El pasado
viernes noche tuve la suerte de ver en directo, por primera vez y espero que no
la última, a uno de mis cantautores predilectos. Os hablo por supuesto del
norteamericano Damien Jurado. La expectativa por tanto era muy alta. Más si
cabe cuando el de Seattle acaba de lanzar su nuevo álbum, el noveno en apenas
diez años de carrera. “Caught in the trees” que así se llama y que es, desde mi
punto de vista, lo mejor que ha publicado hasta el momento. Un trabajo en el
cual se respiran nuevos aires, sobre todo comparándolo con “And Now That I´m In
Your Shadow”, su anterior entrega en formato quasi suicida.
Bien es cierto que el cambio se refiere exclusivamente a lo instrumental,
porque en lo que respecta a las letras “Caught in The Trees” es hasta
más triste que aquel. O deliciosamente triste, para tirarme un pegote literario
cual columnista de postín. Según parece, tiene que ver con el matrimonio Jurado,
roto tras la friolera de trece años de felicidad. Cumpliendo con ese tópico que reza que los discos nacidos de un corazón partío tienen un algo especial
que nos engancha y hace sentir como propias las desgracias ajenas. Esto sí que
es un encuentro con el otro y no lo que contaba Kapuscinski.
Un poco antes que Damien, a eso de las diez y media, se plantó sobre el
escenario el tal Llum, semidesconocido cantautor de la terreta. Y lo hizo a través de cinco o seis temas de folk desnudo
y de habitación que no sonaron para nada mal. Para los que no lo sepáis, Llum
no es otra cosa que el proyecto musical en solitario de Jesús Sáez, baterista
de los valencianos Polar y también crítico musical. Inmediatamente después y
tras saludar educadamente al respetable, salió a escena un Damien Jurado que de
inmediato comenzó a desgranar los maravillosos cortes de su nuevo álbum. Empezando
por “Gillian was a horse”, continuando con “Paper Kite” y “Go
first”, hasta alcanzar el clímax con “Caskets”, la mejor canción del disco y de
la que os enlazo el bonito vídeo promocional.
La verdad
es que, acudí al concierto sabiendo de la calidad de los cortes incluidos en “Caught in the Trees”,
por lo que esperaba un bolo de padre y muy señor nuestro. Aun así la
incertidumbre estaba en ver en qué plan nos visitaba su hacedor. Cuestión que quedó disipada tras los primeros acordes de “Gillian was a horse”. La cosa
iba muy en serio. Damien y su grupo de acompañamiento vinieron a ofrecer un
conciertazo, repleto de momentos mágicos a recordar durante años. Dignificando
todos y cada uno de los trece cortes incluidos en el último trabajo. Teniendo tiempo para rememorar de forma brillante algunas cositas del pasado.
No he mencionado que la banda de acompañamiento estaba
formada por Eric Fisher y Jenna Conrad, quienes intercambiaron instrumentos a
lo largo de todo el show. De hecho, esta última se convirtió en una
pieza fundamental en el engranaje del grupo, adquiriendo mayor protagonismo
como cantante. Y es que su cálida voz funciona como un complemento ideal a la del
maestro de ceremonias. El gran Damien Jurado. Un puto genio. Ojalá nos dure.
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