Compré
este libro hace ya más de un año y casi por equivocación. Pensaba que trataba
la figura de Joseph Goebbels y no es así. Eso me pasa por no leer la
contraportada. Lo cierto es que, más allá de ese pequeño detalle, el libro comienza
muy bien y acaba no tanto. Y es que tengo la sensación de que a la autora le ha
venido grande la empresa y pese a una increíble tarea de documentación e
indagación, ha sido incapaz de llegar a conclusiones inteligibles. El estudio
se acaba perdiendo entre una retahíla de datos más o menos conectados, algunos
interesantes y otros no tanto, que aturullan hasta el lector más avezado. Hasta
el punto de que en ocasiones, no se entiende bien que aportan al conjunto. Con
todo, tras un año de lectura fragmentada, que se dice pronto, me he acabado el
librito de marras.
“El Plan Maestro” se centra en la llamada arqueología fantástica al servicio
del régimen nazi y en su principal responsable. Me refiero al jefe de las
temidas SS, Heinrich Himmler, uno de los líderes nazis más
emblemáticos. Pero más que en él, el libro se centra en la Ahnenerbe -Comunidad
para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral-. Una organización
nazi fundada en 1935 por Herman Wirth, el teórico racista argentino Walther Darré y el
propio Himmler, para realizar y divulgar investigaciones en apoyo de su ideología
y de esas teorías que defienden la superioridad de la llamada raza aria. Según
sus propios estatutos, esta organización era la responsable de “realizar
investigaciones sobre la raza indogermánica del norte y divulgar sus resultados
de una manera interesante al público”.
Sí que resulta interesante ver hasta qué punto los jerarcas nazis se rodearon
de todo un grupo de personajillos, dispuestos a dar legitimidad científica a
las absurdas teorías raciales del nacionalsocialismo. Y todo porque Himmler
estaba convencido de que los arqueólogos habían ignorado durante siglos, los
logros de esa raza primigenia de guerreros rubios y ojos azules de la que él se
declaraba heredero. Unos ancestros que habían crecido en el Ártico, sobreponiéndose
a un clima hostil y a unas condiciones de vida extremas, demostrando su
condición superior. Y es que, según esas teorías, solo quedaban vestigios de
esa raza en lugares especiales del mundo. Encontrar a los auténticos arios y
eliminar a todas las demás razas se convirtió en la piedra angular del proyecto de Himmler.
Entre todos estos científicos de segunda, destacan figuras como la de
Karl-Maria Wiligut, antiguo paciente psiquiátrico que entraba en trance y
hablaba con los antiguos dioses germánicos de los Eddas. También Yrjö von Grönhagen, un veinteañero finlandés de maneras elegantes y porte
aristocrático, sin formación alguna, pero bastante trepa. Alguien cuya
aspiración era la de hacer carrera en el mundo del cine y que, por
circunstancias azarosas, se vio metido en este fregao. Por no
hablar del mencionado Herman Wirth, un arqueólogo fanático y manirroto al que las SS hubieron
de sufragar deudas para que se pudiera dedicar a estos estudios. Así hasta completar una
estrambótica combinación de aventureros, místicos y profesores, que fueron
enviados en rocambolescas misiones hasta lugares como Irak, Finlandia, el Tíbet
y aún más allá, con el apoyo del Tercer Reich. Y todo pese a las
estrecheces económicas que se impusieron por causa de la guerra. Pero vaya, que
con semejante material, uno hubiera esperado un libro mejor. Y es una pena.
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