De nuevo por aquí para deciros que ya, aún con tres
décadas de retraso, me he adentrado en los mundos
internos de don Frank Bascombe. Ha sido a través de “El periodista
deportivo”, primera novela protagonizada por esta suerte de álter
ego del gran Richard Ford. La obra que consagraría internacionalmente
al genio de Richmond, de quien Raymond Carver dijo una vez que era
“el mejor escritor en activo en nuestro país”. Si bien, para que
engañaros, prefiero al Ford de “Rock Springs” e incluso al de
“Canadá”, aquella preciosa narración
sobre la pérdida de la inocencia protagonizada por Dell Parsons.
El libro nos introduce en la vida y milagros de este periodista deportivo de mediana edad, asistiendo a variadas reflexiones sobre el sentido de la vida, casi siempre con un paralelismo deportivo. Estas, mayormente agrias o cuando menos agridulces, constituyen lo mejor de la novela, si bien la extensión de ese tipo de pasajes le restan agilidad a la lectura. Supongo que este ritmo lento y en ocasiones reiterativo, le sirve a Ford para remarcar conclusiones. Aquello de que hay que vivir la vida pensando en uno mismo, sin compromisos fuertes con otras personas y que todo es soportable si sabes no implicarte demasiado.
Esto último, junto a la permanente insatisfacción, el peso de la culpa y las constantes dudas a la hora de tomar decisiones del protagonista, es utilizado por Ford para retratar al estadounidense actual -o al menos el de finales de los ochenta-. Un ser incapaz de lidiar con el presente, asumir el pasado y afrontar el futuro. Quiero creer que la moraleja de “El periodista deportivo” se sitúa en el ámbito de la crítica a las clases medias y a esa perdida de valores que, por desgracia, parece universal y atemporal.
Supongo que es un gran libro que no he leído en el momento adecuado. Aún así he sido capaz de disfrutarlo en diferentes tramos. También es cierto que, aunque hubiese elegido mejor los tiempos, me seguiría pareciendo demasiado largo y hasta farragoso.
El libro nos introduce en la vida y milagros de este periodista deportivo de mediana edad, asistiendo a variadas reflexiones sobre el sentido de la vida, casi siempre con un paralelismo deportivo. Estas, mayormente agrias o cuando menos agridulces, constituyen lo mejor de la novela, si bien la extensión de ese tipo de pasajes le restan agilidad a la lectura. Supongo que este ritmo lento y en ocasiones reiterativo, le sirve a Ford para remarcar conclusiones. Aquello de que hay que vivir la vida pensando en uno mismo, sin compromisos fuertes con otras personas y que todo es soportable si sabes no implicarte demasiado.
Esto último, junto a la permanente insatisfacción, el peso de la culpa y las constantes dudas a la hora de tomar decisiones del protagonista, es utilizado por Ford para retratar al estadounidense actual -o al menos el de finales de los ochenta-. Un ser incapaz de lidiar con el presente, asumir el pasado y afrontar el futuro. Quiero creer que la moraleja de “El periodista deportivo” se sitúa en el ámbito de la crítica a las clases medias y a esa perdida de valores que, por desgracia, parece universal y atemporal.
Supongo que es un gran libro que no he leído en el momento adecuado. Aún así he sido capaz de disfrutarlo en diferentes tramos. También es cierto que, aunque hubiese elegido mejor los tiempos, me seguiría pareciendo demasiado largo y hasta farragoso.
Hola, qué significa katxabera askatu?
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