viernes, 3 de julio de 2020

Píldoras musicales 2020

Estamos ya a mitad de ejercicio y, a excepción de cuando me deshice en elogios con el nuevo proyecto de Afonso Dorido, o con la mención al fantabuloso nuevo álbum de Clem Snide metida con calzador en un post literario, no había colgado nada relacionado con la que es mi pasión principal. Así pues, sin ofrecer una disculpa ni media, paso a relacionar los trabajos musicales de esta cosecha 2020 que me tienen enganchado. Quizás faltaría alguno, es verdad, pero prefiero pegarle otra vueltecita más y reservarles una futura entrada. Que lo mismo os digo esto que luego de ná, lo sé… Ya conocéis el percal. En fin… ¡Allá vamos!

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Storm damage”, Ben Watt

¡Hostias! ¡¡¡Que este tipo es el Everything but the Girl!!! ¡Que no me han molado en la puta vida! Es más, cuenta la leyenda que una vez, allá por el Pleistoceno Medio, acudí a uno de sus shows en les terres del nord y acabé marchándome a la tercera canción. Pero mira tú por donde que ahora me doy de bruces con esto. Y aunque me cueste, he de reconocer que es harina de otro costal. Gratísima sorpresa. Y vale que quizás la cosa ya venía de lejos. Soy consciente de que es el cuarto disco en solitario del menda, pero como nunca hasta ahora le había prestado atención… Así pues, ¿que decir de “Storm damage”? Todo bueno. Que me ha parecido trabajo delicioso. Con esa cadencia jazzística, sus apuntes tristes por doquier y en donde se combinan sabiamente los ritmos orgánicos con la cosa electrónica. Canela en rama. En serio. Muy en serio. ¡No os riáis cabrones!

Dear life”, Brendan Benson

No por esperado, menos deseado. Aunque, lo tengo que decir, conociendo cómo se las gasta el gachón y apelando a su inmaculada trayectoria en solitario o junto a The Raconteurs, fantaseaba con un artefacto más fastuoso. Con todo, el rubio de Michigan, amigatxo del alma de Jack White, nos ofrece once cortes bien variaditos en los que se respira una sensación de libertad poco común en los tiempos que corren. Y vaya, que el muchacho se ha ganado el derecho a hacer lo que le salga del nabo. Y en eso consiste la séptima entrega en solitario de este casi cincuentón, que puede fardar de trayectoria. Brillando con luz propia en este cachivache, “Richest man”, “Evil Eyes” o el tema que da título al disco.

Making a door less open”, Car Seat Headrest

A ver, es cierto que suena raro escuchar al amigo Toledo con sintetizadores. Aún más el ver cómo ha parido un disco tan poco conexo como este –las canciones podrían estar incluidas en 3 o 4 álbumes diferentes y no pasaría nada-. Pero vaya, que a un genio se le perdona todo. Y es que, pasando por alto esto último y más allá de valorar aquello de que el movimiento se hace andando y que aquí, el amigo ha intentado reinventarse por enésima vez, me parece que el disquito contiene un buen puñado de composiciones dignas de alabar. “Weighlifters” con la que abre, me parece tremenda. “Deadlines (Hostile)” un cañón. “Life worth missing” y “There must be more tan blood” me encantan y “Martin” directamente me tiene loco. ¿Qué hay canciones no tan brillantes? Sí. ¿Y en que disco no? Pero vaya que, haciendo un análisis global de la cosa, a mí me satisface. Y sí, obviamente es un trabajo valiente que asume bastantes riesgos, pero, sobre todo y lo más importante es que resulta muy disfrutable. ¿Cuesta entrar en él? Tampoco tanto. No exageremos.

On circles”, Caspian

Para servidora, lo mejor que ha publicado el ahora sexteto desde el inigualable “Tertia”. Obra maestra absoluta de un género como el post-rock, cada vez más vulgarizado. Con una fórmula que no es nueva, pero que en sus manos aún resulta fresca, gracias a esos muros de sonido con marca registrada y esa constante apelación a la emotividad tan suya. Desde Boston con amor y aún más con ruido. Por cierto, “Collapser” es un temarro para la posteridad. He dicho.

Have we met”, Destroyer

Nueva entrega en forma de disco, de uno de los compositores más singulares del pop actual: el canadiense Dan Bejar. Esta vez influido por los sonidos más ochenteros, el ambient y hasta Massive Attack, como él mismo ha reconocido en alguna entrevista. Disco de pop con mayúsculas, bailongueable pese a lo apocalíptico de muchas de sus letras. En mi opinión y sin ser un incondicional de este emérito miembro de The New Pornographers, de lo mejorcito que ha grabado hasta la fecha.

Collector”, Disq

Interesante debut el de este quinteto de Madison, que se mueve como pez en el agua por los añorados senderos del indie-rock de los noventa. Diez temas que ellos mismos califican de “representaciones orgánicas de cada momento en el tiempo” y que harán las delicias de los fans de Elliott Smith, Weezer, Built to Spill y hasta de Titus Andronicus (Why not?). Doy fe.

The unraveling”, Drive-by Truckers

Trabajo que sigue la línea marcada por “American Band” –madurez y activismo en lo lírico, rabia contenida en lo musical, sobriedad en el diseño de carpetas-. Un disco que, sin ser tan bueno como aquel, mantiene en la buena senda a una banda ya mítica. Como leí en alguna parte, parece que la furia se aleja de las guitarras para situarse ahora en las palabras. ¡Y no veas lo bien que les sienta! Aunque a las huestes de Donald Trump les haga pupita. Vaya, que siguen siendo la mejor banda de rock sureño en activo. Con todo, se echan en falta aquellos dibujitos de Patterson Hood y el antiguo diseño de caratulas. Y es que no pué ser…

Bestieza”, Los Enemigos

32 minutejos de ese rock urgente y cañero con el que lograron fama y fortuna. Vaya, lo mismo que llevan haciendo desde hace treinta y tantos años, con sobrada inspiración. Disco muy directo compuesto de diez piezas trufadas por esos textos tan chulos que le salen al Josele – “Siete mil canciones”, “La ofensa”, “Menos que un perro”, “Sacrilegio Sideral”, “Hey Judas”...-. Además, y a diferencia de algunos de sus últimos trabajos, “Bestieza” suena homogéneo. Y razonablemente fresco, aunque esto quizás sea cosa mía -¡es que lo he agarrao con muchas ganas!-. Los Enemigos saben lo que quieren hacer y lo hacen muy bien. No es cuestión de descubrir la pólvora.

Floatr”, Happyness

Cómo ya comenté en alguna otra parte, me encanta el nuevo trabajo de estos dos. Casi tanto como su debut y bastante más que el anterior, en el que, lo reconozco, me costó muchísimo entrar. Y eso a pesar de la enésima puta mierda de portada –consolidando la tradición de hacer portadas de mierda- en la carrera de la banda londinense. O hasta del título elegido. Vaya, salvo que se trate de un inesperado homenaje a Chiquito de la Calzada o una referencia al atípico verano con pandemia que nos espera -por aquello del flotador, se entiende, ¿no?-. Especialmente para los súbditos de la reina Isabel, tan aficionados ellos al melanoma con D.O. Costa Blanca. En todo caso, me postro a sus pinreles. A los de Jonny y Kenazi, no a los de la vieja Windsor.

Classical notions of happiness”, Jordana

Podría tratarse del enésimo trabajo de chica lánguida con guitarrita, cantándole al desamor y a los problemas adolescentes y/o haciendo gala de una viejuventud a todas luces innecesaria. Pero no. O bueno sí, porque aquí hay mucho de introspección y madurez impropia, pero hay bastante más. Creo. Los cortes presentan un sonido y una fórmula bastante particular, por decirlo de alguna manera. Circulan al trote cochinero, pero de golpe surge el genio. La Jordana vendría a ser entonces una suerte de Karim Benzema con mamellas y consagrado al noble arte de las musas, en lugar de a dar asistencias memorables o marcar goles imposibles. Responsable de preciosas melodías que sirven no solo como recipiente para unas letras bastante chulas. Un disco simpático. Lento, que no aburrido, e imperfecto como todo debut que se precie.

Lina_Raül Refree”, Lina y Raül Refree

Después de Sílvia Pérez Cruz, Rocío Márquez o la Rosalía de los comienzos -además de colaborar con Lee Ranaldo, entre otros-, el ex-Refree se mete de lleno en el mundo del fado. Del fado sin guitarra portuguesa, por lo que, supongo, habrá recibido su buena dosis de hostias. Como por otra parte, ya le pasó en la piel de toro tras “profanar” la tumba de Farina o de La Niña de los Peines. Estamos ante un disco de fado que no es fado, con piano, sintetizadores y armonio, pero sin cuerdas y bastante más oscuro para lo habitual del género. Hay quien ve similitudes con las cosas de Nico, si la artista nibelunga hubiese nacido en el barrio de la Alfama. No me convence del todo. En todo caso, el proyecto gira en torno al repertorio de Amália Rodrigues y es Lina Rodrigues quien le pone voz, por lo que si no es fado, se le parece un huevo. Y mola un ídem.

Good souls better angels”, Lucinda Williams

He leído todo tipo de descalificaciones a la hora de valorar el nuevo trabajo del fenómeno de Luisiana. Pues mira, a mí me parece descollante. Se tenía que decir y se dijo. Cadencias blueseras, country-rock del clásico al guarrete, denuncia política sin pelos en la lengua y unas buenas dosis de a fer la mà tot. Tremendo es poco, insisto. Y no tengo más que añadir. Ni voy a discutirlo con nadie.

Beat poetry for survivalists”, Luke Haines y Peter Buck

Proyecto de quien fuera líder de los Auteurs o, más recientemente, Black Box Recorder, junto uno de los fundadores y guitarrista principal de R.E.M. Y los tipos se han sacado de la manga este delicioso trabajo colaborativo. Zurcido a cuatro manos e ideado a dos cerebros, suena tanto a sus bandas madre como a Lou Reed a quien, de alguna manera, rinden homenaje. Vaya, también al chalao de Jack Parsons a quien dedican uno de los mejores cortes del álbum.

Uneasy laughter”, Moaning

Quizás sea este el disco al que más vueltas le haya pegado en lo que llevamos de año. Y es que me parece la hostia. A ver, tampoco es cuestión de fliparse. “Uneasy laughter” no incluye nada especialmente novedoso en su interior. Es más, se desarrolla entre los transitados senderos del revival post-punk, con algunos matices. Eso sí, creo que es un paso adelante maravilloso e inesperado, el emprendido por el trío angelino. Dotándose de un repertorio más interesante y completo, que destaca por unos estribillos tan poderosos como pegadizos. Además se trata de un trabajo sin material de relleno. Sus trece piezas cobran sentido en el total y cada una de ellas ralla a buen nivel. En el caso de “Ego”, “Make it stop”, “Connect de dots”, “Fall in love” o “Coincidence or faith” más que eso...

Never not together”, Nada Surf

Regreso feliz del proyecto musical comandado por Matthew Caws y Dani Lorca. Y eso que este nuevo álbum no mola tanto como su predecesor, “You know who you are”. Pero es que aquel era una puta barbaridad... Con todo, tenemos nueve temas bien bonitos que condensan todo el saber aprendido por la banda neoyorquina en sus casi tres décadas de existencia. Y es que “Never not together” supone la enésima invitación al goce, a tararear, a sacarnos una sonrisilla o unas lágrimas (según se tercie), como solo ellos saben hacer. Y se agradece… Alguna vez he escrito por aquí que Nada Surf son eternos y su estrella no se apagará nunca. Lo han vuelto a demostrar. Y sin necesidad de promoción, como siempre. Para eso tienen sus canciones. Ya les gustaría a otros con menos años y más medios...

Feral”, RVG

Segundo lanzamiento del grupo de Romy Vager. Líderesa de esta interesante formación que he conocido gracias a este fantástico “Feral”. Incluyendo una decena de temas que beben de referentes reconocidos, como sus paisanos los Go-Betweens, pero también los británicos The Soft Boys y The Smiths. Canciones que tocan ese punto dulce entre lo claro y lo oscuro, sin desdeñar el ruido de guitarras. Mención aparte para la voz andrógina de la Santo y seña de este combo forjado en Melbourne. Muy especial lo de esta señorita y sus adláteres.

X”, She Past Away

Primero colgaron un par de remixes en su Bandcamp y pensé que de ahí no pasaría la cosa. Pasado un tiempo, fueron acumulándose varios más, a cada cual mejor. Todos ellos firmados por eminentes miembros del all star de la cosa oscura. Al final, juntaron todas las piezas, revisiones y perversiones, incluyeron alguna cover, y se sacaron de la manga un discarro doble y tremebundo que me tiene fascinado. De hecho, creo que es lo mejor que han parido estos turcos en una aún corta trayectoria, consagrada a revitalizar los sonidos de la darkwave. Veintidós cortes -que se dice pronto-, por los que desfilan gentes como The Soft Moon, Boy Harsher, Bragolin, Lebanon Hanover, Front 242, Dear Deer, Clan of Xymox, Selofan o el tipo de Xeno & Oaklander. Varios de ellos son brutales.

Traditional techniques”, Stephen Malkmus

Folk psicodélico con cierta deriva country y algunos giros más propios del blues-rock. Ecos a los Beatles in India, a Led Zeppelin, también a Canned Heat y que sé yo. Vaya, que el tercer disco en solitario del líder de Pavement sin Pavement y también sin los Jicks, es exactamente lo que Stephen ha querido que sea. Ha hecho lo que le sale de la chorra y a huir, importándole una higa lo que digamos los demás. Enésimo peldaño de esa autopista hacia el cielo por la que transita este californiano. Es más, si le hacemos caso a su discográfica y esto forma parte de una trilogía -junto al tremebundo último trabajo de los Jicks, y a la electrónica rara de “Groove Denied”-, todavía resulta más extraordinario. ¡Encima el tío sigue girando con Pavement! Steph, ya que estas on fire, ¿qué no grabarías un largo con tu banda madre? ¿Un epé manque sea? Por pedir que no quede…

Saint Cloud”, Waxahatchee

Ya para acabar, el nuevo disco de Waxahatchee. En él se nos presenta a una nueva Katie Crutchfield más feliz, o al menos no tan enfadada con el mundo y quien sabe si más conforme con la vida. Un trabajo más cálido que los anteriores y probablemente más apto para todo tipo de paladares. Apreciándose un acercamiento a sus raíces, de las que, según ella misma cuenta, renegó durante años. También se siente la impronta de los chicos de Bonny Doon, joven banda de Detroit que ya os recomendé hace un par de años y que, desde hace un tiempo, acompaña a la artista de Alabama en sus giras. Así pues lo-fi enriquecido, country a su manera, rock sureño del de toda la vida de Dios, mucho pianito y poca distorsión… Y absolutamente nada de aquel indie-rock primigenio. Otra Katie es posible, yes. Todas ellas son igualmente brillantes.

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