jueves, 1 de diciembre de 2016

Mooolt, Xicons...

El miércoles pasado, no ayer sino la semana pasada, tuve ocasión de reencontrarme con Nada Surf en el lugar en el que los vi por vez primera. De aquello hace ya dos décadas y es que uno va peinando canas. Dignamente. Es cierto que la sala está un tanto cambiada e incluso tiene otro nombre. Por aquel entonces aún mantenía el original, el auténtico, el único para algunos y es que, pese a sus tropecientos cambios la actual discoteca Moon es y seguirá siendo la Roxy por siempre jamás. El concierto se celebró en un martes frío. El primero realmente frío de la temporada. A pesar de ello, hubo un lleno total. Sorprendentemente. Gratificante. La ocasión lo merecía. Habituales de la escena y algún que otro farandulero, amén de gentes de salida y borrachera esporádica, se dieron cita para disfrutar de un show inolvidable. Tremendísimo en su parte final. Bolo que sirvió a los de Mathew Caws para confirmar que siguen ahí por méritos propios. También porque nunca se han ido. Y es que la ristra de buenos discos en la trayectoria de la banda neoyorquina viene de lejos. Nunca han despegado el pie del acelerador e incluso en sus peores momentos de forma es fácil encontrar más luces que sombras en sus trabajos. Si tenéis dudas al respecto, pegarle una oída a su último y maravilloso "You know who you are". Uno de los mejores de este 2016 que se nos va, sin duda alguna.
La primera parte del concierto estuvo centrada en los cortes de este último álbum, comenzando con "Cold to see clear", con paradas obligatorias en "Friend Hospital", "Belive You’re Mine" y, como no, la imponente "Rushing". Siendo esto bueno, lo que vino después aún fue mejor. Y es que estos tíos siempre han tenido algo especial, e incluso al 25% de su nivel son mejores que la mayoría de bandas de power pop que pululan por las salas de este Universo. El martes decidieron dar el 110%. Os podéis imaginar lo que eso supuso para los allí presentes y especialmente a los nostálgicos, los Nada Surf supporters -que no hooligans-, presentes en masa. Y es que comenzaron a desfilar los clásicos del pasado y se operó una suerte de conexión banda – público que transformó completamente el ambiente. Lo que hasta entonces iba muy bien se tornó en algo memorable. Un conciertazo al cargo de una banda que nació siendo una entre tantas, una suerte de patito feo dentro de la escena, pero que muy pronto se mostró como un referente, una de esas formaciones imprescindibles. E incombustible. No dan tregua. Raro es el año que no nos regalan una colección de nuevos temas enlatados. Ya va siendo hora de que se les reconozca el mérito a estos tres amigos residentes en la Gran Manzana que conforman Nada Surf. Una de las más sólidas e importantes realidades dentro del mundo del rock. Así que larga vida a Mateo, Dani e Ira. Y yo que lo vea.

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