Una voz y una guitarra, ¿acaso
hace falta algo más? Con eso el líder de Songs:Ohia y Magnolia Electric Co.,
dos de las mejores bandas surgidas en la última década desde los EEUU, se
basta y se sobra para crear este disco de nueve cortes en el que nos muestra
todo lo que lleva dentro. El de Ohio compuso las piezas en 2004
en Bloomington, Indiana, aunque de forma inexplicable el álbum no vería la
luz hasta el pasado 2006. Se titula “Let me go, let me go, let me go” y
al igual que su anterior trabajo, sólo es posible adquirirlo en formato vinilo.
Bueno, también se puede descargar de Internet pero eso no tendría mucho sentido.
Si hay un cantautor contemporáneo cuya voz se ve especialmente
favorecida por el peculiar zumbido del vinilo, ese es Jason Molina.
Estamos ante un elepé maravilloso, triste como él sólo, en el que Molina se
desnuda y nos hace partícipes de sus sentimientos más íntimos. Parece pensado para esos
días de lluvia y frío tan habituales por esta época del año. Si bien, llama la atención
que los temas de la cara A sean un tanto más homogéneos en cuanto a concepto y
sonoridad, que los de la cara B. En estos últimos se aprecia una mayor
complejidad compositiva, amén de un mínimo empleo de otros acompañamientos. Con
todo, la escucha de cualquiera de las caras del plástico supone una experiencia
casi mística. En la primera parte sobresaliendo esa preciosidad titulada “Everything should try again”.
Pero las mejores composiciones están al final. Concretamente en los cortes
octavo y noveno, oseasé los dos últimos del álbum. “It costs you nothing” y
muy especialmente el que da nombre a todo el disco y con el que se me ponen los
pelillos de punta una y otra vez. Cerrando un trabajo enorme -¡otro
más!- de este Rey Midas de la música americana. Y es que todo
proyecto en el que se embarca Molina, en solitario o con sus amigotes, da un fruto memorable. Ansioso del próximo estoy,
no digo más.
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