Magnífica recreación de la que
debió ser la fascinante, a la par que trágica, vida de los hermanos Collyer. Dos
ermitaños estadounidenses que se hicieron famosos en los años treinta, merced a
su carácter excéntrico y por un comportamiento similar al de quienes padecen el Síndrome de Diógenes. Si bien, en medicina se define esto como el Síndrome de los hermanos Collyer, como
ejemplo paradigmático de un trastorno obsesivo-compulsivo. No acabo de entender
la diferencia entre las dos manifestaciones, pero tampoco soy médico, así que…
Se trata
de una de los últimos libros publicados por E. L. Doctorow antes de su
fallecimiento en 2015. No tan aclamado
como “Billy Bathgate” o “Ragtime”, en donde se forja la característica
fundamental de su obra: Esa mezcla de fabulación con historia y crítica social. Por supuesto que este “Homer y Langley” no es
ajeno a ese sello. Se basa en dos personajes reales que podrían representar la decadencia
del Harlem blanco. Doctorow nos explica su día
a día y nos hace participes de esos pequeños cambios que van transformando su
existencia. La voz de Homer nos detalla la infinidad de factores que, inexorablemente, les
encaminan a él y a su hermano hacia el terrible final. Pero a la vez nos
trasporta a través de seis décadas de historia norteamericana. Desde las dos grandes
guerras, pasando por la “Ley seca”, la persecución de los japoneses en USA,
la caza de brujas, el movimiento hippie, Vietnam…. Llegando incluso a
tratar la masacre de Jonestown en 1978. Si bien, aquí Doctorow se toma la
licencia de alargar la vida de los hermanos hasta principios de los ochenta. Y
es que la realidad nos dice que la historia de los Collyer finalizó en 1947.
Unos días antes de que la policía de
Nueva York, alertada por una llamada anónima, entrara en su mansión y se topara
con sus cadáveres y 190.000 periódicos acumulados, entre otras muchas cosas.
Algunas bien locas, como diez pianos de cola, coches desguazados o una máquina
de rayos X.
“Soy Homer, el hermano ciego. No perdí la
vista de golpe, fue como en el cine: un fundido lento.” Así comienza una deliciosa novelita de poco más de
doscientas páginas en la que, pese a lo trágico del destino de los personajes y
su estrambótico y errático comportamiento, Doctorow consigue que nos divirtamos.
Y hasta que nos encariñemos con su obra y milagros.
Muy recomendable.
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