sábado, 30 de mayo de 2009

Arrugas, de Paco Roca


Mira que me han cascao para que me lea este cómic. Y mira que me resistí a leerlo, no sé bien porqué. No existía motivo para desconfiar de esos amigos en su faceta de críticos literarios. El tema es que ahora y con más de un año de retraso, me he terminado “Arrugas”, de Paco Roca, álbum galardonado con el Premio Nacional de Cómic 2008. En él, este historietista valenciano practica una suerte de homenaje a la tercera edad, recopilando historias sobre la vejez. Algunas son adaptaciones de vivencias que le contaron amigos, familiares o vecinos, mientras que otras las fue conociendo en el transcurso de las visitas a residencias y entrevistas a cuidadores y residentes que el autor hizo mientras preparaba el libro.

Según el crítico literario de Le Monde, Yves-Marie Labé, “Paco Roca habla de la degeneración senil y del Alzheimer. Emilio, un antiguo ejecutivo bancario, es alojado en una residencia por su familia. (…) Se acuerda de su infancia, olvida lo que acaba de leer, se siente descolocado… Arrugas cuenta con precisión la batalla contra la vejez. Una batalla sin armas pero no exenta de lágrimas.”

Dejémoslo en que el cómic está bien. Contiene una historia que resulta amena, con algún puntito de emotividad y el necesario giro dramático… Se lee muy fácil… Es cortito… Y el dibujo, sin parecerme extraordinario, está la mar de apañado. Sólo que no me apasiona. Lo lamento. El problema lo tengo yo. Con los abuelos, vaya y el libro va de eso. Y para uno que se declara firme defensor de las técnicas de control demográfico planteadas en “La fuga de Logan” (¡¡¡peaso Michael York!!!), pues como que le cuesta esto... También es verdad que, con la aplicación estricta de ese sistema ideado por David Z. Goodman y Michael Anderson, yo estaría viviendo de prestado…

Y eso es “Arrugas”  para servidor. Que soy consciente de que, seguramente, sea mucho más que eso...

jueves, 28 de mayo de 2009

La mujer de verde


Pareciera como si lo de la novela negra escandinava fuera un invento del malogrado Stieg Larsson, autor de la celebérrima trilogía “Millennium”. Pero para nada. El diario Público, en su edición dominical, elabora un interesante estudio en el que muestra como existe una tradición nórdica previa al advenimiento de la señorita Salander. Estableciendo que si hay que designar un pionero, deberíamos citar al matrimonio sueco compuesto por Maj Sjöwall y Per Wahlöö. Militantes comunistas que ya desde mitad de los años 60 comenzarían a publicar novelas de misterio en las que se abordaba la realidad político-social de su país. Es precisamente esto último lo que diferencia al género en Escandinavia, respecto a como se desarrolla en otras latitudes. Estando en el origen el derrumbe de su modélico estado de bienestar y la necesidad de rascar tras esa imagen, un tanto exagerada, de socialdemocracia perfecta que suele acompañar a países como Suecia -de donde provienen la mayoría de estos escritores-, Noruega, Finlandia, Dinamarca o Islandia.

Desde este último país -el mismo que vio nacer a Olafur Stefansson o los poemas mitológicos y heróicos contenidos en las Edda-, proviene Arnaldur Indridason, autor de “La mujer de verde”. Se trata de una de las novelas negras más elogiadas en los últimos cinco años en Europa y los Estados Unidos. Es por ello el que, aprovechando el descuento por la compra de libros durante la pasada Feria del libro de Valencia, me decidí a adquirir un ejemplar y comprobar por mí mismo la valía del escritor islandés.

La historia es durita y arranca con el hallazgo de una costilla humana en un edificio en construcción a las afueras de Reikiavik. El equipo del comisario Erlendur Sveinsson se enfrasca en una compleja investigación, tratando de resolver lo que parece un caso típico de desaparición. Pero las cosas nunca son tan sencillas como parecen. Tras el hueso hay un cadáver y detrás de este una trágica historia de miserias humanas, con un “asesino de almas” como personaje principal. Unos sucesos terribles que sucedieron durante los años en los que Europa estaba inmersa en la Segunda Guerra Mundial. Paralelamente asistimos a otra tragedia de carácter familiar, la del propio comisario cuya vida esconde muchos relatos de dolor.

De entrada decir que la novela de Indridason no aporta nada nuevo al género. Más aún sí, como es mi caso, eres fiel seguidor del mejor detective nórdico de todos los tiempos, el atípico Kurt Wallander. Protagonista de nueve de las novelas de Henning Mankell y del cual ya hablé por aquí hace más de un año. Eso no quita para reconocer que la historia es entretenidísima. Además el libro está muy bien escrito, aportando un toque de malrrollismo estimable e incluyendo una enérgica denuncia a un tema muy actual como el de la violencia de género. Desde luego que “La mujer de verde” resulta ser una obra superior a otras del mismo rollo que lo están petando. O que el puto Harlan Coben en cualquiera de sus versiones. Un inexplicable facturador de best sellers al que próximamente dedicaré un post, por globero.

Tan sólo ponerle una pega. Como diría mi amigo Esteban, el comisario protagonista es un pelín cagapenas. Y sí lo sé, Wallander también padecía de ese mal, pero al sueco lo quiero como a un hermano y se lo perdono .

sábado, 23 de mayo de 2009

La ascensión del gran mal, de David B.


Me acabo de terminar este cómic firmado por el historietista francés David B. El tema es que ya hace tiempo que iba tras él, pero no ha sido hasta hace un par de semanas cuando me pude agenciar una copia. “Epiléptico” apareció originalmente en cinco partes que se publicaron entre los años 1996 y 2003 bajo el título de “La ascensión del gran mal”. La epilepsia en francés es el haut mal-gran mal-, revelando una concepción misteriosa de esta afección, que como la mayoría de las enfermedades mentales fue de difícil comprensión durante mucho tiempo. El caso es que, a pesar de que la traducción “Epiléptico” es más fiel al sentido original, me gusta más “La ascensión del gran mal”. Resulta más potente.

Es este uno de los tebeos de corte autobiográfico más fascinantes que jamas haya leído. Probablemente junto a “Píldoras azules”, del suizo Frederick Peeters, del que también os hablé por aquí. En él, su autor -David B., seudónimo de Pierre-François Beauchard- nos cuenta la “aparición” de la epilepsia en su hermano mayor y la manera en que esto afectó a la vida familiar. Como pasó su infancia y especialmente el duro tránsito a la madurez al lado de su hermano mayor, Jean-Christophe, cuyos ataques epilépticos se irán agravando. Y como durante toda su vida hubo de enfrentarse al rechazo que la enfermedad de su hermano causaba entre la gente. Se ha de tener en cuenta que estamos en los años 70 y primeros 80, cuando los conocimientos sobre esta afección cerebral crónica no eran tan amplios como hoy día. De hecho cuando la epilepsia se percibía más como una suerte de maleficio en lugar de como una enfermedad. Por ese motivo sus padres se agarrarán desesperadamente a cualquier curandero, especialista en comida macrobiótica, salvador de almas, guía espiritual o mentalista que ofrezca una posible solución.

Durante todos esos años, David se escudará en su inagotable imaginación, volcándose en sus aficiones lectoras y en el dibujo de abigarradas escenas bélicas, animales mitológicos o seres fantásticos, deidades de todas las religiones habidas y por haber… Suponemos que de ahí surge su peculiar estilo, presente en este álbum y en el resto de su obra gráfica. Esas viñetas colmadas de dibujos, aunque siempre equilibradas. Utilizando el blanco y negro para plasmar conceptos abstractos como la enfermedad, el miedo o el desamparo. Un dibujo bien chulo, la verdad.
En realidad “Epiléptico” es una declaración de amor fraternal. Pese a todos los encontronazos e incomprensiones, los malos momentos, los altibajos continuos, el autor acaba asumiendo que la enfermedad de su hermano también forma parte de él. Y no puede desprenderse de ella sin hacerlo también de una parte muy importante de sí mismo.

Y vaya que, tras una larga espera, por fin he podido confirmar todo lo bueno que de esta novela gráfica había escuchado y leído. Gracias a la gente de la editorial Sins Entido, que han tenido la brillante idea de reeditarla en un solo tomo y al módico precio de 20 euros. Una gran oportunidad para disfrutar de uno de los mejores cómics de la historia según la revista Time (sobra decir que esta cuestión es claramente discutible, pero yo no tengo el bagaje suficiente para hacerlo).

Una pega, que todo hay que decirlo. No estamos ante una obra de fácil lectura. Sobre todo si estáis acostumbrados a tebeos que se leen de un tirón. En este tendréis que deteneros un poquito más. Esto no sería nada malo, más bien al contrario, de no ser por la causa que lo origina: el excesivo detallismo con el que el autor aborda el tema de los chamanes, videntes, charlatanes y otros animalitos que van desfilando a lo largo de la historia. Y es que David B. abunda en la representación de deidades y fabulaciones de tipo religioso para enmarcar la búsqueda desenfrenada de sus padres. No dudo que todo lo que cuenta sucediera de esa manera, pero creo que podría habernos ahorrado algunas de estas microhistorias que tan poco aportan. Con ello hubiera facilitado una lectura que, por momentos, se convierte en algo farragoso. Una pequeña pega que no cambia mi impresión general sobre la obra. Y es que me parece un álbum imprescindible que debe obrar en la colección de cualquier amante del género que se precie. Y además es un buen regalo para no iniciados.

viernes, 22 de mayo de 2009

Canela en rama


Me he chamao del tirón “Scream” del amigo Chris Cornell. Y hostia tú, sí que es para gritar sí, ¡pero de pavor! Menudo truñaco de disco que ha parido “la voz” más reconocible del grunge. La madre que lo parió… Uno llega a pensar que el disco es una broma pesada que Chris, que debe ser un cachondo mental, le está gastando a alguien. Porque si la cosa va en serio, ¡vaya tela marinera! Y es que no hay por dónde cogerlo. Ni hay a lo que agarrarse, mucho menos algo que rescatar. Las canciones parecen hechas por y para Justin Timberlake o Rihanna, pero en peor, que tiene mérito la cosa. Con toques de vocoder a lo Cher o la última Madonna, ¡y no es coña! Hostia, que eres el puto cantante de Soundgarden, ¡respétate! Y respétanos...

De vergüenza ajena no... Esto va mucho más allá. Inenarrable. Si es que, viendo la portadita, ojalá se le hubiese escurrido la guitarra y se hubiese dado en los huevos bien fuerte… Madre del amor hermoso, que cosa…  

jueves, 21 de mayo de 2009

Grupo de la semana: Yeah Yeah Yeahs


Todo eran rosas para el trío liderado por la carismática Karen O, desde su fulgurante aparición en la escena neoyorquina allá por el año 2000. Hasta Patxi López, flamante lehendakari vasco, se declaró fan de los Yeah Yeah Yeahs en alguna entrevista pre-electoral. Pero tras la aparición de “It’s blitz!”, se ha desatado la tormenta de hostias. Y es que como reza el proverbio, todo lo que va, vuelve, y lo que antaño eran loas ahora se han trasformado en duras críticas al cargo de una crítica con ganas de joder y unos seguidores con muy pocas ganas de cambiar el chip.

Puesto que hay que tomar partido, yo soy de los que alaba el nuevo sonido de los Yeah Yeah Yeahs. Acepto y me gusta ese viraje desde el garage primigenio hasta esa especie de rock electrónico casi sin guitarras presente en el nuevo álbum. Y vale que hayan abusado de los arreglos, de tecladitos y sintetizadores que en algunos cortes quedan muy bien pero en otros no tanto. Sin embargo hay que reconocerles el valor. ¡Y el mérito! Porque el álbum incluye un buen puñado de temazos, como el propio single de presentación “Zero” pese a ser uno de los más criticados. También me ha gustado esa especie de balada titulada “Little Shadow”. Y me parecen notables “Dull life”, “Hysteric” o mi favorita “Soft Shock”. Con todo y a pesar de esta defensa cerrada de “It’s blitz!”, me parece una obra menor si lo comparamos a todo lo anteriormente publicado por Karen, Nick y Brian. Perdiendo en la comparación con “Fever to Tell” y con “Show your bones”, su mejor trabajo hasta la fecha.

Ante cambios de dirección tan radicales como este, de poco vale devanarse los sesos buscando los cómos y porqués. Tampoco sirve de mucho trazar líneas sobre cuál podría ser el sonido del trío en un futuro próximo. Se llama libertad creativa. Así que aplica la tijera a los temas olvidables del disco -alguno hay- y disfruta del resto -la mayoría-. Y vaya, que los Yeah Yeah Yeahs me siguen pareciendo un proyecto la mar de atrayente. ¿Qué quizás no sea el momento más apropiado para nombrarlos grupo de la semana? No lo sé. Lo cierto es que el blog es mío y cualgo lo que me sale de las pelotas, que no es una justificación ni lo pretende, pero es lo suficientemente gráfico como para que se entiende, ¿capish?. Encima estoy seguro de que, si le dais una oportunidad al disco –yo calculo unas tres escuchas- veréis que ni tan mal.

Ahí va “Zero”, el sencillo de la polémica...
“Gold Lion” forever!!! Que se lo digan al honorable Patxi…
Y la tremebunda “Rich”, con la que abrían hostilidades en su debut del año 2003...
Ya para acabar “Warrior”. Una de mis canciones favoritas de todo su repertorio...

miércoles, 20 de mayo de 2009

Catedral, de Raymond Carver


“Catedral” es, para muchos, la mejor recopilación de cuentos de Raymond Carver, autor fallecido en 1988 en pleno reconocimiento de su carrera. Además de varias compilaciones de poemas, publicó cuatro libros de relatos así como una antología titulada “Vidas cruzadas”-con adaptación cinematográfica al cargo de Robert Altman-, que lo consagraron como uno de los más grandes escritores estadounidenses de las últimas décadas. Además, tras su desaparición, vieron la luz otros cinco cuentos que el autor tenía ocultos bajo llave.

Este libro se compone de doce textos independientes que tienen como nexo común la presencia latente o la intrusión de elementos de tensión. De forma que, en cada relato existe una permanente sensación de amenaza, de peligro inminente. Lo curioso es que, esa sensación es casi idéntica en todos los cuentos, cuando no hay uno que se parezca a otro. Por ejemplo, en el que abre la recopilación –“Plumas”- la inquietud viene generada por la presencia de un pavo real, mascota de una pareja amiga del protagonista y sobre todo por la alargada sombra del hijo recién nacido. Nada que ver con “Parece una tontería”, donde la tensión viene dada por la presencia de un siniestro pastelero y su relación con una familia que pierde a su hijo en un desgraciado accidente. En ambos casos, como en el resto de cuentos, la sensación es la misma, sin embargo el marco y las temáticas poco tienen que ver.

Otro elemento muy presente en la obra carveriana es aquello que podríamos denominar como la erótica del loser. Algo habitual en la literatura contemporánea norteamericana de lo que Carver, como representante de la misma, no se puede abstraer. Historias de perdedores protagonizadas por personajes variopintos que por unas circunstancias u otras han sido golpeados por la vida. Con todo y a diferencia de la mayoría de sus coetáneos e imitadores, sus personajes trasmiten esperanza, cuestión esta que, ahora que lo pienso, le diferencia de los protagonistas de los relatos de mi amado Richard Ford. Vaya que como le gusta decir a mi amigo Stevie, Carver no es precisamente un cagapenas, más bien al contrario, es un luminista de cojones.

Ya para acabar decir que si hay un género literario eminentemente norteamericano, ese es el relato y a Raymond Carver se le considera como su más destacado representante. Si encima “Catedral”  es, supuestamente, su mejor obra, supongo que no hace falta decir nada más en favor del libro. Eso y que no sé a lo qué estáis esperando para leerlo.

lunes, 18 de mayo de 2009

Orgulloso de ser escocés


El otro día volví a ver “Trainspotting” (Danny Boyle, 1996). No la había vuelto a ver desde su estreno, si mal no recuerdo en los multicines del CC El Saler y con el cretino de Ramón Palomar  delante. La película, basada en la novela homónima de Irvine Welsh, es una auténtica chulada. Repleta de escenas desternillantes entre las que destacan las diferentes peleas en las que Begbie se ve envuelto, o el momento en el que este mismo personaje le mete mano a un travelo, o también la archiconocida en la que Spud esparce sus deposiciones en la cocina de su novia. Pero para servidor, lo mejor escena en toda la película es aquella en la que los cuatro amigos, obligados por Tommy, realizan un amago de llevar una vida sana en conexión con la naturaleza autóctona. Es ahí cuando Renton, el personaje protagonista interpretado por un joven Ewan McGregor, suelta un glorioso monólogo en el que se cuestiona el orgullo de ser escocés. Algo que, en otros términos y adaptándolo a las circunstancias de cada país, sería perfectamente extensible a cualquier nacionalidad.
“¡Algunos odian a los ingleses… yo no, sólo son soplapollas!  ¡¡¡Estamos colonizados por unos soplapollas!!! ¡Ni siquiera encontramos una cultura decente que nos colonice! ¡¡¡Estamos gobernados por unos gilipollas!!! ¡¡¡Esto es una grandísima mierda Tommy!!! ¡Y ni siquiera todo el aire puro del mundo cambiará las cosas!”

sábado, 16 de mayo de 2009

Tres cantos fúnebres por Kosovo


El Kosovo reclamado por los serbios -Kosova para los albaneses- es una exigua franja de terreno sita en los Balcanes que tiene el dudoso honor de ser la región de Europa con mayor número de antecedentes bélicos. Un lugar de soberanía discutida en el que la vieja tragedia de la guerra se reproduce cíclicamente con nuevos y sangrientos dramas. Cualquiera lo diría atendiendo el significado de su nombre, “El campo de los Mirlos”, unos pájaros que, suponemos, hace mucho que dejaron de sobrevolar la zona.

Recientemente independizada de Serbia, su estatus aún se encuentra en disputa por cuanto la vieja metrópolis aún considera a Kosovo una provincia autónoma dentro de su propio territorio -no conviene olvidar que otros países como Rusia o la propia España tampoco la reconocen, amparándose en una Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas-. No en balde su territorio es considerado como la cuna del pueblo serbio y de su ortodoxia religiosa, estando ubicados allí los monasterios de Banjska, Gracanica, Sokolica, Visoki Decani o el Patriarcado de Pech. Pese a esto, la permeabilidad de la frontera entre la región y la vecina Albania, además de las enormes tasas de natalidad entre los albano-kosovares residentes, han ocasionado que, en el momento de la declaración de independencia, la población de Kosovo fuese mayoritariamente de origen albanés. Concretamente el 88% de sus poco más de dos millones de habitantes.

Lo cierto es que, más allá de lo acontecido en los últimos años, la realidad de Kosovo nos es ajena. Y lo que nos llega lo hace con el sesgo habitual de nuestros queridísimos medios de comunicación. Como también la historia sangrienta de una región que parece condenada a no vivir nunca en paz.

En “Tres cantos fúnebres por Kosovo”, el escritor albanés Ismail Kadaré, recoge una parte fundamental de esa historia: la llamada “Batalla de Kosovo”, que dio comienzo a la ocupación otomana de los Balcanes. Fue en 1389 cuando una coalición cristiana formada principalmente por serbios, bosniacos, albaneses y valacos (rumanos) fue aniquilada por las huestes del sultán Murad I “el divino”. Desde aquel entonces los vencidos no han dejado de lamentar la derrota. Y es que ninguna batalla se ha mitificado tanto como la de Kosovo, dándoles causa a los herederos de los vencidos para reclamar su paraíso perdido. No es casual que, a comienzos de los 90, fuera precisamente allí donde comenzase la descomposición de Yugoslavia.

Turbé del sultán Murad I
En el libro, Kadaré nos muestra tres visiones de la famosa batalla. Y he de decir que el primer canto es magnífico. Narra los preparativos de la batalla, la refriega propiamente dicha y las consecuencias de la misma, desde un punto de vista casi periodístico. Una especie de crónica de guerra, pero hecha a más de seis siglos de distancia. El segundo canto repara en la huida de los perdedores, personificada en la figura de dos bardos, uno serbio y otro albanés. Ambos habían acudido al campo de batalla para presenciar la victoria que no se dio: la de las tropas cristianas comandadas por el Príncipe Lazar. El autor ensalza la nobleza perdida y como desde ese momento la barbarie se abrió paso en una región que parece predispuesta a ello. Es muy ilustrativo como los dos aedos se pasan casi todo el viaje exaltando su enemistad, maldiciendo uno a los albaneses y el otro a los serbios, mientras los turcos no establecen distinción a la hora de pasarlos a cuchillo. El tercer canto, que es el más corto y emotivo, está narrado en primera persona por el propio sultán, vencedor y a la vez víctima de la batalla. Asesinado por su hijo Bayaceto –luego Bayaceto I- sus restos reposan en una turbé sita en la llanura de Kosovo. Desde allí se verá obligado a presenciar, con tristeza, como los pueblos balcánicos en lugar de dedicarse a cualquier actividad útil, arremeten los unos contra los otros como si fueran perros salvajes. El lacónico canto de Murad I se cierra tal que así:
“¡Alá!, hace más de seiscientos años que estoy aquí, un monarca solitario, en medio de la inmensidad cristiana. En ocasiones, en las horas más crueles, me ronda la sospecha de que mi sangre sea el origen de todos estos horrores. Ya sé que es una idea insensata; no obstante, desde la no-vida donde me hallo, Señor, te lo ruego, concédeme por fin el olvido. Haz que retiren mi sangre de esta planicie helada. Y que no se contenten con llevarse la vasija de plomo, sino que excaven toda la tierra en el lugar en el que estuvo emplazada mi tienda, allí donde la tierra se impregnó por primera vez con esa sangre. Sí, Dios mío, haz que arranquen todo el barro en derredor, porque bastan unas gotas de sangre para contener en su interior toda la memoria del mundo”.

viernes, 15 de mayo de 2009

Russian Red + Lisandro Aristimuño en el festival 10dB


Cuando Lourdes Hernández iba con su guitarra de garito en garito por la capital del reino, nadie podía imaginarse que, al poco tiempo, se convertiría en un fenómeno musical a nivel nacional. Otra musa del indie pop, que diría Quico Alsedo con su mala leche habitual. Y es que vayas donde vayas, suena “Cigarettes”, la versioncilla de Cindy Lauper o alguna otra canción incluida en “I love your glasses”, el debut de Lourdes como Russian Red -en alusión al celebérrimo color de pintalabios-. No hace falta explicar lo del éxito de crítica y público desde su publicación el pasado año. Vaya, supongo que vivís en este país y sino ya os llegará la ola, no me cabe duda. Pues bien, ayer y en el marco de la programación del festival 10dB -10 dies de Burjassot-, el Ayuntamiento de esta localidad de l’Horta Nord tenía programada la actuación de la señorita. Así que, a falta de mejores opciones, decidimos acercarnos para comprobar cómo se desenvolvía sobre un escenario.

Nada más llegar nos topamos con un recinto casi lleno y con Lisandro Aristimuño subido al escenario. Gratísima sorpresa lo del cantautor patagónico. Y es que en ninguna parte venía anunciada la presencia de teloneros. Y además el amigo Lisandro no es cualquiera. Con apenas treinta años y ya con tres discos a la espalda, en el show se dedicó a desgranar los cortes de “39 Grados”, su último elepé. Un trabajo repleto de bonitas canciones como “Para vestirte hoy”, “El plástico de tu perfume” o “Me hice cargo de tu luz”, que desfilarían anoche junto a otras piezas de trabajos anteriores como “Canción de amor” o “La última prosa”. Todas bastante celebradas por el abundante público. La propuesta de Aristimuño se basa en la mezcla de esa voz cálida que le ha dado Dios, con el correspondiente acento argentino de Río Negro, algunos toques de virtuosismo a la guitarra y esas repeticiones de bases y elementos de programación que en ocasiones resultan chistosos. El resultado fue una actuación bastante emotiva, solvente y no exenta de sus momentos de brillantez. Lo que no quita para que, viendo al tipo jugar con los efectos del teclado, me viniera a la cabeza aquel episodio de “Friends” en el que Ross Geller– personaje al que ponía cara David Schwimmer- se las daba de virtuoso. A esto me refería con lo de chistoso. Imaginarse a Lisandro cual Ross trasandino aporreando el Korg e incorporando explosiones, chillidos, maullidos, el rayo láser, el sonido de las hélices de un helicóptero o de motor… Y vale, sé que la comparación es fatal. No era mi intención. Porque me gustó el conciertillo que nos regaló el pibe.

Inmediatamente después salieron a escena los Russian Red: oseasé la Lourdes y su guitarrita más los tres músicos que la acompañaban. La chiquilla, que es una cría y en vivo aún lo parece más, repasó la totalidad de su escueto repertorio. El incluido en ese único disco que le conocemos, más alguna versión y un par de canciones que no pude identificar y que supongo vendrán incluidas en próximos lanzamientos. Por encima de los temas cabe destacar el pedazo de voz que tiene la gachona. Con una cantidad de registros y matices increíble. Capaz de embellecer todas y cada una de las canciones que interpretó durante la velada, fueran suyas o de otros. Desde ese punto de vista, la actuación de la madrileña fue impecable. Mejorando lo esperado y dibujando, en definitiva, un bonito show

Y vale, supongo que lo habréis notado… No muestro demasiado entusiasmo. Y es que fan, lo que se dice fan de Russian Red, pues como que no soy. Y vaya, dudo que lo sea alguna vez. Eso no quita que le reconozca sus méritos, que los tiene. Cómo obviar que, con poco más de veinte años, es capaz de desenvolverse sobre un tablao como una veterana de la escena. Mostrar una seguridad y un desparpajo que a otros artistas les lleva toda una vida conseguir. Encima y según tengo entendido, todo lo que ha logrado, se lo ha currado solita. Y sí, lo sé, alguna ayuda habrá recibido, es obvio. Pero no me refiero a las pelas del papi o a la herencia de una tía-abuela rica con un casoplón en Neguri. Hablo de esas subvenciones fraudulentas otorgadas por esa agencia de colocación para mediocres llamada Operación Triunfo. Terrible fábrica de juguetes rotos y aspirantes a defraudador fiscal con residencia en Miami, a mayor gloria de los cuatro listos que manejan el negocio musical en este país. Promoviendo una suerte de competencia desleal sobre la que la Comisión Europea debería meter mano... Sé que lo flipo, pero anda que no molaría...   

Al final no estuvo mal la cosa. Y no llovió ni una gota, aunque estuviese amenazando todo el rato...  

miércoles, 13 de mayo de 2009

Un buen lugar para morir. Historias del Cáucaso


Compré este libro gracias a mi admiradísimo Kapuscinski, que poco antes de morir se refirió a él en una entrevista, calificándolo de magnífico. Y lo que dice el polaco va a misa. Al menos en esta bitácora. No es para menos, ya que la mirada de su compatriota Wojciech Jagielski, al que algunos consideran su sucesor natural, recuerda mucho a la del gran maestro de Pinsk.

Jagielski es un experimentado reportero polaco que se dedicó a visitar los diferentes pueblos que moran la Transcaucasia en un momento en el que la opinión pública internacional fijaba la mirada en lo que sucedía en los Balcanes e Iraq. Y es que a finales de los 80 y principios de los 90 por aquellos parajes acontecían una serie de alzamientos y conflictos -cuando no guerras fratricidas- que van a determinar el complejísimo presente de la región. No conviene olvidar que hace relativamente poco, Georgia se enfrascó en guerra irracional contra Rusia a causa de Osetia del Sur, región autónoma incluida dentro del territorio georgiano que reclama su independencia desde hace años. Esta guerra hunde sus raíces, precisamente, en este periodo.

Con el desmoronamiento de la URSS, tanto Georgia, como Armenia y Azerbaiyán van a declarar unilateralmente su independencia. Más allá de la favorable acogida que esto suscitó, los problemas que a partir de entonces se produjeron no han sido pocos. En parte ocasionados por la tradicional reticencia rusa a perder su Imperio, consecuencia de lo cual, la alargada sombra de Moscú sigue cerniéndose sobre este territorio al que considera en parte suyo. Apoyando a unos o a otros a su antojo y conveniencia, generando inestabilidad o actuando de apaciguador milagroso. Por otro lado está la corrupción endémica de las jóvenes repúblicas, gobernadas por una casta de políticos mal preparados y con escasa catadura moral, que se hicieron con el poder para repartirse el exiguo botín. Clanes familiares que revierten los beneficios obtenidos entre su red clientelar, dejando de lado los intereses del pueblo al que supuestamente representan. Así es como se explica que al frente de las diferentes cancillerías vayan desfilando desde antiguos guerrilleros independentistas, hasta potentes familias de oligarcas, ex – dirigentes comunistas y hasta cazafortunas profesionales con vínculos en occidente.

Con todo, lo más lamentable es constatar que en esta zona del mundo es casi imposible vivir en paz y armonía. Bien sea por la miseria endémica de los tres países, por la presencia de las disputas territoriales entre vecinos -como la del Alto Karabaj-, por el nacionalismo exacerbado y los delirios de grandeza de algunos mandatarios -como Mijail Saakashvilli, actual Presidente de Georgia-, por las tensiones internas con regiones independentistas -como las dos Osetias, Abzajia, Ingusetia…-, o por cuestiones religiosas y étnicas mal resueltas durante el comunismo.

Me parece un gran acierto el que, a pesar de describir situaciones, antecedentes y geografías que nos pueden resultar extrañas, el autor sea capaz de hilar un texto que se entiende y atrapa desde las primeras páginas. Por allí van desfilando una retahíla de personajes anónimos y siempre trágicos, a través de cuyas anécdotas vamos descubriendo el universo en el que se mueven. También aparecen otros que nos pueden resultar más conocidos, como los presidentes de Georgia y Azerbaiyán, Eduard Shevarnadze y Heidar Aliyev, actores fundamentales tanto de la Transcaucasia soviética, como de los procesos de transición a la independencia en la región.

Lo peor de todo es que, una vez concluido el libro, te queda la sensación de que aquello no se va a arreglar nunca. Y es que, aun estando obligados a entenderse, las condiciones distan mucho para que esto suceda. Al menos a medio plazo. Ninguno de los elementos presentes en la crónica de Jagielski nos invita a pensar otra cosa, incluyendo ahí la amenaza latente de las tres potencias que los rodean: Rusia, Irán y Turquía.

La verdad es que me ha resultado una lectura muy enriquecedora. 
“¿Ha oído hablar alguien alguna vez de un ministro de Energía en cuyo despacho no hubiera luz y los radiadores no funcionaran? ¿Y no rayaba en lo absurdo un cargo como el ministro de Energía de Armenia? Ministro de algo que no existía. En general, ¿de qué economía se podía hablar en un país en el cual no había ni una sola fábrica activa y que, aparte de zapatos, no producía nada?”

martes, 12 de mayo de 2009

En la ciudad china. Miradas sobre las transformaciones de un Imperio


Si algo tiene de bueno Bancaja, la entidad financiera indígena, es que ha sabido elegir muy bien a sus responsables culturales. Tal vez no sea mucho consuelo viendo en la que nos han metido, pero vaya, le tengo que reconocer ese mérito a riesgo de ser el único. Cuento esto porque la muestra estrella del Centro Cultural Bancaixa durante estos meses, “En la ciudad China – Mirada sobre las transformaciones de un Imperio”, es una auténtica gozada. Y lo expreso así, sin ambages, me parece la mejor exposición que he visto en mucho tiempo. Es verdad que viene con el sello de garantía del CCCB de Barcelona. 

“En la ciudad china” es una muestra fundamentalmente audiovisual en la que, a través de proyecciones, maquetas, fotos y sonidos se nos acerca al extraño e hipersónico viaje que han sufrido las más importantes ciudades chinas -y suponemos que China en general- en un corto espacio de tiempo. Asistimos, entre otras cosas, a como era el Shangai prerrevolucionario, el Pekín post – JJOO o que es lo que queda de Shuzou, “la Venecia de Oriente”. Una China remota y ultramoderna, cuyo proceso de occidentalización parece no tener fin. Al coste que sea, cuestión esta que también se muestra a través de imágenes y variada documentación. Es lo que tienen las dictaduras, que su propaganda oficial intenta convencer a los oprimidos ciudadanos de que todo lo hace para ellos, pero sin contar con ellos. Es duro contrastar como el esplendor de los rascacielos de las megalópolis chinas está siendo observado por millones de ciudadanos que se hacinan en fábricas -en sitios como Shenzen-, o pululan por las calles de la capital aceptando todo tipo de trabajos para sobrevivir. La crítica no se agota aquí y hay otros momentos presentes en la muestra, que no pasan desapercibidos. Por ejemplo lo relativo a los costes, no sólo económicos, que suponen los nuevos macro proyectos anunciados para los próximos años por el gobierno chino. Por ejemplo el de “La presa de las Tres Gargantas”, que supondrá al menos millón y medio de desplazados.

Resulta interesante ver reflejado en imágenes en que consiste ese concepto tan utilizado por las autoridades chinas de “La gran mutación”. A nivel arquitectónico y urbanístico no significa otra cosa que la destrucción de todo vestigio de la vieja China urbana. Con ello están consiguiendo perder parte de la identidad que, con denuedo habían edificado las pasadas generaciones de chinos. O tal vez no y lo que están logrando es construir una nueva identidad nacional, cuya representación en lo arquitectónico consiste en estas ciudades futuristas que evocan los mundos soñados por el mismísimo Philip K. Dick.

No sé qué más decir tíos, pero lo cierto es que la exposición es una pasada. Yo ya he ido un par de veces y pienso acercarme alguna más antes de que chapen. Sobre todo por volver a ver alguno de los cortos de destacados cineastas chinos que forman parte de la muestra. Con una mención especial para el de Jia Zhangke sobre los canales de Shuzou. Precioso. Pues eso. Y que no os la deberíais perder. Estará hasta finales de junio. Ánimo.

lunes, 11 de mayo de 2009

“Sicko” de Michael Moore


Michael Moore ostenta una bien ganada fama de cineasta comprometido. También de tocapelotas oficial del país de las barras y estrellas. Alguien capaz de soltar verdades dolorosas aun cuando estas tachen de manipulador, mentiroso o incompetente al mismísimo presidente de la nación. Si bien, quizás ahí resida una limitación en el mensaje de Moore, obsesionado con George Bush hijo a quien responsabiliza de todos los males habidos y por haber. Y no es que eso sea mentira, pero a veces resulta un blanco demasiado fácil. Así pues, veremos cómo evoluciona la carrera del documentalista de Michigan ahora que el peor presidente de la historia de los EEUU ha sido desalojado de la Casa Blanca. Deberá demostrar que no se casa con nadie. Confiemos en que no se vea embriagado por el culto a Obama y que no se cumpla una máxima al estilo “contra Bush vivíamos mejor”.

Comento todo esto en relación al estreno en España y con un par de años de retraso, del mejor documental rodado hasta la fecha por el orondo realizador. Sicko”, que así se titula, empleando un intraducible juego de palabras que mezcla los términos sick –enfermo- y psycho –psicosis-. No es para menos. Ponerse enfermo en los EEUU es terrible para cualquier ciudadano medio quien, antes de acudir a consultas, se ve obligado a comprobar hasta donde alcanza su seguro médico. Poniendo la lupa en la letra pequeña por si apareciera específicamente excluida la afección padecida o la intervención necesaria. De ser así y en demasiadas ocasiones lo es, no podrá acceder a la atención requerida, salvo que haga frente al pago de una suculenta factura para lo cual deberá pedir préstamos, rehipotecar su casa y/o vender hasta los juguetes de los niños. Y este es el tipo de casos que Moore refleja en su documental. También los hay peores. Ciudadanos que se ven obligados a elegir entre curaciones por falta de medios. Como ese carpintero que pierde dos dedos en un accidente laboral y debe optar por reimplantarse sólo uno ya que no puede afrontar el coste de dos operaciones. El fulano carecía de seguro médico privado que le cubriera.

Y es que manda huevos que toda una primera potencia mundial carezca de un sistema de salud público. Y Moore, como ciudadano americano, se avergüenza por ello. De ahí que ofrezca este retrato de un sistema desquiciado, cruel y sobretodo injusto, en el que el interés mercantilista ha eclipsado por completo el derecho a la asistencia sanitaria universal propio de cualquier país serio. De ahí que Moore viaje hasta Francia, Canadá o Cuba para que su gente descubra por sí misma las siete diferencias. Y se dé cuenta de que aquello de “América es el mejor país del mundo” es tan solo una frase.

Y vale, sí, es cierto que, como en todas sus cintas, Moore recurre más de lo necesario a la demagogia y a la marrullería. También que su técnica documentalista no es cómo para tirar cohetes. Aun así lo que muestra es harto interesante y ese relato, para sus compatriotas y por extensión para todos aquellos que desde otras latitudes ven a los U.S.A. como modelo a seguir en todo, es más que necesario. Mientras las cosas continúen así harán falta gordos molestosos y cabrones como este.

sábado, 9 de mayo de 2009

El Narciso en su opinión


Reconozco que de Guillem de Castro, máximo exponente del teatro valenciano durante el Siglo de Oro, apenas si conocía algo. Bueno, sabía que da su nombre a una de las principales avenidas de mi ciudad. Tal vez exagero, pero vaya que nunca había visto representada alguna de sus obras. Eso hasta ayer, cuando un amiguete me invitó a acompañarlo al Rialto para ver “El Narciso en su opinión”, la adaptación que el afamado director Juli Leal ha realizado sobre el libreto original.

La obra, que data del 1612 – 1615, es considerada el precedente de lo que hoy día se conoce como la “comedia de figurón”, subgénero dramático muy cercano a la farsa en el que se dan cita los figurones -personajes cómicos de un grotesco orgullo-. Es el caso de don Gutierre, el “Narciso” de esta obra. Supuesto galán, pagado de sí mismo y ridículo como pocos, que se ve burlado en un rocambolesco affaire. La historia va de dos primos que marchan de Valencia a Madrid para casarse con la hija de un poderoso caballero cercano a Corte. Sin embargo esta no quiere a ninguno de los dos, ya que está enamorada de un Marqués que además le corresponde. Para más INRI, uno de los primos bebe los vientos por otra prima. Y así es como se van concatenando situaciones de enredo hasta que al final, ya con todas las cartas sobre la mesa, todo queda solucionado por arte de magia. Excepto para Don Gutierre, que como anticipé, acaba siendo el pringao de la historia.

Debo hacer una mención especial al actor que interpreta a este último personaje, Manolo Ochoa, cuyo trabajo refleja a la perfección ese aldeanismo provinciano con el que Guillem de Castro pintó a la mayoría de sus personajes. También está esplendido Enric Juezas en el papel de Don Gonzalo, el otro primo en disputa.

Por último decir que escuché al director comentar que su única intención es hacer disfrutar al público. Suponemos que el objetivo de Guillem de Castro al escribir “El Narciso en su opinión” sería la misma. Desde luego conmigo lo consiguieron.

viernes, 8 de mayo de 2009

Grand Archives + The Wooden Birds (06.05.09 - Wah Wah Club - Valencia)



La apertura de puertas estaba fijada para las nueve, de ahí que mi colega y yo nos presentáramos en la Wah Wah antes de las diez, con el ánimo de tomarnos unas birras mientras las bandas se decidían a comenzar el show. La sorpresa fue cuando al entrar nos percatamos de que allí no había ni el Tato. De hecho, contando a las camareras y al par de palomos que se creen porteros del garito, éramos un total de siete personas. Mal asunto. La cosa iba para largo. Cojonudo. ¡Manda huevos que nos tuvieran allí esperando hora y media! Si lo llegamos a saber nos hubiésemos quedado tranquilamente en El Trébol, acabando de ver el partido de Champions entre el Barça y el Chelsea. Eso por no hablar de que, por cada cerveza tomada en la sala, nos podríamos haber tomado tres en el bareto. ¡Y de marca! En fin… Bueno a lo que ibamos... Que el pasado miércoles pasaron por Valencia los Grand Archives junto a The Wooden Birds.

Primero salieron a escena The Wooden Birds y su propuesta de folk-pop intimista made in Texas que tan buenas críticas ha cosechado con su primer álbum, titulado “Magnolia”. La verdad es que no les conocía demasiado. Tan sólo les había escuchado un par o tres de canciones por cortesía de la bendita mula. Por lo que, para servidor, su brillante actuación fue una agradabilísima sorpresa. Y aún la valoro más tras escuchar su debut íntegro, a través del vinilo que les compré al final del concierto. Y es que, según pude comprobar, en directo presentan una versión bastante más trabajada de los cortes del álbum. Eso y que las voces de su líder, Andrew Kenny, y de la guitarrista Leslie Sisson, ganan mucho en vivo.

Tras el quinteto de Austin subieron al escenario los Grand Archives, banda del ex –Band of Horses y Carissa’s Wierd, Mat Brooke. También venían presentando su debut discográfico, “The Grand Archives”. Lindo trabajo de indy rock, más dulce y preciosista si cabe que la formula ofrecida por las bandas que dieron a conocer a su líder dentro de este mundillo. Y la cosa comenzó fuerte cuando empezaron a sonar los acordes de “Miniature Birds”, para este menda la mejor canción del disco. Después vendrían “Sleepdriving”, “George Kaminski”, “Torn Blue Foam Coach”, “Louis Riel” y el resto de temas del álbum, además de algún anticipo de lo que seguramente vendrá a no mucho tardar. Se atreverían incluso a versionar a Elvis Costello y no les quedó nada mal. El regusto al final fue bastante bueno. El cuarteto de Seattle se lució. Especialmente cuando puso en práctica esos bonitos juegos de voces de los que participan todos.

Ya para acabar comentar un par de cosas que me llamaron poderosamente la atención. La primera es que la voz de Matt Brooke no le corresponde. O sea, en serio... Ya sé que no es culpa suya, pero estoy seguro que allá por los inicios de la Creación, cuando repartieron las voces, esa no le tocaba a él. Si veis el aspecto desgarbado del tipo, con sus melenacas, las barbas y esos tatuajes taleguero style, esa delgadez rayana en la anorexia y luego escucháis la dulzura que exhala su voz no sólo cuando canta, también al dirigirse al respetable, lo entenderéis. No sé, otro Expediente X y ‘ande andará Mulder cuando se le necesita???
La segunda cuestión tiene que ver con el cuelgue del segundo guitarra, cuyo nombre ahora no recuerdo. ¿Thomas Whright tal vez? ¡Ese! Vaya tela marinera... Si bien, al final de la velada el tío se rehizo y estuvo hasta presentable. Ahí plantadito de lo más bien a pie de escenario y portándose como un campeón. No sé si muy centrado pero, ¿que más dará?

Y creo que eso es todo. A pesar de los pesares, quedó buena noche. El conciertillo la mar de guapo. Y visto lo que viene, o mejor dicho lo que no viene por aquí… 

jueves, 7 de mayo de 2009

La sombra del cazador


El pasado 2008 se presentó en nuestras salas “La sombra del cazador”, coproducción entre EEUU, Bosnia y Croacia escrita y dirigida por Richard Shepard, cuyo rimbombante título no invitaba a pagar los siete euros de rigor que cuesta la entradita al cine. Más aún cuando entre los protagonistas aparece el nombre del escultural Richard Gere. Digo lo de escultural no porque esté cuadrao, sino por lo que se asemeja en cuanto a poses y gestos a una escultura grecorromana de mármol. Un mendrugo incapaz de sentir, padecer y lo que es peor para un actor, de transmitir algo, dando igual si participa en una comedia, un drama, una de terror, si lo han petao en la cárcel, se le ha muerto un hijo o le tocó la lotería… Muchos pensamos que el careto de Mr. Gere es una máscara de látex. No hay otra explicación plausible a lo suyo. Sin embargo, el hecho de ser uno de los hombres más deseados de América, es argumento suficiente para que, año tras año, le veamos participar en un par de superproducciones por las que, supongo, debe cobrar buena tela.

El caso es que el domingo pasado tenía el día tonto y como pasaban la peli en algún canal del cable, pues me la tragué. Y oye, al final ni tan mal... Bueno, lo explico va… La historia va sobre un intrépido reportero de televisión caído en desgracia que descubre algo, no se sabe bien qué, en algún enclave de la antigua Yugoslavia. Se camela a su antiguo cámara, que junto a un becario enchufado le ayudaran en una misión que consiste en, ni más ni menos, detener a un criminal de guerra refugiado en los montes de la República de Sprska -parte de mayoría serbia en la actual Bosnia-Herzegovina-. Como os habréis dado cuenta, el planteamiento inicial resulta atractivo para alguien tan proclive a interesarse por todo lo relacionado con los Balcanes como este menda. El problema radica en que pretende ser una mezcla de géneros tan rara -comedia negra, sátira, denuncia social, aventuras, drama…- que hace que se derrumbe casi desde el comienzo. Y es que solo un genio hubiera sido capaz de hacer funcionar todo eso a la vez y el Sr. Shephard desde luego que no lo es.

Aunque lo más interesante viene al final. O sea, una vez vista la película. ¡Resulta que está basada en hechos reales! Vamos, que se vuelve a cumplir eso de que a veces la realidad supera a la ficción. Al parecer el director tan sólo cambió los nombres de los personajes, varió alguna ubicación y se permitió unas cuantas licencias como un absurdo final que, mucho me temo, deja a las claras la doble moral presente en el ideario del pueblo norteamericano -y por desgracia, parte del europeo-. El criminal fugitivo al cual nuestro trío de periodistas van a encontrar y apresar -¡¡¡en tan sólo dos días!!!- es un trasunto del líder serbobosnio Radovan Karadzic. Y el periodista interpretado por Richard Gere, no es otro que Scott Anderson, el cual contó su odisea en la revista Esquire en un interesante artículo publicado en octubre del 2000 que se titulaba “Que hice en mis vacaciones de verano”.

El affaire real transcurrió, grosso modo, de la siguiente manera: Anderson viajó a Sarajevo acompañado por otros cuatro colegas de profesión. Todos ellos habían cubierto el Conflicto de los Balcanes cinco años atrás, siendo testigos de los horrores de la guerra. Se las ingenian para averiguar el paradero de Karadzic -criminal de guerra apresado en junio del año pasado-. Pese a ser uno de los personajes más buscados, ni la OTAN, ni la UE, ni los EEUU, ni las autoridades serbias y bosnias habían logrado dar con el paradero de “el carnicero de Srebrenica”. Vaya. No es casual que durante su particular aventura, los periodistas se toparan con la oposición no solo de los serbios de Bosnia, sino también de los representantes de Naciones Unidas en la zona y hasta con la delegación estadounidense. En todo caso, contra viento y marea y en un tiempo récord, acabrán dando con él.

En este punto deslizaré una reflexión exprés sobre la actualidad balcánica. ¿Se están haciendo todos los esfuerzos necesarios para que las diferentes comunidades puedan cerrar heridas y vivir en paz? Obviamente no ¿A quién interesa que eso no sea así? Se me ocurren muchos actores… Por la parte que nos toca, tengo la sensación de que para la Unión Europea es una patata caliente y nunca ha tenido una estrategia clara. Ni siquiera la ha tenido para Kosovo, donde el consenso ha brillado por su ausencia. Tan sólo parece haber unanimidad respecto a Bosnia y con muchísimos matices. O sea, siempre que eso signifique sostener un país imposible compuesto por dos cantones separados étnica, cultural y religiosamente que se odian a muerte y que viven de espaldas. Así pues, ¿qué clase de esfuerzos se pueden hacer cuando ni siquiera sabemos hacia dónde dirigirlos? Lo cierto es que los serbios se consideran agraviados por las medidas impuestas sobre ellos, al señalárseles como responsables únicos de las aberraciones. De ahí que se cubran y protejan a los suyos, aunque se trate de criminales de guerra como el mencionado Karadzic, Slobodan Milosevic o incluso Ratko Mladic. Recordar que este último era un habitual del palco presidencial del Estrella Roja hasta no hace mucho. Sin embargo nadie en territorio serbio sabía dónde estaban. El maravilloso don de la invisibilidad.

Quizás -y sólo quizás- una posible solución comenzaría con un pequeño gesto de disculpa. Los pueblos vecinos e históricamente hermanos han de saber perdonarse, porque todos han cometido tropelías injustificables a lo largo de la historia -léase  “Los Karivan”. Pero para eso, primero hay que asumir responsabilidades.  Principalmente los serbios, actores protagonistas de la mayoría de masacres cometidas durante la guerra. Esta opinión, aún minoritaria entre la población, es la que recoge Ramón Lobo en diferentes artículos para El País -que condenso aquí en un enlace único “El eclipse de Milosevic”-.Y ante la pregunta de quién ha pedido perdón a los serbios -parte fundamental del discurso nacionalista- se debe replicar con una conocida cita de Bertolt Bretcht“Cada uno que hable de su responsabilidad; yo, sólo hablaré de la mía”.
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