Ya
hace unos días, a la vuelta del viajecito que me llevó a transitar
por las dos capitales del porno europeo, escribí una entrada en la
que declaraba mi fascinación por la muestra “Metamorfosis,
visiones fantásticas de Starewitch, Svankmajer y los hermanos Quay”
del CCCB de Barcelona. También os prometí un post al
respecto. Así que, como lo prometido es deuda y yo, como los
Lannister, siempre pago las mías, aunque a veces lo haga tarde y
mal, pues aquí me tenéis.
Antes
de entrar en materia quiero reafirmarme en lo que dije de que la
exposición es una auténtica maravilla. Para ser más exactos dije
“una puta maravilla”. Lo es. Me lo sigue pareciendo aún. Y lo
digo ahora, cuando ya han pasado un par de semanas desde que la vi y,
lógicamente, el recuerdo comienza a difuminarse.
Estamos
hablando de una exposición enorme, en sentido cualitativo pero
también cuantitativo, que nos lleva a través
de la
obra de cuatro figuras
esenciales del cine
de animación. Unos
tipos que,
aún
perteneciendo
a geografías y generaciones distintas, habitan
un mismo
universo
en
el cual se entremezclan la
ciencia y la magia, la realidad y la leyenda, el sueño y la
vigilia... Y
es que, con sus lógicas particularidades, es bastante sencillo
encontrar
un imaginario común, fantástico y hasta
tenebroso en
la obra del ruso-polaco Ladislas Starewitch, el checo Jan Svankmajer
y los norteamericanos Stephen
y Timothy Quay. Un ámbito en el cual se reflejan
tradiciones
y mitologías populares junto
a referentes
gráficos, literarios y hasta
científicos
comunes
que pasan por las
novelas de Kafka,
las
pinturas de Ensor,
el
cuento tradicional de hadas, los
estilismos literarios de Bruno
Schulz, Sigmund
Freud
y
el mundo de los sueños,
los
relatos de terror clásico, la
animación de siluetas de Lotte
Reiniger, los
mundos insanos de El
Bosco, las
historias
de los
hermanos Grimm, la
ciencia preilustrada, la alquimia, el
surrealismo de Salvador
Dalí,
las
fantasías de Felisberto
Hernández, la
alquimía, el mundo de las marionetas, Goya,
Buñuel,
Grandville y
hasta Archimboldo.
La
muestra está
compuesta
por
550
piezas entre
dibujos, esculturas, fotografías,
pinturas,
pósters, figuras
y marionetas
y
es que, no solo de audiovisuales
vive el hombre. Si
bien ni siquiera todos
los
audiovisuales son
creaciones de
los autores
a los que se dedica la muestra. Y
es que se
ha
tratado
de establecer referentes literarios, artísticos, filosóficos,
cinematográficos e incluso científicos, que nos ayuden
a entender los cómos y porqués de estos genios. Con todo y
con eso la muestra está consagrada principalmente al cine.
A
las
proyecciones
de
unos raritos que se resistieron/resisten
en
cumplir con las convenciones narrativas que la modernidad les
ha
impuesto. Y
es que, como algunos
críticos
apuntan,
frente
al mundo de lo adulto y lo correcto, la imaginación de Starewitch,
la provocación de Svankmajer
y los personajes en eterna convalecencia de los hermanos Quay se
postulan como una invitación a la libertad.
Es
evidente que David Lynch, Tim Burton o Wes Anderson te recomendarían
esta exposición...
Lo dicho, un
pasote. Como las marionetas de este hombre:
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