A puntito de que la retiraran
de la cartelera, me acerqué a una de esas multisalas que han proliferado como
setas en mi ciudad para ver “Quemar después de leer”, última creación de
los hermanos Coen. Por qué me ha costado tanto tiene relación con gente
de mi entorno, personas de total confianza en asuntos fílmicos, que me
insistían en que la película no valía un peo. Pero es que además leí en
algún suplemento cultural que esta producción era tan mala como para postularse
a los Razzie 2008. Si a eso le unimos que soy más aficionado a la faceta “seria” de los hermanos, aun no sé cómo al final acudí al cine.
Y oye, que se jodan todos. Eso y que, como dicta el refrán, más vale tarde que
nunca. Pese a los malos augurios, o quizás gracias a ellos, la película me gustó un montón. Sobre todo me hizo pasar un buen rato, cuestión esta
que yo valoro mucho cuando voy al cine ya que, por desgracia, sucede de
uvas a peras. Lo de divertirme, se entiende. Es más, no recuerdo la última vez que me reí tanto en una sala como
anteayer. Especialmente con esa hilarante conversación que, a modo de cierre,
mantienen los dos agentes de la CIA en el despacho del superior. Un
delicioso crescendo de burradas que no desvelaré para que la disfrutéis
sin spoilers.
El planteamiento de la historia se sitúa en torno a la figura de Ozzie Cox –personaje
interpretado por John Malkovich-, un agente retirado de la CIA que
está redactando sus memorias. El problema surge cuando su mujer -Tilda Swinton-
le plantea el divorcio y, en connivencia con su abogado, le roba una copia
del cedé en el que almacena los avances en el borrador, creyendo que contiene información
interesante en aras a un futuro proceso judicial. Todo se enreda cuando el disco compacto
cae en las manos del aturdido personal de un gimnasio al cual acude
habitualmente una de las secretarias del abogado. A partir de aquí, dos
empleados del mismo-Brad Pitt y Frances McDormand-, intentan chantajear a
Ozzie. Y en esas andaban cuando la CIA, enterada del asunto, decide tomar
cartas en el asunto.
Divertidísima comedia cuya virtud principal consiste en conciliar una trama
enrevesada, con el divertimento a la manera de los Coen y sin que por ello
perdamos el interés por conocer el desenlace. Todo amenizado por una retahíla
de situaciones absurdas en las que se parodia a los servicios de inteligencia norteamericanos
y su supuesta eficiencia. Sólo puedo recomendaros que no la dejéis pasar. En el
cine, si aún llegáis, o recurriendo al videoclub o a la siempre socorrida mula.
Y es que “Quemar después de leer” supone otra muesca más en el revolver de
unos Joel y Ethan Coen que rara vez erran el tiro. Por cierto, muy bien el señor Pitt en su papel de atontado.
martes, 16 de diciembre de 2008
Quemar después de leer
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