cuela un perrazo gayer y más vago que
el sastre de Tarzán al que bautiza con el muy apropiado nombre de Idiota. El
libro, aparentemente divertido y dotado de una finísima ironía, supone una
profunda reflexión acerca de la vida vista como una verdadera estafa. Es por
ello que resulta bastante triste, pese a que en muchas ocasiones las críticas a
la familia “modelo”, al hippismo y
demás modas de la época, resultan desternillantes.
-"Hasta la vista, papá. Gracias por todo.
Tal cual. Gracias por todo. Gracias por darle la vida sin su permiso. Gracias por obligarlo a estar en un mundo de guerras, odios y fanatismo. Gracias por enviarle a escuelas que le han enseñado a engañar, a mentir, a tener prejuicios y a ser cruel. Gracias por cargarle con un dios en el que nunca creyó y con la única religión verdadera, y al infierno con los demás. Gracias por inculcarle el entusiasmo por unos coches que un día podrían acabar con él. Gracias por un padre que escribía guiones trillados en los que chico conoce chica y los buenos siempre ganan a los malos. Gracias por todo.-Hasta la vista, chico. Llama de vez en cuando."
El
volumen se completa con el relato corto “La orgía”, más convencional que el anterior y más triste si cabe. Es una historia sobre la iniciación a la vida de un niño que es testigo de
las correrías de su padre junto a su mejor amigo, un ateo al que ni su madre ni su perro aceptan. La cara B de dos humildes albañiles de origen italiano.
Fantéstico librito.
Fantéstico librito.
lunes, 20 de junio de 2011
¿Que pasa habibis?
Ya
estoy de vuelta de un mini viaje que me ha llevado a peregrinar por lugares
santos repletos de indeseables armados hasta los dientes, bañarme en mares cuya
salinidad impide que ningún ser vivo habite en ellos, caminar sin rumbo en inmensos
desiertos de arena rojiza sin los cuales no se entendería la Gran Revuelta Árabe y toparme con espectaculares construcciones nabateas en las que se
desarrollan las aventuras de un afamado arqueólogo y profesor de la Universidad Barnett. Porque aprovechando una superoferta de última hora, me
planté en el caótico aeropuerto de Amman, la antigua Philadelphia romana y
actual capital de Jordania, dispuesto a olvidarme de mis problemas durante unos
días. No lo conseguí del todo. Tal vez por tratarse de mi primer viaje largo
sin la habitual compañía y la verdad es que eché de menos bastantes cosas. Eso
no quita que me gustara mucho casi todo lo que visité.
Antes
del viaje conocía poco sobre Jordania y tan sólo un poquito más sobre Oriente
Medio. Por los telediarios, los periódicos, pero también gracias al mundo del
cine, sabía de la complicada situación política de esa región, en constante
conflicto armado. Si bien, siempre he tenido la sensación de no saber demasiado ya que los medios de comunicación ofrecen poca luz, con su visión extremadamente
maniquea de lo que allí acontece. La realidad es que en ambos márgenes del río
Jordán coexisten, peor que mejor, el Reino Hachemita de Jordania (المملكة الأردنّيّة
الهاشميّة) y el estado de Israel (מְדִינַת יִשְרָאֵל). Junto a ellos y para completar la “idílica”
estampa, les acompañan países como Siria –donde se están moliendo a palos por
obra y gracia de su presidente Bashar al Assad-, Irak -¿hace falta añadir algo más
sobre este país?-, Arabia Saudí –teocracia infumable que todavía se mantiene
como un sistema feudal en el que la dinastía de los Al-Saud gobierna
concentrando toda la autoridad y todo el petróleo, que es mucho- y el Líbano
–antaño considerada “la Suiza de Oriente Medio”, ahora el pelele de los
israelíes, tan aficionados ellos a bombardear a sus vecinos-. De Jordania
conocía que su anterior Jefe del Estado estaba casado con una guapa
norteamericana rebautizada como Noor Al-Hussein (“Luz de Hussein”) y que su
hijo, el actual rey Abdullah contrajo matrimonio con otra bella mujer, la reina Rania. …y luego esta Petra, motivo suficiente por si mismo para querer visitar
la zona. Ahora a la vuelta también sé que es un bonito país lleno de gente súper
amable y muy educada, fanáticos de la liga española de fútbol y muy
especialmente del Barça y del Madrid, no tan barato como me esperaba, muy
caluroso excepto Amman, bastante abierto para ser un país árabe
mayoritariamente musulmán y, ¡punto negativo para Jordania!, en el que cuesta
Dios y ayuda encontrar una puta cerveza con alcohol.
Este
joven país, conocido hasta 1950 como Transjordania, es un reino repleto de
contrastes. Una dictablanda dominada por un rey majete, el
omnipresente Abdullah (su efigie en las más variadas poses aparece en todas las
esquinas del país, bien sólo bien junto a su esposa e hijo mayor), al que todos sus
súbditos parecen adorar. Y es que la gente no olvida que es el hijo de Hussein,
hacedor de la Jordania moderna, aquel que con su compleja política de equilibrios
consiguió la estabilidad en una zona tan movidita como esa. Algo
que redundó en beneficio de un país a priori abocado al fracaso total y
absoluto. Además de estar rodeado por países en constante guerra, hay que tener
en cuenta que casi todo él es un desierto y que tan sólo tiene un 3,32% de superficie
cultivable. Pero Hussein con tácticas más o menos discutibles consiguió que
llegara dinero hasta aquel agujero, generando así los recursos necesarios para alcanzar
ciertas cotas de progreso. Sobretodo si lo comparamos con sus belicosos e
inmensamente más ricos vecinos.
Aunque si algo tiene
Jordania es un rico legado en forma de monumentos y maravillas naturales.
Empezando por los castillos del desierto, enormes caravasares y/o espacios para
el recreo de los reyes de la dinastía omeya, las aceitosas y saladas aguas del
Mar Muerto, las imponentes fortificaciones de los templarios, los vestigios
romanos conservados en la ciudad de Jerash (Gerasa), el desierto del Wadi Rum, el
esplendor de los mosaicos en Madaba, el muy cristiano Monte Nebo o la muy árabe
ciudad de Amman… Pero sin lugar a dudas lo más impresionante es la monumentalidad
de Petra, “la ciudad rosa” de los nabateos, que tuve la suerte de visitar casi
vacía de turistas. Puedo afirmar sin miedo a equivocarme que ningún documental
o película en la que hayáis visto esta ciudad Patrimonio de la Humanidad, os da
una idea real de lo que hay allí. Nada le hace justicia. Es de lo más
impactante que he visto y que probablemente veré en toda mi vida.
También aproveché, ya que
estaba a escasos 55 kilómetros de distancia, para pasar un día la frontera con
Israel y ver Jerusalén. Una experiencia que debo calificar de agridulce. Porque
la ciudad es preciosa, repleta de pedacitos de historia desperdigados en cada
calle, en cada iglesia, mezquita y sinagoga, en cada palacio y muro. Pero entre
los desagradables agentes de fronteras que te tienen dos horas llenando
papelitos y haciendo colas, los civiles al servicio de empresas de seguridad
rollo Blackwater con ametralladoras
dignas del videojuego de guerra más moderno, o la presencia abrumadora de
medidas de seguridad en cada esquina, al final no disfrutas la ciudad como
deberías. Y si encima te toca presenciar el maltrato al que sometieron a un
guía por el hecho de ser un palestino de Belén, pues tanto peor… En fin, que
ciudad más linda de no ser por sus gentes.
Mañana más, pero no mejor.
Mañana más, pero no mejor.
domingo, 19 de junio de 2011
Efemérides
si
alguna
vez
muero
quiero azaleas
encima de mí
quiero una
ausencia de cruces
azaleas encima
de mí
si
alguna
vez
vivo
quiero azaleas
para mis brazos
quiero agua para
las flores
estrellas encima
de mí
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jueves, 9 de junio de 2011
Presentación ¡Pintor! y el Usted nº 6
Hoy,
jueves 9 de Junio y a eso de las 19:00 horas, mi buen amigo Esteban (Hernández)
estará presentando “¡Pintor!” y el sexto número de su fanzine “Usted” en la librería Futurama de
Valencia (C/ Guillem de Castro, 53). Se pondrá falta a los que no comparezcan.
Más información en estebanhernandez.net
miércoles, 8 de junio de 2011
Sorry
Vi esta novela en una
librería próxima a mi trabajo e hice lo que nunca se debe hacer en estos casos:
darle la vuelta y leer la reseña de la contraportada. Con
todo, gracias a ese error, acabé agenciándome una copia que acabo de terminarme.
Me picó la curiosidad al ver que “Sorry” iba sobre cuestiones relacionadas con la
culpa y el perdón. De cómo cuatro jóvenes berlineses deciden fundar una
agencia que se dedica precisamente a eso, a pedir perdón en nombre de empresarios
con dificultades para superar su complejo de culpabilidad y que ansían obtener ese
perdón a un módico precio.
“—Hay una cosa —dice— que los jefazos y los tipos de acción echan de menos y con la que no saben arreglárselas. Hay algo que pende sobre sus vidas como una sombra y que les mea cada día su café con leche. De ello no los protege su riqueza, tampoco les sirve de mucho organizar campañas benéficas ni pagar la suscripción de la revista de Greenpeace para sus empleados. Esa cosa ínfima a la que me refiero les hace la vida tan jodidamente difícil, que uno puede vérselo en sus caras.Kris los observa a todos uno por uno. Es obvio que ninguno de los otros tiene la menor idea de qué está hablando. Entonces Kris extiende la mano derecha con la palma hacia arriba, como una oferta.—Esos tipos no saben disculparse —dice—. Y es eso, precisamente, lo que nosotros vamos a ofrecerles. Disculpas en grandes cantidades, y a un precio cojonudo.”
El caso es que ninguno
de los chavales es capaz de prever las terribles consecuencias de su decisión. Y
es que la novela es un thriller violento
y como os imaginaréis el negocio se les irá de las manos hasta límites
inesperados.
Pasando por encima su
original propuesta, “Sorry” acaba cayendo en los típicos tópicos de la
novela negra, si bien, hay que reconocer que está relativamente bien escrita,
lo cual hace que te mantengas en vilo hasta la última página. También hay que
alabar la forma en la que su autor, el croata Zoran Drvenkar, ha construido la
trama, introduciendo varios narradores que nos van guiando a lo largo de la historia, a veces bien y a veces no tanto. El final imperfecto, que obviamente no desvelaré, también es un punto a su favor. Pero vamos, no es ninguna joya de la literatura y ni siquiera sé
si es justo el galardón de mejor novela negra de Alemania, Suiza y Austria que
se le concedió el pasado 2010. Porque va claramente de más a menos y aunque se lea con relativa
facilidad y suscite cierto interés el ver en que va a quedar la cosa.
“No nos viene mal que nos tomemos las cosas de un modo un poco personal, a fin de cuentas no se trata únicamente de disculpas. Se trata de comprensión. ¿De qué te sirve disculparte con alguien si esa persona no percibe que te lo tomas en serio?”
Por
cierto que es la hostia de cinematográfica. Fijo que tiene adaptación y a no
mucho tardar.
lunes, 6 de junio de 2011
...i em podran veure somriure una mica per sota del nas
"Però, quan seré vell, seguiré cantant-te cançons, igual.
Caminaré lent i m'asseuré, a vegades, als bancs.
Verset a verset convocaré el teu cos llarg i blanc
I em podran veure somriure una mica per sota del nas."
El sábado tocaron los Manel en el TEM de El Cabanyal y, ¿qué queréis que os diga? Pues que si hubieran quedado entradas para verles de nuevo el domingo, hubiera vuelto sin dudarlo. Por que son lo más grande que ha parido este país de mierda en lustros -que digo lustros ¡¡¡en siglos!!!-. Sulo dixit.
Caminaré lent i m'asseuré, a vegades, als bancs.
Verset a verset convocaré el teu cos llarg i blanc
I em podran veure somriure una mica per sota del nas."
El sábado tocaron los Manel en el TEM de El Cabanyal y, ¿qué queréis que os diga? Pues que si hubieran quedado entradas para verles de nuevo el domingo, hubiera vuelto sin dudarlo. Por que son lo más grande que ha parido este país de mierda en lustros -que digo lustros ¡¡¡en siglos!!!-. Sulo dixit.
domingo, 5 de junio de 2011
El maravilloso mundo de Guy Maddin
Durante
las últimas semanas del mes de mayo, el IVAC
– La Filmoteca le dedicó un ciclo a uno de los indiscutibles autores de
culto surgidos durante los últimos años: el director canadiense Guy Maddin.
Comparado en muchas ocasiones con David Lynch, por el carácter surrealista y
experimental de sus trabajos, lo que más llama la atención en su obra es la
potencia de las imágenes, recreaciones de la estética del cine mudo, el
propagandismo soviético e incluso el expresionismo alemán.
Conocí
a Maddin hace un par de años haciendo caso de la recomendación de un amigo. Fue
gracias a “La música más triste del mundo” (2003), posiblemente su película más
conocida. En ella se resumen todas las constantes de la obra del realizador
canadiense y su peculiar voluntad vanguardista, caracterizada por mirar hacia
detrás y beber de todo tipo de fuentes del pasado, cinematográficas o no. Sin
embargo, reconozco que en aquel primer contacto no me apasionó su obra. Eso
vino un poquito después. Y fundamentalmente tras de ver sus numerosos cortometrajes,
videoclips y otros materiales de
trabajo, incluidos en la retrospectiva expuesta en el IVAC. Y es que creo que el particular universo Maddin tiene mejor cabida
en formato reducido, siendo allí donde mejor se aprecian las virtudes de su
cine.
Especialmente
en “El corazón del mundo” (2000), en el cual utiliza las formas del cine de los
años 20 para contar la historia de dos hermanos que compiten por el amor de una
científica dedicada al estudio del núcleo terrestre; “Vagón desnudo” (2006), marcianada en la cual un grupo de
personas baila la conga sobre un escenario, encabezados por un gordo sin camisa
que hace de locomotora; la irreverente “Sissy boy-slap party” (1997), un
musical de ambiente gay extraño y
divertidísimo; “El alcalde de la noche” (2010), en la que un inventor de origen
bosnio utiliza un extraña máquina con la que descifra y transmite los mensajes
emitidos por la aurora boreal, con el consiguiente enfado de las autoridades
canadienses; o el delicioso videoclip de “It’s a wonderful life” de Sparklehorse.
“Toda su obra es, en última instancia, el retrato
de varias tensiones, de cierta idea de la convulsión. Y en este sentido es muy
físico. En sus imágenes hay espectros, vampiros, monstruos, pero sobretodo hay
una infinidad de cuerpos. Heridos, mutilados, enamorados o en fricción, sobre
todos ellos despierta el cuerpo de su cine: en celuloide, en 16mm, Super 8,
blaco y negro, a veces en color, en ocasiones vídeo y píxeles, un cuerpo donde
escribir el relato de sus obsesiones. Son abundantes y recurrentes, por lo cual
enumerarlas aquí sería estropear la sorpresa. Y una lástima, puesto que hoy en
día hay poco cine que sorprenda tanto como el de Guy Maddin. Sorpresa y emoción.
Yo no pido más.” Paula Arantzazu
Ruiz – Periodista y crítica de cine.
viernes, 3 de junio de 2011
Las Robertas y "los" Mujeres
Las Robertas son de Costa Rica y Mujeres de
Barcelona. A los segundos ya se les había visto por estos lares, a las ticas no, de
ahí la expectación con la que bastante gente aguardaba su pase por Valencia.
Más aún después de actuar en el último Primavera
Sound, donde acudieron a presentar “Cry out loud”, un interesante álbum muy
en la línea estilística de las Dum Dum
Girls, si bien el sonido de las californianas se antoja un pelín más
limpio.
Pues
bien, con esos antecedentes nos presentamos en la Matisse para disfrutar de una suerte de rock garajero repleto de guitarreos
sucios, ruido y también, porque no decirlo, ciertas poses de “estonovaconmigo”
que afearon una actuación que, pasando eso por alto, me pareció muy
consistente. Con mención especial para un brillante batería, de apellido Valenciano, que además fue el menos soso del trío de San José. …y encima se parecía de
la hostia a Bené, uno de los protas de la extraordinaria película de Fernando Meirelles “Ciudad de Dios”.
De
Mujeres poco puedo decir, porque nos
marchamos antes de que acabaran. Sonaban relativamente bien y la peña parecía
entregada, especialmente una línea de “barbas” que estaban dándolo todo en primera fila. Pero ya era bastante tarde y estábamos cansados del día anterior, el
de la Feria de la Tapa de Benimaclet.
Y es que todo no puede ser, que los años no pasan en balde... En fin, que mientras la peña se lo pasaba teta con los barceloneses, nosotros
salimos a la calle y atravesando la fina capa de lluvia que descargaba sobre
Valencia, desparecimos en la noche… Juer,
que final más poético.
...y que pocas ganas de escribir.
...y que pocas ganas de escribir.