Hey
guys & gayers, leidis
and chantas,
el menda ya
está
de vuelta de
sus mini-vacaciones estivales.
Y no es que os haya
echado
demasiado de menos, la verdad, pero
es que
todo lo bueno se acaba y el
retorno al puesto de trabajo se convierte en algo inaplazable (por
aquello de generar un sueldo con el que pagarse las lentejas y las
birras, ya me entendéis). Además
eso conlleva
el volver a las rutinas habituales y entre estas se incluye, como no
podría ser de otra forma, actualizar este remedo de blog
al que tantas horas he dedicado ya desde aquel infausto 17 de marzo
de 2008 en el cual comencé mi andadura
blogosférica. ¡Quien
me mandaba a mí!
Es
curioso pero aquella primera entrada la titulé “Dobrý den”,
buenos días en checo, si bien no recuerdo que por aquel entonces me
escapara hasta el país que
vio nacer y brillar a gentes como
Franz Kafka, Antonin
Dvorak, Karel Capek o ese
Radek
Bejbl que
marcaba
tendencia
con su famosa
tocheta sin
patillas (algo
así como el mullet
aka
borroka
style,
pero a
lo centro-europeo).
Si que
había
viajado a
Praga,
pero eso
fue unos
años antes y es
justo
ahora cuando
he
vuelto a ir, así
que dobrý den -again-
para todos
vosotros-ustedes.
La
verdad es que ha sido un
viaje bastante bonito por muchísimos
motivos, desde los
entornos
hasta
el
maravilloso clima, pasando
por
la inmejorable
compañía,
como no. El único pero tiene que ver con mi maltrecha espalda y su
increíble capacidad para joder el momento, pero que le vamos a
hacer, habrá que pasar por donde no me apetece y eso es lo que hay.
Resignación
lo llaman... Bien.
Por si no lo había
dicho ya -que no lo he dicho, o
al
menos no
lo he dicho como
toca-
he pasado las
dos
últimas
semanas
en tránsito
entre
Budapest
y
Praga, revisitando lugares que ya conocía y acercándome hasta otros
en los que no
había estado. Y la verdad es que vengo bastante contento
y muy -incluso demasiado- relajado.
En
este punto debería dar comienzo mi relato sobre
las
impresiones
post
viaje,
insertando
tres o cuatro anécdotas sino jocosas al menos interesantes e
ilustrándolo
todo con unas
fotitos que
os pondrían los dientes
largos y
además os servirían para que
os burlarais de la mierda fotógrafo
que estoy
hecho. Pero no.
Eso
mejor lo
dejaré
para otra
entrada.
Porque ahora toca hablar de arte... Halaaaaa!!! Ahí
va això...
Y es que, durante estas dos semanas, me
ha
sucedido algo que hacía tiempo no me pasaba: He visto 3 exposiciones
y me han gustado las 3. Vamos, no solo me han gustado, ¡incluso me
han encantado! ¿Que te pasa Suloki? 'ande
t'has metío?
¿quien caralho
te
ha abducido?
La
primera de ellas fue en Budapest, la imperial ciudad que vio nacer a
“cañoncito pum”, gran futbolista y mejor madridista. Os hablo
de la retrospectiva
que
sobre
los carteles de Toulouse-Lautrec tienen
preparada
los responsables del
Museo de Bellas Artes de
la capital magiar.
Los que habéis andado
por allí
sabréis que es ese que hay junto a la Plaza de los Héroes, al final
de la famosa Avenida Andrassy, ocupando
un despampanante edifico de corte neo-clásico.
La
exposición, que
se inauguró para conmemorar el
150 aniversario de la
muerte de este cronista de la noche parisina de finales del XIX,
recoge una
amplia
selección de carteles
y pinturas,
además
de
fotografías,
vídeos
y grabaciones
de sonido,
que nos ayudan a conocer la
irrepetible obra del autor, así como comprender
el
porqué de la
vida y milagros del
maestro del
(post)impresionismo.
Adquieren
especial relevancia aquellos dibujos
y estampas
dedicados
a engrandecer la figura de algunas de las estrellas y starlettes
que
desarrollaron su oficio en
famosos
cafés
musicales, salones de baile y/o
cabarets como
el archiconocido Moulin
Rouge.
Me
refiero a gentes como Aristide
Bruant, Jane Avril o
Yvette Guilbert, por
citar solo a tres.
La
segunda de
las exposiciones
de la que os quería
hablar es la de Alfons
Mucha en el Mucha Muzeum de Praga (Museo de obligada visita para
todos aquellos amantes del Art Nouveau y sucedáneos).
Vale
que no es barato y vale que es demasiado reducido, teniendo en cuenta
la ingente cantidad de obra que produjo el bueno de Alfons. Pero que
queréis que os diga, es la segunda vez que visito este mini-museo y
me sigue pareciendo tremendo. La exposición ofrece una vista general
de la obra del pintor y artista decorativo moravo, prestando especial
atención al periodo que este pasó en París y no tanto,
lastimosamente, a su última etapa consagrada a representar el auge
del sentimiento nacional y fomentar el pan-eslavismo. Paneles
decorativos, libros de bocetos, carteles publicitarios, portadas de
revista, óleos... La muestra recoge (casi) todas las modalidades que
trabajó el artista, que no fueron pocas. Y la tienda del museo es
una delicia. Merece casi tanto la pena cono el museo en si mismo.
Respecto
a la tercera de las exposiciones tan solo os diré que no está ni en
Praga, ni en Budapest, ni en Brno ni en Bratislava, sino en
Barcelona. Eso y que la vimos gracias a la recomendación de un amigo
que nos instó a que retrasáramos nuestro enlace en tren hasta
Valencia para así disfrutar de ella. Se titula “Metamorfosis.
Visiones fantásticas de Starewitch, Švankmajer y los hermanos Quay” y
es una puta maravilla.
Y
si no os cuento nada más es porque he pensado que merece un post
para ella sola. Y es que es de lo más grande que he visto en tiempo.
Está expuesta en el CCCB hasta principios de septiembre y sino entendí mal, luego
marcha hasta Madrid en donde estará hasta enero. Imperdible. En serio... Mañana o pasado
os diré porqué.
Y eso es todo por ahora. Fins demà brodas'.
Y eso es todo por ahora. Fins demà brodas'.
Os
dejo bien acompañados por estos húngaros que me pirraban hace unos años... No tantos Suloki...
Vale, lo reconozco, aún me molan...
Aunque cuando cantan en húngaro no se les entiende un carajo.
Aunque cuando cantan en húngaro no se les entiende un carajo.
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