viernes, 28 de julio de 2017

Hermana muerte

Hasta en tres ocasiones me había topado con el rostro de la muerte en la ciudad y ahora, en aquella primavera, volvíamos a vernos. Una noche -una de esas noches caleidoscópicas de locura, ebriedad y furia que conocí aquel año, cuando merodeaba por la gran avenida de la oscuridad de sol a sol, desde la medianoche hasta el amanecer, cuando el mundo entero se proyectaba a mi alrededor en una danza descomunal y enloquecida- vi morir a un hombre en el metro.
"Hermana muerte" es mi primera aproximación a la obra de este descomunal autor norteamericano.  Un libro extraordinario. Novelita de poco menos de cien páginas a la que accedí por recomendación de un amigo. Pequeña joya que todo el mundo debería conocer. En ella Thomas Wolfe aborda el tema de la muerte desde el punto de vista de un personaje del cual nada sabemos y poco más sabremos. Visión truculenta a la par que poética sobre el momento final de cuatro personajes anónimos que se cruzan en la vida del narrador. Enmarcadas en diferentes circunstancias, aunque de alguna manera, siempre violentas. Todo esto le sirve al autor para introducir uno de sus temas favoritos: La soledad en la jungla de asfalto. Además la historia está repleta de imágenes bellísimas. Muy, pero que muy, recomendable. 

lunes, 24 de julio de 2017

Fira de juliol 2017

Ya hace más de dos semanas que, fiel a la costumbre, acudí hasta los jardines de Viveros para participar de la Gran Feria de Julio, celebrada desde tiempos inmemoriales en la ciudad que me vio nacer. La ocasión bien lo merecía. Y es que, esa noche de viernes, compartían cartel los catalanes Manel y los valencianos Gener y Geografies. Y no solo por una cuestión cualitativa, a todas luces innegable, sino también por respaldar la decidida apuesta para normalizar el uso del valenciano y fomentar la cultura en nuestra lengua emprendida por los actuales gobiernos municipal y autonómico.

Por comenzar por el principio vamos con lo de Geografies. Se trata de una joven banda valenciana a quien apenas si conocía, más allá de haber escuchado un par de sus temas en bandcamp o de haber leído un puñado de buenas referencias, incluyendo nominaciones y premios de aquí y de allá, en el ámbito de la música en catalán. Acudían a presentar su último trabajo “De Creus Endins” (2016) que viene a ser la manera de nombrar, en Valencia, a la ciudad interior, por oposición al área metropolitana. Y que tiene relación con la forma histórica de marcar con cruces los límites administrativos del Cap i Casal. Los chicos estuvieron voluntariosos, lo cual les bastó para marcarse un bolo resultón que no pareció decepcionar a nadie, incluyendo a aquellos que acudimos al llamado con pocas referencias y aún menos expectativas. Presentan una propuesta de pop-rock en su/mi lengua vernácula, que si bien no suena a nada nuevo, ni parece pretenderlo, dignifica una lengua, la de Ausiàs March o Vicent Andrés Estellés, tan maltratada durante demasiado tiempo por propuestas musicales de ínfima calidad. 


Respecto a Carles Chiner y sus Gener, ¿qué queréis que os diga que no haya escrito ya? Y es que mi idilio con la banda de Benaguasil va viento en popa y el show de Viveros no hizo sino reforzarlo. Si acaso sirvió para aumentar, más si cabe, la estima que les tengo. Agradeciendo el día en que decidieron pasar del blues de secano, para navegar entre la psicodelia, el soul, el góspel, el rock y hasta el cant d’estil. El bolo fue glorioso como corresponde a una banda en estado de gracia. Un directo cojonudo en el cual destacaron esos juegos vocales marca de la casa, así como los momentazos guitar hero de Carles, siempre presto a endurecer hasta aquellas composiciones más delicadas. Con un setlist integrado casi en su totalidad por los cortes de “Oh! Germanes”, pero sin olvidar lo mejorcito de aquel “El Temps del Llop” que les dio a conocer. Si bien lo mejor de la noche vino de la mano de una versión. Y es que para sorpresa de propios y extraños Gener decidió recuperar ese emocionante himno del Ovidi titulado “Cançò de Llaurador”. No exagero si os digo que, solo por ese momento, ya hubiera valido la pena pagar entrada.

El final de la noche quedó reservado para Manel y la enésima presentación de su último álbum “Jo Competeixo”.  Celebrado cuarto disco del cuarteto barcelonés con el que, a diferencia de los tres anteriores, he sido incapaz de disfrutar. Y es que la huida desde aquel folk casi jaranesco de sus orígenes, hacía ese pop mucho más estándar, pulido y hasta anodino, como que no me acaba... Eso por no hablar de la inclusión de ciertos toques electrónicos a su sonido. Matices que, en ocasiones, llegan a sonar ridículos. Pero bueno…. Pese a la decepción por la deriva, he de confesar que en sus directos lo suelo pasar realmente bien. Este no fue la excepción. Y es que los tipos van tan sobrados sobre el tablao y atesoran ya tal número de jitazos,  que a poco que se esfuercen se ganan al respetable. En esta ocasión tiraron más de lo deseable de sus últimas composiones. Vale. Reconozco que, en general  dignificaron varios de los peores cortes del decepcionante “Jo Competeixo”. Aunque lo mejor fue el recurso a los clásicos, que también gozaron de su espacio y a Dios gracias. Con una mención más que especial para esa preciosidad titulada “Ai, Dolors”, de su primer álbum, y también para la deliciosa a la par que triste “Criticarem les noves modes de pentinats”, de su segundo. En fin, que estuvieron más que correctos. Y disfrutables como siempre. Al menos hasta el momento. El tiempo dirá como va la cosa.  


Bueno... Y eso es todo...
L’any que ve, més.
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