El grado de conocimiento que tenemos
sobre un escritor y su obra se enmarca necesariamente en uno de los siguientes
estadios: 1. Absoluto desconocimiento. 2. Le conocemos, pero no hemos leído
nada de él. 3. Hemos leído al menos su obra clave. 4. Hemos leído toda su obra.
5. Lo hemos releído y/o volvemos sobre sus escritos a menudo. Respecto a los
escritores importantes deberíamos estar, cuando menos, en el nivel tres. Si
bien son pocos los que merecen llegar al cuatro o el cinco. Con los escritores
poco importantes no debemos llegar ni al tres. Aunque ningún escritor, por insignificante
que sea, se merece el uno.
No hace mucho y por pura casualidad, apareció en mi vida la figura de Niccolò Ammaniti. Fue a través de una novela titulada “Como Dios
manda”, que encontré en la sección de novedades de una librería cercana a mi
trabajo. Por supuesto que hasta este momento desconocía su existencia -Nivel uno-.
Sin embargo me llamó la atención la portada del libro en cuestión, con tremendo
rayo descargando sobre un fondo de tonos morados. Así pues me lo agencié y vaya
si fue un acierto.
El autor es un biólogo de formación nacido en Roma en 1966. Forma parte del
grupo de jóvenes escritores italianos conocido como “los caníbales” - por sus textos saturados de violencia, drogas y sexo- con los que ha publicado de forma conjunta. Sin embargo su nombre no comenzaría a tomarse en consideración sino a
partir del éxito de “No tengo miedo”, su cuarta novela y que yo acabo de
leerme -por lo que ya estoy en el nivel tres-. El libro, además, tuvo una
discreta adaptación cinematográfica dirigida por Gabrielle Salvatores en el 2002. Eso sí, sirvió para acrecentar la fama del escritor dentro de su país y darlo
a conocer más allá de sus fronteras.
“Como Dios manda” es la
última novela de este escritor y a la que me refería al comienzo. Galardonada
con el Premio Strega 2007, ofrece una visión desencantada de la Italia
actual a través de un padre y un hijo. Ammaniti nos presenta a una serie de esperpénticos
personajes, que no son sino un cúmulo de perdedores natos entre los que
destacan Rino Zena -“borracho, violento e inútil”- y su hijo
Cristiano. Junto a ellos conviven Danilo y “Cuatro quesos”, un asocial y un
enfermo mental. Los adultos matan el tiempo bebiendo cerveza y copas de grappa,
viendo películas porno y esperando que un día aparezca Robert de Niro o Al
Pacino para explicarles la vida de mierda que lleva la gente normal.
Esa anodina existencia va a cambiar durante una noche de tormenta. La elegida
para llevar a cabo un espectacular atraco que los habría de sacar de la
miseria. Todo se irá al garete por culpa del asesinato y violación de una
joven. Y hasta aquí puedo contar. Con todo, por encima de la trama que es muy chula, más interesante resulta esa visión
sórdida y vulgarizada de Roma. Ese suburbio de Varriano,
tan alejado del esplendor imperial.
En “No tengo miedo” Ammaniti nos
presenta otra versión de su país: la Italia rural y empobrecida del sur, representada por la imaginaria aldea de Acqua Traverse. Aquí la historia transcurre hace unos décadas, concretamente durante el verano de 1978. A través de los ojos de su
protagonista, Michele, quien pasa las tardes montando en bicicleta, jugando al
balón o haciendo carreras con sus amigos a través de los maizales. Pero un
suceso poco habitual va a cambiar la vida del crío. En una de sus excursiones se
topará con otro niño de su misma edad que vive escondido en un hoyo dentro de
una casa abandonada. Un terrible secreto que cambiará su vida y desencadenará
un final sorprendente e impactante.
Las dos novelas que he leído de Niccolo Ammaniti me han gustado mucho, por lo
que seguiré a la caza y captura de sus escritos hasta completar el cuarto
estadio de conocimiento. Llegar al quinto ya me parece más complicado. Tengo
demasiadas lecturas pendientes como para perder tiempo volviendo a lo que ya
he leído. Y es que siempre me costaron las relecturas, aun tratándose de mis faros literarios.
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