Si hay una vanguardia genuinamente italiana, esa
es el futurismo. Mientras en Francia triunfaban
los fauvistas y en Alemania los expresionistas, en la Italia de
comienzos de siglo se gestaba uno de los movimientos artísticos más interesantes
de toda la historia. Fue promovido por Filippo
Tommaso Marinetti a
partir de la afirmación "un automóvil de carreras, que parece
correr sobre metralla, es más hermoso que la Victoria de Samotracia" (Manifiesto del Futurismo – 1909). Marinetti, estimulado por el rápido cambio social
que se estaba produciendo, propugnaría una “revolución cultural” que debía abarcar todos los aspectos de la sociedad, partiendo del arte, para luego incluir las
expresiones de la cultura y, más en general, los modos de vida.
Pues bien, durante estos días en el MuVIM, tan en boca de todos por culpa de
oscuras cuestiones que no vienen al caso, se expone una interesante muestra de las
novedades que el lenguaje futurista introdujo en el cartelismo publicitario
italiano. Carteles en los que se asume el mito de la velocidad y el progreso de
la tecnología como momentos fuertes de una sociedad que mira al futuro rechazando la
tradición. Así vemos interesantes obras de Federico Seneca, Renato Bertelli,
Ernesto Michaelles –Thayat-, Carlo Carrà o Giacomo Balla en las que se
introducen todos los conceptos del movimiento en la publicidad de algunas de las principales marcas e instituciones italianas. También en favor del régimen fascista al que, desgraciadamente, secundaron la mayoría de
futuristas desde la creación en 1919 de los “fasci
italiani di combatimento” de Benito Mussolini. En
esta línea fascista destacan varias esculturas presentes en la exposición,
sobretodo una maqueta para un palco de Mussolini ciertamente curiosa. El furor
por el progreso, la revolución tecnológica y el militarismo llevó al escultor a
crear una cabecera en forma avión de guerra. Para mi gusto, la más chula de
todas las obras expuestas.
En
conclusión, “El espíritu del futurismo en la publicidad italiana” es una
exposición breve pero ciertamente interesante. ¡Como no!, politiqueos al margen,
hay que reconocer que la estética futurista es de lo más potente que nos
dejaron las vanguardias artisticas de comienzos del siglo XX.
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