jueves, 3 de noviembre de 2011

Ya me acabé The Wire


Los que me conocéis sabréis de sobra que no soy demasiado aficionado a ver series. Muchas han sido las veces en las que me he forzado en seguir alguna y a los tres o cuatro episodios me he dado por vencido. Y es que me cuesta Dios y ayuda sentarme ante el televisor (o ante la pantalla del ordenador) con la perspectiva de consumir un montón de horas de mi vida para descubrir en que termina la cosa, un precioso tiempo que podría dedicar a otros menesteres. Mucha gente a mi alrededor me insiste en que, con esa actitud, me estoy perdiendo algo muy grande. Que parte del mejor cine que se filma hoy día se encierra en estas series, muy especialmente en las producidas por la HBO. Es por ello el que, de tanto en tanto, cedo ante la insistencia de algún amigo y me trago la recomendación de turno, aunque tan sólo sea para poder echárselo en cara después. La última vez ha sido con The Wire y he de reconocer que por culpa de ello he tenido que variar mi discurso. No hay nada que reprochar, tan sólo agradecimiento para quien me abrió los ojos y me permitió degustar semejante delicatessen. Y es que es una puta maravilla, de lo mejorcito que se ha filmado nunca (o al menos que yo haya visto, que no es poco). No sé en que coño estaría yo pensando, ¡dejando pasar casi diez años para introducirme en esta tremenda historia de policías y ladrones! 
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Aunque Bajo Escucha, que así es como se tradujo en España la serie, no es sólo eso -otra historia de polis-, o mejor dicho, sí es eso pero es muchas cosas más. Se desarrolla en Baltimore y trata de ser una visión realista de la vida en aquella ciudad, quien viene a ser la auténtica protagonista de la serie. Todo arranca del mundillo de las drogas, pero la cosa deriva hacia otros muchos temas como el de la corrupción política, el sindicalismo portuario, el sistema educativo público o la ética periodística y policial. Igualmente en cada una de las cinco temporadas de las que se compone The Wire aparecen retratados los diferentes estratos de la sociedad norteamericana, desde los bajos fondos de Baltimore, hasta la clase trabajadora, la alta política, los promotores inmobiliarios, los profesores, los medios de comunicación y, por supuesto, la policía, la judicatura y el FBI. Podría decirse que el tema central que estructura la serie y a raíz del cual se desarrolla es el uso de tecnologías electrónicas de vigilancia usadas por la policía, de ahí el título The Wire, "el pinchazo" o "la escucha" en jerga policial. Estas tecnologías aparecen reflejadas de forma realista vistas desde ambos lados de ley: por una parte los sistemas y técnicas utilizados por los criminales para evadir la vigilancia a la que son sometidos por la policía y por el otro las medidas empleadas por estos últimos para pillarles pese a sus cautelas.
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Lo que hace diferente The Wire respecto a otras series policiales o de investigación criminal es que aquí las cosas son verosímiles. Todas sus situaciones –y son muchas- son perfectamente posibles. Todos sus personajes –y también son muchos- son creíbles. En cada episodio no es necesario que el superpoli protagonista descubra el supercaso del día. A veces ni siquiera hay un supercaso sino una investigación repleta de trampas que los policías encargados no son capaces de abordar bien por trabas legales, políticas o por la impunidad de la delincuencia en determinados ámbitos. Además en The Wire también se abordan las razones de los malos, introduciéndonos en un complejo mundo inclemente repleto de códigos impenetrables para casi todos nosotros. Con todo y con eso somos capaces de entender las decisiones de todos ellos, independientemente de si actúan bien o mal bajo nuestro prisma de corrección occidental, y al margen de cómo nos caiga el personaje en cuestión (en general todos tienen su momento, excepto Omar Little que siempre cae bien). Si esto es así es por culpa del ex - periodista de sucesos David Simon, creador de la serie,  y del ex – detective de homicidios Ed Burns, co-guionista principal. Ambos, en el ejercicio de sus respectivas profesiones, accedieron de primera mano a todo el material necesario para construir las tramas de The Wire. De ahí que muchos de los personajes se basen en personajes reales de Baltimore e incluso varios de los actores secundarios sean amateurs que interpretan sus propios personajes (o casi). Por otro lado donde no llegaba la mano de estos dos, se ayudaron de gente tan solvente como Agnieszka Holland, Brad Anderson, Clément Virgo, Joe Chapelle, Daniel Attias, Peter Medak, Clark Johnson o Milcho Manchevski.
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En definitiva una gran serie que apela a la inteligencia y buen gusto del espectador y que no te debes perder. Vale que no he visto muchas, pero esta es la mejor con diferencia hasta el momento. Teatro cine del bueno... como diría MouAhí os dejo una escena mítica de la serie protagonizada por los detectives Bunk Moreland y Jimmy McNulty:

Y aquí  la opinión de todo un Premio Nobel de literatura.

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PD. El diálogo transcrito, por si os habéis perdido: 
Bunk: Aww... Fuck. McNulty: Motherfucker. Bunk: Fuckin' Fuckin'... Fuck. Mmm. Fuck. Fuck fuck fuck. McNulty: The fuck? Bunk: Fuck. McNulty: Fuck! Na-aw. Bunk: Fuck. NcNulty: Fuck.... Bunk: Mother of fuck! Oh fuck. Ohh fuck. McNulty: Fuck me, fuck fuck fuck fuck. Fucker. What the fuck? Bunk: Fuuuck. Mother fucker! McNulty: Fuckin' A. Bunk: Mmm-hmm. McNulty: Fuck. Motherfucker. Bunk: Fuck me.

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