lunes, 29 de junio de 2009

Ubik


“Ubik” es el título de la novela más reconocida de Philip K. Dick. Y sí, he dicho reconocida y no conocida, ya que ese honor hay que concedérselo a “¿Sueñan los androides con ovejitas eléctricas?” aka “Blade Runner”, que es el título de la obra maestra del séptimo arte dirigida por Ridley Scott en 1982. Ya lo sé, “Ubik” también es el nombre de, al menos, un par de librerías de Valencia que, supongo, se inspiran en esta novela. Pero vaya que, no sé qué importancia tiene esa mierda.

¿Pero qué coño es realmente “Ubik”? Pues es un bote de spray. Así de sencillo. O de complicado, según se mire. No hablamos de cualquier bote, sino uno que tiene unas cualidades excepcionales. O una sola cualidad, depende del enfoque. Eso sí, la más excepcional de todas ellas, la de salvar. ¿Podríamos entender que “Ubik” es Dios? Tal vez… Leeros el libro y después hablamos.

La novela sería publicada en 1969 por Philip K. Dick, quien no alcanzaría la fama hasta después de su muerte. En la actualidad nadie discute que estamos ante una de las obras cumbres de la literatura de ciencia–ficción y que el norteamericano es uno de sus referentes. De ahí que muchas de sus historias hayan servido de inspiración a los más diversos escritores y cineastas. Películas como la mencionada “Blade Runner”, pero también “Minority Report” de Steven Spielberg, o incluso “Paycheck” de John Woo se basan en sus novelas y relatos.

“Ubik” aborda el tema de la existencia de múltiples universos que cohabitan. Comienza cuando su protagonista principal viaja a la Luna por trabajo junto a su jefe y un pequeño grupo de antipsi -personas que tienen la cualidad de poder anular con su mente los campos creados por los psíquicos en su beneficio o en favor de terceros-. Han sido contratados para solucionar los problemas que sufre una empresa que asume la existencia de telépatas infiltrados. Al final todo es una trampa perfectamente orquestada, en la que caerán de cabeza. Y ahí es donde comienza la verdadera historia, ya que el atentado de la Luna no es más que un McGuffin digno del mismísimo Alfred Hitchcock. Ni tan siquiera sabemos con exactitud qué fue lo que pasó y sus consecuencias. ¿Quiénes están muertos? ¿Y vivos? ¿Quién está en la vida real y quien se mantiene en situación de semivida? ¿Es todo una especie de broma o algún tipo de engaño con intereses ocultos? ¿Quién sale beneficiado de esto? En definitiva, ¿qué es verdadero y que falso?

Y eso es “Ubik”, una historia de ciencia ficción con trazas de thriller y comedia negra con implicaciones metafísicas. Una reflexión sobre la vida y la muerte en la que la salvación viene servida en un cómodo aerosol.

domingo, 28 de junio de 2009

TCBUP también homenajea a Jacko


S’ha mort Michael Jackson. Las redacciones de todos los periódicos echando humo. También los blogs. Y las webs. Pero esto no es más que el inicio del culebrón. ¿Fue un accidente? ¿Se suicidó? ¿Lo mataron? ¿Quién se beneficiará de la herencia? ¿Sus hijos? ¿La hija de Elvis? ¿El clan Jackson? ¿Algún abogaillo sin escrúpulos de la discográfica? Estas y otras preguntas darán mucho juego durante las próximas semanas, meses y años. Correrán ríos de tinta tratando de explicar el auge y caída del mal llamado “Rey del pop”. Se glosará la vida y milagros de aquel que naciendo negro siempre quiso ser blanco…

Bien. La verdad es que a mí todo esto me importa un carajo. Entre otras cosas porque la música del pequeño de los Jackson 5 nunca me hizo tilín. Siempre lo consideré poco caramelo para tanto envoltorio. Eso sí, hay que reconocerle el mérito de apostar por Mark Ryden para que diseñara la portada del “Dangerous” (aunque vaya, dudo mucho que fuera su decisión). Pero bueno, en vista de que todo Dios a lo largo y ancho del mundo está llorando su muerte, cuelgo esta entrada a modo de homenaje. No iba a ser menos que los demás. Eso sí, un blog de jevatas como éste solo le puede honrar el recuerdo de Michael Jackson con el mítico achuwoki… Pero la versión de los Alien Ant Farm que es mejor que la original. Por lo menos es divertida... 

miércoles, 24 de junio de 2009

Vacas, cerdos, guerras y brujas

Comentaba Marvin Harris, afamado antropólogo ya fallecido, que su propósito en esta obra era dar respuesta a una serie de curiosos enigmas. ¿Por qué el tabú religioso prohíbe a judíos y musulmanes comer carne de cerdo? ¿Cuál es el motivo de que los hindúes veneren a las vacas? ¿Por qué surgen los movimientos mesiánicos en Palestina o en la Europa medieval? ¿Cómo interpretar el machismo o la belicosidad de ciertas culturas?

Comenta en el prefacio que la idea surgió mientras daba una clase en la Universidad de Columbia, hablando de las causas del tabú indio sobre el sacrificio de las vacas. Al finalizar su exposición un estudiante alzó la mano y le preguntó por la prohibición judía sobre la carne de cerdo. A partir de esta anécdota, Harris se embarcará en la compleja tarea de dar una explicación racional a todas esas preguntas. Fruto de sus investigaciones nace este “Vacas, cerdos, guerras y brujas: los enigmas de la cultura” publicado originalmente en 1975 -traducido por primera vez al castellano en 1980-.

El libro está compuesto de once capítulos en los que Harris va enlazando las diferentes cuestiones con una estructura similar. Primero nos descubre los particulares usos y costumbres de alguna sociedad, etnia, pueblo o religión de las que pueblan este mundo. Después nos relata la explicación que los propios miembros del grupo le dan a sus comportamientos. Por último, desde postulados racionalistas, el autor trata de ofrecer una explicación inteligible. Y una vez solucionado el enigma, enlaza con el siguiente tema que será objeto de estudio en otro capítulo.
“Harris considera emic a las explicaciones que una comunidad considera válidas sobre sus actos y etic a las explicaciones científicas que un observador externo da a esos mismos actos. Así, cuando una madre de una comunidad muy pobre explica que a los niños que nacen enfermos ‘se los lleva Dios pronto al cielo porque son angelitos’ (perspectiva emic), el antropólogo ve una realidad muy distinta: a esos niños se les alimenta y protege poco para provocar que mueran pronto, porque suponen una carga imposible de asumir (perspectiva etic). En otros términos, etic alude a todo lo que es infraestructural, es decir, a aquellos elementos de una sociedad que no se perciben a simple vista, pero condicionan decisivamente la vida de ésta, aunque los afectados no sean conscientes de ello. Un ejemplo es la explicación que da de las cíclicas guerras rituales entre la etnia de los maring, en Papuasia. Harris las explica recurriendo a la causalidad infraestructural o etic: las guerras rituales se producen durante intervalos cíclicos en los cuales, por razones ecológicas, escasean los alimentos. Si la disminución de los alimentos es la causalidad etic o infraestructural, las justificaciones que los propios maring dan para entrar en guerra son lo fenoménico, lo que el observador puede ver, es decir lo emic.”

Entre las cosas más interesantes del libro, está la explicación al asunto del amor que los hindúes profesan por las vacas. Para ello Harris recurre, entre otras cosas, a la comparación entre el eficiente sistema de explotación de los bovinos en los EEUU y el –supuestamente- deficiente uso que de ellos se realiza en un país como la India. Tras leer el capítulo, podemos entender que esa veneración ancestral se basa en un sistema de explotación muy adecuado a las circunstancias y condiciones del superpoblado y empobrecido subcontinente.

Me han encantado los capítulos explicativos del “potlatch” -impulso de prestigio-, así como los que hacen referencia al mesianismo ancestral de nuestra civilización. Sobre todo el titulado “El secreto del Príncipe de la Paz”, que trata aspectos fundamentales de la implantación de determinados dogmas en las sociedades cristianas. Cómo Jesús, posiblemente uno de tantos zelotes guerrilleros de Palestina, hoy día es visto como un señor de la paz cuando, al igual que otros muchos, era un iluminado al frente de un ejército de antisociales. En lo referente al “potlatch”, vemos como ciertos pueblos están tan hambrientos de aprobación social, que la competencia se convierte en un fin en sí mismo, dejando de lado un cálculo racional de los costos materiales. Harris nos habla de los kwakiutl y otras tribus aborígenes de las islas de Norteamérica, pero a mí me ha venido a la cabeza como ese “impulso de prestigio” ha sido heredado por los dirigentes del país de las barras y estrellas.

Maravilloso estudio el firmado por este gran maestro de las ciencias sociales. Y aunque ya tiene sus añitos, no ha perdido un ápice de su vigencia.

martes, 23 de junio de 2009

Gracias por todo Joan Plaza


Llegó al puesto hace tres años y como segundo plato, tras sendas renuncias de Aíto García-Reneses y del entonces seleccionador croata Jasmin Repesa. Después del enésimo fiasco del proyecto madridista en ACB, el club de Concha Espina se vio obligado a dar los galones de mando a Joan Plaza, hasta ese momento segundo de a bordo de Boza Maljkovic. Y ello pese a no ser hombre de la casa, porque Joan Plaza (Barcelona, 1963) se formó en las categorías inferiores del Joventut, donde llegaría a formar parte del cuerpo técnico de Aíto García-Reneses. Esa confianza en él, forzada o no por las circunstancias, obtuvo frutos de forma inmediata. Tras varios años sin catar las mieles del triunfo, la sección de baloncesto del Real Madrid se alzaría en una sola temporada, la 2007, con el título de Liga ACB, el de Copa ULEB, además del subcampeonato en la Copa del Rey.
Sin embargo, ese enérgico comienzo de ciclo no tuvo la continuidad deseada. Pese a no perder un ápice de garra y competitividad, bien por una mala planificación deportiva, por el mal rendimiento de los fichajes estrella, o por una mezcla de ambas, el equipo no se volvió a asomar por una final.

El caso es que a finales de la semana pasada, se escenificó el final de la era Plaza y el comienzo de un nuevo ciclo. Capitaneado por Antonio Maceiras en la dirección deportiva y Ettore Messina como entrenador, el nuevo proyecto es, cuando menos, ilusionante. Más aún si se concretan algunos de los fichajes que parecen estar en marcha, como el de Novicka Velickovic, una debilidad personal para quien suscribe estas líneas. Pero no es este un post para analizar la actualidad del conjunto blanco, sino más bien para homenajear a un hombre sencillo que, pese a no acabar de triunfar en Vistalegre, ha dejado una gran impronta entre los aficionados.

El bueno de Joan se acercó hasta las oficinas del Bernabéu el pasado viernes, donde le comunicaron que no seguiría, pese a tener una campaña más de contrato. Y lejos de marcharse de malas maneras, achacando los malos resultados a una mala gestión de los de arriba –cosa evidente-, echando pestes de algunos de sus jugadores –varios rindiendo muy por debajo de las expectativas-, incluso criticando que se prescinda de él cuando no hace mucho se le renovó, aceptó su destino con generosidad. Joan Plaza, gran aficionado a la literatura y con tres novelas publicadas, debe conocer aquella máxima bretchtiana que establece “cada uno que hable de su responsabilidad que yo sólo hablaré de la mía”. Así que asumió la suya y comunicó a la prensa que, si bien estaba triste por dejar un club y una ciudad en la que había trabajado durante los últimos tres años, a la vez se sentía feliz por la oportunidad y los bonitos recuerdos que se llevaba. Y es que Joan Plaza además de buen entrenador parece buen tipo. Una pena que no tuviera un pelín más de suerte, o que hubiese acertado más en sus decisiones. En todo caso una lástima perderlo para la causa. 
Que tingues sort Joan. La mereces.

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¡Última hora!
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Addenda.
Parecido razonable al canto. Me acabo de percatar que Joan Plaza se parece de la hostia a Steve Carell, el tío gay y suicida de la magnífica “Pequeña Miss Sunshine”. También, aunque quizás sea más rebuscado, al gran Nanni Moretti. Aunque Joan tiene la tocha más grande que el director romano.

lunes, 22 de junio de 2009

Grupo de la semana: The Darkness


Hace cinco años estos pavos fueron los vencedores en la gala de los Brit Awards. Premio a la mejor banda, mejor grupo de rock y mejor álbum, para lo que era el debut del combo comandado por los hermanos Hawkins, hasta ese momento unos auténticos desconocidos. El mismísimo Tony Blair, por aquel entonces Premier británico, manifestó su admiración por el cuarteto de Suffolk. Tiempos locos para una banda que, con la publicación de “Permission to Land” en el año 2003, pusieron en órbita su característico sonido hard rock con reminiscencias al sonido de los setenta, personificado en bandas como AC/DC o Thin Lizzy. También esos característicos falsetes de su vocalista, el amigo Justin Hawkins, dignos del mismísimo Freddie Mercury.

“Love is only a feeling”
Aprovechando el estado de gracia, The Darkness publicarían un segundo trabajo en 2005 titulado “One way ticket to hell… and back”. Más atemperado, de inferior calidad, creo y que desde luego causó menor impacto entre crítica y público. Con todo, contenía algún trallazo como la canción que da título al álbum y que fue lanzada como sencillo.

“One way ticket” (en directo en el Top of the Pops)
Hasta aquí llegaron los días de vino y rosas. Porque al poco de publicar el segundo álbum y en plena gira promocional, comenzaron las tensiones en el seno del grupo que culminarían con la salida de su cantante y frontman debido a problemas con las drogas y el alcohol. Esto fue en el 2006 y de ahí hasta la fecha no sabemos nada más de ellos. O bueno sí. Que el resto de miembros continuaron su actividad con otro proyecto llamado Stone Gods. Bastante pobre por cierto. Eso y que no hay confirmación oficial de la separación, más bien lo contrario. Y es que la rumorología lleva tiempo situando como algo próximo el regreso de Justin Hawkins a The Darkness. A ver si se cumple de una vez la ansiada reunión y sobre todo a ver que nace de ello. No es que le tenga mucha fe –“segundas partes nunca fueron buenas”-, pero necesito creer en esa cosa llamada amoooourch

“I believe in a thing called love”

domingo, 21 de junio de 2009

El banyán rojo


Un banyán (baniano) es un ficus, o sea, un árbol corpulento que crece en climas templados y muy húmedos. También conocido como higuera de Bengala, se le considera un árbol sagrado en la India, país en el que cualquier desarrapado –y mucho flipao- puede alcanzar la condición de santón y cualquier planta o animalucho ser venerado cual deidad. Viendo la espectacularidad de estos banianos con sus características raíces aéreas, que pueden alcanzar los treinta metros de altura, no es extraño que los hindúes quieran ver en ellos algo sagrado.

Bien. Este rollo es para ponerle algo de contexto a “El banyán rojo”, una historieta gráfica facturada por el polifacético Carlos Vermut que me leí anoche, antes de acostarme. Cómic escueto que está ambientado en la India y transcurre principalmente en el interior de un enorme baniano de color rojo. Su protagonista es un alfarero que es descubierto por el señor del reino zumbándose a su parienta, a quien dejará embarazada. El cornudo, que aquí juega el rol de malo maloso, manda a sus huestes para que capturen al alfarero, quien en la huida se interna en la “Jungla del Silencio”. Al final es capturado por un ser extraño y terrible a las órdenes del señor cornudo, que le cortará los brazos justo entre las raíces voladoras de un inmenso baniano rojo que no es lo que parece. Así comienza una historia fantástica, algo simple en su planteamiento, pero no por ello exenta de interés.

Lo más chulo del álbum es el dibujo de Vermut, el fuerte colorido y esas viñetas en las que predominan los tonos cálidos. Sin embargo, tal vez por el formato liliputiense en el cual se editó, o por el papel empleado -o yo que sé- pues como que no le luce demasiado. Una lástima porque el cómic no está mal, pero uno tiene la sensación de que, quizás  por esos aspectos formales, como que la faena no está bien rematada.

Pos eso quería decir.

sábado, 20 de junio de 2009

Los hombres de paja


Este libro empieza de forma brutal. Unos tipos se adentran en un establecimiento de comida rápida de una conocida cadena, sacan sus escopetas de caza y abren fuego contra todo. Y vale que en los tiempos que corren, con matanzas de este tipo reproduciéndose en nuestros televisores en prime time, estemos algo insensibilizados. Pero vaya, que el tal Michael Marshall -que así­ se llama el autor- logra introducirnos dentro del tiroteo de una forma muy real. Y desde una doble perspectiva, la de las víctimas y también la de los verdugos a través de la mirilla de sus fusiles. El problema es que, pese al impactante comienzo, la cosa se va desinflando hasta llegar a la última parte en la que todo se convierte en un enredo. Con todo, hasta llegar ahí, te mantiene enganchado y ese bajón final se explica porque el tipo ha decidido dejar abierta la historia para continuarla en sucesivas entregas. Y es que con esta novela comienza una trilogí­a sobre “los hombres de paja”. En ella, el escritor británico le rinde homenaje a la figura del agente del FBI John Douglas, conocido por el estudio “Mind Hunter: inside the FBI’s Serial Crime Unit”. Fuente de inspiración de numerosos personajes literarios, cinematográficos y televisivos entre los que destaca el agente Jack Crawford de “El silencio de los corderos”.

Estamos por lo tanto ante una pieza literaria que se mueve entre el género policí­aco clásico y las historias de serial killers. Entrelazando dos lí­neas argumentales que son, por un lado la historia de un agente de la CIA en retiro que intenta descubrir la verdad sobre la muerte de sus padres; y por el otro­ el secuestro de una adolescente que aviva la búsqueda de un asesino en serie cuya firma es inconfundible. Ahí­ comienza otra investigación al cargo de un peculiar dueto compuesto por una agente del FBI y un ex-detective obsesionado con encontrar al esquivo asesino de su hija, que se toman todo esto a la personal. En el curso de sendas investigaciones aparecerán los misteriosos “hombres de paja”, conectando las historias.

Publicado en la colección Roja & Negra, me ha parecido una notable historia de suspense. Un thriller violento, algo conspiranoico, perturbador y sobre todo muy malrollero. Sin embargo y contra lo que pudiera parecer, no me ha enamorado. Por lo dicho más arriba pero también y sé que es muy injusto, porque tengo reciente la lectura de la magnífica “El poder del perro”, anterior entrega de esta colección de novelas escogidas por  Rodrigo Fresán. De lo mejorcito que se ha publicado en el género en mucho tiempo. Y las comparaciones siempre son odiosas, lo sé, pero eso es lo que hay…

lunes, 15 de junio de 2009

Mi vida mal dibujada


En una entrada del 13 de agosto del pasado año os comentaba como el bueno de Gipi se hallaba inmerso en la terminación de su nuevo álbum. Pues bien, ya lo tenemos entre nosotros y su título es “Mi vida mal dibujada”. Cuentan los que saben de esto que estamos ante una obra de madurez, lo que pasa es que a uno, que es admirador confeso de Gipi, toda su obra le parece profundamente madura.

En “Mi vida mal dibujada” el historietista italiano nos cuenta su vida, pero a su manera, es decir, con continuos saltos en el tiempo y muy bien dibujada –contraviniendo el título de la obra-. A través de una serie de viajes y anécdotas reales pasadas por un prisma psicodélico, además de la consabida dosis de fabulación, Gipi nos habla de sus problemas de salud. Eso le llevará a conocer a un gran número de médicos incompetentes, a cada cual más estrambótico. Como os imaginaréis poco o nada podrán hacer para ayudarle a superar sus dolencias y solamente al final del libro veremos como consigue superar eso de ser un espástico sexual -una definición de su enfermedad que le asimila al mítico “Bobby Brown”, el protagonista de la canción de Frank Zappa).

Alternando cotidianeidad y fantasía, drama y comedia y una enorme riqueza de registros, tanto en el dibujo como en la escritura, se nos presenta esta nueva novela de uno de los mejores autores del panorama italiano, europeo y mundial. Muy chulo, como todo lo publicado por el pisano hasta la fecha.
“…oh, Dios, soy el Sueño Americano con un aguijón clavado en el culo hasta hacerme gritar y haré cualquier cosa para seguir me paso las noches despierto diciendo: ¡Gracias, Fred! ¡Oh Dios, Oh Dios, soy tan fantástico! Gracias a Freddie, soy un espástico sexual y mi nombre es Bobby Brown miren como la chupo y mi nombre es Bobby Brown miren como la chupo y mi nombre es Bobby Brown miren como la chupo (Sí, sí, sabía que ibas a sorprenderte)”

sábado, 13 de junio de 2009

La guerra de las salamandras


 
Me he leído este libro por casualidad y casi a desgana. Era lo único que tenía a mano. De su escritor, el checo Karel Capek, tan sólo conocía que es el padre del concepto “robot”, palabra que acuñó basándose en los términos “r’b” del antiguo eslavo y “rabota” del checo, cuyo significado es “esclavo” y “trabajo” respectivamente. Más allá de las leyendas que circulan por la red acerca de cómo surgió el término, lo que es demostrable es que su puesta en liza será gracias a la pieza teatral “R.U.R. (Robots Universales Rossum)” escrita y dirigida por el propio Capek y que sería estrenada en Praga en 1920.

En todo caso la novela más conocida de Capek es esta “La guerra de las salamandras”, una distopía futurista con fuerte carga política, que tiene como protagonistas a estos repulsivos anfibios. Y es que cuando el capitán Van Toch descubre en alguna isla de la Polinesia a una especie de salamandra capaz de hablar y de aprender, nunca se imaginó la que se podía liar. Con una finísima ironía, vemos como el sistema capitalista se aprovechará de estas criaturas hasta que exploten. Primero las estudia y muestra como reclamo en sesiones de carácter científico, en zoológicos o en representaciones de circo. Al poco la industria las va introduciendo en todo tipo de cometidos ingratos para los seres humanos. Al final serán los propios gobiernos de las potencias europeas quienes las usen para impulsar el comercio, expandir sus fronteras y modernizar los ejércitos. Para eso les irán suministrando herramientas, conocimientos y hasta armas, lo que a la postre desencadenará la rebelión de las salamandras.

Se considera que Capek realiza una sátira velada al nazismo emergente. También a un sistema económico y un orden mundial no interesado en pararle los pies a los secuaces de Adolf Hitler. De hecho en la novela vemos como nadie toma conciencia de que la extensión de las salamandras por el globo puede resultar una amenaza para el género humano. Al igual que ocurría en su época con el nazismo y su particular visión del mundo. No parece casual que el tipo fuese declarado por los nazis como el “enemigo público nº 2 de Checoslovaquia”. Del número uno no hay noticia.

Estamos por lo tanto ante una de las obras cumbre de la literatura de ciencia ficción. Un libro pesimista y crítico, muy necesario para la época en la que se escribió e incluso para los tiempos que corren. Y es que en ciertos aspectos no parece que estemos muy alejados de aquella Europa de entreguerras. 

Al final me alegro de no haber tenido elección. “La guerra de las salamandras” me ha parecido un libro divertidísimo, sobre todo la parte dedicada a desgranar el extenso dossier de artículos sobre las salamandras que el señor Povondra fue coleccionando a lo largo de su vida. Seguramente ya os lo habréis leído, pero vaya, por si acaso no, os la recomiendo. Que no os pase como a mí. 

viernes, 12 de junio de 2009

La abadía del robledal


“La abadía del robledal” o “La abadía en un bosque” o “Abadía en el encinar” siempre ha sido una de mis pinturas favoritas. La primera vez que la vi fue hace un porrón de años y a través de una lámina recogida en un compendio de arte que había en el domicilio familiar. Con el paso de los años y pese a haberla visto miles de veces -en ese mismo libro, también en otros e incluso en directo en su alojamiento berlinés-, me sigue hipnotizando ese paisaje crepuscular compuesto por un conjunto de árboles en un primer plano, rodeando las ruinas de una abadía de apariencia gótica. Sobre todo esos personajes que forman una suerte de comitiva monacal que se dirigen hacia la abadía. La sobrecogedora atmósfera, la franja de luz entre la oscuridad, las mencionadas ruinas y los árboles erguidos desafiando tanto a los hombres como a lo que construyeron en el pasado… Brutal.

Cuentan que su autor, el principal representante del romanticismo alemán Caspar David Friedrich, se inspiró en la ruina de la iglesia de Eldena en Pomerania. Debía conocerla muy bien, ya que él es oriundo de aquella zona situada a orillas del mar Báltico. Si bien Friedrich se encargará de acentuar el significado religioso de la composición mediante el añadido de un crucifijo en el portal y de un ventanal. Reflejando una fuerte influencia de la versión pietista del protestantismo, así como por la filosofía de Friedich Schleiermacher. Esta última propugnaba un alejamiento de los postulados kantianos al intentar relacionar el romanticismo con la teología. Evidentemente es imposible conocer a Dios por medio de la razón, en eso el planteamiento es impecable. El problema radica en saber que se ha de esquivar la racionalidad para defender la existencia de Dios. Bueno, que se me ha ido la olla y esta entrada no iba de religión. Tan sólo añadir que, probablemente, sin la existencia de estas corrientes teológicas, hoy día no podríamos disfrutar de esta magna obra de Friedich. Ni del resto de sus pinturas. Tampoco de las de Fussli u otros egregios representantes del romanticismo.

“La abadía…” es una de las obras más conocidas y celebradas del autor, pese a ser uno de las primeras -datada entre los años 1809-1810-. Óleo sobre lienzo pintado cuando Friedrich apenas contaba con 35 años, junto con “Monje a la orilla del mar”, ambos se presentaron en la Academia de Berlín en 1810 con un gran éxito en general. Si bien, en su momento también tuvo importantes detractores como Goethe quien escribió: “Todo esto es una negación de la vida… La muerte… la muerte en una escena invernal… los monjes, fugitivos de la vida… el ataúd, el monasterio en ruinas… no puedo soportarlo”. No es el caso del también poeta Theodor Körner, a quien la pintura inspiró profundamente…
 “La fuente de la gracia se ha derramado en la muerte,
y alcanzan la beatitud,
los que por la tumba pasan a la luz eterna”.

Hay que destacar que este cuadro –y en general toda la obra temprana de Friedrich- expresa su obsesión por la muerte, la soledad y el inexorable paso del tiempo. Entendiendo esto desde su biografía, ya que su madre murió cuando apenas tenía siete años y más tarde su hermano se ahogaría tratando de salvarle cuando el artista, aun siendo un niño, cayó en un lago helado. También su padre falleció cuando el pintor estaba realizando esta obra. El caso es que la obra fue considerada durante todo el siglo XIX como la cumbre de este artista. Pero la fama declinaría en tan sólo una década. Inexplicablemente.

jueves, 11 de junio de 2009

Grupo de la Semana: Sufjan Stevens


Sufjan Stevens tiene sólo un año más que Sulo, pero es más famoso que él, a quien solo conocen en su casa cuando va a comer. Y es que mientras el hispano-finlandés consumía su juventud en labrarse un futuro como chupatintas en cualquier oficina pública, el de Detroit trataba de convertirse en un cantautor reconocible. Para eso y de forma autodidacta, fue interesándose en todo tipo de músicas e instrumentos. De hecho es habitual verle sobre los tablaos y en videos del Youtube aporreando todo tipo de cachivaches. A la fin y a la postre, todo ese proceso le sirvió para ir conformando un estilo y una personalidad musical, además de acumular un buen puñado de canciones.

A pesar de que su nombre es de origen árabe, alusivo a una prominente figura dentro del Islam como Sufjan Ibn Abu Harb o Abu Sufyan -famoso porque en sus inicios se opuso al profeta Mahoma-, la formación de Stevens es profundamente cristiana. Y tiene un claro reflejo en muchas de las letras de sus canciones. De hecho, en ocasiones, su música ha sufrido el rechazo del público por el alto contenido de soflamas. Y vale, es cierto que el tipo le canta al cielo y al infierno, tirando de mitología bíblica, además de encomendarse al Dios todopoderoso y tal… Pero toda esa imaginería bien mezcladita con otros elementos propios de universos fantásticos –más que la Biblia, se entiende-, como espíritus, dragones o brujas, más una serie de reflexiones de carácter más terrenal, hacen que la música de este chaval sea muy especial. Vamos que ese batiburrillo made in Sufjan, tiene una complejidad que no se resume con una lectura simplista y en clave exclusivamente cristiana.

El caso es que con su tercer trabajo titulado “(Greetings from) Michigan (the Great Lake State)”, iniciará un ambicioso proyecto que debe conducir a Sufjan a dedicarle un álbum a cada uno de los cincuenta estados de los que se compone su país. Proyecto de enorme envergadura que no sé si llegará a concluir. Lo veremos. El tipo aún es joven. 
Para mí, su mejor disco es justo el que vino a continuación, “(Come On Feel the) Illinoise”, dedicado precisamente a ese estado. En él se incluyen algunas de sus mejores composiciones hasta la fecha, como “Jacksonville” o “Chicago”, cuya interpretación en directo incrusto a continuación.
Bueno, pues ya os he presentado a Sufjan Stevens, un cantautor con un talento y una inventiva musical difícil de encontrar en los tiempos que corren. Por eso es el grupo de la semana para TCBUP.

jueves, 4 de junio de 2009

Lecturas diabólicas


Tibor Takács es un húngaro que se fue a hacer las Américas con la aspiración de entrar por la puerta grande en la Meca del cine. Es evidente que no lo consiguió. El tío se especializó en la creación de una serie B chusquera hasta decir basta, que sin embargo y de forma inexplicable, en algún momento alcanzó la categoría de cine de culto. Y es que está demostrado que cualquiera puede ser un director de culto. Sólo depende del número de frikis, adolescentes pajilleros y/o gafapastas que seas capaz de camelarte. Con todo, a pesar del gran número de fans que adoran sus primeras creaciones, la liturgia ha ido decayendo con el transcurrir de los años. Especialmente desde que el director optó por introducirse en el mundillo de la televisión por cable. Entre sus últimos telefilmes destacan dos engendros diarreicos del año 2007 como “Arañas Devoradoras” o “Megasnake”. Sin duda un año negro para el mundo del celuloide. Con todo, tiene su gracia comparar esas cintas con la producción de Takács durante los ochenta -cuando rodó “La Puerta” o estas “Lecturas Diabólicas” de la que ahora hablaré- y apreciar una clara evolución a mucho peor. Y mira que era difícil...

La que para muchos es la obra maestra del artista de Budapest es precisamente “Lecturas diabólicas”, de 1989. Una película protagonizada por los olvidables Clayton Rohner y Jenny Wright -una niña bastante apañá, habitual de la serie B hasta que se quitó de en medio para suerte de amigos y familiares a los que seguramente señalarían por la calle no sin motivos-. Recuerdo vagamente haber visto la película a principios de los 90, en el mítico programa “Noche de lobos”. Un espacio que, en los albores de Antena 3, se dedicaba a emitir películas de terror buenas y no tan buenas. Pese a lo dicho, yo y otros muchos le estaremos eternamente agradecidos a Joan Lluís Goas por descubrirnos varias obras maestras del género. Pero bueno, vayamos al tajo y hablemos de la peli en cuestión. La cosa va básicamente de una tipa muy rubita y muy tontita, ávida lectora de novelitas de terror y crímenes. En estas que, en la caótica librería en la que trabaja, encuentra un libro en el cual un monstruo mitad hombre y mitad chacal, creación de un científico demente, escapa y siembra el terror allá por donde va. Lógicamente impresionada, decide indagar sobre la vida del autor y agotar su exigua bibliografía, compuesta por ese y otro libro más. Esa segunda novela se titula “I, madman” -el título original de esta porquería de peli- y tiene la particularidad de trasladar los sucesos narrados a la vida real de quien los lee. Y como es un libro de terror y va de un asesino en serie, pues os podéis imaginar. Como encima la señorita esta liada con un inspector de la policía, pues también sabréis a quien le encomiendan la investigación. Vaya, un zurullo de dimensiones considerables. Pero aquí este campeón, pese al mal recuerdo que tenía de la misma, se la papó por segunda vez. Y eso se lo tengo que agradecer al tedio y también a los amigos de Ono, siempre tan preocupados en darme acceso a joyitas ocultas del séptimo arte.

Ah! Y las interpretaciones resultan espantosas, los efectos especiales son una puta mierda, el maquillaje es digno de un club de Drag Queens y el montaje… ¿Lo qué? Pues eso. De la fotografía “rica en matices” mejor no digo nada. Si comentaré que, según he leído, la cinta fue concebida como una especie de homenaje al mundo del pulp. En fin… Teniendo en cuenta que importantes maestros de lo macabro, como Robert Bloch o el mismísimo H. P. Lovecraft, dieron sus primeros pasos en este tipo de revistas, menuda gracia les habría hecho. Suerte que están muertos.

Así pues ya tenéis faena. A deslomarse buscando alguna copia de “Lecturas diabólicas”, que el esfuerzo merece la pena...
Por cierto, que no se me olvide comentar que el amigo Tibor también es responsable de las pelis sobre “Sabrina la bruja adolescente”. Y es que me da en la nariz que a este tío lo mismo le da chicha que limoná...

martes, 2 de junio de 2009

Al sur de la frontera, al oeste del Sol


Muchas reseñas de libros de Murakami comienzan con grandilocuencias del estilo “esta novela me cambió la vida”. Ese es el motivo por el que siempre me echó para atrás acercarme a la obra de este autor. No es un caso único, también he leído cosas similares en relación a novelas de otros autores que poco o nada tienen que ver con el japonés. Es el caso de mi admirado Cormac McCarthy, cuyo descubrimiento supuso un hito para el señor Resmes. Ahora, de ahí a afirmar que me cambió la vida hay un largo trecho. Cuento todo esto para introducir la última novela que me he leído y disfrutado, “Al sur de la frontera, al oeste del Sol”. La primera que devoro de este tokiota que, en poquísimo tiempo, ha pasado de ser un autor para minorías selectas, a un consumado facturador de best-sellers.

El libro nos habla del amor, la adolescencia y la renuncia. Su protagonista es el único hijo de una familia de clase media algo extraño en su comportamiento. A su clase llegará una niñita, hija única también, con la que entabla una relación de amistad. Pero cuando llega el momento de ir al instituto, sus caminos se separan y pierden todo contacto. El chaval crecerá, experimentará los típicos cambios de la adolescencia y mantendrá una relación frustrante con una primera novia a quien abandona causándole un daño irreparable. Años después, ya casado y con dos hijas, dueño de un par de locales de jazz en Tokio, se reencuentra con su amiga de la infancia y redescubre aquellos deseos y esperanzas que dejó pasar. Y aunque parece decidido a abandonarlo todo para recuperar la ilusión perdida, la cosa no es fácil por circunstancias que os podéis imaginar y otras que no pero no desvelaré. Y sí, ya me he dado cuenta que esto suena a folletín romántico a lo Corín Tellado, pero os aseguro que nada que ver. Es más, me parece una historia bellísima.
“Si te busco y no te hallo; si te pierdo y no me encuentro; si ando una ruta que no es la mía; si mi aliento no siente tu cuello; si no estamos construyendo juntos una vida en común, entonces, ¿de qué sirve estar vivo?”

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PD. Es obvio que “Al sur de la frontera, al oeste del Sol” no me ha cambiado la vida, pero repetiré con Haruki. Es bien.
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