jueves, 29 de enero de 2009

La clase


Precedida de una ristra de buenas críticas y habiendo sido premiada con la Palma de Oro en el último Festival de Cannes -¡la primera película francesa que lo logra en veinte años!-, se presentó ante nosotros “La clase”, dirigida por Laurent Cantet. Y he de decir que me ha gustado bastante, la verdad. Pese a sus aires de docudrama y a que se desarrolle, casi por completo, entre las paredes de un colegio en algún suburbio de París. La cinta se centra en la labor de un profesor de lengua, que imparte clases a un grupo multirracial de adolescentes situados en el escalafón más bajo de la sociedad. Y veremos cómo se desenvuelve entre ellos a lo largo de todo un curso académico. Y es que, lo más interesante en “La Clase” es la figura de ese profesor. François Bégaudeau, que así se llama el tipo. Siendo además el autor del libro en el cual se basa la película. Mostrando las dificultades con las que se topa en su día a día y haciéndonos partícipes, de una forma que me ha parecido muy valiente, de sus constantes contradicciones. Y es que, lejos de ser una figura ejemplar, el docente tiene una virtud fundamental: el gran empeño con el que se aplica en la labor de transformar a sus alumnos en ciudadanos de provecho a través del diálogo.

Seguramente no estemos ante la obra maestra que nos han querido vender. Vale que todo lo que nos llega desde Francia suele estar muy bien visto por la crítica oficial del Reino. Pero sí creo que es una película estimable. Además, dados los tiempos que corren, resulta muy necesaria por su sinceridad y honestidad. También por ese reflejo de la identidad moderna francesa  y por extensión - y cada vez más- la española y la europea. Incluso incorpora un bonito homenaje al mundo de la enseñanza que quienes se dediquen a ello seguro agradecerán. Como también hay que agradecerles a los miembros del Jurado del Festival, que nos hayan ahorrado tener entre nosotros a la enésima obra maestra iraní o afgana premiada en Cannes. Otro punto a favor de “La clase” .

martes, 27 de enero de 2009

Peñaaaaaaaaaaaazo...


Cuenta Julián Gállego (1919 – 2006) en su obra “Visión y símbolos en la pintura española del Siglo de Oro” (1972), que la importancia de esta pintura radica en presentar un concepto lo suficientemente homogéneo y peculiar como para que quepa hablar de una escuela, única y diferenciada del resto, tanto desde el punto de vista temporal como espacial. Al final de las tropecientas páginas repletas de anécdotas, citas, datos y chascarrillos, llegamos a la conclusión de que los pintores españoles del XVII se caracterizan por representar, a través de diversos medios, la idea de lo trascendente envolviéndolo en una pintura supuestamente realista que en realidad es una clara referencia a algo mucho más profundo. ¡Mira tú si es sencilla la conclusión ! En un parrafito he resumido la idea plasmada por el viejo profesor en su opus magnum. Y es que, para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Pero el hombre necesitaba mostrarnos sus inabarcables conocimientos artísticos y su don para enlazar palabras. O eso o la editorial le pagaba por número de páginas, cuestión esta que explicaría mogollón de cosas.

No es que dude de la erudición de este prestigioso intelectual aragonés, considerado de forma unánime como un maestro en la crítica de arte, siendo además miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y formando parte del Consejo Científico del Museo del Prado. Lo que cuestiono es su capacidad para transmitir conocimientos, aspecto este que no se consigue con un simple volcado de infinitos datos sobre las páginas de un libro o vomitando palabros ininteligibles ante una audiencia de aspirantes a historiador o meros interesados en la cosa artística. Y es que todo el conocimiento acumulado por don Julián nos es presentado en su libro a través de un finísimo hilo conductor que hace que nos perdamos cada dos párrafos. Y así no se puede. Encima el lenguaje es de un barroquismo que echa para atrás. Vaya, que me sabe mal decirlo, pero el librito de marras es una joya. Lamento tener que expresarlo así, con el cadáver del viejo profesor aún fresco. Así pues, tan solo desearle a don Julián Gállego que descanse en paz. Al menos tanto como yo he descansado después de terminarme semejante ladrillo. ¡¡¡La hostia puta!!!

Nada recomendable. Ni aunque te obligue algún profe de la carrera. Hay otras maneras de aprender que no resultan tan perjudiciales para tu salud.

domingo, 25 de enero de 2009

Eastwood sigue en forma: El intercambio


Pues me ha gustado un huevo “El intercambio”. Así de claro.

Y no es que dudara del genio de Eastwood, probablemente el director de cine vivo que más interés me despierta y el único al cual idolatro. Pero alguna mala crítica al cargo de personas de las que me fío y el hecho de que el papel protagonista estuviera reservado para Angelina Jolie, a quien no soporto, me hicieron plantearme si merecía la pena gastarse los siete euros de rigor que cuesta la entrada al cine. Pasándolo por alto me acerqué a una céntrica multisala de mi ciudad para extraer mis propias conclusiones.

Dirigida en el 2008, “El intercambio” es el último trabajo de este veteranísimo director californiano, a la espera de que se estrene “Gran Torino”. Narra la historia de Christine Collins, una madre coraje que vivió una película de terror real a finales de los años veinte en la ciudad de Los Ángeles, tras la desaparición de su único hijo. Desde ese momento consagra su vida a tratar de encontrarle. La pesadilla no hace más que comenzar, agravándose cuando la corrupta policía angelina, en una rocambolesca operación de lavado de cara, decide entregarle un chiquillo que, a pesar de guardar cierto parecido, evidentemente no es su hijo. Ante las negativas a aceptar al intruso, el Departamento de Policía de Los Angeles llegará a internarla en un psiquiátrico, imputándole una incapacidad de discernir entre la realidad y la ficción.

Tras un argumento aparentemente simple, Eastwood impresiona con una historia sobre el amor maternal, sobre el dolor, sobre la pérdida, la verdad, sobre la corrupción policial, la dignidad personal, sobre la injusticia y la degeneración de la especie humana. Elegante y precisa en los detalles, está repleta de momentos sombríos, absolutamente aterradores, en los que la tensión se corta con un cuchillo.

Lo cierto es que tiene bien merecida la aclamación unánime del público durante la última edición del Festival de Cannes y las excelentes críticas que ha ido obteniendo. Es una película de Clint Eastwood, no podía ser del montón y doy fe de ello. Muy buena. Y la Jolie ni tan mal, que tiene mérito la cosa.

miércoles, 21 de enero de 2009

¡Han sido los Warriors!


El principal recuerdo que tengo sobre esta peli, es la de aquel cabrón que, en medio de un concilio de pandillas, señalaba a los Warriors como responsables del asesinato de Cyrus, respetable patriarca de todos los macarras de Nueva York. Así comienza la odisea de estos gamberretes de medio pelo. Ocho pringaos que, acusados injustamente del magnicidio, serán perseguidos en su huida a través de la Gran Manzana. A lo largo del interminable camino que les habrá de llevar hasta Coney Island, su hábitat natural, se enfrentarán a pandillas rivales, a la propia policía y a los verdaderos culpables, interesados en boicotear la tregua conseguida gracias a la mediación del finado.

“Los amos de la noche (The Warriors)” es una tremenda película de culto, dirigida por Walter Hill allá por 1979. Con una puesta en escena casi musical, presenta un enérgico relato de tintes épicos que no pretende ser un fresco sobre las bandas neoyorquinas de los setenta, sino que las deforma y exagera, imaginándolas en un futuro próximo -¿tal vez hoy día?-. El resultado son esos noventa y cuatro minutos de acción frenética en compañía de unos fugitivos que luchan por sobrevivir en la jungla urbana.
A modo de curiosidad, comentar algo que he descubierto recién. Al parecer Walter Hill adaptó una desconocida novela de Sol Yurick, que a su vez se inspira en la “Anábasis” de Jenofonte. Una tragedia griega escrita varios siglos antes de Cristo y que se conserva en varios códices medievales. La obra original cuenta cómo miles de soldados espartanos tuvieron que pelear para regresar a su hogar tras ser derrotados, junto al emperador persa Ciro, en Asia Menor. No he visto nunca representada esa obra, ni he leído la novela de Yurick, por lo que no puedo comparar. Lo que sí parece es que Hill ha conseguido extraer toda la fuerza lírica de la proeza espartana.

Hay quienes ven esta película como una extrema ridiculez. No se lo voy a discutir. Es lo que tienen este tipo de trabajos, o los amas o los odias. Por supuesto que yo me encuentro entre los primeros. Entre otras cosas porque si el embolao este se hubiese producido en La Ribera, fijo que los Warriors hubiéramos sido mis colegas y yo... je je je.

martes, 20 de enero de 2009

Bicentenario del nacimiento de Poe


Tal día como ayer, hace doscientos años, nació en Boston uno de los escritores más influyentes de la historia, Míster Edgar Allan Poe. A pesar de una tumultuosa vida, llena de decepciones, borracheras, problemas económicos y de salud -originando su muerte temprana con apenas cuarenta años- logró escribir lo suficiente como para marcar la literatura de su país y puede decirse que la de todo el mundo.

El asunto es que su legado es incomparable. Con una mención especial a esos maravillosos cuentos que para un servidor supusieron vibrantes tardes y noches de goce literario y, porque no decirlo, el motivo de que me aficionase a esto de la literatura. Y es que todavía recuerdo la primera vez que le hinqué el diente a las “Narraciones Extraordinarias”, con ese maravilloso prólogo de Baudelaire. Maravillosa recopilación de cuentos que incluye “Los crímenes de la rúe Morgue”, “El pozo y el péndulo”, “La barrica del amontillado”, “La caída de la casa Usher”, “El hombre de la multitud”, “La caja oblonga” y tantas otras historias inolvidables. A ver qué libro de cualquier época supera eso.

Desde entonces la referencia fue, es y será, Don Edgardo. Lo más grande que ha parío América.
¿No lo oyes? Sí, yo lo oigo y lo he oído. Mucho, mucho, mucho tiempo… muchos minutos, muchas horas, muchos días lo he oído, pero no me atrevía… ¡Ah, compadéceme, mísero de mí, desventurado! ¡No me atrevía… no me atrevía a hablar! ¡La encerramos viva en la tumba! ¿No dije que mis sentidos eran agudos? Ahora te digo que oí sus primeros movimientos, débiles, en el fondo del ataúd. Los oí hace muchos, muchos días, y no me atreví, ¡no me atrevía hablar! ¡Y ahora, esta noche, Ethelred, ja, ja! ¡La puerta rota del eremita, y el grito de muerte del dragón, y el estruendo del escudo!… ¡Di, mejor, el ruido del ataúd al rajarse, y el chirriar de los férreos goznes de su prisión, y sus luchas dentro de la cripta, por el pasillo abovedado, revestido de cobre! ¡Oh! ¿Adónde huiré? ¿No estará aquí pronto? ¿No se precipita a reprocharme mi prisa? ¿No he oído sus pasos en la escalera? ¿No distingo el pesado y horrible latido de su corazón? ¡INSENSATO! -y aquí, furioso, de un salto, se puso de pie y gritó estas palabras, como si en ese esfuerzo entregara su alma-: ¡INSENSATO! ¡TE DIGO QUE ESTÁ DEL OTRO LADO DE LA PUERTA!

lunes, 19 de enero de 2009

La coherencia según Mariano


“Está absolutamente fuera de lugar”
“Es muy poco serio y demuestra cómo se toman las cosas en el Gobierno”
“Una de las obligaciones de las ministras es no hacer el ridículo”
“Considero lamentable e impropio que en La Moncloa se coloquen unos sofás y vaya una revista a hacer un reportaje a unas señoras muy bien vestidas, bien peinadas y maquilladas”
“Si lo hubieran hecho, en su momento, las ministras del PP, en estos momentos estaríamos excomulgados o fuera de España, pero, por lo visto, algunos tienen bula o no tienen sentido del ridículo”

Sobre estas líneas una foto publicada por el Magazine de El Mundo el pasado fin de semana. Ilustraba una entrevista con la actual portavoz del PP, Soraya Sáenz de SantamaríaEn relación a ello, nuevas declaraciones del mismo personaje recogidas por los micrófonos de la SER:
“Probablemente no debimos criticar aquella foto de las ministras en el Vogue”
“Soraya está muy guapa (...) hay que juzgarla por su actividad política”

El diccionario de la R.A.E. define la coherencia en su segunda acepción, como la actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan. Sin embargo para el candidato presidencial la coherencia tiene que ver con aquello de que cuando lo haces tú está mal, pero cuando lo hago yo está de puta madre. Pues eso namás... La coherencia. La congruencia. La ilación…

domingo, 18 de enero de 2009

El país del miedo


El Presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt solía comentar que a lo único que debemos temer es al propio miedo. El cineasta británico Alfred Hitchcock por su parte, afirmaba que el temor reside en la cotidianeidad. El escritor sevillano Isaac Rosa parece que tuvo en mente estas dos afirmaciones cuando se propuso escribir la que es su mejor obra hasta el momento, “El país del miedo”. Una de esas lecturas obligatorias del 2008 según el Babelia. Rosa ya se había mostrado como un sugerente fabulador en sus colaboraciones para la Revista de Verano y también como un interesante analista a través de sus artículos semanales en el diario Público. Precisamente sería gracias a uno de ellos, en el cual desarrollaba una especie de distopía futurista con el pretexto de los accidentes ciclistas, el que me interesara por esta novela. Bueno, por eso y ante la insistencia de un buen amigo y compañero de almuerzos y tertulias.

“El país del miedo” es un libro atípico, dotado de una prosa cuidada y elegante, repleto de momentos de perversa ironía, pero ante todo es un trabajo tremendamente original. La historia de Carlos, Sara y Pablo, una familia de clase media más o menos feliz, que mora en un barrio de nueva construcción a las afueras de una gran ciudad. Su vida apacible esconde un gran secreto, que tal vez no lo sea tanto. Y es que pudiera ser que otros muchos escondan lo mismo y tampoco lo manifiesten, pero identifiquen a sus iguales. El caso es que tras esa pátina de seguridad y suficiencia, tienen miedo de muchas cosas. Demasiadas. Siendo sus temores muy comunes y exagerados, en ocasiones infundados, a pesar de lo cual se muestran incapaces de espantarlos. Ese miedo latente e indefinido tomará forma cuando Carlos, el padre, se vea envuelto en una situación conflictiva: un pequeño incidente en el colegio de Pablo, el hijo. Lo que al principio parece un asunto baladí, que debería resolverse de una forma sencilla y poco traumática, se complica por culpa de unos temores que le incapacitan para tomar decisiones. La consecuencia será una suerte de huida hacia adelante, con un desenlace brutal e inesperado.

Lo más atractivo de “El país del miedo” es como su autor indaga en ese miedo ambiental tan presente en nuestras sociedades. Vemos a través de unos personajes de ficción como este se crea y propaga, afectando de forma diferente a unas personas a las que hace más vulnerables, hasta el punto de llevarlas a aceptar formas abusivas de protección y respuesta violenta. Y lo que es peor, Rosa nos muestra que somos participes de algunas de esas constantes expuestas en el libro. Y eso acojona. No me importa reconocer que me ha hecho sentir realmente mal conmigo mismo.

Respecto a esto último y mientras escribía este reseña, me ha venido a la cabeza una interesante película mexicana de hace un par de años. Se titula “La Zona”, está dirigida por el uruguayo Rodrigo Plá y protagonizada por Maribel Verdú, Carlos Bardem y Daniel Giménez Cacho entre otros. Aquí la historia también se desarrolla en base a la presencia de esos temores, pero multiplicados por mil. Hay que tener en cuenta que la cinta se ubica en una sociedad como la mexicana, bastante más violenta que la nuestra. El caso es que esos miedos fuerzan a los personajes, pertenecientes a las clases acomodadas del D.F., a refugiarse en una zona residencial protegida frente a los delincuentes. Dentro de ella acabarán tolerando situaciones abusivas frente a terceros, que se amparan precisamente en esos miedos. Aterradora y para nada fantasiosa, el film además incluye un interesante análisis de la psicosis por la inseguridad ciudadana en un país como México.

Retomando el hilo y ya para acabar, no puedo sino recomendar la lectura de “El país del miedo”. Me ha parecido un gran libro, terrible por lo que dice de nosotros, pero necesario. Lleva a una reflexión sobre el mundo en el que estamos y también sobre hacia dónde queremos ir… Aquello del “¿Quiénes somos, de dónde venimos… a dónde vamos?” que cantaban los Siniestro Total. Aunque me temo que lo de los gallegos era más cachondeo que otra cosa. En todo caso este Isaac Rosa me parece juntaletras al que seguir la pista en todo lo que haga. Y la peli mencionada, sin llegar a ser tan buena como la novela, tampoco está mal. Si la pilláis en algún canal o alguien tiene la amabilidad de facilitárosla, echadle un ojo. 

sábado, 17 de enero de 2009

Bastogne de Enrico Brizzi


Cuando Enrico Brizzi escribió la que es su segunda novela, contaba tan sólo con veintidós años de edad. Si bien, ya era un fenómeno en su país gracias a “Jack Frusciante ha dejado el grupo”, su debut literario, del que vendió más de un millón de ejemplares en Italia. El éxito de este boloñés de adopción -nació en Niza en 1974- consiguió traspasar fronteras y sus libros fueron traducidos a varios idiomas incluyendo el castellano. Aunque tras “Bastogne” se acabó la fiesta y nunca más consiguió traspasar los Alpes. Hasta el momento.

Hace un tiempo hablé por aquí de la Generación Caníbal a raíz de un post sobre un libro de relatos que me dejó Ivanrojo. Esta se compone de una serie de autores italianos cuya característica identificadora era su juventud –en aquel entonces-, su irreverencia y las formas salvajes. Como siempre pasa cuando se habla de colectivos o movimientos, hay algunos elementos más interesantes que otros. Entre los “buenos” surgen figuras como la de Aldo Nove, la de Niccolo Ammaniti –de quien ya os he hablado por aquí- o este Enrico Brizzi quien, curiosamente y pese a formar parte de esa generación, no tenía ningún cuento en la compilación de referencia.

Hablando ya del libro, decir que “Bastogne” es el nombre de una calle de Niza, que es además el escenario principal de esta novela. En ella viven cuatro amigos en torno a la veintena, unos macarras que sobreviven del trapicheo y que se divierten emborrachándose, colocándose y follándose lo que tienen a tiro. Todo ello amenizado por una nutritiva banda sonora en la que abundan temas de Public Image Ltd.Billy Idol o Afrika Bambaataa entre otros. Estamos a mediados de los ochenta y las cosas para nuestras protagonistas van relativamente bien. Todo cambiará cuando se vean envueltos en una espiral de violencia que tiene como objetivo todo aquello que odian de esa sociedad nizarda falsariamente alternativa y decente. Pasando de ser unos simples desertores escolares y unos delincuentes de medio pelo, a convertirse en atracadores profesionales, violadores sádicos y hasta en asesinos. Esta suerte de rebelión les obligará a tomar caminos diferentes y dejar atrás esos felices ochenta. Asumiendo con el tiempo que nada volverá a ser lo mismo.

Una novela bastante bestia. No me extraña que causara impacto en la Italia del momento. También es cierto que leída ahora, diez años después de su publicación, ha perdido algo de fuerza y vigencia. Y es que en ese tiempo hemos asistido al éxito de gente como Chuck Palahniuk, muy superior a Enrico Brizzi en cuanto a fondo y formas. Libro interesante y entretenido, pero poco más.

jueves, 15 de enero de 2009

El San Wenceslao de David Cerny


Praga es una ciudad maravillosa y cualquiera que la haya visitado estará de acuerdo conmigo. Una de las cosas que más me gusta de ella es que está repleta de edificios horadados por bocas a pie de calle, que dan paso a galerías y pasillos que a su vez enlazan con preciosos patios interiores. Y es que más allá de las cien torres por las que se la conoce, la capital checa es un gigantesco queso Gruyere por cuyos agujeros hay que meterse sin temor. La visita a estos escondidos rincones debe formar parte de cualquier viaje a la capital checa, tanto o más que la Catedral de San Vito, el puente de Carlos o el antiguo cementerio judío. Si no, te estarás perdiendo parte de su encanto e identidad. Y por supuesto cosas como este maravilloso San Wenceslao con el que ilustro la entrada. Porque si os he contado todo este rollo ha sido para enlazar con la figura del siempre polémico David Cerny. El más importante artista checo contemporáneo y a quien debemos esta peculiar visión del patrón de los checos, representado sobre su caballo muerto y colgado por las patas.

Encontré la estatua casi por casualidad durante mi segunda vez en Praga, hace ya unos añitos. Justo en uno de esos pasajes a los que me he referido al comienzo. Concretamente el Lucerna, frente a un cine que alguien me comentó que pertenecía a la familia del Presidente Vaclav Klaus. Es gracioso porque Cerny se ha referido en numerosas ocasiones al actual presidente calificándolo de cretino integral, achacándole poca visión de futuro y cierta dosis de euro escepticismo nada beneficioso para el devenir de su país. De ahí que el emplazamiento del santo no parezca fruto del azar. Tampoco es casualidad que se encuentre tan cerca de la Plaza de Wenceslao, donde está la estatua original de Josef Václav Myslbek con el caballo correctamente instalado.
Pero si menciono a David Cerny justo ahora, es por la polémica en torno a la escultura “Entropa” -sobre estas líneas- de la que es coordinador y también financiador. Un trabajo conjunto de veintisiete artistas de todos los estados miembros de la UE, quienes han diseñado una obra en relieve centrándose en los estereotipos o prejuicios nacionales. El resultado es el mapa deconstruido que se exhibe desde esta semana en el edificio Justus Lipsius de Praga. En el lugar que albergará las reuniones de ministros de los Veintisiete mientras dure la presidencia checa de la UE.

Se trata de un inmenso collage en el que España ha sido retratada por el barcelonés Ricardo Romeo, como un páramo cubierto de cemento con una hormigonera en un extremo. Bulgaria está representada como un inodoro, Francia está cubierta por una enorme pancarta que anuncia una huelga y el Reino Unido ha desparecido del mapa europeo aludiendo a su tradicional euro escepticismo cuando no anti europeísmo –que tal vez hubiera sido más adecuado representarse como un Bobby practicándole una felación a un cowboy-.
A lo mejor los búlgaros tienen por lo que quejarse, no lo sé… O los italianos, simbolizados a través de un enorme campo de fútbol en el cual los jugadores se masturban con el balón. Pero desde luego que los españoles no tenemos nada que decir y menos aun aquellos que residimos en esta parte del país bañada por el mar Mediterráneo. Allí dónde los Ortiz, los Batalla o los Soler han instalado sus cuarteles y campan a sus anchas mientras los políticos locales les hacen la ola.
Polémicas aparte, creo que el amigo Cerny es un artista notable. Con una obra escultórica estimable al margen de lo aquí mostrado. Muy kafkiana, eso sí. De forma que sus instalaciones calzan como un guante en diferentes rincones de la antigua capital de Bohemia. Además estoy muy de acuerdo con la imagen que de su Presidente tiene. Un imbécil e ignorante que confío no resulte tan peligroso como se esfuerza en aparentar.

miércoles, 14 de enero de 2009

Los mejores discos del 2008


¡¡¡Lista va!!!

Y sí, ya sé que he despotricado en más de una ocasión sobre las listas. Más bien sobre el sentido de esas listas pantagruélicas sobre películas, discos, vídeos, libros, etc.. tan presentes en los medios de comunicación durante los últimos días del año. Sencillamente porque me parece muy complicado recapitular todo un año y pretender concentrarlo en un mísero listado, siempre parcial, subjetivo y en algunas ocasiones –demasiadas- con pretensiones aleccionadoras y/o promocionales. Dicho lo cual, como hoy tenía un rato después de estudiar, me he puesto a pensar en todos aquellos discos con los que más disfruté el pasado 2018. Tras sentarme cara el ordenador durante unos veinte minutos, esto es lo que ha salido. Menos es nada.




TV ON THE RADIO “Dear science,”




RA RA RIOT “The rhumb line”

QUEENS OF THE STONE AGE “Era vulgaris”


MARK OLSON & GARY LOURIS “Ready for the flood”

MICAH P. HINSON & THE RED EMPIRE ORCHESTA s/t

THE LADYBUG TRANSISTOR “Can't wait another day”

THIS WILL DESTROY YOU s/t


NINE INCH NAILS “The Slip”

MOGWAI “The hawk is howling”


METALLICA “Death magnetic”




DANKO JONES “Never too loud”


CALEXICO “Carried to dust”

BONNIE "PRINCE" BILLY “Lie down in the light”


He puesto veinte como podría haber puesto diez, quince o cincuenta. Simplemente se trataba de definir una cifra más o menos redonda. El orden es indistinto, no he establecido ningún ranking. Huelga decir que desconozco si estos son los mejores álbumes que se han editado durante el ejercicio pasado y realmente me la sopla. Estos son los míos. Al menos en este momento. Lo que sí os aseguro es que me lo he pasado pipa con ellos.

¡Ah! Y en lo que a música nacional se refiere:

VETUSTA MORLA “Un día en el mundo”

Espero no tener que arrepentirme con este. Yo me entiendo.

viernes, 9 de enero de 2009

La elegancia del erizo


Reconozco que no soy yo muy de leer best sellers. Y no porque me considere parte de alguna elite intelectual que considera un sacrilegio acercarse a la literatura de masas –más quisiera-. Tampoco creo que todo aquello que triunfa a gran escala es necesariamente malo. Es más sencillo que todo eso. En primer lugar está el tema de la pasta. Cualquier superventas literario viene publicado por alguna editorial tipo Anagrama o Seix Barral y en edición rústica, por lo que el librito suele tener un coste por encima de los veinte lereles. Teniendo en cuenta la cantidad de libros que compro al año, salvo que tenga confianza ciega en el autor –hablemos de un McCarthy, por ejemplo-, no estoy dispuesto a soltar, así por las buenas, tamaño estipendio. En segundo lugar está el escaso rigor en las campañas de marketing que las editoriales utilizan para promocionar sus nuevos lanzamientos. Y es que tras varios chascos, prefiero desconfiar de esos cientos de obras maestras que año tras año nos depara el panorama editorial… Y no me hagáis volver sobre el tema de los putos “Pilares de la Tierra” por favor…

Con todo, durante estos gélidos días me he visto dándole una oportunidad a Muriel Barbery y a “La elegancia del erizo”. Un libro que, os he de reconocer, no me ha disgustado del todo pese a lo que ahora os contaré. Incluyendo un efectista final rayano en lo absurdo. Ojalá que la adaptación cinematográfica que ya se anuncia a bombo y platillo, cuente con un director y/o guionista valiente, capaz de rectificarlo. Con todo, la gracia de esta historia tan francesa, reside en sus dos personajes principales. Renée, una portera de un acomodado bloque de apartamentos de París y Paloma, la hija pequeña de una familia burguesa que habita en el inmueble. A través de las reflexiones de ambas, siempre por separado, Barbery nos ofrece una exaltación a la belleza de las personas que nos rodean y una crítica mordaz a la burguesía francesa, de la cual ambas, aunque de diferente forma y en distinto grado, son esclavas.

¿Cuál es el problema?  Pues que todo resulta un tanto artificioso. El personaje de la portera es increíble, por muy de acuerdo que uno esté en que no hay que dejarse guiar por las apariencias para juzgar a las personas. Y la inteligencia de Paloma reside en una dosis de escepticismo cínico y existencialista que se antoja demasié para una niña de esa edad. De hecho acaba resultando una sabihonda que desprecia y critica todo cuanto la rodea. Eso por no hablar del cúmulo de reflexiones a cada cual más pedantes. O la ridícula glorificación de todo lo que tenga que ver con el Imperio del Sol Naciente.

Pero vaya, aunque parezca contradictorio y seguramente lo sea, “La elegancia del erizo” me ha resultado una lectura entretenida. Incluso amable. Con algunos episodios brillantes en los que la Barbery logra que nos creamos aquello de que es posible alcanzar la felicidad gracias a la amistad, el amor o el arte. Aparte de que algunas de sus críticas, siempre en plan destroy, resultan descacharrantes. También hay que reconocerle a la autora que está razonablemente bien escrito. Si bien el estilo, a veces, resulta innecesariamente sobrecargado y algunos párrafos transitan entre lo farragoso y lo estomagante.

Como probablemente sabréis, Muriel Barbery  es una profesora de filosofía que se ha convertido en la revelación literaria en Francia, galardonada por esta novela con el Premio de los Libreros y situándose como una de las escritoras preferidas por crítica y público. Parece que aquí en España va por idéntico camino. O en Italia, como pude comprobar en un reciente viaje. Veremos cómo evoluciona el fenómeno. Y la autora, claro está.   

jueves, 8 de enero de 2009

Col.lectiu "Salvem el porno"

Noticias alarmantes las que nos llegan desde el otro lado del charco. Y es que la industria del porno está en crisis y eso va a suponer que la producción se resienta durante este año. Así pues, nos tenemos que movilizar y evitar que eso ocurra. Es por ello que, desde esta humilde bitácora, respaldamos la petición de auxilio que Larry Flynt -mítico editor de la revista Hustler- y Joe Francis -responsable de Girls Gone Wild-, han elevado al Congreso estadounidense. Según informa la CNN, esta tan sólo alcanzaría la cifra de cinco mil milloncejos de dólares de nada. Una cantidad más que bien empleada para rescatar la industria de los ciruelos y las mamellas. Y es que sería tremendamente injusto que, habiéndosele concedido ayudas públicas a sectores mucho menos importantes -como el bancario, el inmobiliario o el automovilístico-, no se auxiliara a esta fábrica de ilusiones apreciada en todo el mundo.

“El Gobierno debería apoyar activamente la supervivencia de la industria pornográfica y su crecimiento, tal y como siente la necesidad de apoyar a cualquier otra industria apreciada por la gente”, ha dicho Flynt muy sabiamente. Afirmación que secundamos y nos hace ondear por primera vez y con enorme orgullo, la bandera del colectivo “Salvem el porno”. Por nuestra felicidad, por nuestra salud y equilibrio mental, por nuestro futuro y el de nuestros hijos, por la convivencia, por la leyenda Rocco Siffredi, por el legado de Ginger Lynn y Christy Canyon, por el mito Linda Lovelace, por el trabuco de John Holmes y el bigote de Ron Jeremy, por esas escenas repletas de pelos hergestellt in Deutschland, por esos castings en Praga o Budapest, por ti pajero de tres al cuarto, por Al tanto TV y “La noche de Eros”, por Alalamp y hasta por Muebles Lara… Se lo debemos. Nos lo debemos. Salvem el porno.

martes, 6 de enero de 2009

88 miserables minutos

Servidor, que es aficionado al cine desde que tiene uso de razón, sitúa a Al Pacino como uno de sus referentes junto a Marlon Brando, Charles Laughton, Ben Gazzara, Gregory Peck, Edward G. Robinson, Spencer Tracy, Michael Caine, Ingrid Bergman, Simone Signoret, Sterling Hayden, Kirk Douglas, James Cagney, Orson Welles, Lino Ventura, Joseph Cotten, Shirley McLaine, Fanny Ardant, Isabelle Huppert, Peter Lorre, Joan Fontaine, Fernando Fernán Gómez, Katharine Hepburn, Lauren Bacall, Philip Seymour Hoffman, Toshiro Mifune, Paul Newman, Paco Rabal, Lee Marvin, Daniel Day-Lewis, James Stewart, Rita Hayworth, Jack Lemmon, Cary Grant, Clint Eastwood, Gena Rowlands, Ullrich Mühe, Gene Hackman, Bruno Ganz, Sean Penn, Alain Delon, John Cazale, John Cassavettes, Robert Ryan, Olivia De Havilland, Pete Postlethwaite, Susan Sarandon, José Sacristán, Takashi Shimura o Marcelo Mastroianni. Es por eso que, tras ver esta horrorosa película que atiende al nombre de “88 minutos” (Jon Avnet, 2007), no puedo más que reflejar mi inmensa tristeza ante los derroteros que está tomando la carrera del bueno de “Sonny”. ¿Qué necesidad había de participar en este bodrio compadre? ¿Tan mal tenemos las finanzas? ¿O es que Pacino ya está senil y no es capaz de diferenciar un buen papel de otro malísimo? Y es que no hablamos de una película mediocre, sino de una de esas que son malas de solemnidad. Si no es lo peor que ha rodado Pacino en su larga trayectoria cinematográfica. Y mira que en los últimos tiempos se ha lucido con cositas como La Prueba, o “Simone”

En la cinta, nuestro amigo hace de un docente universitario que además colabora como psiquiatra forense para el FBI. Al comienzo recibe una amenaza telefónica, anunciando que tan sólo le quedan ochenta y ocho minutos de vida. Y ese es el tiempo que tiene para desenmarañar la historia, encontrar al maloso y salvar el pellejo. Como veis se trata de la enésima película con una cuenta atrás. Y como ocurre en todas las de su especie, corre el riesgo de que comencemos a mirar nuestro reloj desde pronto. Que es exactamente lo que pasa aquí desde el minuto uno. Y cuanto más dura la cosa, tanto peor y más lenta se hace la condenada. Llega un momento en que solo tienes ganas de que se follen de una vez al profe de los cojones. Cosa que ocurre. Creo. ¡Toma destripe! O no.  

Lo cierto es que no hay por dónde cogerla. Todo resulta inverosímil. Está repleta de cabos sueltos que no hay manera de atar. Encima, para cabrearnos todavía más, a Jon Avnet no se le ocurrió otra cosa que introducir una conversación telefónica entre Pacino y el facineroso a modo de epílogo. Con ella pretende explicarnos lo que ha pasado y el porqué, como si fuéramos unos prementales incapaces de captar las sutilezas del guión. Como si importara, vaya. Porque esto no hay Dios que lo levante, ni con ni sin explicación. Y es que menuda mierda de película que te has cascao Jon... Toda ella. Ojalá algún día lo pagues. A poder ser con sangre. 

¿Que le vamos a hacer? ¿Y sobre todo que vamos a hacer con Pacino? Pues refugiarnos en el gran actor que encarnó a Frank Sérpico, a Michael Corleone, a Lefty Ruggiero, a Carlitos Brigante, a Ricky Roma, a Arthur Kirkland, a Tony Montana o Sonny Wortzik. ¡Poca broma! Así pues, permíteme darte un consejo Al: ¡Respétate un poquito! Pero sobre todo respétanos.

lunes, 5 de enero de 2009

América de James Ellroy


“El país nunca fue inocente. Los norteamericanos perdimos la virginidad en el barco que nos traía y desde entonces hemos mirado atrás sin lamentaciones. Pero no se puede atribuir a nuestra pérdida de la virtud a ningún suceso o serie de circunstancias en concreto. No se puede perder lo que no se ha tenido nunca”

Así comienza el primero de los tres libros que configuran la “trilogía americana” o “trilogía de los bajos fondos” de James Ellroy, recorriendo la historia de EEUU desde finales de los años cincuenta hasta mediados de los setenta. Se titula “América” y fue publicado en 1995. A través de un ingente número de pesquisas novelesco-policíacas, mezclando la ficción y la realidad, Ellroy construye “nerviosos frescos” sobre uno de los momentos más mitificados de la Historia del siglo XX. Y vaya que, en razón de sus descubrimientos -auxiliado por varios investigadores privados- la cosa no debe andar muy lejos de la verdad no revelada.

Se trata pues de un trayecto novelado que nos sumerge en uno de los episodios más oscuros de la política estadounidense, de la mano de unos tipos que se codean con auténticas celebrities y mitos reales que, todo sea dicho, no salen muy bien parados. En este primer libro, Ellroy introduce a unos personajes que poco a poco nos van descubriendo las conexiones entre el clan más angelical e idolatrado de los EEUU, los Kennedy, y el crimen organizado. Conexiones que, en virtud de una política no compartida por esos incómodos compañeros de viaje, desembocarán en el magnicidio de Dallas.

La intriga política de este convulso período es el argumento central de “América”, desarrollándose a distintos niveles: Por un lado de la mano de Kemper Boyd, un policía corrupto relacionado con Pete Bondurant, matón a sueldo de la Mafia relacionado a su vez con periodistas sensacionalistas; Y por otro lado Ward J. Littell, un honrado policía antimafia que se verá obnubilado por la esperanza de la nueva administración Kennedy. A su vez, cada trama se complementa con pequeñas subtramas por las que deambulan secundarios de distinto pelaje, tales como Sal d’Onofrio, Fulo Machado o Lenny Sands. Conforme vamos consumiendo las 756 páginas de las que consta la novela, estas irán conectándose al igual que sus personajes. Y llegado el momento todas las piezas encajan.

Además el interés de la historia se acrecienta con la aparición de una serie de personajes de relumbrón, con un papel fundamental. Por ejemplo el excéntrico multimillonario Howard Hugues, el mítico sindicalista Jimmy Hoffa, el famoso director del FBI Edgar Hoover, los mafiosos Santo Trafficante, Sam Giancana o Carlos Marcello, el dictador cubano Fidel Castro y su hermano Raúl… E “instituciones” como la CIA, los Anticastristas, la Mafia de Chicago, el Sindicato de Transportistas, Hollywood, el Ku Klux Klan

Una característica fundamental en la novela es que todos sus personajes -¡absolutamente todos!- están de mierda hasta las cejas. No hay buenos en esta historia y eso es lo más terrible, dado el diferente estatus y condición de cada uno de ellos. Y es que esta es una máxima en la literatura de Ellroy, aquello de que quien más y quien menos tiene algo que ocultar. Y así se escribe la obra del por muchos considerado el principal continuador de la gran novela negra de nuestro tiempo. Digno heredero de Dashiell Hammett, Raymond Chandler o Jim Thompson, creadores del género allá por los años treinta. El hard boiled, del que antaño servidor era ferviente defensor y ávido lector. Ahora, lastimosamente, tan sólo ocasional.

Mucho tiene que ver en esto último, que Ellroy se viera abocado a la literatura casi por necesidad. Y es que, según el mismo ha reconocido en innumerables ocasiones, se hizo escritor para esclarecer el caso sin resolver del asesinato de su madre, Geneva Hilliker. “De ahí que mi estilo sea tan trepidante, que produzca tanto stress (…) sencillamente muestra la violencia de mis tramas, de mi vida”.

En todo caso y ya para finalizar, afirmar que “América” es un gran libro en todos los sentidos. Y que me lo he pasado pipa viajando entre sus tropecientas páginas. Espero con ansia el abordaje de “Seis de los Grandes”, la continuación a este. Os mantendré informados.

“La nostalgia como técnica de mercado nos tiene enganchados a un pasado que no existió nunca. La hagiografía convierte en santos a políticos mediocres y corruptos y reinventa sus gestos más oportunistas para hacerlos pasar por acontecimientos de gran peso moral.”
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