Jerusalén pasa por ser la ciudad más bizarra que he pisado en mi
vida. Bueno, bizarra no sería la palabra que mejor definiría a la capital de
Israel. Ese adjetivo se lo reservo a otros sitios en los que también he estado como Las Vegas, con sus millones de luces
de colores iluminando el cielo de Nevada, Vilna con esa mezcla de edificios
soviéticos, iglesias neoclásicas, casas tradicionales y barrios hippies, o Benifaió (Lupin sabe porqué... Mourinho no). Porque Jerusalén es más bien marciana. Pero marciana hasta decir
basta. El único lugar en el mundo donde te puedes topar con un tipo paseando alegremente
a sus hijos, vestido de sport y con una ametralladora de última generación colgada a la espalda. Yo anduve
por allí hace menos de un año y a pesar del poco tiempo que permanecí, quedé
tremendamente impresionado. Algo parecido, pero con mayor conocimiento de
causa, debió de pasarle al historetista canadiense Guy Delisle. Al menos eso se
desprende de la lectura de sus “Crónicas de Jerusalén”, en las que narra sus vivencias tras un año en la Ciudad Santa. Delisle
nos muestra las numerosas peculiaridades, extravagancias y situaciones absurdas
propias de Jerusalén, que el autor va descubriendo en sus vagabundeos: las
restricciones a la libertad de desplazamiento, los cacheos e interrogatorios
sistemáticos, los enfrentamientos entre las diferentes comunidades cristianas
que gestionan el Santo Sepulcro… Aportando así su personal visión de uno de los
conflictos más enquistados del planeta. Todo ello, como no podía ser de otra
forma, siguiendo su particular estilo sobrio y haciendo uso de un agudo sentido del humor.
Ahondando en el asunto de la marcianidad como característica
definitoria de Jerusalén, el autor realizó unas declaraciones a
diversos medios de comunicación para promocionar su nueva obra afirmando lo siguiente: “Hay cosas que sólo he entendido al estar en
Jerusalén. Y cuando descubro algo nuevo tengo la debilidad de creer que es
interesante compartirlo. Por ejemplo, me parecía pertinente explicar cómo
funcionan las colonias, de qué forma está dividida en dos la ciudad, este tipo
de cosas…”.
Con todo y con eso, un servidor, devoto confeso de la obra de Monsieur Delisle, ha quedado un tanto decepcionado con estas crónicas. Y eso que su aparición en las estanterías de mi librería de cabecera supuso de un acontecimiento de primer nivel. No quiero decir con ello que el libro sea una mierda, no está tan mal, pero viene a ser más de lo mismo si ya te has leído “Pyongyang”,
“Shenzen” o muy especialmente las “Crónicas birmanas”. Y es que el historetista
canadiense ha continuado la senda emprendida con esta última, la de mostrar su lado más íntimo
y hogareño. Hay que tener en cuenta que tanto en “Crónicas birmanas” como en
estas “Crónicas de Jerusalén”, Delisle marcha al extranjero en calidad de cónyuge de una
cooperante de Médicos sin Fronteras,
para hacerse cargo del cuidado de los hijos en común. En fin un libro recomendable tan sólo para fans. Si queréis introduciros en el universo Delisle mejor cogeros "Pyongyang".
Por cierto que las fotografías son mías. En la de más arriba podréis observar a tres judíos, cada uno con el atuendo que mejor representa su devoción, pegando cabezazos contra el archiconocido "Muro de las lamentaciones". Aunque la de abajo mola más. Se trata de un obrero descansando en la Ciudad Vieja, después de una agotadora jornada de trabajo. Y es que, como veréis, no solo en Espain pasan ese tipo de cosas...
Hola,
ResponderEliminarNo he leído nada de este tipo. Pero hace unos años tuve el placer de asistir a unas conferencias sobre conflictos en el mundo (exterior) en las que estaba el señor Vicente Romero (TVE) y la periodista de la nuestra y dinamitable canal 9, Lola Bañón. Del primero recomiendo el libro "Palabras que se llevó el viento" y, de la segunda, "Palestinos". Para mi humilde parecer, historias íntimas, humanas e inteligentes. Nada baladí en los tiempos que corren.
Chin chin a tu salud y a la de tu blog.
B.
Cenquiu verimach por la recomendación. Intentaré localizar esos libros. De todas maneras este cómic, como todos los de Delisle, presenta el perfil más "amable" de los dramas que cuenta. No es como Joe Sacco, por poner un ejemplo, que es más crítico e incluso más político. Delisle no deja de ser un cronista de viajes que cuenta las anécdotas propias de un trotamundos.
ResponderEliminarUn beso pa' vos B.