Me ha vuelto a pasar lo mismo. Tantas
expectativas puestas en la obra literaria de alguien, para al final toparse con
esto. Porque también me habían hablado maravillas de este Wiley Cash. Fue con
relación a su libro “Una tierra más amable que el hogar” y hasta me llegaron a
convencer. ¿Cómo no? Un tío que debuta con una historia a mitad de camino entre
el suspense y el realismo mugriento, que se desarrolla en la América de los
perdedores y con tres narradores que se alternan por capítulos, debería de
molar. ¿O no? Porque ahora ya lo dudo. Y vale, es cierto que no me la he leído.
Ni creo que la lea. Pero también que por culpa de esa recomendación, me fijé en
que tenía a mano un libro del mismo autor. “El oscuro camino hacia la
misericordia”, que así se llama la segunda novela de este cuarentón oriundo de
Carolina del Norte. Y, ¡oh! ¡Sorpresa! también es un thriller. Amén de una novela de carretera que se desarrolla en
torno a ese tipo de personajes que pululan por el reverso de la América de
postal. Y con un relato a tres voces del cual participan la buena, el no tan
bueno y el malo de cojones. Y las críticas que he leído también la ponen por
las nubes. Vamos, casi la misma mierda.
A ver, dejemos clara una cosa: se
nos está yendo la olla con esto de las novelas de losers y estamos usando por encima de nuestras posibilidades tanta
referencia a góticos sureños y agujeros ponzoñosos donde hay más mierda que en
el palo de un gallinero. Eso por no hablar de ciertas comparaciones que
producen vergüenza ajena. Y es que joer,
el argumento de “El oscuro camino hacia la misericordia” no podía estar más
trillado. Un perdedor sin futuro que se echa a la carretera junto a sus hijas
tras sonreírle la fortuna por una vez. Mientras tanto, un ex policía ludópata y un
matón de bolera le persiguen para recordarle que la suerte nunca dura mucho. Todo ello entre
campos y moteles de Carolina del Norte. Y con el trasfondo “original” de la mítica
pugna entre Sammy Sosa y Mark McGwire para ver quien bate antes el récord de jonrones.
Beisbol macho, beisbol… En fin.
No me ha gustado, como es evidente. Aunque
el tono narrativo no es malo del todo. De hecho la novelilla es de fácil
lectura y se consume en tres tardes. Pero ni sorprende ni deja poso. Y es que “El
oscuro camino hacía la misericordia” es otro peso pluma más dentro de un género
más manoseado que la barra de sujeción de un EMT.
Ah! No iba a decir nada, pero si no
lo hago reviento. ¿Historia a medio camino entre “Matar a un ruiseñor” y las
páginas más negras de Cormac McCarthy? ¡¡¡Anda ir a cagar cabrones!!!
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